La meva llista de blogs

dijous, 30 d’octubre del 2014

LA PANDILLA DE ALI BABÁ.

El enésimo caso de corrupción ha estallado en Madrid. Como era previsible, el Partido Popular se encuentra pringado hasta las orejas. Cincuenta y una personas cercanas a ellos han sido detenidas o imputadas por el cobro de comisiones ilegales por adjudicación de obra pública en diversos municipios principalmente de la comunidad madrileña -también de Murcia y Castilla-, por un valor de al menos 250 millones de euros. Están implicados alcaldes y funcionarios, un presidente de diputación e incluso el que llegó a ser mano derecha de la presidenta de la comunidad, Esperanza Aguirre, la lideresa. El ex-secretario general de los populares en Madrid, Francisco Granados, es por ahora la personalidad más relevante implicada en esta exitosa trama, tan putrefacta y obscena como otras similares también cercanas a ellos, que ensucian desde hace tiempo a los conservadores españoles.

Pués bién, el partido alfa de España ya ha iniciado la consabida campaña propagandista de desinformación para esconder la vergüenza provocada por este nuevo caso de indecencia y deshonestidad desatado, que les afecta de arriba a bajo y de derecha a izquierda. En esta tarea de ocultación poseen una gran experiencia acumulada históricamente en asuntos similares anteriores, lo cual les facilita enormemente el maniobrar con absoluta desenvoltura sin que ello les cause ningún tipo de perjuicio político o penal. Ni siquiera quebranto económico alguno, pues sus arcas continúan repletas de dinero -blanco o negro, tanto da-. La gente, hasta ahora, les ha disculpado y han continuado votando -con la nariz tapada- la maltrecha marca política popular. El hecho de ostentar el poder absoluto sobre todo el Estado otorga esta especie de impunidad también absoluta. Además, la operación Púnica -así bautizada por la Guardia Civil- es peccata minuta si la comparamos con la trama Gürtel o el caso Bárcenas, que tan gratos recuerdos despierta en la cúpula popular. Por supuesto, dejando al margen el escándalo de las tarjetas negras de Bankia-Caja Madrid, o las retribuciones con dinero ilegal -tan negro como las tarjetas- dentro de virginales sobres blancos repartidos generosamente entre los más significados militantes populares, también conocidos como los 40 principales o la pandilla de Ali Babá. Además, con la sede de Génova -la cueva- reformada y financiada también con dinero tan negro como el carbón.

Como es de dominio público, los populares sienten un auténtico deleite al utilizar Catalunya y los catalanes para esconderse cómodamente detrás de la catalanofóbia desatada por ellos mismos, tan apreciada por los nacionalistas españoles y cariñosamente cultivada por toda la piel de toro con una dedicación verdaderamente exultante. La trama Púnica ha querido ser enmascarada tras una historia de ciencia ficción -así calificada por el interesado- cuyo principal protagonista es Xavier Trias, alcalde de Barcelona. El Mundo y su equipo habitual de intrépidos periodistas de investigación insinúan que el alcalde posee 13 millones de euros en Andorra, traspasados desde cuentas ubicadas en Suiza. La fuente, la UDEF bajo la máxima autoridad del ministro del Interior Jorge Fernández Díaz. Unidad policial experta en facilitar -filtrar- información verídica o falsa a El Mundo. Recordemos que la UDEF tambien insinuó en su día que Artur Mas tenia dinero acumulado en paraísos fiscales, y lo hizo en plena campaña electoral al Parlamento de Catalunya. Recordemos que la información fué publicada también por el periódico El Mundo y que el director de entonces, P.J. Ramírez, se jactó de haber ganado las elecciones catalanas con aquella noticia. Recordemos que CiU alcanzó unos resultados muy por debajo de los previstos en las encuestas. Recordemos que la noticia se basó en un informe apócrifo y obsceno, supuestamente confeccionado en las cercanías -las cloacas del Estado- del Gobierno de España y de la UDEF....¡Recordemos!. Recordemos y no olvidemos jamás la escasa credibilidad que tienen cuando se refieren a Catalunya y los catalanes, tanto la UDEF, como El Mundo y Jorge Fernández Díaz, casualmente hermano mayor de Alberto, el eterno candidato del Partido Popular a la alcaldía de Barcelona.

Por si no bastaba utilizar la coartada de Xavier Trias, los populares han decidido remachar el clavo impugnando el nuevo 9 de Noviembre, el cual permitirá a los ciudadanos catalanes manifestarse libremente sobre el futuro político de Catalunya. El Gobierno español, amamantado directamente de las ubres de la FAES y que inicialmente había declarado la consulta patrocinada por el señor Mas como una irrelevante costellada, ahora reacciona como si se tratara de un auténtico referéndum de autodeterminación. A pesar que no se cansan de repetir que es inconstitucional, ilegal y antidemocrático. Y como sea que el nuevo 9 de Noviembre en opinión de los populares no ofrece las mínimas garantias democráticas exigibles, han decidido que no pueden consentir que se celebre. Por ello instan al Tribunal Constitucional para que lo prohíba. Debe tenerse en cuenta que el Alto Tribunal jamas ha defraudado los deseos y caprichos del Gobierno de España. Por cierto, algún día el señor Rajoy tendrá que explicarnos como se puede celebrar una consulta con suficientes garantias democráticas si el Gobierno utiliza chapuceramente la brigada Aranzadi -el cuerpo de la abogacía del Estado-, para boicotear cualquier intento legal para hacerlo democráticamente.

