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dijous, 27 de novembre del 2014

EL REY DE LOS PÍCAROS.

Había una vez un chico que soñaba con ser rey. Siendo muy pequeñito ya mostró una auténtica obstinación para conseguir su objetivo. Para ello, era necesario codearse con la gente más importante del reino. Por esta razón, desde el inicio se acercó a las más altas instituciones y personalidades del Estado haciendo creer a todo el mundo que era alguien importante, juicioso y sobradamente preparado al cual se le podía confiar cualquier tipo de tarea o información sensible e incluso reservada que fuera necesaria o útil para la buena marcha del país.

Siendo solo un adolescente se relacionó con las más significadas figuras del partido político que ahora sustenta el poder gubernamental, así como del think tank que le proporciona las ideas y marca la doctrina a seguir, tanto en las tareas de gobierno como la línea argumental partidista de la formación en cuestión. Poco a poco fue pre-fabricando un relato, por lo que parece muy convincente, el cual le permitió ir escalando las más altas cotas de notoriedad dentro de la élite dirigente de la capital de reino -la Corte- hasta conseguir llegar a la cima, aquella que se encuentra allí, en las alturas. Se le podía ver bajo la sombra de ministros, cerca del presidente de Gobierno o al lado del expresidente más hosco que nunca haya existido, dando la mano al Rey o viajando en coche oficial con escoltas rumbo las misiones más rocambolescas que se le pudieran encargar a un niño espía. Como es un chico algo pagado de si mismo, para demostrar sus buenas relaciones y la importancia de su persona, ahora se le puede ver en centenares de fotografías y decenas de filmaciones y vídeos los cuales demuestran su capacidad de seducción, dotes de persuasión y la avasalladora personalidad que le caracteriza, rodeado siempre de primeras figuras políticas, institucionales, económicas y el definitiva, de la flor y nata de la villa y corte del reino.

Entrevistas con los abogados de los casos más mediáticos que yacen en los juzgados, por ejemplo el caso Urdangarin y la Infanta Cristina, o el caso Pujol; colaboraciones con el sindicato de extrema derecha Manos Limpias para inmiscuirse -¡liala que te hará fuerte!- en los pleitos promovidos por ellos; alternado en el palco del Bernabeu al lado del dinero y del poder para hacer negocios; misiones encargadas por los servicios secretos o por la vicepresidencia del Gobierno para arreglar el escándalo Gürtel; implicarse en el problema catalán para boicotear e interferir las relaciones entre Artur Mas y Oriol Junqueras, o para reconducir por el buen camino la llamada deriva separatista catalana; tareas de asesoramiento a la vicepresidenta del Gobierno e incluso a la Corona; aconsejar a la alcaldesa de Madrid para evitar que la capital se fuera a pique; un estrecho y tierno compañerismo con el expresidente de Gobierno más nacionalista que se haya conocido, llamado familiarmente Jose, el cual tiene un ego que se lo pisa en la modesta opinión de El pequeño Nicolás. Así es conocido nuestro héroe adolescente, Francisco Nicolás Gómez Iglesias, que según los expertos padece "una florida ideación del tipo megalomaniaco....". ¡Estas són sus aventuras!. Y por lo que parece, ¡estos son sus protectores!.

Es cierto que existen fotografías y vídeos que demuestran que se hallaba inmerso de la pomada madrileña. Que enviaba y recibía mensajes ha y desde las más altas instituciones y personalidades del Estado. Que ingresó en la FAES de Aznar el cual le daba cancha y juego además de invitarle a merendar a su casa, según manifiesta el chaval. Y también formó parte de las juventudes populares conduciéndoles como un rebaño de ovejas, con la experiencia propia de un buen pastor: Y que se hallaba muy próximo a los dirigentes de este partido, los cuales le manifestaban consideración, respeto y gratitud por el grado de implicación y compromiso demostrado. ¡Se convirtió el más popular entre los populares!. Incluso los más osados del partido le pronosticaban un futuro político brillante y sin techo.

Este chico de veinte años es un pícaro como una catedral, en un Estado que se halla sometido en una implosión ineludible, sin remedio ni esperanza. Se encamina sin freno hacia el desastre, hacia un nuevo 1898 pero sin la generación del 98. Los 6.666 ruines listillos -los añosos hidalgos de Madrit- que gobiernan y se enriquecen a costa de todos los ciudadanos, se hallan ahora atrapados en una pegajosa tela de araña conformada por una absoluta confusión y perplejidad, con una corrupción transversal y desbocada pegada a ellos, y una falta de ética y de principios democráticos más elementales. Incluso parece que no disfrutan de demasiada inteligencia, puesto que se han dejado embaucar por un niño bocazas con delirios de grandeza el cual les ha vendido una moto sin motor ni ruedas. En la España actual sigue siendo mejor tener los contactos adecuados -¡estar bien recomendado, como nuestro héroe!- que no ganarse el futuro con trabajo, esfuerzo e inteligencia. Es un Estado que no está muy alejado de la época del Siglo de Oro -ahora Siglo de Cartón-piedra- y de la novela picaresca, tan española. Gürtel, Bárcenas, Millet, Fabra, Rato, Blesa.... Y ahora, El pequeño Nicolás, rey de los pícaros y paradigma de los nuevos pícaros del siglo XXI, no muy distintos a los pícaros de los siglos XVI y XVII.... ¡Cuantas patrañas!. ¡Francisco de Quevedo no lo hubiera concebido ni escrito mejor!.








dijous, 20 de novembre del 2014

¡DIOS SALVE EL REINO!

"Antes se romperá Catalunya que España". El expresidente de Gobierno José Maria Aznar López no se caracteriza precisamente por sus dotes de profeta. Ni siquiera como adivino de feria. Esta sentencia fué pronunciada hace unos meses, ante el continuo de actuaciones y pronunciamientos que se producían en Catalunya -y que aún se producen- y que tanta desazón desencadena entre los ultra-nacionalistas españoles más exaltados. Más que un pronóstico manifiestan un deseo. Es decir, querrían que los catalanes se dividiesen y por tanto se debilitaran para así poder vencer más fácilmente lo que ellos denominan despectivamente como desafío independentista.

Este tipo de malos augurios también son utilizados habitualmente por el ministro con más mala uva de todos aquellos que integran el actual gobierno del señor Rajoy: Jorge Fernández Díaz, ministro del Interior. Este personaje, de fácil jaculatoria, que vive y respira santidad y avemarías y que se precia de formar parte de aquello que algunos califican como secta -el Opus Dei-, está obsesionado en anunciar a diestro y siniestro un supuesto enfrentamiento entre hombres y mujeres, padres e hijos o los vecinos del primer piso contra los del cuarto -por descontado, todo esto solo pasa en Catalunya-, advirtiendo que podría derivar en auténtica violencia física. Jorge Fernández se lamenta amargamente -pero también con deleite- que el separatismo está dividiendo las familias y la sociedad catalana, y enfrentando los unos contra los otros, con la vana esperanza que llamando al mal tiempo se desatará la tormenta. Y para provocar e impulsar esta clase de reacciones viscerales cargadas de brutalidad e injusticias, no duda en utilizar chapuceramente todos los instrumentos que tiene a su alcance: la Policía Nacional y la Guardia Civil. Investigaciones disparatadas contra jueces aparentemente soberanistas, informes difamatorios oficiosos contra políticos catalanes filtrados sistemáticamente a periodistas sicarios del poder, así como mil y una amenazas contra los catalanistas que confían en los principios democráticos y en la Justicia, son diligentemente patrocinadas por este ministro el cual no sabe qué es la tradición judeocristiana, por más católico, apostólico y romano que considere su comportamiento, ya sea privado o público. Y a menudo, también la ética política y la decencia ciudadana, en él, brillan por su ausencia.

Así pues, los nacional-unionistas se deleitan por los inexistentes enfrentamientos y divisiones en el seno de la sociedad catalana. Pero, ¿y entre ellos?. ¿Qué efectos causa el desafío independentista?.

