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dijous, 29 de desembre del 2011

HACER EL "PRIMO".

Según alguna prensa española, Rajoy aplaza los recortes importantes para después de las elecciones andaluzas, a celebrar previsiblemente, en marzo próximo. El objetivo es no perturbar la campaña electoral del Partido Popular, con decisiones que, advierten, serán severas y dolorosas. Así se facilitará la victoria de su  señorial candidato, Francisco Javier Arenas Bocanegra. Será la culminación triunfal de los populares, que teñirá de azul el mapa de España en casi su totalidad, como antaño sucedía gracias a determinadas camisas políticas, tan azules como viejas. Pueblos, ciudades, provincias, comunidades autónomas. Todo azul cielo, sobrevolado majestuosamente por una gaviota, símbolo inequívocamente conservador (no en vano es un pájaro que frecuentemente se alimenta de cualquier cosa y a costa de otros). Pero la felicidad nunca es completa. En este paisaje uniforme, monocromático y descarnado, se observan dos singularidades que devienen irreductibles: Pais Vasco y Catalunya. Concretamente, en Catalunya, los conservadores apenas son la tercera formación política; a muchísima distancia de CiU, así como notablemente por debajo de la representación alcanzada por el agonizante Partido Socialista de Catalunya.

Los mayores recortes deberán aguardar, pués, hasta la próxima primavera. Entre tanto, para satisfacer los deseos de Mercozy y de los insaciables mercados, a modo de aperitivo se aprobará un primer ajuste de alrededor de 4.000 millones de euros. Este recorte deberá contar con el inestimable apoyo de todas las comunidades autónomas, es decir, principalmente de Catalunya; única comunidad que hasta la fecha ha decidido recortar -más que nadie- abocándose al abismo de la miseria más inutil e inmerecida que los tiempos han conocido.

Catalunya, en un ejercicio de suprema ingenuidad, ha decidido una vez más,  hacer el primo, para satisfacer las exigencias de aquellos que nunca cumplen en tiempo y forma con sus inexcusables obligaciones. Como es sabido, hacer el primo se aplica a la persona que no tiene malicia y que se deja engañar fácilmente. Proverbial es la inocencia fiscal de Catalunya. La primera de la clase en trasladar a la sociedad los ajustes  presupuestarios que las circunstancias económicas requieren. El gobierno del señor Mas, tijera en mano, de forma rápida y diligente se apresta a continuar lo que se está convirtiendo en una tradición típicamente catalana: adelantarse a los sacrificios que deberán acometer el resto de ciudadanos estatales, bajo guía del señor Rajoy. Poco importa si estos sacrificios son justos o no, dado el nivel de expolio fiscal que padecemos los catalanes a manos de la inefable España, que encima estafa parte del dinero que debiera estar ya en manos de la Generalitat. Es irrelevante que el resto del Estado prefiera priorizar las elecciones andaluzas a los recortes que el directorio europeo exige y que España necesita. La cuestión es dar ejemplo, aunque no despierte el más mínimo entusiasmo ni gratitud del resto de ciudadanos del Estado Español. Deben pensar: si los recortes se hacen en Catalunya, ¡bienvenidos sean!. Por tanto, nuevamente, Catalunya pasa a hacer el primo. Eso sí, por el bien de los españoles, como siempre.

Mientras sucede todo esto, el ayuntamiento de Barcelona adopta el acuerdo de distanciarse de la marca España, a pesar de la rotunda oposición de los concejales populares. Por lo visto, un estudio de una afamada Escuela de Negocios de Barcelona, ha llegado a la conclusión que España es un lastre que impide a Barcelona desarrollar y aprovechar todas sus potencialidades turísticas; recomienda desligar Barcelona de España y que se asocie a la marca Catalunya. Como puede verse, la unión de Barcelona con España resta beneficios, como la unión de Catalunya a España lastra enormemente las posibilidades de desarrollo económico y social de los catalanes. Es positivo que el mundo de los negocios de Catalunya se aperciba del perjuicio que causa España. Pero no deben de esperar más tiempo en poner remedio a este problema, pués la demora hundirá más y más, a Catalunya en las miserias españolas.

Utilizo el término miseria en el sentido de mezquindad, de avaricia. Ambas acepciones son de probado acierto. España ha sido incapaz de aprovechar adecuadamente los fondos de cohesión que de forma incesante y generosa han sido transferidos por parte Europa. Como tampoco lo han hecho con el producto de la histórica esquilmación fiscal de Catalunya. España y más concretamente sus élites dirigentes, han preferido la apariencia y el cartón piedra, al desarrollo económico sólido y justamente repartido. Han optado por el ladrillo y las subvenciones antes que por el trabajo y el esfuerzo; han elegido la construcción de lineas férreas de alta velocidad, a la modernización y adecuamiento de líneas convencionales para el transporte de mercancías hacia Europa. Para ellos, ha sido más importante construir flamantes autopistas libres de peaje en territorios con escasez de tráfico, en lugar de hacerlo en las zonas cuyo parque de coches y camiones exigían cuantiosas inversiones; inversiones más que justificadas por la actividad económica generada en ellas. Es decir, en Catalunya y Pais Valenciano, zonas eminentemente exportadoras del Estado Español, así como el resto de la costa del Mediterráneo, zona de máxima actividad turística. Prefirieron convertir el aeropuerto de Barajas en el más importante del Reino de España, estrangulando al resto, fundamentalmente El Prat, con discriminaciones políticas, o excluyéndolos de los acuerdos sobre tráfico aéreo  entre naciones, en beneficio de Barajas.

La actitud de España con Catalunya ha sido miserable. Y el gobierno de la Generalitat ofrece la otra mejilla, sigue recortando el estado de bienestar y dá ejemplo a quién no quiere recibirlo, porque ahora no le interesa.  Esto es hacer el primo. ¿Hasta cuando?.











dilluns, 26 de desembre del 2011

DESDÉN, IGNOMINIA, DESLEALTAD; RESPETO, DIGNIDAD, JUSTICIA.

La emergencia financiera que padece la Generalitat, provocada directamente por la miserable actitud del Gobierno de España hacia Catalunya, se está convirtiendo en una grave crisis política de imprevisibles consecuencias en el inmediato futuro. Diversas voces se alzan contra la situación en la que nos hallamos, agravada por la propia torpeza del Gobierno catalán. En efecto, se muestra incapaz de plantar cara a España y ha optado por relamerse las heridas, contemporizar con el gobierno popular -Duran declara que es un Gobierno excelente, mucho mejor que los anteriores-,  y cargar sobre las espaldas de los empleados públicos catalanes, una vez más, el peso de las culpas ajenas. El Gobierno catalán se muestra desconcertado y apabullado ante tanta ignominia española. A pesar de todo lo que esta ocurriendo, parece que CiU quiere hacerse perdonar la votación negativa al discurso de investidura del señor Rajoy. Ha decidido cerrar los ojos y hacer oidos sordos a los desdenes populares, en vez de exigir respeto, lealtad y justicia para Catalunya.

Mientras la cobardía rige las decisiones que toma CiU, destacados analistas políticos, profesores universitarios, entidades públicas y privadas y periodistas de renombre, instan a la formación nacionalista para que recupere la dignidad que parece haber perdido y se enfrente de forma definitiva a España. No puede seguir pareciendo que su único objetivo es tender puentes entre dos orillas que van separándose irremisiblemente. He aquí dos ejemplos que permitirían al Gobierno catalán recuperar credibilidad ante la ciudadanía.

El Cercle Català de Negocis (CCN) insta al consejero de Economía, Andreu Mas-Colell, para que transforme en definitivo el anuncio de la Generalitat sobre un cierre de cajas "transitorio". Solicitan un número de cuenta corriente en el cual poder ingresar el 30% del IRPF, IVA e Impuesto de Sociedades, que sería el equivalente al déficit fiscal catalán, para que la Generalitat pueda disponer del poder económico para pagar o no, qué y cuando, a la administración central, visto los reiterados incumplimientos del Gobierno de España. Consideran que el gobierno popular seguirá la linea marcada por los socialistas, oído el discurso del señor Rajoy y los desplantes hacia Catalunya anunciados por el PP. El CCN recuerda que los pagos a cuenta del IRPF y las cuotas de la Seguridad Social, correspondientes a los empleados públicos catalanes, a pagar al Estado Español ascienden a 3.315 millones de €. Si esta cantidad pudiera quedar a disposición del Gobierno catalán, acabarían las angustias financieras que ha provocado la ignominiosa actitud del Gobierno de Madrid.

Òmnium Cultural ha insistido esta semana para que se lleve a término un auténtico cierre de cajas, abundando en la línea que solicitó hace ya algunos meses. Además anuncian que sería perfectamente legal, pues existe un resquicio en la ley, que permite que un contribuyente, particular o empresa, pueda pagar a Hacienda a través de la Agencia Tributaría de Catalunya, siempre que sea en los plazos legalmente establecidos e informe a la Agencia Tributaria Española. Será la Generalitat la que decida, o no, la transferencia del dinero hacia el Estado. Y no hacerlo sería una decisión de exclusiva valentía política y absolutamente justa.

La situación es insostenible. No es cuestión de ser malpensados, ni desconfiados. Se trata de ser realista y entender que España intenta ahogar a Catalunya mediante la asfixia económica. Se apropian de ingentes sumas de dinero que deberían estar a disposición del gobierno catalán. Así mismo, con su desleal actitud impiden que la Generalitat pueda renegociar el endeudamiento que ha ido acumulando a lo largo de los años, a causa del interminable robo que la hacienda pública española ha efectuado contra Catalunya. Este inacabable hurto se ve ahora coronado por la estafa que practica el gobierno hispano, negando los recursos que pertenecen a los catalanes. Y es así porque el Gobierno Español quiere mostrar a los mercados, al Mundo entero, que sí cumple con sus compromisos de contención del déficit español. Aunque sea a costa de la muerte por inanición de la  autonomía catalana. Tal vez el próximo año, en un gesto de aparente magnanimidad, decidan transferir una parte de la deuda para calmar la mala leche acumulada por la sociedad catalana. Será demasiado tarde, pues el autogobierno catalán aparecerá como una mera entelequia caricaturesca, dispuesto a ser intervenido para la salvación a manos del bondadoso, generoso y eficiente Gobierno de España.