A pesar de todo, ni las insinuaciones de El Mundo contra Xavier Trias, ni la recurrente utilización de la brigada Aranzadi y de su Tribunal Constitucional para impedir la decisión democrática de los catalanes sobre Catalunya, han conseguido difuminar el enésimo caso de corrupción que afecta al Partido Popular. Púnica, Gürtel, Bárcenas, Acebestarjetas black, sobres negros, cajas B.... Una buena colección de casos, tramas, asuntos, operaciones y mil escándalos más, imposibles de ocultar a la mirada del mundo mundial. Para vergüenza de todo el Estado y de sus aturdidos e indignados ciudadanos. Afortunadamente, los catalanes hemos decidido decir adiós a este gobierno putrefacto, al partido más corrompido de Europa y a un Estado en franca descomposición. Nos duele porque no deseamos ningún mal a los españoles, al contrario. Pero nosotros no podemos hacer nada más. Reconducir y enderezar la situación en que se encuentra España queda en manos de los españoles. Tienen toda nuestra simpatía y apoyo. Pero jamás a costa de la independencia de Catalunya.







divendres, 24 d’octubre del 2014

DEDICADO A: ALICIA, ALBERTO, MIQUEL Y JOSEP ANTONI # JOAN, DOLORS Y JOAN JOSEP, DAVID Y JOAQUIM, ORIOL, ARTUR.

Es cierto que a medida que se aproxima el desenlace de un determinado acontecimiento -en nuestro caso, la independencia-, más se evidencian las contradicciones y desconfianzas que surgen entre los diferentes actores que protagonizan este drama en el cual ahora todos nos hallamos involucrados.

El proceso iniciado para conseguir la plena soberanía de Catalunya ha llegado a este punto. Por un lado resulta verdaderamente arduo soportar la acometida del Gobierno de España, el cual lanza encima nuestro toda suerte de obuses y artefactos explosivos para aniquilarnos, con deliberada furia -rabia- y agresividad. Los aparatos del Estado porfían incansables para detener los anhelos y las fundadas esperanzas que sentimos, tenemos y queremos la mayoría de catalanes. Lo hacen utilizando su ley y las diferentes instituciones jurídicas a su alcance, como son la fiel judicatura castellana y la fiscalía pro-gubernamental, así como el avasallador cuerpo de la abogacía del Estado, todos ellos en calidad de auténticos pretorianos custodios de las esencias patrias. Por descontado, cobijados bajo el Tribunal Constitucional, de triste y deslegitimada memoria y escasa consideración por parte catalana. Un tribunal auténticamente indecente, pues no podemos obviar que está presidido por un reconocido anticatalán y a la vez antiguo militante popular. De esta forma, el Gobierno de España esconde o disimula tras decisiones propias de vulgares picapleitos lo que no son más que posicionamientos inequívocamente políticos. También se sirven de unos comportamientos económicos y financieros hacia el Govern -en definitiva, hacia Catalunya y los catalanes-, realmente ominosos. Que oscilan desde amenazar y meter miedo a empresarios e inversores, animándoles -conminándoles, en realidad- en deslocalizar las empresas hacia España y no invertir en Catalunya, hasta el estrangulamiento de las maltrechas finanzas de la Generalitat, pasando por la exigencia de recortar más y más en materias tales como dependencia, sanidad, educación, salarios, pensiones -todo ello Madrit lo califica como reformas estructurales- y no invirtiendo lo suficiente en infraestructuras necesarias -incluyendo aquellas firmemente comprometidas por los diferentes ministros del Gobierno de España-, o fomentando discretamente entre los consumidores españoles un boicot a los productos catalanes para "conseguir el efecto sin que se note el cuidado", que tan buena prensa cosecha entre las élites del Madrit secular. Los resultados de la ofensiva española son sobradamente conocidos y esperados por los catalanes, mientras el desconcierto y desconocimiento manifestado por el nacionalismo hispano sobre Catalunya se hace patente en toda su crudeza.

Pero hoy me interesa más poner en relieve el comportamiento de las diferentes formaciones políticas catalanas, tanto respecto el proceso soberanista como la respuesta que dan cada una de ellas sobre la actitud del Gobierno, ante el evidente enfrentamiento político que se está produciendo entre Catalunya y España. De entrada podríamos distinguir entre formaciones españolistas -populares, ciudadanos y buena parte de socialistas-, y catalanistas, es decir, el resto del socialismo soberanista, convergentes liberales y muchos democristianos, y también republicanos, ecologistas de izquierdas, y anti-capitalistas asamblearios. La actitud de los españolistas es clara y diáfana: recalcitrantemente negativos -no a cualquier propuesta catalana-, alérgicos a los principios democráticos, temerosos y desconfiados ante las votaciones, y rehenes de leyes y constituciones hasta llegar a la parálisis mental. Las ideas y soluciones políticas desaparecen de su realidad y son substituidas por la lógica judicial más antidemocrática que se pueda imaginar; y algunos también se declaran tibios defensores de terceras vías ya caducadas, aun más inverosímiles de conseguir que la misma independencia. La Constitución española deviene como una especie de Código de Hammurabi avasallador, inmutable y rocoso al cual deben someterse los principios democráticos universalmente reconocidos y el libre albedrío de los ciudadanos. Para los nacionalistas españoles el diálogo se transforma en monólogo, considerado como renuncia previa de cualquier planteamiento de libertad, y los pactos no son más que meros decretos y resoluciones que pueden ser utilizados como imposiciones incuestionables e indiscutibles.... ¡No permitir votar a los catalanes, para Alicia Sánchez Camacho es una victoria de la democracia!. ¡Querer ejercer el derecho a decidir, para Alberto Rivera es propio de golpistas, fascistas-nazis y corruptos!. Dialogar y pactar sobre Catalunya, para Miquel Iceta solo sirve para cambiar la Constitución y federalizar el Estado. ¿Como, cuando, con quién señor Iceta?. ¡Pero hablar y pactar tampoco le sirve para hacerlo sobre la independencia!. Definitivamente, los españolistas entienden la democracia, el diálogo, los pactos y la libertad de forma un tanto peculiar, muy diferente a como lo hace el hombre corriente y sencillo de la calle. Es decir, como lo entiende la inmensa mayoría de la gente.

Si fijamos nuestra atención en las formaciones catalanistas, la madeja se enreda considerablemente. Cuando desde la calle se exige unidad y poder votar, los partidos se muestran dispuestos a todo, a condición de salvaguardar sus propios intereses políticos -¡partidistas!- por encima de los anhelos de la mayoría. Despotrican sobre los líderes contrarios, descalifican el comportamiento de los otros, denuncian el egoísmo de los demás y atacan sin piedad a todo aquello que se aparte de sus objetivos, de su particular hoja de ruta, la cual quieren imponer por encima de todo y de todos.... Parecen empeñados en dar la razón a José Maria Aznar cuando dijo que "antes se romperá Catalunya que España". Algunos partidos, llegado el punto actual, muestran sus debilidades y miedos, los cuales les hacen hacer extraños requiebros políticos y semánticos que no hacen más que aumentar la indignación general que acumulan los ciudadanos. UDC dá soporte a la consulta, pero no quiere la independencia. Hasta aquí, correcto. ¡Quiere la confederación!. ¡Vaya, acabáramos....!. ¿Con quien quieren confederarse?. ¿Con España, que no quiere siquiera cambiar la Constitución para federizarla?. ¿Quiere acaso forzar al Estado a confederarse con Catalunya, que no consideran ni tan solo como Nación y menos soberana?. ¿Quiere confederarse sin ser previamente un Estado libre?. ¿Con quien quiere negociar el cambio de estatus de Catalunya, si España está inmersa en un desenfrenado proceso de re-centralización política, económica, financiera, de infraestructuras, cultural y burocrática como nunca se ha visto desde tiempos de Franco....?. Lo que realmente quiere la cúpula de UDC es mantener el status quo actual para continuar negociando -peix al cove (pájaro en mano)- indefinidamente, marcar paquete y dejar que la barca sea impulsada exclusivamente por CDC, continuar haciendo la puñeta al socio mayoritario y pactar, pactar, pactar y bajar la cabeza servilmente para siempre jamás, para mayor gloria de Josep Antonio Duran i Lleida, el juicioso, y su talante de recio e imprescindible negociador de los intereses de los lobbys hispano-catalanes ante Madrit.... ¡Voilà la Santa Alianza y el Foro Puente Aéreo!. 

No muy alejado de UDC se halla ICV, aun que sus líderes Dolors Camats y Joan Herrera -y Joan Josep Nuet, de Alternativa- se empeñen en ser los más guais de toda la colla. Ciertamente no les podemos considerar como socios de Alicia y Alberto, pero si como cercanos a las posiciones de Josep Antoni. No se mojan ni decantan a favor o en contra, aún declarándose partidarios del referéndum. Dan libertad de voto a sus seguidores y simpatizantes, como si estos tuvieran que pedir permiso para votar a pesar que, recordemos, se trata de un derecho ejercido libre, secreta e individualmente. Lo hacen así, dicen, para no fracturar la formación eco-socialista, aunque ello represente romper la unidad de los partidos soberanistas y culpar a los otros de su propia pusilanimidad e indefinición. El mes de diciembre pasado consiguieron que la pregunta aprobada para la consulta, para poder incluir su posicionamiento político, fuera doble -si o no al Estado, si o no a la independencia- lo que provocó duras críticas entre los analistas políticos, tanto los catalanes como extranjeros. Pero fué aceptado en nombre del consenso y la unidad. Ahora, no quieren votar en la consulta propuesta por Artur Mas porqué no está avalada por los partidos -y que fue suspendida por el Tribunal Constitucional-, al no ofrecer suficientes garantias democráticas.... ¿Y que garantias tendría si se forzara la suspensión?. ¿O es que tal vez son partidarios de romper la legalidad española....?. ¡Ojalá fuera así....!. Pero me temo que esto no se contempla en su hoja de ruta. ¡Si incluso azuzan la confrontación y descalificación contra CiU porque no quieren ensuciarse las manos estrechándolas con Artur Mas!. No fuera que ello terminara favoreciendo los intereses electorales de Convergència Democràtica de Catalunya, una especie de bestia negra y chivo expiatorio para los eco-socialistas. Definitivamente, ICV prioriza sus intereses partidistas por encima de las necesidades y deseos de la mayoría de catalanes. Lo demostraron antes con la pregunta y lo demuestran ahora atizando manifestaciones de protesta el próximo nueve de noviembre en lugar de pedir la participación activa en las votaciones.... ¿Tal vez manifestarse delante de los puntos de votación, señor Herrera, señora Camats, señor Nuet?. ¡El boicot a la consulta solo será un éxito si Vdes. se lo proponen!. También lo hacen criticando los recortes ejecutados por la Generalitat pero impuestas por el Gobierno de España, atribuyéndolas al Govern del señor Mas. Lo hacen queriendo confundir las prioridades soberanistas contraponiéndolas a las sociales y la acción de gobierno del señor Mas, cuando saben perfectamente que soberanía, gobernabilidad y justicia social están íntimamente ligadas.... Enfin, ¡allá ellos!. Solo me permito aconsejar que tengan presente lo que está pasando a los socialistas.

La CUP de David Fernández y Joaquim Arrufat es la formación que tiene las ideas más claras. Saben que quieren y adonde van. Defienden el derecho de autodeterminación a capa y espada y la independencia como una necesidad ineludible, resultado del ejercicio democrático. La CUP escucha y habla con la gente -su gente- y por esta razón sabe defender y respetar sus opiniones y sus intereses. Pero también tiene un problema derivado precisamente de su caracter asambleario -¡como la ANC!-. Los líderes de esta candidatura tienen que someter previamente las propuestas, acuerdos, pactos y negociaciones a debate y aprobación por los asambleístas, lo que le resta margen de maniobra y capacidad de actuación. Si ha ello añadimos la ideología anti-capitalista y la empatía anarquista que profesan, se comprende mejor el esfuerzo que hacen para conseguir la deseada unidad de actuación política con CiU, ERC e ICV, de los cuales se hallan a años luz, tanto ideológica como por causa del apoyo electoral minoritario de consiguen. Empero, son los menos criticables de toda la colla. La CUP va directa al grano y de cara. Ahora se han hastiado de las rencillas desatadas entre los diferentes bandos políticos. En consecuencia, hacen un llamamiento para que los partidos abandonen el lodazal en que se han metido y conviertan el nueve de noviembre en una jornada de desbordamiento democrático. Hace falta dignificar la consulta liberándola de la presión de las formaciones políticas....¡Los más pequeños y alocados resultan los más juiciosos!. ¡Chapeau!.


Por fin llegamos a Covergència y Esquerra. El primero, el partido de gobierno. El segundo, el pretendiente impetuoso. Son las formaciones con mayor representación en el Parlament. Ambos defienden enconadamente el derecho a decidir, pero discrepan en el tempus. Convergència alega que las cosas se deben hacer bien. Esquerra quiere que se hagan rápido y desconfía de las verdaderas intenciones de Convergència. Esta no quiere romper ningún huevo para hacer la tortilla, mientras que Esquerra esta dispuesta a romper todos los que haga falta y más si es necesario. Convergència arrastra pesadamente tras de si el lastre de Unió y Duran i Lleida, y Esquerra mira de reojo al resto de adversarios políticos, siendo conscientes que las encuestas les dan una apreciable mayoría con vistas a las próximas elecciones. Mientras unos quieren conservar el primer puesto y condicionar la confección de una deseada lista unitaria para las elecciones  de cariz plebiscitario a celebrar próximamente, Esquerra no renuncia a su propia lista porqué quieren derrotar a CiU y ponerse ellos como partido alfa. La coincidencia en los objetivos finales y el nerviosismo por conseguirlos les impide ver que las cosas se pueden hacer bien y también con rapidez. Que más pronto que tarde deberán romper los huevos justos y necesarios, es decir, saltarse la Constitución española, para hacer la tortilla -la obtención de la plena soberanía de Catalunya-. Una vez obtenida la independencia será necesario gobernar la nueva nave con el empuje y la inteligencia de todos. Especialmente de Artur y Oriol. Esta será la recompensa, siempre que no vendan la piel del oso antes de cazarlo.

Si no fuera por los millones de catalanes que reiteradamente nos hemos manifestado exigiendo el derecho a decidir y la independencia, y a la vez empujando a políticos y partidos hacia el proceso soberanista y la unidad de acción, aún nos encontraríamos en la fase de peix al cove -pájaro en mano-. Afortunadamente, la unidad política no depende exclusivamente de los partidos. La Assemblea la puede forzar, si quisiera. Solo con un sencillo anuncio apoyando una determinada lista electoral confeccionada con gente al margen de las cúpulas de los partidos ello sería suficiente para reforzar aquella unidad. La victoria sería apabullante. El egoísmo partidista no dañará nuestros anhelos. Su mirada miope no enturbiará nuestras esperanzas.... Tiempo habrá para pelearnos y hacernos entre nosotros todos reproches justos, necesarios y convenientes que lógicamente existen entre opciones políticas diferentes, ante cualquier contienda electoral. Pero eso tendrá que esperar hasta después de conseguida la independencia. Todo lo que defienden en materia fiscal, económica, empleo, en educación, sanidad, pensiones, cultura, solidaridad, relaciones internacionales.... todo, absolutamente todo, depende de la plena soberanía de Catalunya. Porqué ya sabemos lo que comporta la dependencia de España. Ya conocemos donde nos ha colocado.

Permanezca tranquilo el señor Aznar: el soberanismo catalán, Catalunya, no se romperá. Por tanto, que los partidos abandonen el tacticismo y dejen de hacerse la puñeta entre ellos y a los ciudadanos. Caso contrario, se quedarán atrás. Y no podrán detenernos.












dijous, 16 d’octubre del 2014

EL UNIONISMO Y "EL CANTAR DE LOS CANTARES".

El 12 de Octubre, Día de la Hispanidad, se ha celebrado en Barcelona como en ningún otro lugar del Estado. Sociedad Civil Catalana -SCC- convocó una multitudinaria concentración para llenar la Plaza Catalunya y demostrar al mundo mundial la adhesión inquebrantable de los catalanes hacia España. Lo realmente curioso es el hecho que en ninguna ciudad del Estado hacen llamamientos similares a los ciudadanos pidiéndoles que manifiesten su patriotismo español en defensa de la indisoluble unidad de España. Incluso en Madrid, capital del Reino, se limitan a un simple desfile militar en plena sinfonía con el pasado histórico que representa para el nacionalismo español esta jornada: el Día de la Raza, de inspiración inequívocamente franquista. Pero de manifestaciones ciudadanas, nada de nada. Solo unos miles de fervorosos españoles flanquearon la calle por la cual discurrió la parada para agitar banderolas rojigualdas y aplaudir con desenfrenado entusiasmo el paso de soldados, cañones y tanques, mientras lanzaban emocionados vivas a la Legión y su cabra, a la Guardia Civil, al Rey Felipe VI y a España. Después de una pomposa recepción oficial del Rey, se acabó la función. Punto y final.

Pués bién, una manifestación de esta clase -de patriotismo españolista- solo la hacen en Barcelona. ¿Para demostrar qué?. ¡Quién lo sabe!. ¡Aunque se puede suponer!. SCC es la primera vez que la organiza. Antes lo habían hecho otras entidades más o menos españolistas, más o menos de la misma cuerda; por cierto, con resultados realmente penosos. Lo mismo que le ha pasado a SCC. Querían llenar la plaza Catalunya y la mitad quedo vacía. La Guardia Urbana, en una muestra de extrema generosidad, cifró el número de asistentes en 38.000. La cifra más ajustada -siendo aún muy generosa- no iba más allá de 15.000 manifestantes. Como dice a menudo Alicia Sánchez Camacho, se trató de una ínfima mayoría silenciosa la cual en realidad, en Catalunya, se demuestra como muy minoritaria. Incomparable con los millones de ciudadanos movilizados por la Asamblea Nacional Catalana. Primera demostración: el unionismo, a pesar del soporte mediático, financiero y político que concita, en Catalunya fracasa estrepitosamente.

Por otro lado, el unionismo siempre acusa a la ANC de falta de transparencia en sus cuentas, a pesar que es de dominio público que se nutre de recursos financieros provinientes de cuotas, aportaciones voluntarias y trabajo altruista de afiliados y simpatizantes -más de 50.000-; además, los desplazamientos con autocares se los pagan los manifestantes y cada interesado se compra sus camisetas, banderolas y mil gatgets más, adecuados y necesarios para cada ocasión. Por el contrario, SCC rehuye dar explicaciones de como consiguen los recursos que gastan; de donde sale el dinero para sufragar las costosas campañas publicitarias puestas en marcha; quién paga los autocares, las banderolas, los bocadillos; o cual es el número de afiliados y cotizantes que les apoyan.... ¿De donde salen estas decenas de miles de euros que engrasan sus actividades?. ¿Como llenan la caja que les permite funcionar sin problemas aparentes?. Si no lo explican, lo tendremos que suponer. Por ejemplo: ¿salen de los fondos de reptiles en poder de las cloacas del Estado?. ¿Tal vez son subvencionados por la FAES?. ¿O directamente por el CNI?. ¿Son los grandes partidos de ámbito estatal los paganos?. Esta opacidad financiera no se puede comparar con la claridad que se desprende por el respaldo recibido de parte de ciertas formaciones políticas. Fundamentalmente, por el soporte dado por populares, C's y UPyD. Y de multitud de grupos de extrema derecha, los cuales también se añaden gozosamente a la fiesta, pese al rechazo generalizado que provocan. De estas tres formaciones nacionalistas, españolistas e hiper legalistas -auténticos integristas de la Constitución-, provienen las cabezas pensantes más visibles que dirigen la asociación en cuestión. Por esto puede afirmarse con rotundidad que SCC solo son un mero instrumento utilizado por el unionismo para combatir el independentismo. Aunque con resultados más bien desoladores. El españolismo no entusiasma a los catalanes. No ofrece argumentos convincentes y por tanto no seduce a casi nadie. La Hispanidad que exhiben resulta un auténtico lastre, una molestia, ya que nos transporta directamente hacia un pasado no muy lejano -el añorado florido pensil-, cuando era utilizado para adoctrinar, manipular, imponer y aniquilar a todo aquel que no apoyara al franquismo. Esta circunstancia causa la fuga de muchos ciudadanos, asqueados por lo que representa esta forma de unionismo: un pasado oscuro, tenebroso e incierto.... Justo lo contrario de lo que ofrece el independentismo ahora: claridad, ilusión y esperanza.

No se puede pasar por alto el comportamiento que tienen ciertos medios de comunicación públicos o privados de ámbito estatal y casi todos marcadamente españolistas, a favor de Sociedad Civil Catalana. De rebote, hacia los populares catalanes -al fin y al cabo, de herencia tradicionalista y nacional-católica-; y también a favor de aquellos que en otros tiempos fueron socialistas y ahora no son más que españolistas jacobinos ligeramente escorados a la izquierda, es decir, filo-falangistas-. También de los que se dicen ciudadanos, auténticamente lerrouxistas, los cuales pretenden regenerar la política a partir del populismo, para ocupar el lugar del PPSOE; y por supuesto, hacia los tragicómicos unionistas progresistas y democráticos -siempre nacionalistas y demagogos vocacionales-. Todos ellos tienen una presencia desmesurada en la radio, la tele y la prensa cavernaria -o no, tanto da-, verdaderamente envidiable. ¡Casi tanto como Podemos y Ganemos, que no es poco!. Esto pasa tanto en medios catalanes como españoles, cuya influencia se extiende avasalladoramente por encima de Catalunya y los catalanes. Menudean las entrevistas a líderes españolistas; los programas informativos de enaltecimiento del unionismo o de condena y descalificación del independentismo; también participan en todas las tertulias, la mayoría de veces con ausencia de defensores de la opción independentista; o reciben el soporte gratuito por medio de sesudos editoriales de la prensa amiga; y a través de muchos artículos y opiniones en periódicos excesivamente agresivos y casi belicosos hacia el catalanismo y halagadores con el unionismo, claramente partidistas -realmente sectarios- y exculpatorios de los errores y excesos cometidos por el unionismo. Todo ello mientras se lamentan amargamente de la escasa presencia que tienen en los medios catalanes.... Puro victimismo, que después endosan desvergonzadamente hacia el catalanismo. Definitivamente, las actitudes del españolismo hacia Catalunya no son más que una retahíla de reproches, amenazas y manifestaciones de desamor -que ahora ya es recíproco-, dominadas por una pasión incontrolablemente posesiva y que inevitablemente acabará con la separación definitiva. Todo ello parece una especie de Cantar de los Cantares político que ni el mismísimo Salomón hubiera podido escribir. Ni siquiera imaginarlo.

