La meva llista de blogs

dilluns, 4 d’abril del 2011

VOCABULARIO: VICTIMISMO.

Una de las palabras más utilizadas al referirse a los políticos catalanes -y por extensión, al resto de la sociedad- es precisamente, victimistas. Se nos acusa de ser victimistas para así lograr aquello que pedimos, en apariencia inmerecidamente, a cuenta  de España, de sus ciudadanos y a costa de su bienestar. Expresiones tales como insaciables, egoístas, privilegiados, ladrones.... acompañan a este vocablo, para resaltar la contundencia de sus reproches y poner en evidencia la baja moralidad que, parece, adorna a los ciudadanos catalanes en su conjunto.

Suele ser utilizada esta palabra, principalmente por la derechona mas intolerable que puebla la península. El partido popular y su cohorte mediática lo hacen para rechazar las exigencias, las denuncias que con frecuencia deben realizarse desde Catalunya, ante las desmesuradas envestidas del hipernacionalismo hispano. El partido socialista tampoco hace ascos a su uso, cuando alguna reivindicación catalana les causa incomodidad o sospecha  que puede ocasionarle problemas entre sus simpatizantes y votantes. Por descontado, la formación política Ciudadanos también suele descalificar las inquietudes, los anhelos y las necesidades de los catalanes acusándonos de victimistas, llorones o identitarios, no  fuera a ser cierto que las diferencias existieran realmente en el estado español y mucho peor, sobre todo la catalana.

Es curioso, pero, que cuando se consigue algún avance en el autogobierno catalán debido al supuesto victimismo, automáticamente lo hacen suyo el resto de comunidades autónomas. Por arte de magia, lo que era definido como privilegio, como hurto de unos ladrones insaciables, pasa a ser considerado como algo bueno, necesario y justo para todos, incluido el estado español que , como es sabido, no se considera así mismo como un todo, sino como la parte auténtica residenciada en la capital de España.

Ni los partidos autoproclamados nacionales, ni los funcionarios del "auténtico estado", ni la galaxia mediática madrileña, ni las altas instituciones residenciadas en Madrid, ya sean públicas o privadas, nadie se hace una sencilla pregunta: ¿No será que los catalanes son "realmente" víctimas de la avidez insaciable española?.

Ningún dirigente en España es capaz de hacerse esta pregunta, como tampoco es capaz de hacer la más mínima autocrítica. No reconocen la injusticia cuando la causan a los otros. Son incapaces de reconocer sus limitaciones ( y mucho menos de aceptarlas). No quieren ver sus múltiples defectos cuando los proyectan a los no españoles. De forma colectiva no utilizan ni la modestia, ni la humildad, ni la sencillez. Estos dirigentes y sus altas instituciones suelen derrochar altivez, chulería y soberbia. Les gusta dar lecciones al resto de la humanidad, aunque para ello tengan que retorcer la realidad tanto como las palabras, para así aparentar algo que ni ellos mismos saben qué es. Son generosos y solidarios con los recursos de los otros y muy compresivos con las necesidades -incluso supérfulas- propias.

Es realmente sorprendente como los ciudadanos españoles aguantan a tales personajes y a sus instituciones, sin que hayan causado un interminable reguero de revoluciones, en el transcurso de la historia. Siempre me he preguntado cual ha sido la causa de que los españoles hayan soportado que sus élites hayan prosperado y les hayan gobernado, teniendo en cuenta estos antecedentes.

Recuerdo vagamente un pasaje de la historia de Castilla, aprendido en mi infancia catalana bajo el yugo franquista, que decía: "¡Qué gran vasallo si tuviera un buen Señor!". Creo que el vasallo, es decir, los españoles son buenos. Lo malo es el Señor, es decir,  la élite dirigente hispana, poco numerosa pero muy poderosa.  


Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada