Existen algunos periodistas y, por supuesto, tertulianos, que suelen ejercer la crítica y el análisis político desde una posición de superioridad moral, muy por encima del resto de los mortales. Analizan sesudamente la realidad y lanzan sus conclusiones al escrutinio público, con el único objeto de sentar cátedra, para seguidamente, ante las críticas y las reacciones que desencadenan sus opiniones, proceden a escudarse, o más bien, a esconderse detrás del muro impenetrable que para ellos es la libertad de expresión.
Naturalmente, no aceptan que nadie ose contradecir sus, a menudo, tramposas opiniones, ni discutir sus presuntos rigurosos análisis, so pena de excomunión intelectual. Es bien cierto que "el árbol no deja ver el bosque". Esto es lo que les sucede a estos probos periodistas: sus múltiples defectos, es decir, su ligazon intelectual con posiciones políticas predeterminadas (derechas o izquierdas, tanto da), no les permiten ejercer una crítica objetiva, ni un análisis serio, medido y firme. Me atrevo a decir que son poseedores de múltiples defectos, porque a la obediencia política a que se encuentran sometidos, se añade la restricción mental a que someten sus conclusiones, rechazando de antemano aquellos argumentos distintos a sus propios prejuicios. Suelen definirse como no-nacionalistas, pero su españolismo les sale por las orejas. Se dicen tolerantes, pero no aceptan (ni entienden) a los que no nos sentimos españoles. Respetan y defienden las libertades individuales, pero a condición de que, por ejemplo, un catalán, no pretenda el mismo trato para su lengua que el que disfruta el español. Apoyan entusiastamente el bilingüismo, pero sólo el de los catalano-hablantes. Claman, exigen el respeto al estado de derecho, a las sentencias del Tribunal Supremo, a los dictámenes del Tribunal Constitucional, pero se burlan miserablemente de la voluntad popular mayoritariamente expresada en sede parlamentaria y discuten, combaten e ignoran el resultado de las elecciones democráticas, afirmando que son producto del clientelismo, la ignorancia o a la falta de información que sufrimos los ciudadanos catalanes. No dudan en elevar a su deslegitimado tribunal constitucional todas aquellas cuestiones que no han sabido ganar en sede parlamentaria. Ignoran que los ciudadanos catalanes, tenemos el mismo acceso que el resto de ciudadanos a TODOS los medios de comunicación, "escritos, hablados y vistos" del estado y si me apuran, poseemos un grado de información, análisis y crítica muy superior al resto de ciudadanos hispanos: los medios en catalán (y en inglés, en francés, alemán...).
No dudan en hacer trampas con las encuestas, estadísticas, estudios... y ello tanto por parte de algunas "empresas de encuestas", gabinetes de estudios y centros estadísticos, como por parte de quien trata de interpretar, a su conveniencia, los resultados que suministran con mayor o menor acierto.
Siempre me ha resultado inverosímil que se atrevan a ligar el resultado de unas elecciones al parlamento catalán, con el sentimiento independentista. Si los partidos soberanistas logran, por ejemplo, 14 escaños de 135, se atreven a decir que la independencia es residual en la sociedad catalana. Si en una encuesta el independentismo obtiene el 20 por ciento, eso quiere decir que la unión es apoyada por el 80 por ciento de los encuestados. Si en unas elecciones, se produce una abstención del 40 por ciento, la consecuencia es que los que han vencido han sido los que no han votado. Si en un referéndum solo participa un 45 por ciento y el No obtiene un 15 por ciento, el resultado negativo vence por 70 (15+55), frente al 30 favorable al Si.
Trampas. Hacen trampas, falsean resultados, manipulan sentimientos -por lo menos lo intentan- con el único objeto de que sus críticas, sus análisis prevalezcan en su imaginario virtual, por encima de la verdad, la objetividad y la realidad real.
¿Están seguros que la independencia de Catalunya solo merece la consideración de 14 parlamentarios?.¿Porqué no hacen una encuesta oficial, preguntando simplemente Si o No a la independencia, sin recurrir al truco de preguntar si quiere un país federal, confederal, centralista, regionalista, unitario o autonomista?.¿No es ridículo preguntar si uno se siente solo catalán, tan catalán como español, más español que catalán o solo español?.¿Alguien medianamente inteligente cree que los vencedores en unas elecciones son los que no votan, o que en un referéndum ganan los que votan no, a los que se añade los que no votan?. ¿Porqué razón se atreven a suponer que los que no votan lo hacen porque no sienten interés y por tanto, los utilizan para demostrar el desapego hacia la política, por ejemplo el Estatuto?.
Con la misma autoridad que algunos concluyen de que los ciudadanos catalanes no quieren saber nada de la autonomía porque no fueron a votar, yo afirmo que muchos ciudadanos no fueron a votar el referéndum pues lo que realmente querían era votar la Constitución soberana de Catalunya.
Trampas y excusas. Son sus únicas y endebles armas. Si realmente quisieran saber la opinión de los ciudadanos de Catalunya, no dudarían en convocar un referéndum de autodeterminación. Y concluyo afirmando, con la misma autoridad de los periodistas, analistas y críticos mediatizados y mediocres tan abundantes en España, que no lo hacen porque saben que perderían. Ganaría holgadamente el Si a la independencia de Catalunya. Y eso lo afirma alguien que solo pretende avergonzar a los que mienten, falsean y manipulan la información y la opinión pública. Solo tienen excusas de mal pagador y utilizan las trampas como modo de vida.
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