Los efectos más evidentes que padecen son no comprender absolutamente nada de lo que ocurre en Catalunya ni de lo qué queremos los catalanes. En consecuencia, hacer continuamente el ridículo de la forma más descarnada que es posible hacerlo es otra de sus señas de identidad. Aznar quería que Catalunya se rompiera y lo que pasa es que se está rompiendo su propio partido. Y es que la corrupción es muy destructiva. Bárcenas, Gürtel, sobres con dinero negro generosamente repartidos entre la cúpula popular, pagar las reformas de la sede del partido con dinero de origen desconocido, contabilidad y cajas B por doquier -en la sede central y sucursales en todo el Estado-, comisiones cobradas a las constructoras y financiación irregular del partido. BANKIA, estafa de las preferentes y una nefasta gestión financiera con un coste de más de 23.000 millones de euros en ayudas públicas, tarjetas de crédito opacas de libre disposición en manos de los políticos -en este caso conservadores- apalancados en el banco popular.... Y una constante utilización y manipulación de policías, jueces y fiscales en defensa de su ideología política. Policías extremadamente locuaces con la caverna. Jueces insensibles pero vulnerables al dictado de la prensa afín a los populares, y fiscales agradecidos y obedientes.... Hasta que digan basta.

Mariano Rajoy ahora dice que no sabe que hará la fiscalía general del Estado con la no consulta del 9 de noviembre y con Artur Mas y algunos consellers de la Generalitat. Afirma que no ha dado ninguna orden a la fiscalía, pero la omnipresente Soraya Sáenz de Santamaría insta -en realidad, ordena y manda- al fiscal Torres Dulce para que interponga una querella penal -criminal- contra Artur Mas. Torres se encomienda a la fiscalía de Catalunya y esta le contesta por dos veces que no existe base para la querella. Y.... ¡boom!. Estalla un enfrentamiento entre fiscales y con el Gobierno de España. Rajoy y compañía quieren empapelar -inhabilitar o encarcelar- a cualquier precio a Artur Mas para que no se vaya de rositas después del desafío celebrado el 9 de noviembre pasado. Pero en opinión de muchos juristas no existe delito que denunciar ni juzgar. Voilà la ruptura anunciada por Aznar. ¡Pero en su casa!. He aquí el violento enfrentamiento patrocinado por Fernández Díaz. ¡Entre jueces y fiscales castellanos contra el Gobierno!. Esta es la clase de ridículo que hace el Gobierno de España, de la mano de Mariano Rajoy Brey. Querer manipular la judicatura, la fiscalía o el Tribunal Constitucional tiene un precio: La extravagancia, la vergüenza ajena, el esperpento más valleinclanesco que se haya conocido desde hace mucho tiempo. Y el descrédito internacional añadido.

Uno de los pocos argumentos mínimamente sensatos que hacen servir Rajoy y los nacionalistas españoles contra los independentistas consiste en afirmar que los catalanes no podemos ejercer el derecho de autodeterminación porqué Catalunya jamás ha sido una colonia. Pués bién, parece que incluso este argumento no és defendido por todo el mundo con la misma convicción. El Jefe del Estado Mayor del Ejercito de Tierra español opina que "cuando la metrópoli es débil es cuando tiene lugar la caída". "Procesos de este tipo tienen lugar cuando el poder central es débil". Y comparó la situación actual con la España de 1898, cuando perdió sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. Yo me permito añadir que la desconsideración, la falta de respeto y el trato que dá el Gobierno de Rajoy a Catalunya y a los catalanes desde siempre y especialmente durante la actual legislatura, son los mismos que dieron Cánovas y Sagasta a las colonias americanas y del Pacífico en las postrimerías del siglo XIX. Afortunadamente, el general Domínguez Buj también ha rechazado que el soberanismo pueda arreglarse con el uso de la fuerza o los tribunales, aunque añadiendo que "las fuerzas armadas son el instrumento que tiene el gobierno para hacer cumplir la ley y la constitución" y como tal han de obedecer las órdenes del Ejecutivo español.

La capacidad de autodestrucción de Mariano Rajoy y su gobierno por falta de coraje político, inteligencia legal y administrativa, y por un exceso de desidia gubernamental, de insolvencia democrática y manifiesta falta de empatía emocional hacia los ciudadanos, que exhibe tan profusamente, convenientemente arropado por sus incondicionales, están llevando al Estado Español a borde del abismo. Y no ayudan mucho personajes como Aznar, Fernández Díaz o la mismísima Alicia Sánchez Camacho, autodenominada portavoz de fiscales -de confianza- y jueces para poder evitar la catástrofe que se aproxima a toda velocidad. Más bién sus intervenciones aceleran la marcha hacia el agujero. Por no hablar de la corrupción que está carcomiendo irremediablemente el Partido Popular, o del asesinato que están perpetrando por enésima vez contra Montesquieu y la división de poderes. Anunciar catástrofes financieras y económicas para Catalunya, enfrentamientos y violencia dentro de la sociedad, querellas criminales contra políticos, dar por hecho que una suspensión provisional del TC equivale a una sentencia firme contra el proceso catalán y mil sandeces más, es llamar al mal tiempo y que el desastre arrase todo el Estado, sin que la pachorra del presidente del Gobierno puedan evitarlo. Antes al contrario.

Catalunya se va. Por méritos propios y porque merecemos la independencia. Nos la hemos ganado. Pero también por demérito del Partido Popular y de todos aquellos que aún le dan soporte. Y por encima de todo, de su presidente, el cual para desgracia de España también lo es del Gobierno del Reino.... ¡Dios salve el Reino!, porqué ni Mariano Rajoy ni el Partido Popular serán capaces de hacerlo. !Ni tan solo saben hacer POLÍTICA....!.







divendres, 14 de novembre del 2014

EL DÍA DESPUÉS.

Ya ha llegado el día después del 9 de noviembre. Los catalanes hemos superado toda clase de malos augurios lanzados por aquellos que se llenan la boca apelando constantemente a la Constitución española como sólido muro de contención de los anhelos soberanistas, o utilizándola como un amenazador garrote disuasorio contra las ansias de justicia y libertad de los ciudadanos. No hicimos caso de las maldiciones que nos lanzaban, ni de las amenazas y los insultos que nos dedicaban. Además, se jactaban de ser demócratas, justos y tolerantes cuando en realidad eran -son- justo lo contrario: antidemocráticos, injustos e intolerantes. El día después se hallan en estado de shock. Dolidos. Atónitos. Perplejos. No encuentran ninguna explicación racional sobre lo que acaba de suceder en Catalunya, porqué no lo entienden. Mientras se lamen las heridas recibidas siguen dedicándonos calificativos ofensivos y llenos de odio, como si estas extemporáneas actitudes les proporcionaran el consuelo que ahora no tienen. Algunos de ellos destilan autentico rencor, incluso rabia, hacia los catalanes. ¡Y en absoluto lo disimulan!. La desesperanza de muchos españoles ha llegado a sobrepasar límites insospechados..... Pero, ¿porqué?. ¿Que daño hemos causado los catalanes?. ¿Cual es la gran ofensa que hemos infligido a los españoles?.