Si al trato preferente -e inmerecido- que reciben añadimos la publicidad gratuita y los recursos ilimitados de los que disponen, aún se entiende menos el fracaso que cosecha el unionismo oficial en Catalunya. ¿No será porqué el unionismo es muy minoritario en Catalunya?. ¿No será que no arrastra ni ilusiona a la inmensa mayoría de catalanes?. ¿No será que la Marca España no nos seduce?. ¡Porqué no sabe o no puede seducir a Catalunya y los catalanes!. ¿No será que España no nos conviene?. ¿Puede ser que el miedo a la democracia y la falta de credibilidad -y legitimidad- que atesora el Estado Español contrasten excesivamente con la convicción y fidelidad de los catalanes hacia los principios democráticos ampliamente aceptados a nivel internacional?. El fracaso de la Hispanidad, en Catalunya, es evidente. Por todas las razones expuestas arriba y por otras muchas. Pero la más significativa es que los catalanes ya hemos cambiado de chip. Ya no nos sentimos concernidos por España. Ni por la Constitución. Ni por sus instituciones.... ¡Hemos dejado de ser españoles!. Hasta ahora ha sido a la fuerza. Pero por fin, hemos dicho ¡Basta!. Y lo que resulta más importante, ¡no queremos ser españoles!. Queremos ser catalanes. Libres. Soberanos. Independientes.

Mientras España y el unionismo continúan con su Cantar de los Cantares, Catalunya y los catalanes proseguimos nuestra marcha con alegría y determinación, hasta la victoria final: la independencia. Nada ni nadie nos detendrá.








divendres, 10 d’octubre del 2014

LOS 6.666, LA CONLLEVANCIA Y CATALUNYA.

Empieza a ser una mala costumbre del gobierno de Madrid meter la pata hasta la ingle, cuando decide, ordena y manda sobre algunas situaciones imprevistas que afectan y a menudo sacuden directamente la ciudadanía de todo el Estado en su devenir cotidiano. Situaciones que no hacen más que demostrar la persistente incompetencia que padecen los gobernantes españoles. Tanto da que se trate de asuntos políticos, o catástrofes naturales, crisis sociales o económicas, asuntos financieros y bancarios, o relativos a la educación y a la salud pública. Los ejemplos abarcan todo el arco de materias y temas que pueden incidir en una sociedad moderna del siglo XXI, la cual se muestra perpleja ante la actuación de un gobierno firmemente anclado aún en el siglo XIX; o siendo muy generosos, a principios del XX. No resulta nada extraño que sean precisamente los rasgos marcadamente conservadores -bien desvergonzadamente de derechas o supuestamente de izquierdas- los predominantes dentro de las altas esferas madrileñas, encargadas desde siempre de la buena marcha y gobernabilidad de todo el Estado. Recordemos que España es una nación imperturbable e inmemorial, que arrastra tras de si una larga historia y onerosos complejos de inferioridad o superioridad, según convenga. Por esta razón el empalagoso tradicionalismo hispano, más que ser una virtud deviene una maldición.

Hallaremos mil ejemplos: el terrorismo de Estado en manos del GAL; el hundimiento del Prestige y el consiguiente chapapote; meternos en una guerra injusta a la búsqueda de armas de destrucción masiva inexistentes; atribuir a ETA la masacre del 11 de marzo de 2004 cometido por los terroristas islámicos; estimular la burbuja urbanística y la especulación por todo el territorio; el paro desbocado gracias a la reforma laboral aprobada para satisfacer a la Patronal; los desahucios generalizados sin contemplar la dación en pago como alternativa, para gozo y disfrute de la banca; el aumento de la desigualdad social, la devaluación salarial y la pobreza infantil; la amnistía fiscal -por cierto, sin conseguir los objetivos deseados-; el escándalo BANKIA, y Caja Madrid, y Gürtel, y ERE's andaluces, y Caixa Catalunya; el caso Palau, y Bárcenas, y Blesa; los ex-jueces Elpidio Silva y Baltasar Garzón, osados instructores de algunos de los casos mencionados; los sobres repletos de dinero negro repartidos entre los más populares entre populares; las tarjetas de crédito a disposición de los consejeros -¡los aprovechados!- de Caja Madrid; la pretensión de querer españolizar los escolares catalanes y pagar la escuela privada -por imposición de la ley Wert, a cargo de la Generalitat- para los niños que rechacen -¡sus padres!- la escolarización en catalán; la congelación de las pensiones, los recortes de las prestaciones de desempleo con una tasa de paro del 25%; o el debilitamiento -y casi desmantelamiento- de la sanidad pública y la privatización encubierta de la misma. La última fechoría cometida por Madrit ha sido la lamentable gestión hecha por el ministerio de Sanidad sobre el ébola. La incompetencia del Gobierno de Rajoy nos ha llevado ahora a la emergencia sanitaria más grave ocurrida los últimos tiempos en el Estado español y de rebote, en toda Europa.