Se requiere a la Generalitat para que dé un golpe sobre la mesa. Se exige al gobierno valentía para enfrentarse a España y decir ¡basta!. El M.H.S Artur Mas i Gabarró debe ponerse al frente, debe liderar la sociedad catalana en busca de la dignidad y justicia que España niega a Catalunya.  La nueva España que anuncia el gobierno del señor Rajoy consiste en re-centralizar, unificar y normalizar su Estado, a costa de la nueva interpretación contemplada en el maleable, según criterios hispanos, Titulo Octavo de la Constitución del Reino de España. La glorificada transición española se hizo para que todos pudieran sentirse acogidos dentro de la democracia (española). Pero ocurrió el 23 F y su consecuencia directa, la LOAPA. El espíritu de aquella ley orgánica sobrevivió al propio Tribunal Constitucional y quedó flotando e inspirando los ambientes políticos madrileños hasta nuestros días. Después del aparente revés constitucional, surgió el café para todos. Debía ser la panacea que contuviera las ansias catalanas ligándolas al magma de dieciséis autonomías absolutamente artificiales, pero uniformes e iguales. Ceuta, Melilla, Cantabria, Murcia, Extremadura, Andalucía, las dos Castillas, Madrid, Asturias.... Si Catalunya tenia tal competencia, se generalizaba al resto. Si se negociaba un modelo de financiación, se extendía a todas las comunidades autónomas independientemente del rango y competencias que tuvieran sus respectivos estatutos; recordemos que la Constitución distingue entre nacionalidades y regiones. Lógicamente, el café para todos ha sido un rotundo fracaso. Y en consecuencia, el Estado de las Autonomías ha colapsado. La solución que el nacionalismo español propone ahora para enderezar el rumbo de su España consiste en desprestigiar y boicotear al máximo las autonomías, haciéndolas inviables financieramente. El éxito de esta estrategia se alcanzará si consigue aplastar a Catalunya. He aquí  la razón de la hostilidad desatada y la premeditada asfixia programada contra las finanzas catalanas.

Hora es ya que el señor Mas desoiga a los pusilánimes e ignore o rechace las falsedades, mentiras, deslealtades y las ignominias de España. Es tiempo de liderazgo, de dignidad, de justicia. De valentía. Y puedo asegurar que no estará solo en la batalla que nos conducirá a la libertad, prosperidad y plena soberanía de Catalunya. La única alternativa al premeditado aplastamiento de nuestra Nación, es la independencia.







    

dijous, 22 de desembre del 2011

LA LEGISLATURA DEFINITIVA.

Mariano Rajoy ha superado el debate de investidura con el apoyo del grupo parlamentario popular. Todos los representantes catalanes -excepto los integrados en el PP español- han votado en contra. La coalición nacionalista, por boca del señor Duran, imploró un gesto del candidato español al planteamiento de Pacto Fiscal que solicita CiU.  El señor Rajoy, impertérrito, hizo oidos sordos y en un gesto típico en él, desdeñó la súplica nacionalista; su prioridad no pasa precisamente en satisfacer los intereses que en justicia pueda merecer Catalunya. Lógicamente, CiU no tuvo más remedio -muy a pesar del señor Duran- que negar el apoyo a quién tanta displicencia -y falta de cintura política- había mostrado. Por otro lado, la mayoría absoluta que disfruta el Partido Popular, hacen innecesario el soporte que se auto-atribuye CiU. No obstante, los portavoces conservadores han manifestado su perplejidad por el voto negativo de la coalición catalana. La irritación que sienten ante tal insolencia, justificará, en su opinión, cualquier medida que los nacionalistas españoles tomen en el Parlamento de Catalunya contra el gobierno del señor Más; o contra el alcalde convergente de Barcelona; o en el seno del gobierno de la Diputación de Barcelona. En fín, la venganza puede ser terrible.

Este relato, lleno de incertidumbres, insolencias y desdenes, muestran hasta que punto la actividad política en el Estado puede devenir traumática a causa del inevitable encontronazo que se está produciendo entre Catalunya y España. Las continuas desavenencias, las deslealtades del gobierno de Madrid hacia Catalunya, la divergencia en los intereses de cada una de las partes, parece que nos abocan a un inevitable choque de trenes que conducirá las dos naciones a la ruptura total, es decir, la separación de Catalunya como parte del Estado Español.

La casta dirigente española ha apostado por la recentralización política, administrativa y económica del Estado. Mariano Rajoy habló de promover el bilingüismo, trilingüismo, enseñanzas comunes en todo el territorio, obviando las competencias de las comunidades autónomas en materia de enseñanza. Su obsesión prioritaria consiste en controlar el déficit público, independientemente que la causa del mismo sea la mala gestión de la administración central, el café para todos, o los derroches causados por las actitudes populistas, partidistas y clientelares que PP y PSOE han practicado durante las sucesivas alternancias en los distintos gobiernos españoles, locales, regionales y estatal, en el transcurso de la azarosa historia democrática española. El portavoz socialista ofreció no solo diálogo al nuevo gobierno, también se mostró dispuesto a pactar y apoyar todas aquellas políticas que sean beneficiosas para España. El problema es que las políticas españolas están contrapuestas a las necesidades de Catalunya; por tanto, la comunión de intereses de populares y socialistas, presagia un progresivo aplastamiento de los intereses y necesidades de los catalanes, bajo el peso de la Gran Coalición Nacionalista Española: el PPSOE.

El señor Duran no ha votado la investidura del señor Rajoy, muy a su pesar. Todo el discurso del candidato popular estaba trufado implícita o explicitamente, de señas y gestos anti-autonomías, recentralizadores y uniformadores. El nombre de España, fué utilizado hasta en cuarenta y ocho ocasiones -nunca en vano-. La crisis económica fué el hilo conductor y la excusa esgrimida para defender lo que desde los medios periodísticos afines se ha bautizado como Reagrupamiento español, esto es, un movimiento de fondo que convoca a los españoles para integrarse en un esfuerzo colectivo de superación. Esfuerzo colectivo impuesto sin aspavientos ni discusiones, como si de un acto de fé se tratara. El término diálogo solo fué utilizado por el señor Rajoy en nueve ocasiones. En definitiva, un movimiento nacionalista español aplastante, contra los que son y se sienten distintos a la mayoría. Y los diferentes, en la España de hoy, se hallan en el País Vasco y Catalunya. Véase sino el mapa que los resultados electorales dibujaron en el Estado; prácticamente todo azul popular, excepto las anomalías vasca y catalana.


Cuanto está aconteciendo nos conduce irremediablemente hacia un escenario de confrontación entre Catalunya y España. El gobierno popular, por boca de su máximo representante, ha mostrado las cartas que piensa emplear. Está decidido a remediar lo que consideran es el auténtico problema que tienen planteado como nación, el Titulo Octavo de la Sagrada Constitución Española. Intentaron diluir las ansias catalanas y vascas con el cacareado café para todos. Fracasaron. Ahora, aprovecharán la coyuntura económica para acabar la dilución, tan deseada por todos ellos, de la impertinente, insaciable y díscola Catalunya. Por parte de Catalunya, no existe alternativa racional y posible a las continuas embestidas españolas que no pasen por la soberanía. El expolio fiscal, la parálisis económica por falta de inversiones  y el empobrecimiento que significa esto para todos los catalanes; el inacabable acoso legal contra la lengua catalana, en un intento interminable de ahogo cultural; la falta de respeto hacia la Nación catalana y las continuas manipulaciones y falsedades de los medios periodísticos y judiciales madrileños, nos empujan hacia un rumbo de colisión, que solo cabe desear concluya con la máxima rapidez. Y por supuesto, con la asunción de la plena soberanía de Catalunya.

Esta legislatura española que se inicia, aparece como la definitiva. Es la legislatura que pondrá punto final a una imposición castellana de tres siglos y que concluirá con la única alternativa esperanzadora para los catalanes, la independencia. Para la causa independentista, solo tenemos que esperar que la negación de CiU a la investidura de Mariano Rajoy, sea auténtica -y definitiva-. Deberán mantener la coherencia en la decisión tomada y resistir las intensas presiones de la derecha españolista, para que cambien el signo de su voto. Si optaran por hacerse perdonar su osadía parlamentaria, entregando gratuitamente apoyos y votos al nuevo Gobierno Español, los ciudadanos no lo toleraríamos. Lo acabarían pagando en Catalunya. No pueden olvidar, al menos, la actitud mostrada por el señor Rajoy sobre el Pacto Fiscal. Para los ciudadanos catalanes, el menosprecio popular no solo es sintomático de lo que le espera al proyecto estrella de CiU. Resulta definitivo. Como esta última legislatura que ahora empieza.

Las cartas están repartidas. El juego se ha iniciado. Y las apuestas son muy altas. El premio: la independencia.





  


dilluns, 19 de desembre del 2011

EL "CONCILIO" DE LOS SOCIALISTAS CATALANES.

Carme Chacon, ministra de Defensa en funciones, declara que "el PSC sigue siendo el PSOE". Lo hace ante los medios de información que han seguido el Congreso del Partido de los Socialista de Catalunya, que acaba de concluir en Barcelona. La frase de esta dirigente catalana, fracasada en la última contienda electoral, es la que resume con mayor precisión lo acontecido en el cónclave socialista celebrado este fin de semana y que tantas expectativas había levantado entre los simpatizantes de esta formación política. Una ejecutiva light, de síntesis, continuista, son algunos de los calificativos empleados para definir la composición del máximo órgano socialista. El antiguo aparato del partido ha controlado el proceso de aparente renovación, con el único objeto de que nada cambie, para que todo siga igual.

Nos hallamos ante lo que probablemente será el fracaso y hundimiento definitivo del socialismo catalán, que una vez más se muestra incapaz de comprometerse con sus fieles votantes catalanes; estos son conscientes que la defensa y primacía de los intereses del PSOE van por delante, ante los propios del PSC. Seguirá sin grupo en el Congreso de Diputados -por tanto sin voz- reservándose el derecho, previo acuerdo con el PSOE, de votar diferente en el seno grupo socialista español,  pero solo en aquellos asuntos que ambas partes consideren exclusivos de Catalunya; en casos excepcionales, declaran. Es decir, un parlamentario catalán podrá votar ocasionalmente diferente de un español, sin que esta discrepancia signifique ningún castigo para el disidente, como podría haber ocurrido en la pasada legislatura. La gran victoria del PSC se resume en haber conseguido diferenciar su voto del PSOE, gratis y previo pacto, y solo en asuntos nitidamente catalanes. ¡Gran avance del catalanismo de izquierdas españolista!

¿Donde está el sector llamado catalanista?. Subsumido en el españolista. ¿Donde han quedado las aspiraciones de grupo propio en el Congreso?. Integradas en el grupo españolista. ¿Donde están los dirigentes de esta corriente catalana, señores Castells y Maragall, señora Tura, y otros?. No se sabe. Pero el M.H.S. Montilla, anterior presidente de la Generalitat, acabará su ciclo político dulcemente instalado en el confortable y opulento Senado de España.

El socialismo catalán ha desaprovechado una oportunidad de oro para refundarse, para asumir el rol que nunca debiera haber abandonado; esto es, la defensa de los intereses de los ciudadanos que aspiran a recibir del Estado la protección y oportunidades que la individualista sociedad actual le viene hurtando. Todos conocemos las recetas -de los mercados- que se aplican para vencer  la crisis económica que nos azota. Recortes en sanidad,  educación y prestaciones sociales; reformas laborales inútiles y facilitadoras del despido, nuevas contrataciones precarias, como los llamados mini-empleos a 400 €; privatizaciones de servicios públicos, copagos y tickets moderadores sanitarios; libertad total de horarios comerciales, ideal para las grandes superficies, deslocalizaciones de empresas, etc.... Todo esto, después de haber inundado el sector financiero con cientos de miles de millones de € para estabilizar los  mercados, satisfacer a las agencias de calificación y salvaguardar los intereses de los especuladores en su loca carrera de enriquecimiento desenfrenado. Ante esta realidad, el socialismo dice que quiere recuperar la sintonía con las clases medias. Quiere ocupar la centralidad en el espectro político. Para su desgracia, las clases medias están desapareciendo a pasos agigantados. Más de seiscientos mil desempleados catalanes (en gran parte de la clase media) lo atestiguan.

El antiguo aparato del partido ha controlado el proceso de aparente renovación, con el único objeto de que nada cambie, para que todo siga igual. Es decir, como la anterior ejecutiva renegó de sus orígenes socialistas, la actual no asume que la auténtica renovación pasa indefectiblemente por recuperar el auténtico socialismo. Debería girar a la izquierda, no hacer políticas propias de la derecha y, sobretodo, ser fieles a los votantes que buscan la prosperidad y esperanza más allá de los dividendos, las plusvalías, la especulación y la prima riesgo. En definitiva, los ciudadanos esperan de sus políticos que les defiendan ante los gigantescos e insaciables monstruos que pretenden comerse la parte del pastel que es suya. El socialismo catalán pretende refundarse recreándose en las miserias y vergüenzas que lo han llevado al hundimiento político que sufre en la actualidad.

Puede que las opiniones expresadas en este escrito, sean duras e inmisericordes, incluso equivocadas. Pero son sinceras. No creo que los socialistas catalanes hayan puesto punto y final al desastre del ciclo electoral que muestran las tres últimas elecciones; catalanas, municipales y generales. El sonoro fracaso cosechado debería haber servido para que se dieran cuenta que la sociedad catalana que les otorgó la confianza en el pasado, ya no es la misma. Fundamentalmente porque el partido referencia de la izquierda catalana se ha institucionalizado, se ha convertido en una máquina electoralista, populista, clientelar, hipócrita y cínica, cuyo único objetivo ha consistido en ocupar cargos, sillones, acaparar prebendas y puestos de trabajo en la administración pública -más de 40.000 nuevos empleados públicos durante los dos mandatos del gobierno de los socialistas catalanes-, olvidando que eran la izquierda y que se debían prioritariamente a todos los catalanes.


Los capitanes han sido degradados a sub-tenientes, el socialismo se ha (recon)centrado y su catalanismo, se ha españolizado. Esta es la realidad del Partido de los Socialistas de Catalunya. Triste final para unas siglas que dejan su herencia histórica, hacia ERC e ICV; legado tan honorable y rico como desaprovechado. El resto, hacia el partido nacionalista español por antonomasia, el Partido Popular. Ya se sabe, ante la duda, siempre es mejor elegir el original. Como está haciendo algún votante de la corona metropolitana de Barcelona, otrora elector español y socialista, en la actualidad español y popular.

¿No se han dado cuenta los renovados socialistas que la realidad se halla ya ahora, y más en el futuro, en la defensa de los intereses contrapuestos entre Catalunya y España?. ¿No saben acaso que ya no se puede navegar entre dos aguas?. ¿Ignoran que no existe mayor falacia que unir socialismo español con federalismo?. La herencia del socialismo catalán será recolectada por Convergencia Democrática, Iniciativa y por Esquerra. La del españolismo, por los populares. Y para el PSC, nada.

 

 






divendres, 16 de desembre del 2011

LA GOTA QUE COLMA EL VASO.

No creo que desde  el Madrid político sean conscientes lo que significa para los catalanes el hecho de negarse a pagar los 759 millones de €, en aplicación de la disposición adicional tercera del vigente -y recortado- Estatuto de Autonomía de Catalunya. Tampoco debe importarles mucho no cumplir con el acuerdo que debía permitir el retorno de la totalidad de los llamados papeles de Salamanca a sus legítimos dueños, ciudadanos particulares e instituciones catalanas. Una vez más, el Gobierno de España estafa a Catalunya, incumpliendo flagrantemente la propia legislación española, de la forma más hiriente que es capaz de cometer, contra los intereses y los sentimientos de lo que podemos considerar sin el más mínimo rubor, una de las últimas colonias que quedan en Europa: Catalunya.

Porqué, ¿que es sino Catalunya para España?. ¿Qué trato dispensa el Estado Español a los catalanes?. ¿Acaso los intereses -y sentimientos- catalanes son tenidos en cuenta a la hora de tomar determinadas decisiones?. ¿No es cierto que si se trata de programar y ejecutar inversiones, o simplemente cumplir la ley, cuando atañe a Catalunya resulta más sencillo no atender las necesidades y lo que en justicia merece, que hacerlo en tiempo y forma adecuados?. Catalunya y sus habitantes son tratados por España como una explotada colonia. Los catalanes no somos más que un grupo  de personas que tenemos que trabajar, pagar más impuesto que nadie y ser forzosamente solidarios -hasta el empobrecimiento- en beneficio de los españoles. Y cuando nos atrevemos a reclamar lo que nos pertenece, o exigimos el mínimo respeto institucional que toda nación merece, somos tachados de victimistas. Jamás España ha hecho sincera autocrítica sobre su comportamiento contra Catalunya y los catalanes. Y los agravios se van acumulando, año tras año, siglo tras siglo. Y la incomodidad y hastío catalán va in crescendo.

Padecemos un expolio fiscal de más de 20.000 millones de € cada año. Debería haber sido mínimamente compensado con el Fondo de Competitividad contemplado en el sistema de financiación de las comunidades autónomas; mientras gobernaron los socialistas en la Generalitat, se facilitaron recursos a cuenta, en aplicación de la mencionada ley. Cuando accedió al poder CiU, cesaron las transferencias; esto representó dejar de percibir 1.450 millones €, lo cual ha provocado que los recortes en las cuentas públicas catalanas hayan sido más severos que en ningún otro territorio del Estado. Ahora dejan de pagar la disposición adicional tercera, creada para intentar compensar los muchos años de escasez de inversiones públicas del Estado en Catalunya, que ha provocado la precariedad tercermundista que padecen la red ferroviaria, las carreteras, etc... que son competencia del Gobierno de Madrid.  La cifra, 759 millones de €, se fijó de común  acuerdo entre ambos gobiernos -socialistas españoles y socialistas catalanes-, después que la Generalitat pusiera en duda el método empleado para el cálculo, aceptando una cantidad mucho menor de la que en realidad correspondía, al objeto de facilitar el entendimiento hispano-catalán. Ni aún así España ha sido capaz de cumplir con su obligaciones, faltando nuevamente la palabra empeñada.

A menudo, desde los medios periodísticos españoles se acusa a los políticos y a la sociedad catalana en general, de basar toda la reivindicación identitaria en cuestiones meramente económicas. "¡Siempre están pidiendo!.¡Mas dinero, más inversiones!.¡Catalunya es insaciable. Lo quiere todo.!.¡Victimistas!". Lo cierto es que las relaciones entre Catalunya y España hace tiempo que solo son de carácter económico. El señor Montilla, anterior presidente de la Generalitat, socialista, cordobés y español, a modo de advertencia avisó en un desesperado intento de llamar la atención de España, que se estaba produciendo una desafección clara y contundente entre las sociedades de ambas naciones. Pues bien, no es que se esté produciendo tal desafección; esta es un hecho incuestionable. Hace años que lo único que nos (des)une es precisamente el dinero. Los impuestos catalanes que controla el Gobierno de Madrid, a modo de interminable hurto; impuestos generados con el esfuerzo de los catalanes que van a parar directamente  al bolsillo español. No se trata, ni mucho menos, de solidaridad. Estamos hablando de robo. El único interés español hacia Catalunya es mantener el control y libre disposición de miles de millones de euros que año tras año sirven para que el Estado se financíe con dinero ajeno y sin coste alguno, mientras que los catalanes comenzamos a sufrir, en nuestras propias carnes, las consecuencias de este expolio, jamás reconocido por España.

Los catalanes ya no creemos en el proyecto de España, porque no confiamos en sus gobiernos de trileros. Ni en los partidos mayoritarios; socialistas, por sus continuos engaños y mentiras; y populares, que en lugar de utilizar argumentos políticos, utiliza recursos de malos leguleyos contra Catalunya, en los más variados temas; lengua, cultura, autonomía, infraestructuras radiales o exigencias económicas -locomotora de España, dicen-. Tampoco confiamos ni en la justicia, ni en las instituciones españolas. España resulta un fardo demasiado exigente y oneroso que arrastrar. Está condenando a los catalanes a draconianos recortes en el estado de bienestar a causa de la incontenible avaricia que orgullosamente prodiga España. Y lo peor de todo, los políticos españoles no solo mienten y manipulan leyes, recursos e inversiones. Lo peor es que no saben lo que es la autocrítica, ni la humildad, porque desdeñan cualquier opinión que no ensalce las glorias de su España.

Estamos hartos. Estamos indignados. Exigimos la libertad, la independencia. Es la única forma de alcanzar justicia, prosperidad y auténtica democracia. El vaso está a punto de rebosar. Y esta última gota ha colmado la capacidad de aguante. Basta ya.








dimarts, 13 de desembre del 2011

CONFABULACIÓN Y SOLUCIÓN.

Podría pensarse que todo se confabula contra el pacto fiscal catalán. Tan deseado resulta para los que confían que la obtención será el antídoto perfecto contra las ansias independentistas extendidas imparablemente entre la ciudadanía catalana, que la defensa que hacen del mismo deviene tan ridícula como ineficaz. Porqué lo cierto es que mezclan la justa y contundente exigencia en la consecución de tal hazaña, con la cómplice comprensión de las dificultades que surgen en estos momentos de tribulaciones económicas; esta mezcla letal me temo impedirá alcanzar este objetivo, bajo la égida del gobierno popular. 

Por si la particular situación económica, social y financiera española no fuera suficiente obstáculo, se unen los problemas en que se encuentra la Unión Europea. De la mano de Merkozy, están intentando apaciguar la agresividad de los mercados (lease Agencias de Calificación, entidades financieras y especuladores en general), esperando que el control de la deuda pública de diversos Estados de la Unión Europea satisfaga las apetencias desatadas. ¡Craso error!. ¿Existe algún ingenuo que crea que los mercados cesarán su hostigamiento hacia el Euro -el auténtico objetivo-, siendo este acoso la causa que está proporcionando suculentos beneficios, que transitan directamente hacia sus repletos bolsillos?.

España y otros estados de la Unión, han aceptado la orden promulgada por la señora Merkel -con el cómplice papelón de Sarkozy añadido-. No solo deberán restringir y controlar el déficit en las cuentas públicas; además, este control deberá constar en las constituciones de los distintos paises; por cierto, misión cumplida ya en España. Y los presupuestos de cada estado pasarán el control y visto bueno de Europa. Esto es, de Alemania. Significa una absoluta cesión de soberanía. Ningún gobierno podrá libremente proponer a los respectivos parlamentos, ni negociar con los partidos políticos, aquellas cuentas que considere más pertinentes a los intereses de sus conciudadanos, para dar debido cumplimiento a los compromisos programáticos adquiridos durante los períodos electorales. Y por si esto no fuera suficiente, se ha llegado al acuerdo de iniciar la llamada armonización fiscal entre los diferentes sistemas fiscales europeos. Se trata que distintas figuras impositivas converjan sin que esto signifique, ni mucho menos, la armonización salarial, ni la de precios, ni el control de dividendos y remuneraciones a los altos ejecutivos, ni siquiera la creación prioritaria de un impuesto contra los especuladores, únicos causantes del desastre económico que venimos padeciendo y únicos e incontrolados beneficiarios del mismo.

Cuesta mucho aceptar que estás medidas aprobadas, se diría que entusiásticamente adoptadas por los jefes de Gobierno europeos, resulten la panacea ante los graves problemas que sufre, por ejemplo España, en cuestiones tales como el abultado desempleo o la injusticia que representa para Catalunya que se esfumen cada año, en forma de expolio fiscal, 22.000 millones de € de sus cuentas públicas, por cierto recortadas hasta la extenuación por el Gobierno de la Generalitat. Es decir, puede que las medidas europeas tenga alguna utilidad para mejorar las finanzas continentales, pero si descendemos a nivel de los ciudadanos de cada país, nos percataremos que lo único que ofrece esta solución son recortes en el estado de bienestar y precariedad laboral; estas decisiones del directorio europeo solo salvaguardan los intereses de los mercados, pero colisionan con los de las personas, con los ciudadanos europeos. Si nos ponemos en la piel de un griego, un portugués, un italiano, o un español, y comparamos con un alemán, un holandés, o un francés, ¿los problemas y las soluciones son los mismos para todos ellos?.

Los intereses de los mercados han adquirido el rango de prioritarios. A la vez, los intereses del Banco Central Europeo se confunden con los intereses de la señora Merkel y de Alemania. El control y la disminución del déficit público prima sobre las políticas sociales. No se toman medidas que estimulen la economía productiva,  lo que podría provocar la creación de nuevos puestos de trabajo y por tanto, la disminución del paro y el aumento del consumo; que a la vez haría aumentar la recaudación de impuestos y disminuir el importe de las prestaciones por desempleo. No se crean los eurobonos, que ayudarían a contener los intereses sobre la deuda de los distintos estados, a niveles más razonables, porque Alemania, lógicamente, no quiere cargar con los excesos de ciertos estados Europeos del sur. Los PIGS han vivido de acumular deuda, como si de nuevos ricos pobres se tratara; deuda que ahora está en poder de la banca alemana y francesa principalmente y que se intenta poner a resguardo de mayores convulsiones financieras. He aquí los intereses prioritarios de los mercados.


Como es fácil adivinar, conjugar los intereses nacionales entre los distintos estados de la Unión, está resultando muy complicado. En realidad, parece imposible. Los ciudadanos no conmueven a los mercados. En tales circunstancias, ¿comprenderá alguien no catalán los intereses particulares de Catalunya?. ¿Será entendido el pacto fiscal reclamado por el señor Mas, como una alternativa válida y aceptable para que los catalanes puedan superar la crisis con mayor prontitud?. Y lo que es más importante, ¿el gobierno del señor Rajoy aceptará sin más las exigencias catalanas?. ¿Está España dispuesta ha permitir que la justicia y equidad sean la guía en las relaciones entre España y Catalunya?.

No parece que en las circunstancias actuales, el Estado Español renuncie a lo que viene considerando como propiedad, por derecho de conquista y que le permite disponer con absoluta libertad de hasta 22.000 millones de € cada año. Por tanto, temo que las respuestas a las preguntas anteriores sean absolutamente negativas para Catalunya. España defenderá sus intereses, como hace cualquier estado de la Unión, hasta el límite que le permitan..... los mercados; y utilizándolos como coartada perfecta que sustenten el sonoro No que pronunciará. Y como los  catalanes no tenemos estado que defienda nuestros intereses, Catalunya verá, si no lo remedia, como una vez más tiene que doblegarse a intereses ajenos, es decir, de los omnipotentes mercados y de los sibilinos estado-nación, tipo España.

¡Difícil provenir el catalán!. ¡Negro el futuro para Catalunya!. Salvo que de una vez, la mayoría de ciudadanos de esta Nación optemos por dotarnos del Estado -catalán- que necesitamos para defender, aunque sea mínimamente, nuestros propios intereses, como hacen Francia, Reino Unido, Suecia, China, Canadá, Senegal, Japón, Suiza, Andorra, Alemania..... Libremente y con independencia, en la medida de lo posible.



  

divendres, 9 de desembre del 2011

¿PORQUÉ "NARICES" CATALUNYA SIGUE UNIDA A ESPAÑA?.

El gobierno en funciones español ha cometido su última fechoría contra Catalunya. Ha decidido no pagar los 759 millones de € que adeuda a la Generalitat, importe resultante de la aplicación de la disposición adicional tercera del vigente Estatuto de Autonomía. No importa que el Estatuto forme parte del entramado constitucional español; es irrelevante que sea una Ley Orgánica, o que fuera exigible un mínimo de lealtad institucional entre administraciones. De nada sirve apelar al honor, a la hidalguía, concepto y figura muy apreciados por personas e instituciones españolas. Tampoco sirve de mucho exigir el cumplimiento de los pactos de febrero de este año, en los que se acordó el inmediato pago de la deuda estatal. Por supuesto, amenazar al Gobierno de España con demandas y reclamaciones ante los tribunales (españoles), es motivo de jocosa celebración en el ejecutivo español (en funciones).

Lo cierto es que el Gobierno Español, reafirmando lo que es de dominio público, ha decidido maquillar el volumen de su déficit, traspasándolo en buena parte hacia Catalunya, para así aparentar ante el Directorio Europeo, conocido también como Merkozy, que la administración central cumple los compromisos adquiridos, mientras las comunidades autónomas son culpables del abultado déficit público acumulado por la inocente y virginal España. Así, mata dos pájaros de un tiro: cumple los mandatos exigidos por los mercados  y se carga de razones económicas, políticas y fiscales para emprender la recentralización del estado autonómico, cuyo  desbocado déficit producto de excesos y mala gestión, perjudica la solvencia  e imagen de España en el exterior.

Este hecho se une al adoptado hace unos meses por el mismo Gobierno -que entonces no se hallaba en funciones-, no pagar el fondo de competitividad hasta el 2013; decisión arbitraria y unilateral, cuyo importe de 1.450 millones hubiera representado un mínimo alivio en la estresante situación financiera que sufre la Generalitat de Catalunya. Es fácil entender que no disponer de 2.200 millones de € en total, distorsiona gravemente las cuentas públicas, e impide al Gobierno catalán cumplir sus propios compromisos de reducción de déficit. Salvo que recorte aún más las cuentas, lo que provocaría una hecatombe político-social entre la abatida, abrumada y desalentada sociedad catalana. Es decir, entre los anonadados, mosqueados y hartos ciudadanos catalanes. Sobre todo, hartos.

Al mosqueado ciudadano catalán que se permite suscribir este escrito, le dan ganas de decirle a la mágica señora Presidenta del Parlamento de Catalunya que si no le gusta que se diga "España nos roba" y que el déficit fiscal catalán puede ser calificado tranquilamente como expolio fiscal, debería aceptar por lo menos la opinión, que es una certeza, que el Gobierno de España actúa contra los catalanes como hacen los trileros en las Ramblas, de Barcelona, con los ingenuos y despistados turistas.

Hace unos meses, el Tribunal Constitucional decidió poner en jaque el sistema educativo de Catalunya, promulgando una sentencia que hacia dudar de la doctrina aplicada hasta entonces -con el aval del propio TC- sobre la lengua vehicular y la inmersión lingüística en catalán. Esta infame y partidista resolución del Alto Tribunal sirvió para que un reducidisimo número de familias -¿tres, cuatro, veinte?-, desgraciadamente asentadas en Catalunya y víctimas de catalanofobia galopante, interpusiera una demanda ante el Tribunal Supremo, que naturalmente fue atendida favorablemente; lo cual ha provocado el jaque mate definitivo a la inmersión, prescindiendo del deseo mayoritario de las familias catalanes, que están de acuerdo con la política lingüística aplicada hasta la fecha. De poco sirvió -y sirve- que el Parlamento de Catalunya promulgara leyes, decretos, órdenes, resoluciones, etc... estableciendo la lengua catalana como única vehicular del sistema educativo catalán y que el TC de antaño aprobara sin matices esta conducta; poco importa que la inmersión lingüística en catalán reciba el apoyo casi unánime de docentes, de reconocidos lingüistas, instituciones públicas y privadas, universidades, científicos, padres de alumnos, asociaciones de estudiantes, políticos, formaciones políticas, etc.... Todo esto no cuenta. Solo vale la opinión de un grupito de juristas cargados de prejuicios castellanos que parece tienen como única misión en sus vidas imponer, someter, demonizar, perjudicar, ningunear..... a los ciudadanos de Catalunya y a sus legítimos y democráticos representantes; y todo esto, para que nos avengamos a ser ciudadanos españoles de bien, que renunciemos a nuestra provinciana identidad catalana y adoptemos como propia la castellana; es decir, la española, cuya superioridad no solo es sideral, sino que  coloniza y se extiende por los confines del Universo conocido y por conocer, en su conjunto y totalidad.

El nacionalismo español tiene como misión más importante y única de su existencia, reafirmar la españolidad de España. ¡Pura obviedad!. Ya lo ha dicho recientemente el señor Bono, presidente cesante del Congreso de Diputados, ex-Ministro de Defensa y homenajeador de la División Azul, peculiar y significativo militante socialista y español cañí donde los haya: "Quiero un líder socialista que no se avergüence de gritar, a la clausura del congreso del partido, ¡viva España!". El problema de los políticos españoles es que creen que todos los ciudadanos del Estado tienen que sentir, pensar y actuar como lo hacen ellos. Para su desgracia, somos muchos los ciudadanos de este Estado que no comulgamos con ruedas de molino. Es triste que la exclamación ¡viva España!, sea la manifestación que define el patriotismo del señor Bono. Máxime después de la perversa utilización de este grito que se hizo durante la Guerra Civil y los cuarenta años posteriores de cruel dictadura franquista. Nuestros sentimientos hacia la bandera española no son distintos a los que profesamos hacia la bandera francesa, americana, neozelandesa, burkinafasence, nepalí.... Las respetamos y si se tercia, las honramos. Tanto a las banderas, como a las naciones que representan. Pero  queremos a la nuestra, Catalunya, y la cuatribarrada. Y a poder ser, muy pronto, la estelada.

Visto todo lo anterior y siendo el nacionalismo español un auténtico toca-narices, no me queda más remedio que aceptar que los catalanes seguimos unidos a España porque somos ingenuos, despistados, temerosos y estamos adormecidos. Igual que los turistas extranjeros y nacionales, en manos de trileros profesionales. Pero, ¡cuidado!; de tanto tocarnos las narices, hemos despertado. Con los ojos bien abiertos, mentes despejadas e ideas muy claras.



dimecres, 7 de desembre del 2011

ALTERNATIVAS AL PACTO FISCAL. (y 2)

Si dirigimos la vista hacia el inmediato pasado, hallaremos respuesta a la pregunta, ¿como tomaremos la iniciativa?. En realidad, la iniciativa ha sido y es la más auténtica característica que poseemos los ciudadanos catalanes. La embestida contra el catalanismo de los gobiernos del intimo hablador catalan Aznar, obtuvieron la contundente respuesta democrática de los electores, que apoyaron a formaciones políticas catalanistas en general y soberanistas en particular. Fue este apoyo el que provocó que se emprendiera la reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya; cierto es que el mundo político oficial catalán desperdició el impulso y fortaleza recibido de la ciudadana, de forma más que miserable. Los ciudadanos tómanos nota de ello y tras el filibusterismo practicado  por el Partido Popular, el ignominioso comportamiento del PP y PSOE respecto el Tribunal Constitucional y sus magistrados y  la sentencia partidista de este tribunal contra el Estatuto catalán, la respuesta ciudadana fue, nuevamente, tan contundente como rotunda. Mientras se desarrollaban estos acontecimientos, se produjo el hecho más relevante de todos: la movilización activa de novecientos mil ciudadanos que durante varios meses ejercimos el derecho de autodeterminación, a través de referéndums convocados en distintas poblaciones catalanas, con la aportación económica y organización de miles de voluntarios, al margen de los partidos políticos. La culminación se produjo en julio de 2010, cuando más de un millón de ciudadanos nos manifestamos por las calles barceloneses, al grito de in-inde-independen-cia. Finalmente, de nuevo los electores nos pronunciamos claramente y dimos por amortizado el gobierno tripartito, para dar paso a una formación escorada hacia el soberanismo, que alcanzó el poder hegemónico en Catalunya; a nivel autonómico primero, local después, así como también en las recientes elecciones generales.

Como ha quedado escrito anteriormente, Convergencia i Unió fracasará en el intento de conseguir un auténtico pacto fiscal para Catalunya, tipo concierto económico vasco. Básicamente será así por falta de coraje propio y por falta de apoyos nítidos; del PSC, principal partido de la oposición, deudor del jacobino PSOE; y del PP, formación nacionalista española y tercera fuerza política en Catalunya, ensoberbecida por la mayoría absoluta alcanzada en España.

A pesar de todo  ello, los catalanes hemos continuado nuestro movimiento. Somos plenamente conscientes que ni aún obteniendo una revisión al alza del sistema de financiación, será suficiente para colmar nuestras expectativas, nuestras necesidades. Por tanto, no solo no renunciamos a la plena soberanía, sino que redoblamos nuestra voluntad y entrega para alcanzar la independencia lo antes posible. Esta es la única alternativa al imposible pacto fiscal demandado por CiU. España no quiere conceder a Catalunya una financiación equivalente al concierto vasco; si así lo hiciera, tendrían que reformular todo el entramado económico-financiero actual en la que se sustenta, basado en la financiación extraordinaria que obtienen a costa principalmente de los catalanes, así como de los valencianos y de los ciudadanos de las Islas Baleares, en menor medida. Por tanto, a la Nación catalana solo le queda el camino de la plena soberanía para obtener la justicia que el Estado Español niega sistemáticamente.

Es por ello que se ha creado la asociación de municipios por la independencia, promovida por el alcalde de Vic, Josep Mª Vila d'Abadal. Este alcalde de UDC, adscrito al sector soberanista de la formación democristiana, oficializará ese organismo de nuevo cuño en asamblea constituyente a celebrar el próximo 14 de diciembre, junto a 120 municipios más, por el momento. Es en el ámbito local donde mejor pueden apreciarse los deseos mayoritarios de las gentes de los distintos pueblos y ciudades catalanas. Los alcaldes no pueden hacer oídos sordos a sus exigencias y deben vehicular las aspiraciones ciudadanas hasta las últimas consecuencias. Y aunque sea al margen de las formaciones políticas institucionalizadas, alcaldes y concejales se unen a los ciudadanos en este vigoroso movimiento de liberación nacional.

El próximo 20 de marzo de 2012 se constituirá asimismo la Asamblea Nacional Catalana (ANC). Promovida por distintas personalidades relevantes de la sociedad, se define como "un movimiento basado en la democracia de base y la unidad de acción, constituida por asambleas territoriales y sectoriales". La participación será siempre a titulo personal y su principal objetivo es conseguir la mayoría social necesaria para constituir Catalunya en estado independiente, en igualdad de condiciones que el resto de estados europeos. La guía e inspiración de esta asamblea es el movimiento ciudadano que se auto-financió y organizó en torno a las consultas populares pro-independencia convocadas en centenares de poblaciones catalanas y que como es sabido, alcanzó un notable éxito de participación y explícito contenido político soberanista. El antecedente histórico más obvio lo hallamos en la siempre recordada Asamblea de Catalunya, que tan gratos (y fecundos) recuerdos despierta entre todos nosotros.

No podemos olvidar tampoco el anuncio que no hace muchos meses Omnium Cultural hizo público. Están dispuestos a dar cobertura a la convocatoria de un tancament de caixes -cierre de cajas-, es decir, a promover la insumisión fiscal, de forma que todos los impuestos se pagarán sólo a la Generalitat de Catalunya, o si ello no fuera posible, en última instancia, dejarán de pagarse  al Estado Español. De hecho, ya existen diversas iniciativas a título individual que han iniciado su particular boicot fiscal a España. 

Los movimientos ciudadanos para que Catalunya alcance la independencia están alcanzando una fuerza,  extensión y transversalidad que permiten albergar grandes esperanzas en la consecución de tal objetivo, esto es, la plena soberanía de Catalunya tan anhelada por una gran mayoría de catalanes. Sabemos las dificultades que hallaremos en el camino que hemos emprendido; conocemos las tretas, los argumentos y la dureza de nuestros contrincantes. Todo ello nos fortalece y estimula. No nos detendrán ni las intrigas de la Santa Alianza, ni el vergonzante nacionalismo español excluyente, ni el falso federalismo y real jacobinismo de los socialistas. Superaremos la justicia castellana y a sus fieles servidores; las presiones y chantajes económicos y sindicales; la manipulación informativa de la Caverna mediática, a base del ejercicio de la desinformación más descarada; así como la hipocresía del deslegitimado Tribunal Constitucional y las continuas deslealtades del Gobierno Español. Y en pocos años el resultado será la independencia de Catalunya de la mano de los ciudadanos catalanes y al margen de los partidos políticos actuales,  formaciones pusilánimes y miedosas; cuya única motivación debiera ser defender los anhelos e intereses de los ciudadanos catalanes, más allá del miope y servil partidismo que exhiben en la actualidad. Así pués, nosotros, no ellos, alcanzaremos la independencia.


dimarts, 6 de desembre del 2011

ALTERNATIVAS AL PACTO FISCAL. (1)

Existe un consenso generalizado sobre el sonoro fracaso que cosechará la (imposible) consecución de un  auténtico pacto fiscal exigido por CiU y apoyado por el 75% de ciudadanos catalanes, según las últimas encuestas. Desgraciadamente, las fuerzas que se oponen al mismo, gozan de poderosos argumentos a modo de excusa, como son escudarse en la grave crisis que atenaza el Estado Español, la carencia de recursos financieros para enfrentar las exigencias catalanas (reparto de miseria, según el popular Fernandez Diaz), la exigencia que Catalunya siga siendo el sostén financiero de España; y más ante el próximo cese en la disponibilidad de fondos de cohesión europeos. Pero la mayor oposición se encuentra en el interés del gobierno español en mantener incólume su poder -propiedad- y control sobre todos los recursos económicos y financieros de Catalunya. No en vano hasta la fecha, la libre disposición del exacerbado déficit fiscal catalán -en realidad expolio fiscal- ha permitido que España dispusiera de una financiación extraordinaria de más de 20.000 millones de euros cada año, es decir, aproximadamente el 10% de la riqueza producida por los catalanes,  sin que el empobrecimiento que este robo significa para todos y cada uno de los ciudadanos, haya motivado el más mínimo sentimiento de culpabilidad ni desazón por parte de Estado Español. Al contrario, las reclamaciones catalanas no son interpretadas como justas ni mesuradas, sino como producto del secular victimismo, insolidaridad y egoismo, tan característicos de Catalunya.

En mi anterior escrito Reflexiones sobre Convergencia i Unió me atreví a pronosticar una sonora  y general carcajada de los ciudadanos catalanes, ante el hecho de que CiU quisiera hacer pasar un sucedáneo de pacto fiscal como auténtico concierto económico, vistos los antecedentes existentes en las supuestas negociaciones y los resultados que, hasta la fecha, los representantes políticos catalanes han obtenido ante el Gobierno de turno de España. Solo recordando el fracaso de anteriores pactos de financiación, inútiles para hacer disminuir el volumen del expolio, o la ignominiosa negociación estatutaria, demuestran hasta que punto los políticos catalanes son capaces de levantar las mayores expectativas, para acabar cosechando los más estrepitosos fracasos. Así pues, me ratifico en la hilaridad que provocaría tan burda pretensión. Y el ridículo no siempre es culpa de la otra parte. Mientras España tiene muy claros los intereses que defiende y los recursos que puede emplear en una negociación, los políticos catalanes se pierden en un laberinto de prejuicios y falsos principios, como pueden ser la defensa del federalismo, imposible en España; o el nacionalismo moderado catalán, contrapuesto al hiper-nacionalismo excluyente español; la sociedad civil y la Santa Alianza, reminiscencias cutres del pasado siglo XX barcelonés, ampliamente superados por la sociedad catalana del siglo XXI; los intereses económicos y vergonzosos sometimientos políticos de toda índole de los que son deudores las clases (hasta ahora) dirigentes catalanas; el supuesto sentido de estado de CiU, del que únicamente se beneficia España, etc.... Cada formación política dispersa sus fuerzas en múltiples frentes, sin considerar que el futuro de Catalunya y los catalanes pasan, indefectiblemente, por conseguir tomar el control y plena disponibilidad de los recursos económicos que generamos con nuestro esfuerzo y trabajo y que actualmente son propiedad de España.