Más de 2,3 millones de ciudadanos decidimos el 9 de noviembre desafiar la soberbia mostrada por las élites administrativas, políticas y económicas de España, las cuales hasta entonces habían pretendido humillar y aniquilar, por enésima vez, las ilusiones y esperanzas de Catalunya y de los catalanes. El resultado de este desafío fue una esplendida victoria sobre el Gobierno español y el partido alfa -por el momento- que le dá cobertura, sobre el Tribunal Constitucional y un ejército de abogados del Estado al servicio del nacionalismo español, hegemónicos a día de hoy en Madrit. Es de sobra conocido el arsenal ofensivo empleado por los poderes fácticos españoles utilizados para aplastar el proceso soberanista puesto en marcha con el respaldo de buena parte de la sociedad catalana. Durante tres siglos se han sucedido guerras, violencia represiva, dictaduras, imposición política, persecución lingüística y cultural, discriminaciones financieras y económicas, el insoportable peso de las leyes castellanas, así como de los farragosos y rancios funcionarios del Estado, y ahora un Tribunal Constitucional absolutamente deslegitimado, casi ilegítimo, según la opinión mayoritaria de los catalanes. Todo ello sin que haya servido para torcer nuestra voluntad. A menudo, Catalunya ha tenido que renunciar a derechos, bienes y anhelos para pagar el oneroso peaje que ha costado esta unidad forzosa con España. Nos ha costado sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor, como dijo en 1940 Sir Winston Churchill a sus compatriotas. Es justo reconocer, empero, que no ha sido nada diferente a lo que se ha exigido históricamente a cualquier otro pueblo, siempre que quiera ser y existir como tal en libertad, paz, justicia y prosperidad. La mayoría de catalanes nos hemos puesto en marcha hacia la independencia con decisión, júbilo y unidos como una piña. Y las embestidas incontroladas del nacionalismo español siempre excluyente y autoritario, no podrá detenernos.

Pués bién. El Gobierno del señor Rajoy prometió a sus incondicionales que los catalanes no votarían bajo ninguna circunstancia el día 9 de noviembre. Puso en marcha a la abogacía del Estado -la brigada Aranzadi, así nombrada por el periodista Enric Juliana- para que interpusiera el consabido recurso ante el TC, contra el decreto de convocatoria de la consulta firmado por Artur Mas. Después de volver hacerlo por segunda vez, esta vez contra el proceso participativo y de suspenderlo nuevamente, los catalanes decidimos que era suficiente, que nosotros solo queremos hacer política y decidir nuestro futuro. Por tanto, fuimos a votar masivamente a pesar de las amenazas, mentiras, ataques informáticos y juego sucio desatado por los políticos unionistas, la caverna mediática y los trogloditas madrileños -también conocidos como periodistas cavernarios-, todos ellos coordinados desde las cloacas del Estado. Por supuesto, el objeto de su ataque fueron los ciudadanos catalanes en general y la Generalitat en particular. El resultado de este temor -en realidad, fobia- a la democracia que manifiestan las élites nacionalistas españolas fué justamente el contrario al deseado: votación masiva a pesar de la oposición de Madrit, y orgullo democrático acompañado de un estallido de alegría e irreprimible gozo ciudadanos. Los efectos para los 6.666 hidalgos -auténticos bandidos- que mandan en Madrit ha sido el asombro, el dolor, la rabia, el victimismo y el rencor.

Con este shock post-traumático por encima, sufrido por Rajoy y la compaña, ahora han decidido canalizarlo y aliviar mediante la instrumentalización, una vez más, de la fiscalía general y la brigada Aranzadi, con todo el bagaje jurídico y la avasalladora tradición castellana a su disposición. Informes periciales, investigaciones policiales y de la guardia civil, querellas, denuncias, advertencias, imputaciones, amenazas.... Una serie de actuaciones legales o pseudo-jurídicas encaminadas a castigar y condenar a todo aquel que hubiera osado desafiar la autoridad de la España eterna, independientemente que los perseguidos se hayan comportado o manifestado dentro del campo estrictamente político y plenamente democrático. Sin embargo, en España la política, ya sea gran o pequeña, ha sido desterrada como instrumento adecuado para resolver las confrontaciones o las diferencias que se pueden ocasionar dentro de la sociedad o entre instituciones. Es por esta razón que el Partido Popular prefiere movilizar abogados, fiscales y jueces afines para que le resuelvan los conflictos que surgen como consecuencia de las divergencias políticas producidas por su (des)gobierno, por culpa de la mayoría absoluta que ahora disfruta. Igualmente, ante la carencia de argumentos y principios, se esconden asustados detrás de los jueces y fiscales para lavarse las manos y no hacerse daño.... Es un proceder en absoluto democrático -decididamente antidemocrático-, pero muy legal. Se abusa de la ley y manipulan o coaccionan a los tribunales y asunto resuelto. Son las ventajas de gozar del poder absoluto más abrumador que se haya visto en la historia reciente del Estado español. Por cierto, poder miserablemente malgastado en beneficio de una minoría de poderosos.