A menudo la incompetencia se transforma en negligencia. Este es el caso, entre otros, del principal asunto político que tiene planteado el Estado en la actualidad. Concretamente por el trato que da Madrit a Catalunya. Es decir, por la incomprensión demostrada sobre la realidad catalana por ignorancia voluntaria; por no querer escuchar las demandas y anhelos mayoritarios de los ciudadanos; la burda utilización de la legislación y de los jueces para hacer callar, reprimir y destrozar el catalanismo; retorcer la Constitución hasta convertirla en un vulgar y odioso garrote; hacer servir a los magistrados constitucionales como meros ejecutores de la versátil ideología gubernamental de cada momento.... Si la Generalitat se duele del expolio fiscal que padece Catalunya, el Gobierno español se inventa una balanzas fiscales que demuestran que no es cierto. Si el Gobierno catalán reclama la deuda acumulada por parte del Estado, ¡más de 9.000 millones de euros!, para afrontar sus compromisos financieros, la hacienda española habilita un fondo para prestar a la Generalitat a un interés razonable los recursos que previamente han sido expoliados a todos los catalanes, año tras año -16.000 millones de euros-. Si los políticos y partidos catalanes se comprometen a satisfacer las demandas de la sociedad para conseguir el ejercicio del derecho a decidir, estos políticos están perdidos: en un pis plas surgen mil dossieres de debajo de las piedras -las cloacas del Estado- que les imputan -y ya les declara culpables- como corruptos, mafiosos, golpistas y dictatoriales, mientras los verdugos de la caverna mediática afilan sus hachas y espadas para cortar cabezas o degollarles en la plaza pública. El Gobierno contrapone el Estado de Derecho -en España quiere decir derecho del estado- a Democracia, y legalidad a legitimidad. Enfrentan ley y orden contra sentido común y libertad. La ley española no tiene nada que ver con impartir justicia; antes al contrario, se reviste con una pátina de escasa legitimidad para aparentar ecuanimidad. La separación de poderes, para el gobierno de España, es pura ilusión. Influye y manipula la fiscalía, la policía, los medios de comunicación públicos -y también muchos privados-, la justicia, el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, las Cortes -con el abrumador uso que hace de la mayoría absoluta en el Congreso y el Senado- y todo aquello que pueda servirle para imponer y conseguir la hegemonía absoluta.

Como resulta evidente la capacidad de seducción española inspirada por las élites ultra-conservadoras dominantes en el Estado no causa el mínimo efecto sobre los catalanes. En realidad, para nosotros resulta cargante. España está en manos de unos pocos miles de personas radicadas en Madrid que acaparan el poder político, mediático, económico, financiero, burocrático y la judicatura, los cuales porfían por mantener los privilegios y prebendas conseguidos a lo largo de la historia. Esta privilegiada élite, que podríamos bautizar como los diabólicos 6.666, pasa olímpicamente por encima de los ingenuos y engañados ciudadanos españoles, de sus intereses y derechos. Habitualmente se reunen -física o virtualmente, tanto da- en el palco de honor del Bernabeu y hacen negocios sirviéndose del BOE y las relaciones incestuosas que mantienen entre ellos y la administración central. Por todo ello, Catalunya y los catalanes han pasado a ser una auténtica molestia. Resultamos irreductibles e insoportables y por tanto, nos consideran candidatos adecuados para recibir su agresiva atención. La mejor manera que creen tener para detener el empuje del pueblo catalán y nuestros anhelos y esperanzas de libertad e independencia, son prohibir la democracia, aniquilar las históricas instituciones catalanas de autogobierno, arruinar las finanzas de la Generalitat y estrangular la economía y las infraestructuras de Catalunya, para someterla a la fuerza. Y al mismo tiempo, perseguir política y judicialmente la lengua catalana dentro de Catalunya y especialmente en el País Valenciano, las Islas Baleares y la Franja de Ponent -Aragón-. Para España, esta es la mejor forma que existe para la expansión del pluralismo castellano para poder sustituir -aniquilar- la singularidad catalana y el pancatalanismo inherente -por cierto, inexistente- por el imperialismo castellano. Así pretenden resolver el llamado problema catalán. O por lo menos, como decía Ortega y Gasset, la conllevancia entre Catalunya y España.

El verdadero problema que existe, empero, es que la mayoría de catalanes hemos decidido no seguir con la conllevancia. Nos hemos cansado de conllevarnos con España. Como las dotes de seducción de los 6.666 hidalgos y altivos personajes que mandan, ordenan y acaparan desde Madrit son inexistentes, proseguiremos nuestra lucha hasta la victoria final, para alcanzar la plena soberanía, demandando a nuestros dirigentes que garanticen la celebración de la consulta y exigiendo a todo el mundo que respete nuestra devoción y confianza en los principios democráticos y, por tanto, que nos ayuden a conseguir el ejercicio de nuestro derecho de autodeterminación. Como tienen todas las naciones.

Para muchos catalanes, el problema es esta España pasada de moda y oscura, no Catalunya. Por tanto, yo votaré SI-SI.... Catalunya y los catalanes no podemos hacer otra cosa. Y nos merecemos la independencia. Después de trescientos años, nos la hemos ganado a pulso.












divendres, 3 d’octubre del 2014

TERTULIANOS Y PLURALISMO.

A medida que el proceso catalán acelera imperturbable la marcha hacia la independencia -principalmente por culpa de las estupideces que hacen desde Madrit-, en los medios españoles se suceden las tertulias en las cuales diferentes periodistas, políticos y sesudos expertos analizan y opinan acerca de los acontecimientos que ocurren en Catalunya, exhibiendo orgullosamente las banderas de la pluralidad política e ideológica como divisas ondeando al viento de las ondas hertzianas hispanas.

Las tertulias españolas y las catalanas se diferencian tanto en las formas y el comportamiento de sus respectivos partícipes como por la cantidad de programas emitidos. Por ejemplo, en Catalunya procuran no pisarse la palabra los unos a los otros, ni levantar demasiado el volumen de la voz y no acaparar excesivamente el tiempo empleado en exponer opinión. En España, a menudo, pasa lo contrario. En Madrit, sede de la inmensa mayoría de cadenas de radio y televisión, emiten tertulias todos los canales, mañana, tarde y noche. A todas horas y todos los días. Y a pesar de que no se lo creen, los catalanes también podemos verlas libremente enterándonos de lo que dicen y piensan de nosotros. Los programas españoles tienen muchos puntos en común entre ellos, aparte del idioma castellano. Por ejemplo, todos los tertulianos opinan que en Catalunya no se respeta el pluralismo político en los medios de comunicación. También afirman que los ciudadanos estamos adoctrinados desde la cuna hasta la tumba mediante la TV pública y la maldita escuela catalana. Por tanto, no tenemos ni criterio ni opiniones propias porque no somos libres, somos esclavos de nuestros amos. Parece que carecemos del libre albedrío y que nuestros políticos compran las instituciones y a la sociedad con generosas subvenciones y abducen y someten nuestra voluntad, mientras vivimos bajo el síndrome de Estocolmo para satisfacer sus intereses partidistas y particulares, los cuales por descontado son de naturaleza corrupta y malvada. Empero como es fácilmente constatable, el poder de seducción de los nacionalistas españoles no alcanza los nobles objetivos buscados sobre la mayoría de catalanes.... ¡Sencillamente, ya estamos hartos!.