Sin tener el control financiero, económico y político, las instituciones catalanas son mera apariencia de autogobierno. El Gobierno y el Parlamento resultan impotentes para dar respuestas a la grave crisis que venimos padeciendo. No solo no puede legislar con leyes adecuadas a la realidad catalana, en materia de contratación laboral, en inversiones públicas, en política fiscal, sobre entidades financieras, etc..., además, carece de recursos económicos para respaldar las inversiones en obra pública que necesitamos, para apoyar la I+D+I, para fomentar las exportaciones... No puede legislar plenamente sobre hipotecas, sobre la edad de jubilación, sobre dependencia, ni sanidad y educación. Las carencias alcanzan incluso al mundo sindical y a las asociaciones patronales, que deben y otorgan obediencia ciega a los intereses nacionales españoles, aunque por lo visto lo hacen gustosamente. Como resumen de estas falsas apariencias características de la élite dirigente catalana, -y que no merece, a su juicio, ningún plante ante el Gobierno español-, veamos a través de dos ejemplos lo que acontece en el presente. El Gobierno catalán debe ejecutar las órdenes requeridas por Madrid (que a su vez obedece a la señora Merkel), recortando drásticamente el estado de bienestar catalán, a pesar que el Gobierno de España debería transferir a Catalunya 2.200 millones de euros -1450 del fondo de competitividad, más 750 de la disposición adicional tercera-, lo que haría más llevaderos y menos traumáticos los ajustes presupuestarios; transigen ante el Gobierno español en que los intereses aeroportuarios catalanes deban someterse a los intereses de AENA y particularmente del aeropuerto de Barajas.

Madrid tiene muy claros los intereses, las prioridades y los principios que sustentan su Estado. Son capaces de  utilizar todos los recursos disponibles para alcanzar sus objetivos. No importa si retuercen la Constitución, si fuerzan la Justicia o manipulan la información, la economía y la política. El bien superior a preservar, en su opinión, lo legitima todo. Para ellos, España lo vale. La Generalitat, los partidos políticos, las instituciones catalanas, sin embargo, muestran una cobardía impropia en una Nación moderna como es Catalunya. Se muestran temerosos de enfrentarse con el poder español; el mundo económico y financiero catalán carece del coraje necesario para encararse y combatir, si fuera necesario, a los intereses españoles que colisionen con sus propios intereses. Las fuerzas sindicales catalanas priorizan el sometimiento a las centrales sindicales españolas, antes que a los intereses de sus afiliados de Catalunya, renunciando, por ejemplo, a la negociación colectiva en el ámbito estrictamente catalán, supeditándolo al ámbito español. Los medios informativos catalanes padecen el síndrome de Estocolmo, propio de quién se encuentra secuestrado; son capaces de justificar y edulcorar las políticas españolistas en aras de una concordia que solo ellos practican, no los españoles. En fin, los partidos políticos catalanes y sus dirigentes, se muestran más preocupados en aparecer como buenos vasallos que defender los intereses de los ciudadanos que les otorgan su confianza, elección tras elección. Para no molestar a España, la presidenta del Parlamento de Catalunya es capaz de imponer una vergonzosa censura a los parlamentarios que osen hablar de expolio fiscal y robo de España hacia Catalunya. El señor Duran renuncia a calificar como fracaso si no consigue el pacto fiscal. El PSC, en plena cruzada federalista, es capaz de proponer que se pida un pacto fiscal que implique el aumento del cupo vasco, para que la aportación solidaria catalana permanezca inalterada dentro del sistema de financiación autonómico general, es decir, dentro de la LOFCA y sometido al Consejo de Política Fiscal español. Y el señor Mas se pliega a los argumentos unionistas, afirmando que la independencia de Catalunya se alcanzará cuando una amplísima mayoría la apoye. ¿Está acaso pidiendo la unanimidad catalana?.

La clase política oficial catalana debería aceptar que la mayoría de ciudadanos está ya a favor de la  independencia de Catalunya. Según recientes encuestas -del CEO-, casi el 62% de los catalanes, con derecho a voto y voluntad de ejercerlo, se muestran favorables a dar el en un hipotético referéndum de autodeterminación. Ciertamente, no se trata de la unanimidad requerida por el señor Más, pero si es una gran y sólida mayoría, que en otros lugares de Europa ha servido para alcanzar la soberanía plena de otras naciones sin estado, como es Catalunya.

Si los partidos, los dirigentes y las instituciones públicas y privadas catalanas no abandonan sus temores, sus remilgos políticos y sus filias españolistas - por otra parte, nunca reconocidas por España- y se ponen, sin reservas, al servicio de los ciudadanos de Catalunya y en defensa de sus intereses,  nosotros tomaremos la iniciativa -como ya está ocurriendo en la actualidad- y pasaremos olímpicamente de todos aquellos que dan más importancia a no molestar a España y no hacerse antipáticos a los españoles, antes que escuchar y combatir por los intereses de todos los ciudadanos catalanes. Pero, ¿como tomaremos la iniciativa?




divendres, 2 de desembre del 2011

REFLEXIONES SOBRE CONVERGENCIA I UNIÓ. (Y 2)

El futuro político en los próximos meses, para CiU, se presenta realmente complicado. Cierto es que intenta controlar el gasto público, pero solo a base de recortes y sin la más mínima y leal colaboración del Gobierno español. Cuadrar unas cuentas de más de 35.000 millones, recortando un 10% y sin poder contar con 2.200 millones de €, es decir, con más de un 7% del propio presupuesto -retenidos arbitrariamente por el Estado-, se antoja harto difícil. Si el Gobierno español persistiera en su fechoría, resultaría imposible. Catalunya sería inviable (ingobernable) con una reducción de casi el 20% en el presupuesto.

Pero, ¿qué hacer?. No pueden fiarlo todo a la imposible consecución del Pacto Fiscal, denostado por el Partido Popular y adulterado en su concepción de concierto a la vasca por los socialistas. Tampoco es verosímil que el señor Duran i Lleida sea la persona más adecuada  para negociar y defender sin concesiones el nuevo pacto fiscal para Catalunya. El exacerbado sentido de estado -que no es más que sumisión a los intereses unionistas españoles-, le convierten en el perfecto candidato para cosechar el fracaso más rotundo. El señor Duran i Lleida es ligeramente pusilánime, pues parece dispuesto a transigir fácilmente ante las dudas y temores evidenciadas con la idea del pacto. Un acuerdo político que pudiera significar la  cuasi-soberanía fiscal de Catalunya no parece ser algo de su agrado. Prueba de ello son las recientes declaraciones  afirmando que no conseguir el pacto fiscal no será un fracaso. Si alcanzara un auténtico éxito en las negociaciones, representaría la evaporación de sus aspiraciones políticas como personaje protagonista en el escenario español; por tanto, los temores, dudas y carencia de coraje atenazan y condicionan su capacidad negociadora.

Por lo demás, la consecución de un auténtico pacto fiscal, tipo concierto económico, es imposible. Desde el entorno popular, así como socialista, ya han dicho, por activa y por pasiva, que no es viable para España; no les proporciona ningún beneficio, al contrario, pierden la gallina de los huevos de oro. Y como en la fábula, son capaces de matar la gallina, rebuscando en sus entrañas una supuesta mina de oro, antes que reconocer que la gallina tiene derecho a vivir en paz, libertad y prosperidad.

Convergencia debe saber también que los ciudadanos catalanes no aceptaremos un sucedáneo de pacto fiscal. Y si CiU intenta hacer pasar una mera mejora del sistema actual como un triunfo incuestionable, fracasará estrepitosamente. Los catalanes queremos que el sistema de financiación de Catalunya, quede al margen del Consejo de Política Fiscal y Financiera de las Comunidades Autónomas y de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas, puesto que en una relación multilateral, curiosamente, Catalunya siempre sale perdiendo y frecuentemente se forjan extrañas unanimidades que acaban perjudicando los intereses catalanes. Así pues la relación, la negociación,  ha de ser bilateral, entre Catalunya y España. El Pacto debe incluir la totalidad de los impuestos, directos e indirectos, tasas, cotizaciones sociales...., en definitiva la recaudación, a través de una agencia tributaria propia, de todo lo que los ciudadanos, empresas e instituciones catalanas pagamos, así como la gestión, inspección, etc...   En la línea del concierto económico vasco. Ni más, ni menos.

Como puede entenderse, la hazaña se presenta imposible. España jamás equiparará la financiación de Catalunya con la del Pais Vasco y Navarra. Estas dos comunidades, al contar con la totalidad de los recursos que generan para su uso y disfrute, tienen una tasa de paro inferior a la mitad que la media del Estado. Los gobiernos de ambas comunidades aún haciendo ajustes moderados en sus cuentas públicas, no recortan ni en sanidad ni educación. Ocupan en el ranking de renta per capita, y todos los ranking's que miden el bienestar, el segundo y tercer lugar. Ninguna de estas dos comunidades recibe la consideración española de insolidarios, egoístas, chantajistas, victimistas, desleales...., como sí lo hacen con Catalunya, a pesar del empobrecimiento que sufrimos, una vez descontada la cuota de solidaridad forzosa que imponen desde España.

¿Creen los políticos convergentes que lograrán este pacto imposible?. Aun con el apoyo que pudiera recibir en la consulta que pretenden promover, fracasarán. El Estado hallará el camino para frustrar, una vez más, las ilusiones y esperanzas catalanas. Utilizará todo el arsenal político, legislativo, judicial, constitucional e incluso económico-financiero para poner en su sitio a Catalunya. Y acabará ofreciendo un nuevo pacto fiscal, dentro de la LOFCA, sometido al Consejo Fiscal, a merced de las necesidades de España, e institucionalizará la solidaridad forzosa, para que nunca más pueda ser puesta en duda por nadie. Y si esto es lo que CiU pretende vender como el mejor pacto fiscal alcanzado en la historia, las carcajadas de sus votantes y de los catalanes en general, se oirán hasta en Timbuktú. Y en la euforia desatada por este aparente triunfo, surgirán la rauxa y el seny que nos conducirán imparablemente, hacia la anhelada independencia. Pero desgraciadamente, habremos perdido tiempo y fuerzas en un imposible. Y esta es la responsabilidad de CiU, formación hegemónica de Catalunya. Esperemos que recapaciten y que eviten la embriaguez del poder.
  


dijous, 1 de desembre del 2011

REFLEXIONES SOBRE CONVERGENCIA I UNIÓ. (1)

¿Como se vislumbra el futuro de la formación política hegemónica de Catalunya?. ¿Que respuestas deberá  ofrecer  a los ciudadanos catalanes que le han otorgado confianza?. ¿Qué retos habrá que enfrentar y resolver para dar satisfacción a las expectativas levantadas en la sociedad catalana, ansiosa de clarificar su futuro político, económico y social, de forma inaplazable en esta legislatura, de la cual ya ha transcurrido una cuarta parte?.