Desgraciadamente, el Estado español actual se halla absolutamente secuestrado por la ideología propia de las fuerzas más reaccionarias aparecidas desde los tiempos de Franco. De hecho, la ultraderecha española ha extendido sus largos tentáculos y resulta hegemónica en las más señeras instituciones de España. Dominan buena parte de la prensa madrileña. Se han infiltrado en el Consejo General del Poder Judicial, en la fiscalía y la judicatura. También se encuentran entre de los empresarios -el IBEX 35 y el palco del Bernabeu están repletos de ellos- y lo más grave, dominan la cúpula del Partido Popular. Son hijos y nietos putativos del franquismo. Han condicionado y acaparado la maldita y sempiterna transición española, periodo que comprende desde la muerte de Franco hasta el presente, conservando privilegios, el dominio económico y financiero, el poder en la administración y la burocracia estatales. Como antes se ha dicho, los franquistas condicionan y dominan el Partido Popular y de rebote, al gobierno de España. Son ellos los inspiradores de la ley Wert, de la reforma de la ley del aborto, de la reforma laboral y de los millones de parados que ha generado; son los responsables máximos de la recentralización autonómica, de la devaluación salarial y del desmantelamiento del estado de bienestar -sanidad, educación, dependencia, pensiones-. La obra hecha por ellos es ingente.... Y el destrozo causado, inenarrable.

Ahora se afanan para poner en xirona a Artur Mas y algunos de sus consejeros, por haber dado cobertura política al proceso participativo celebrado el 9 de noviembre. Quieren inhabilitarlo por la ofensa infligida al honor de España y al derecho del Estado -que no es lo mismo que Estado de Derecho....-. Todo junto, resulta patético, vergonzoso, irracional.... Pero también irrelevante. Tendrán que imputar a casi dos millones y medio de ciudadanos -¡como poco!, que participamos con verdadero entusiasmo y júbilo en aquella fiesta absolutamente legítima y plenamente democrática. Mientras se entretienen con su batiburrillo, nosotros proseguiremos nuestro camino esperando que nos conduzca muy lejos de toda esta pandilla.







divendres, 7 de novembre del 2014

MOVIMIENTOS TELÚRICOS Y EL INACABABLE COMBATE DE BOXEO.

Se están produciendo significativos movimientos de fondo en el seno de los ámbitos políticos y ciudadanos del Estado español. De un lado se oyen, aunque solo sea débilmente, ciertas voces que intentan comprender y defender todo lo que está pasando en Catalunya, y que se manifiestan a favor del derecho a decidir. Si bien de forma tímida y temerosa, pero ciertamente clara. Por otro lado comienzan a manifestarse de forma desinhibida y estridente algunas actitudes que podríamos calificar como indudablemente fascistas -en versión castiza, franquistas-, los cuales no solo utilizan las protestas y críticas legítimas, sino que también hacen servir la agresividad verbal e incluso la violencia física. Es el caso de Falange Española y otros grupos de extrema derecha los cuales principalmente en Madrid -pero también en Catalunya- porfían contra cualquier manifestación catalana, reventando actos informativos y debates políticos, destrozando símbolos nacionales, asaltando sedes catalanistas y quemando banderas esteladas al grito de Catalunya es de España mientras amenazan, insultan y denigran a todo aquel que sea independentista o simplemente quiera ejercer el derecho de autodeterminación.