En todas las cadenas de TV españolas, cuando se habla de Catalunya procuran contar con políticos y analistas catalanes, para así poder entender y divulgar mejor la realidad del país, con sumo esmero y total veracidad. Es por esta razón que solo -exclusivamente- Alicia Sánchez Camacho y Albert Rivera aparecen tan a menudo en los distintos medios y tertulias. Son ellos los encargados de ofrecer a los espectadores españoles su particular e intransferible visión de Catalunya. Ellos hablan del proceso soberanista, del derecho de autodeterminación, de la independencia, de la Generalitat, ellos sentencian la ilegalidad o inconstitucionalidad de nuestros actos y braman contra políticos enloquecidos, golpistas, corruptos y nazis. Transmiten sus opiniones y en un ejercicio taumatúrgico también interpretan -libremente- aquello que pensamos, queremos y sentimos los ciudadanos, ya sea colectivamente o individualmente. Si nos referimos a sesudos analistas, encontramos como habituales opinadores de origen catalán, entre otros, Ana Grau, Antonio Bolaño, Xavier Sardà o el afamado director de La Razón, Francisco Maruhenda. Como resulta evidente, aquellos que transmiten la realidad de Catalunya en el Estado español son tan diversos -sólo físicamente-, como plurales -dentro del españolismo-. Lo que pasa es que todos piensan lo mismo cuando hablan de las relaciones entre Catalunya y España: ¡Son unionistas a machamartillo!. ¡Son más castellanistas que don Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibañez Ceballos, madrileño de pro!.

Parece que los directores de las tertulias españolas tienen una concepción de pluralismo político e incluso de lo que es buen periodismo, auténticamente peculiares y muy diferentes al significado que le dan los juiciosos y razonables ciudadanos normales a los cuales van dirigidos sus relatos, por cierto, más ficticios que reales. No resulta extraño, pues, que en España puedan tener una visión de lo que pasa en Catalunya tan sesgada como falaz. Alicia Sánchez y Albert Rivera apenas representan el 20% del censo electoral. Es decir, las ideas, los pensamientos y los sentimientos de más del 80% de la población catalana son menospreciados, ignorados y ocultados ante los ojos de los españoles. En consecuencia, no pueden entender porqué pasa lo que pasa, ya que no se les informa veraz y adecuadamente. No creen -no pueden creer- que la mayoría de catalanes estamos a favor de la independencia, o de acuerdo con la inmersión lingüística en catalán en la escuela, o que estamos hasta la coronilla del concepto de solidaridad española, o que preferimos legitimidad democrática al encendido constitucionalismo nacionalista español.... Este especie de ignorancia inducida por el españolismo innato de los directores de tertulias y diarios cavernarios -o no, tanto dá- es lo que ha abierto una sima insondable entre Catalunya y España. Entre catalanes y españoles. Y ello cabe atribuirlo tanto a los afanes manipuladores de tertulias y prensa española, como a la falta de inteligencia y honestidad de políticos y tertulianos unionistas. Quieren imponernos sus convicciones -su verdad- como si fueran las de toda la sociedad catalana, cuando son claramente minoritarias. Cabe reconocer, empero, que la desinformación y las mentiras han calado dentro de la sociedad española y singularmente en el seno de las diversas y crispadas instituciones del Estado.

Efectivamente. Tanto el Gobierno de España como el Tribunal Constitucional y todos los organismos que pululan a su alrededor se afanan en demostrar al resto del mundo su patriotismo -en realidad patrioterismo españolista de raíces imperiales-, para no poder ser acusados de traidores a la patria. Y lo hacen enarbolando la Constitución como si de un garrote se tratara, para agredir los principios democráticos y blandiéndola contra el respeto debido a la voluntad de la mayoría de catalanes -minoría dentro del Estado-; y lo que es más grave, contra el sentido común. La falta de inteligencia política en España resulta palmaria. Las consecuencias son el temido y absurdo choque entre legitimidad democrática y Constitución española. Y los resultados, el desencuentro y enfrentamiento entre Generalitat y Gobierno español. Entre Catalunya y España.... ¡Enhorabuena, señor Rajoy!. ¡Felicidades, partidos españolistas!. ¡Hurra para el Tribunal Constitucional!. ¡Loor a la judialización de la política!. ¡Viva para jueces y fiscales que nos dicen como hemos de vivir y lo que hemos de pensar!. Lo han conseguido: Catalunya no es España -¡ni queremos serlo!- y los catalanes no somos españoles -¡ni de lejos!-. ¡Justo lo que nosotros deseamos!. ¡Gracias, muchas gracias....!. No existe mejor manera de conseguir la independencia que aprovecharse de las mentiras reveladas por supuestos periodistas, de la ceguera y mezquindad del Gobierno de España y de la estupidez y falta de legitimidad de doce magistrados más preocupados por servir diligentemente a sus amos y señores -y su propio ego- que impartir auténtica justicia y potenciar y consolidar la verdadera democracia, tan escasa en España....

"Es de bien nacido ser agradecido", dice un viejo dicho castellano. Es sabido que los catalanes somos bien paridos y por tanto, estamos muy agradecidos a todos los españolistas exaltados. Así pues, ¡muchas gracias a todos Vds.!.