CiU ha conseguido una nueva victoria electoral que colma sus expectativas de forma brillante y avasalladora;  no en vano significa alcanzar la meta en primera posición en el ciclo electoral inaugurado con el triunfo en los comicios al Parlamento de Catalunya hace un año. Tres procesos electorales -catalán, locales y generales- saldados con victoria, que han provocado su actual hegemonía política. Pero lo más importante es que  también ha de asumir una grandiosa responsabilidad, que jamás había alcanzado en el pasado, ni siquiera con los gobiernos del señor Pujol. La coalición CiU tiene que dar respuestas a la crisis económica -con las escasas armas que posee para combatirla-, a las exigencias de los ciudadanos, así como encarar la crisis financiera que arrastra la administración catalana, agravada por la manifiesta deslealtad del Gobierno de Madrid. Es precisamente la deslealtad española el más grande reto que tiene; no en vano incide en el día a día de la sociedad catalana. Hasta ahora, solo ha solicitado de nosotros comprensión y sacrificios, pero no ofrece una salida airosa a tantas exigencias como las que plantea la unión de Catalunya con España. Esta dependencia es la causa de los recortes que están sufriendo la sanidad y educación catalanas. Es la que provoca las dificultades de tesorería que sufre el gobierno de la Generalitat, así como la incertidumbre sobre el futuro que tenemos los catalanes. En definitiva, es la que provoca que Catalunya no pueda gozar del nivel de desarrollo y bienestar que se ha ganado y merece, puesto que una parte muy importante de los recursos que generamos los ciudadanos con nuestro trabajo e impuestos, van a parar a una figura retórica, que España califica de solidaridad y que Catalunya ha bautizado como expolio fiscal.

Nos sorprenderíamos escuchar en público, lo que ciudadanos catalanes de origen no catalán dicen en privado; lo irritante que les resulta ir a los pueblos donde nacieron sus padres y constatar lo bien que viven por aquellas tierras. Y son plenamente conscientes que es así a causa de los impuestos que pagamos los catalanes y que van a parar a España en un viaje sin retorno, en forma de falsa solidaridad. Autopistas libres de peaje, lineas de Alta Velocidad de lujo, PER para todos y cada uno de los miembros de una misma familia, ayudas odontológicas para la infancia, ordenadores totalmente gratis en las escuelas.... Veamos lo que se evidencia ante los asombrados ojos de estos catalanes. Son datos y estadísticas extraídos del estudio Las diferencias regionales del sector público español, realizado por la poco sospechosa Fundación BBVA en colaboración con el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. 

En Extremadura, el número de empleados públicos es del 33% sobre el total de empleados de la región; en ambas Castilla más del 25%, al igual que Andalucía. En Catalunya, por contra, apenas supera el 15%; es la comunidad con menos funcionarios y empleados públicos de todo el Estado Español; es una de las comunidades con menor inversión por habitante en sanidad y educación ocupando, respectivamente, el 12º y 11º lugar entre las diecisiete comunidades. Recordemos que la inversión se realiza por transferencias del Estado Español, es decir, es finalista para todas las comunidades. Catalunya recibe para sanidad 1.196 € y para  educación 977 €, por habitante. Como comparación, Navarra (concierto) emplea 1.704 y 1.359 € por habitante; y Andalucía, (régimen común) 1.316 y 992 € por habitante. Para acabar esta breve exposición, vemos que mientras el PIB de Catalunya tiene una participación del sector público del 7,4%, en Extremadura se eleva al 22,3% y ambas Castillas superan el 15%. Si observamos la participación de los salarios del sector público sobre el total de salarios, en Catalunya es del 12,9%, la menor de todas las comunidades, mientras que en Extremadura es de más del 40% y ambas Castillas superan el 29% sobre el total.

Como puede verse en casi todas las comparaciones estadísticas, Catalunya resulta el primo generoso para el conjunto de comunidades autónomas, es decir, la gallina de los huevos de oro para España. No solo aportamos cada año en concepto de solidaridad entre 16.000 y 22.000 millones de €, además, tenemos el menor número de funcionarios, pagamos los salarios públicos más bajos y recortamos las cuentas públicas más que nadie, y este año de 2011, como nadie; por el momento, el resto de comunidades, proponen y gesticulan para este año y anuncian recortes en los presupuestos del próximo ejercicio. A ello debemos añadir la mencionada deslealtad gubernamental española; niega el pago del fondo de competitividad hasta el año 2013 y resulta moroso en el pago de la disposición adicional tercera del vigente Estatuto Catalán, -Ley Orgánica del sagrado e inmutable ordenamiento jurídico-constitucional español-. No olvidemos que son 1.450 y 750 millones de euros, respectivamente, que se reserva el Estado Español, en lugar de transferirlos como debiera a Catalunya. No resulta extraño que para cumplir las exigencias de contención del déficit, la Generalitat tenga que recortar sin piedad en todas las partidas presupuestarias, incluidas desgraciadamente sanidad y educación. Es una pena que no pueda hacer como el Gobierno Español, esto es, traspasar la reducción a otros, para cumplir con las exigencias del directorio franco-alemán.

En tales condiciones, ¿cual será la actitud del Gobierno catalán ante esta injusta realidad española?. ¿El pacto Fiscal, defendido sin demasiado entusiasmo por el señor Duran i Lleida, de Unió Democrática de Catalunya?. ¿Una consulta popular para apoyar esta reivindicación, desdeñada ya ahora por el Partido Popular?. No podemos envidiar políticamente la papeleta que deberá lidiar el señor Mas y su partido, Convergencia Democrática de Catalunya en los próximos meses. Pero podemos seguir reflexionando y especulando.







    

dilluns, 28 de novembre del 2011

LOS SIETE PECADOS CAPITALES.

La región de Murcia proclama, orgullosa, que "no es Catalunya". En la presentación de las cuentas públicas, el consejero de Economía y Hacienda, Salvador Marín  (PP),  se ha vanagloriado del hecho que no recortarán los salarios de los funcionarios ni pondrán en marcha ningún tíquet sanitario, a pesar de disminuir las cifras del presupuesto murciano un 10%, es decir, unos 400 millones de €. No detalló en que partidas se recortará esta cifra.

Por otro lado, el señor Griñan (PSOE), presidente de Andalucía, presume que el endeudamiento andaluz es muy inferior al de la Generalitat catalana. Critica  los recortes de Catalunya y otras comunidades(!?), porqué producen "enfrentamientos territoriales y forman parte de un disparate general". Como la deuda andaluza es muy inferior a la catalana, esto permite incrementar el próximo presupuesto un 2,5%. Por cierto, año electoral en esa comunidad, es decir, intenta comprar votos.

Como es sabido, los siete pecados capitales son: Lujuria, Pereza, Gula, Ira, Envidia, Avaricia  y Soberbia. El término capital se utiliza porque son pecados que dan origen a otros muchos.

Los señores Marín y Griñan, a pesar de pertenecer a dos formaciones políticas supuestamente distintas, coinciden en utilizar a Catalunya como ejemplo de lo que no debe hacerse en las cuentas y la administración públicas. El consejero murciano no imitará a Catalunya, pero no menciona de donde saldrán los 400 millones de euros que asegura recortará. ¿O no lo hará?. ¿Tal vez todo quedará en mero anuncio propagandístico, inconcreto y de nulo cumplimiento?. Por el momento, la prensa denuncia que Murcia, como antes Galicia -ambas comunidades gobernadas por los populares- retira de forma temporal la tarjeta sanitaria a desempleados de larga duración y extranjeros sin recursos, precisamente dos colectivos especialmente vulnerables. Confiemos que no suceda como ocurrió con los inmigrantes ilegales liberados de los saturados centros de acogida (internamiento) de algunos lugares de España, a los que daban un billete de tren o autobús y se les fletaba hacia la Plaza Catalunya, de Barcelona, donde hallarían -les decían- el auxilio que necesitaran. Naturalmente las instituciones catalanas, a pesar de no recibir ningún tipo de aviso -ni colaboración- de los centros emisores, se hacían cargo y ayudaban a los desventurados ilegales, intentando reparar la arbitrariedad causada por la pereza de los responsables de tal despropósito cargado de ruindad.    

En cuanto el señor Griñan, que presume del bajo nivel de endeudamiento de su comunidad, debería explicar a los ciudadanos porqué esto es así, siendo Andalucía la región española que más solidaridad financiera recibe del resto de la comunidades ricas. ¿Tiene algo que ver el expolio que sufrimos, por ejemplo, los catalanes, parte del cual va a parar a su comunidad?. ¿O no es más que el resultado de haber cobrado la llamada deuda histórica, entelequia esperpéntica original andaluza recogida en el texto estatutario de esta comunidad?. Por cierto, copia literal (traducido) del Estatuto catalán, excepto en lo referido a la cantidad que Andalucía considera que debe pagarle  el Estado para hacer frente a las peculiares circunstancias socio-económicas de la región. El importe de esta supuesta deuda se fijó entre 1.148 y 1.742 millones de €, pero se llegó a un acuerdo con el Gobierno de Madrid de 1.204 millones de €, cantidad que colmó la avaricia de los dirigentes andaluces. Sea como sea, el presupuesto de Andalucía aumentará el 2,5% el próximo ejercicio, no habrá recortes ni en sanidad, ni en educación y su deuda seguirá siendo inferior a la catalana. Y sus campesinos seguirán esclavizados a través del PER. Y la justicia seguirá investigando el escándalo de los ERE's. Y los latifundios seguirán colmando de satisfacción y beneficios a sus propietarios; beneficios provenientes del reparto de subvenciones europeas.

Mientras tanto, una encuesta digital del diario ARA pregunta, "¿cree que Artur Mas podrá conseguir el pacto fiscal?"; obtiene el 14% de respuestas favorables al si; el no asciende al apabullante 86%. Por lo visto, los ciudadanos catalanes no confían mucho que el gobierno de Madrid haga justicia con Catalunya, a pesar de ser, por el momento, la única comunidad que ha aplicado un drástico  -y doloroso- recorte en el presupuesto de 2011 y que anuncia nuevas medidas para reducir las cuentas públicas en el presupuesto de 2012, excitando la ira de los indignados ciudadanos catalanes. El señor Mas debería poner el mismo empeño y determinación en la aplicación de los injustos recortes que promueve y la exigencia del cese del expolio, ante Madrid, en busca de justicia fiscal para Catalunya. Los ciudadanos catalanes estamos cansados de pagar impuestos ilimitadamente en beneficio de otras comunidades, que encima se pavonean de vivir mejor que Catalunya.