Las voces que podríamos calificar como democráticas se oyen desde el ámbito ciudadano -no desde los partidos o de la mayoría de intelectuales españoles-, dentro de la sociedad civil de forma individual pero valiente. No disponen de muchos altavoces que recojan sus palabras, a pesar que se hacen notar. Poco, pero por lo menos lo intentan. Son algunos buenos hombres y mujeres que también creen que las confrontaciones políticas se resuelven con el ejercicio de la democracia -como creemos y queremos la mayoría de catalanes-, a fuerza de debates libres y abiertos, respetando el pluralismo ideológico, ejerciendo la libertad de expresión y con votaciones aceptadas por todas las partes con resultados indiscutibles y vinculantes. Son precisamente las actitudes juiciosas de estos ciudadanos demócratas las que ponen en evidencia las malas formas y maneras -a menudo marcadamente inmorales- de las formaciones políticas de toda la vida, hacia las demandas catalanas.

Efectivamente, el descrédito mayor lo sufren las formaciones políticas tradicionales: los auto-calificados partidos de ámbito nacional. El comportamiento hacia los ciudadanos y Catalunya en particular de populares y socialistas, de Ciudadanos y UPyD -formaciones supuestamente emergentes pero plenamente asentadas- y de la atribulada Izquierda Unida, se halla a años luz del buen juicio y santa paciencia demostrados por buena parte de aquellos que les votaron las pasadas elecciones. Parece que han perdido o han derrochado los principios éticos y la identidad democrática que les debería caracterizar. Ahora se dedican a mentir a sus votantes y conservar con uñas y dientes aquello que nunca debería haber sido suyo: prebendas y privilegios con grandes dosis de corrupción institucionalizada. Para ellos, las demandas catalanas representan un auténtico desastre - un estorbo en realidad- que amenazan seriamente el status político y económico y la ostentación del embriagador poder que ahora gozan, el cual consideran de su propiedad y para su uso y disfrute exclusivo y partidista. A su vez, las formaciones verdaderamente emergentes, como Podemos Ganemos, aspiran a volar por los aires el sistema de partidos actual para ocupar su lugar y constituirse así como la nueva costra dominante -¡la casta son los otros!-. De acuerdo, ciertamente son más jóvenes, más audaces y más ambiciosos; incluso sobradamente preparados, pertenecientes a una nueva élite conformada por profesores universitarios y profesionales liberales. Pero sus motivaciones políticas ahora puras, virginales y atractivas apuntan hacia los mismos métodos y objetivos que las ya caducadas -obsoletas- en el presente. Quieren reformar el Estado y la Constitución, las vías de participación ciudadana y la toma de decisiones para acercarlas más a la gente de la calle. Pero, ¡ailás!, sin cambiar casi nada. Podríamos resumir el catálogo que ofrecen en darnos el voto y veremos si podemos hacer aquello que queréis. El tiempo de asumir compromisos firmes, o lo que es más importante, de contraerlos y cumplirlos parece que queda muy lejos. Ahora son tiempos de prometer el oro y el moro a todo el mundo, mantener a la gente contenta diciéndoles aquello que quieren oir -no pagaremos la deuda pública, no desahuciaremos a nadie, recaudaremos más impuestos a los ricos, etc....-, pero ocultando el cómo y el cuando lo harán. ¿Que política económica proponen?. ¿Qué harán con los impuestos indirectos, por ejemplo el IVA?. ¿Y con la deuda pública de las ciudades?. ¿Qué piensan hacer con las sicav y con la evasión legal de impuestos que ello representa?. ¿Qué planes educativos, de sanidad, dependencia, energía limpia, de transporte público, de infraestructuras, de autopistas....entre otros, quieren implementar?. ¿Como quedarán las pensiones?. ¿Como casarán su talante eminentemente urbanita con la ecología, o con la política agropecuaria?. ¿Qué piensan hacer con las relaciones internacionales y la Unión Europea....?. Estas y otras muchas preguntas que afectan directamente a la ciudadanía por el momento no obtienen respuesta. Están más preocupados en organizarse internamente y en nombrar los dirigentes de la recién nacida formación, que no en atender las exigencias de la gente, las cuales ya urge satisfacer y que son ineludibles. Es por esta misma razón que no se pronuncian sobre las demandas catalanas: Están de acuerdo con el derecho a decidir, pero deben votar todos los ciudadanos del Estado. Prefieren cambiar la Constitución antes que los catalanes seamos consultados acerca del porvenir político de nuestra Nación.... En la cuestión catalana, las opiniones -y supuestas soluciones- de Podemos no se diferencian demasiado de las sostenidas hasta ahora por todos los partidos de ámbito nacional.

