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divendres, 12 de maig del 2023

¡PAMPLINAS ESPAÑOLAS!.

Meritxell Serret, Consejera de Acción Exterior del gobierno de la Generalitat ha sido condenada por el Tribunal Superior de Cataluña a un año de inhabilitación y 12.000 euros de multa por su participación en el referéndum de Octubre de 2017.

La reprensión no se detiene. Ni se detendrá, pese a los esfuerzos de ERC y del gobierno de la Generalitat que lo pide insistentemente. Ni las negociaciones cambiando el Código Penal, tuneando los delitos de sedición y malversación, ni suplicando una mesa de diálogo que no acaba de arrancar, ni convocando a los partidos catalanes para dar forma a un supuesto acuerdo de claridad, ni apoyando casi incondicionalmente los PGE y la acción del gobierno de Madrit, nada hará que la venganza española se detenga. Ni una buena predisposición ni humillante sumisión al gobierno español y al partido que lo sustenta detendrá la acción de la (in)justicia española.

La eurodiputada Clara Ponsatí también fue detenida por los  Mossos d'Esquadra por orden judicial, pese a disfrutar de inmunidad parlamentaria, al haber pisado tierra catalana sin entregarse al instructor de la causa general emprendida contra el independentismo, el ínclito inquisidor Pablo Llarena. Al parecer, los dictámenes y resoluciones de la justicia europea no hacen mella ni afectan mínimamente al Reino de España, ya que la justicia castellana se los pasa olímpicamente por el forro. A pesar de auto considerarse un estado de derecho, con una democracia consolidada gracias a su sacro santa Constitución y de autoproclamarse como ejemplo a seguir para otras democracias del Mundo.

¡Pamplinas!. Cuando España es corregida por los tribunales europeos deja de ser un estado de derecho y democrático. Cuando utiliza la constitución como un bate de béisbol para vapulear los derechos individuales y colectivos de los ciudadanos, incumple los principios que debe defender toda  constitución. ¡No defenderlos es anticonstitucional!. Cuando se retuercen i manipulan leyes para encarcelar a políticos que hacen política, raperos que hacen música y titiriteros que hacen espectáculos callejeros, no se hace justicia sino represión política violentando libertades y derechos. Cuando la policía se inventa delitos, fabrica pruebas e imputaciones falsas y despliega aparatosas detenciones mediáticas, no se está persiguiendo a delincuentes ni delitos, puesto que quienes delinquen son los propios policías, ya sean o no patrióticos.

¡No!. La represión no se detiene ni se detendrá nunca por lo que se refiere a los catalanes. Especialmente mientras la mayoría pidamos la independencia. Da igual que exijamos un referéndum de autodeterminación, por más democrático que este sea. Da igual que queramos dialogar con todo el mundo sobre las aspiraciones del pueblo catalán, lo cual es desoído displicentemente. Da igual que aspiremos a pactar un acuerdo de claridad con el estado, que este niega sistemáticamente.....

Las instituciones de España sólo detendrán la persecución cuando alcemos las manos y nos rendimos incondicionalmente. Y demos gracias que además no nos pidan, incluso, que nos bajemos los pantalones. Son aquellas instituciones que no tienen escrúpulos porque sus principios son muy marxistas.... ¡De Grouxo Marx!. "Tengo unos principios y si no te gustan tengo otros".

El Reino de España se halla por encima de democracia, justicia, parlamentarismo y libertades. Es un estado que está en otra dimensión. Como diría el ex ministro popular García Margallo, navegando por el espacio sideral, más allá de las influencias y humanidad de los terrícolas no españoles.

Lo que no acaba de ver España es que el espacio sideral es oscuro y frío. ¡Es abrumador!. Y sin la luz de la justicia, de la democracia y de la libertad se está condenando a flotar por el éter sin saber dónde irá a parar.....

O tal vez, como mucho, irá al mismo lugar que otros estados parias  parecidos, flotando en la nada en malas compañías. Tal vez, entonces, si será tomado como ejemplo. En cualquier caso, como ejemplo negativo.

Como parece que se muestra ante los ojos de los estados auténticamente democráticos. ¡Cómo un estado antidemocrático!.