Oyendo las peroratas de los políticos españoles, confieso que la ira me invade. El hartazgo que siento, que sentimos muchos catalanes, solo hallará recompensa cuando venzamos y nos libremos de la gula insaciable que exhiben políticos e instituciones españolas; embaucan a sus propios conciudadanos con irrefrenable avaricia, tanto política como económica, de la que hacen pomposa ostentación. Las declaraciones de los nacionalistas españoles están cargadas de chulería, de soberbia. Critican los recortes catalanes, cuando son ellos los que con sincera humildad deberían adelgazar sus presupuestos, saturados de ociosos y onerosos funcionarios y henchidos de dispendios superfluos; cargados de incongruencias, como son sufragar operaciones de cambio de sexo en su sistema sanitario y remitir a la sanidad catalana pacientes que requieren atención médica especializada y de elevado coste económico. Claman contra las subvenciones identitarias catalanas, pero no contra los centenares de millones de euros que dedican a sufragar la fiesta nacional, las ganaderías bravas y las corridas de toros. Se escandalizan porque la televisión pública catalana tiene seis canales, mientras se fomenta la tele-basura en castellano, que ocupa decenas de canales privados, así como la infumable -por sectaria y nacionalista- televisión pública española, con muchos más canales y recursos de los que dispone TV3; por cierto, líder indiscutible de audiencia en Catalunya, modelo de calidad de programación, pluralismo y rigor informativo. Son la avaricia y la envidia las que se manifiestan en boca de políticos, empresas e instituciones, privadas y públicas españolas, en pos de alcanzar hasta el último céntimo del pastel publicitario en Catalunya, a costa de TV3. Siento una enorme pereza por las continuas envestidas anti-catalanas que tanto el PP como el PSOE intentan justificar al amparo de la crisis económica, la solidaridad forzada y la comunión de intereses -inexistentes- entre España y Catalunya. Los políticos españoles manifiestan auténtica lujuria, esto es, pensamientos posesivos sobre otras personas, en nuestro caso, los catalanes; véase sino las declaraciones de Peces Barba -quedarse con Catalunya y dejar Portugal-. Por el momento, se limitan a oprimir y explotar la colonia catalana, para beneficio de España, dicen. La obsesión hispana de fastidiar -joder- lo catalán, ya sea el idioma, la cultura, la economía, las infraestructuras, las finanzas, la política, en exclusivo beneficio de lo español, de España, además de hastío, es la principal causa de las ansias de libertad e independencia que se propala irresistiblemente por toda Catalunya.


Quién esté libre de culpa, que tire la primera piedra, se decía en las lapidaciones públicas de antaño. Catalunya no está libre de culpa. Tal vez no. Pero desde luego, no tiene porqué cargar con los siete pecados capitales a la vez, como sí pueden atribuirse a políticos, partidos e instituciones españoles en el presente. Harían bien en olvidarse, aunque fuera por un rato, de Catalunya y los catalanes. Al fín y al cabo, solo queremos lo que nos pertenece. Por tanto no es envidia y mucho menos lujuria, ni gula; no somos soberbios ni avariciosos, puesto que estamos dispuestos a ser auténticamente solidarios, de acuerdo con nuestras posibilidades, voluntariedad y bajo nuestro estricto control político. Yo particularmente, me declaro culpable de sentir cansancio, pereza, después de transcurridos más de treinta años desde la muerte del dictador; Catalunya y los catalanes nos encontramos todavía en plena e interminable lucha por la supervivencia de nuestra lengua, cultura, autogobierno, en definitiva, a favor nuestra personalidad nacional permanentemente hostigada desde España. Sí, siento ira, es decir, impaciencia con los procedimientos de la legalidad española, que a ojos de un catalán, se fundamenta en la (in)justicia castellana; pero también siento esperanza, ya que la independencia está cada día más cercana.








divendres, 25 de novembre del 2011

ELUCUBRACIONES POST-ELECTORALES.

Las elecciones ya han pasado. Los resultados, en España, han sido los previstos. El Partido Popular ha vencido por  mayoría absoluta. Ha sido la formación más votada en todas las comunidades autónomas, excepto en dos, País Vasco y Catalunya. Es revelador que en estas dos naciones, los populares hayan sido votados por una minoría de ciudadanos, militantes recalcitrantes del nacionalismo español. El Partido Socialista Obrero Español ha perdido más de cuatro millones de votos respecto las elecciones de 2008. La debacle ha sido total, especialmente en Catalunya, donde las perdidas -del PSC- alcanzan los 770.000 votos; es la comunidad donde mayor ha sido el descenso sufrido. Es justo señalar que las pérdidas del PSOE no han ido a parar al PP, que apenas aumenta el número de votantes. Los máximos beneficiarios del descenso han sido pequeñas formaciones regionalistas, Izquierda Unida y la abstención. La aplastante victoria conservadora se produce como consecuencia del hundimiento electoral del PSOE, no por el aumento de votos populares.

Este puede ser el resumen de lo acontecido el pasado domingo, a nivel estatal. Si entramos en el detalle de la anomalía catalana, observaremos el cambio de paradigma que revelan los resultados. Las formaciones más o menos españolistas, los conservadores-regionalistas y los socialistas-autonomistas, en las elecciones de 2008 sumaban 33 escaños, mientras los nitidamente catalanistas eran 14. Pues bien, los resultados del 20N indican que los españolistas han descendido hasta los 25 escaños -14 PSC y 11 PP- y los catalanistas aumentan a  22. Es decir, la diferencia se ha reducido de 19 a 3 escaños; en realidad, la diferencia es favorable al catalanismo, pues no debemos ocultar que buena parte de los 14 escaños obtenidos por el PSC son catalanistas; si nos atenemos a la última encuesta del CEO, casi una tercera parte de los votantes socialistas están a favor de la independencia de Catalunya.


Si nos fijamos en los resultados a nivel de partido, la coalición CiU ha vencido con claridad en Catalunya. Más de un millón de votos, casi el 30%, ha otorgado la victoria a la formación nacionalista. El segundo lugar lo ocupa, por primera vez en la historia de las elecciones al Congreso, en Catalunya, el PSC, con algo más del 26% de los votos. Cabe destacar la pérdida de más de 700.000 votantes en esta formación, de los cuales solo unos 100.000 han elegido como referente político la formación nacionalista española, el Partido Popular, que ocupa el tercer lugar, con el discreto soporte de poco más del 20% de los electores y habiendo cosechado el menor aumento de votos experimentado en todo el Estado. El fiasco de los populares, que aspiraban a disputar la primera posición en Catalunya, es notable; solo la victoria en España les permite disimular la enorme decepción que han sufrido por unos resultados que, sin embargo han significado aumentar en tres escaños la representación alcanzada en 2008. La pretensión de aglutinar el voto españolista entorno al PP ha resultado un fracaso. Lo cierto es que la mayoría de votantes huidos de las filas socialistas, se han repartido entre la abstención, CiU e ICV; solo una pequeña parte se ha revelado como nacionalista español, votando a los populares. ERC ha logrado mantener la representación a tres escaños, frenando el hasta ahora imparable declive electoral; mientras ICV aumenta dos escaños, hasta alcanzar los tres, recogiendo algunos votos de antiguos socialistas.

Bien, ¿y ahora, qué?. El Partido Popular ha comenzado a excusarse-escudarse en la crisis económica para negar el cacareado Pacto Fiscal, demandado por CiU, como si los recursos financieros que necesita Catalunya fuera un capricho ajeno a la propia crisis. El señor Duran i Lleida, recibido la noche electoral al grito de in-inde-independen-ci-a por los militantes de CiU en la sede electoral, empieza las excusas de mal pagador, afirmando que no será un fracaso no alcanzar el Pacto Fiscal; se cura en salud por la mayoría absoluta obtenida por los populares, sabedor que utilizarán la apisonadora para negar las justas reivindicaciones catalanas. Tal es el caso del fondo de competitividad, de 1.450 millones de €, cuya reclamación fue entusiasticamente apoyada por los nacionalistas españoles en plena campaña electoral, pero que ya han empezado a negar al grito de ni en broma -Fernandez Diaz dixit-. En definitiva, la ensoñación del Pacto Fiscal convergente se tornará en pesadilla  ante la realidad españolista. Si alguna vez habían creído la posibilidad que España renunciaría a la recaudación y control de más de la tercera parte del total de ingresos (impuestos más cuotas de la seguridad social) que se generan en el Estado, el señor Duran i Lleida en particular y CiU el general, se mostrarán tal cual son, es decir, ingenuos e incautos.

Convergencia i Unió verá como su estrategia se esfuma, ante el contundente posicionamiento del nacionalismo español. No solo  da largas al pacto fiscal, también ningunea la victoria convergente en Catalunya.  La señora Sanchez Camacho afirma (amenaza) que CiU no es determinante (necesaria) para los populares españoles, mientras que el PP si lo es para la estabilidad del gobierno catalán. Conviene pues que CiU tome conciencia de la actitud popular; deberá explorar y alcanzar apoyos políticos en el Parlamento catalán con ERC e incluso ICV, sin descartar, en un próximo futuro, pactar con los socialistas del PSC, tal vez liberados ya de la losa españolista  que hasta ahora les atenaza, una vez concluya el congreso que este partido debe realizar, para lograr así una completa y auténtica refundación y regeneración. Si el PSC eligiera una dirección nitidamente catalanista, se liberara de las ciegas obediencias al PSOE y recuperara el grupo parlamentario propio en Madrid, el entendimiento catalán frente España resultaría imparable.

En cualquier caso, CiU deberá poner en marcha un plan B, que contemple la respuesta catalana ante el previsible fracaso en la consecución del concierto económico. Dicho plan debe pivotar entorno el ejercicio del derecho de autodeterminación. Este derecho, ajeno a la comprensión intelectual y a la legalidad (anti)democrática española, alcanza un gran consenso entre los distintos grupos parlamentarios catalanes; de hecho, solo se oponen los populares y el marginal sub-grupo de Ciudadanos. El ejercicio del derecho a decidir devendría el único camino posible que nos quedaría para conseguir un mínimo de justicia. Ejerciéndolo a pesar de la previsible oposición española, de una tacada alcanzaríamos la plena soberanía y  control de nuestros recursos financieros, económicos, legislativos y judiciales, con los cuales obtener la libertad, prosperidad y justicia social que nos hurta la unión con España. Y no debe descartarse el ejercicio de este derecho a través de la convocatoria de elecciones anticipadas en Catalunya, llevando como principal punto en el programa electoral, la declaración unilateral de la plena soberanía. Esto permitiría al nuevo ejecutivo de la Generalitat, la convocatoria de un referéndum ratificatorio de la independencia, previamente proclamada en solemne sesión del Parlamento de Catalunya.

Como catalanes, esta es la única opción que nos queda. Porque, ¿creen de verdad que los ciudadanos que han apoyado la ensoñación del pacto fiscal se conformarán con menos de lo que Catalunya y los catalanes necesitan con tanta urgencia?. No podemos persistir en lo imposible. Debemos luchar por lo factible, es decir, por la independencia. Ya ahora existe una amplia mayoria social a favor de la plena soberanía de nuestra Nación. Y no queremos nuevos recortes económicos, como los anunciados por el señor Mas, puesto que son injustos; Catalunya genera suficientes recursos fiscales como para cubrir la totalidad de las necesidades financieras que requiere. No decepcionen a los votantes que tan claramente nos hemos expresado este 20 de Noviembre. La independencia es necesaria, por tanto, es urgente. Comencemos el camino hacia Ítaca.