Estos movimientos telúricos que sacuden los fundamentos políticos partidistas se ven aumentados por la baja calidad ética y moral que padecen diferentes instituciones públicas del Estado, por una acusada falta de principios y abundantes tics pre-democráticos. Instituciones que resultan deudoras de los principales partidos españoles por culpa de las injerencias toleradas o consentidas por todas ellas. Tribunal Constitucional, Consejo de Estado, Consejo General del Poder Judicial, Tribunal Supremo, Tribunal de Cuentas, el legado franquista del antiguo TOP ahora Audiencia Nacional, la Fiscalía, Guardia Civil, Policía Nacional, Servicios Secretos -las cloacas del Estado-, etc.... También se añaden con auténtico entusiasmo los medios de comunicación madrileños, privados y públicos, conocidos también como caverna mediática, y muchos periodistas a título individual, verdaderos trogloditas de la información, los cuales se afanan en meter baza acertadamente o no, para condicionar el ring de este inagotable combate de boxeo en que ha convertido España la cuestión catalana.

Hace tiempo que Catalunya y España están sufriendo el anunciado choque de trenes. Los catalanes queremos votar y decidir nuestro futuro político. Y la mayoría queremos la independencia. Los españoles no nos dejan votar, porqué también quieren decidir nuestro futuro sin que nuestro parecer cuente para nada. Como ellos ostentan la mayoría dentro del Estado, nuestros anhelos y esperanzas no son tenidos en cuenta. Su fuerza numérica la quieren imponer a cualquier precio.... Pero la razón y el buen juicio está de parte catalana. ¿Alguien puede enumerar un solo caso en todo el mundo mundial en que el ejercicio del derecho de autodeterminación haya sido ejercido por todo el Estado del cual una parte se quiere separar?.

Es perfectamente comprensible que el terremoto que padecen partidos, instituciones y ciudadanos españoles les ocasionen incomodidades, desconcierto y temor. Malestar agravado por la crisis económica, el paro desbocado y la falta ilusión y esperanza. Pero sobretodo, por las acciones y decisiones, muchas ellas arbitrarias, adoptadas por el Gobierno de España. El señor Rajoy no es precisamente un político brillante. Puede que nos hallemos en presencia de un magnífico registrador de la propiedad, pero no ante un buen político. Y menos aun, frente un auténtico estadista. Además, su gobierno está compuesto de personalidades tan o más mediocres que él mismo. En muchas ocasiones, practican políticas perversas y perjudiciales para la ciudadanía, pero siempre favorables a los poderosos. La responsabilidad de este desbarajuste gubernamental no recae precisamente sobre los catalanes ni Catalunya. Nosotros somos los principales perjudicados por la deriva anti-democrática del Gobierno -y por extensión del Partido Popular, justo es reconocerlo-. De paso, perjudican al resto de ciudadanos del Estado. Pero los únicos culpables son el señor Rajoy y sus colaboradores. Aunque los últimos responsables son la mayoría de ciudadanos españoles, que lo toleran y aplauden fervientemente cuando toman las agresivas decisiones anticatalanas, mientras les votan mayoritariamente aun con la nariz tapada ante el hedor que desprenden.

Esperemos que esta mayoría de ciudadanos españoles que se afanan y maldicen contra los catalanes y Catalunya, se añadan a la creciente minoría que ya han comenzado a comprender y compartir los anhelos y esperanzas de los ciudadanos catalanes.... Hacerse mala sangre no resolverá la cuestión catalana. Y no impedirá la independencia de Catalunya. Por tanto, lo más juicioso es aferrarse a los principios democráticos y no soltarlos nunca más por ningún motivo. Ni siquiera por los anticuados partidos nacionales o por la recién nacida Podemos.