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dijous, 27 de novembre del 2014

EL REY DE LOS PÍCAROS.

Había una vez un chico que soñaba con ser rey. Siendo muy pequeñito ya mostró una auténtica obstinación para conseguir su objetivo. Para ello, era necesario codearse con la gente más importante del reino. Por esta razón, desde el inicio se acercó a las más altas instituciones y personalidades del Estado haciendo creer a todo el mundo que era alguien importante, juicioso y sobradamente preparado al cual se le podía confiar cualquier tipo de tarea o información sensible e incluso reservada que fuera necesaria o útil para la buena marcha del país.

Siendo solo un adolescente se relacionó con las más significadas figuras del partido político que ahora sustenta el poder gubernamental, así como del think tank que le proporciona las ideas y marca la doctrina a seguir, tanto en las tareas de gobierno como la línea argumental partidista de la formación en cuestión. Poco a poco fue pre-fabricando un relato, por lo que parece muy convincente, el cual le permitió ir escalando las más altas cotas de notoriedad dentro de la élite dirigente de la capital de reino -la Corte- hasta conseguir llegar a la cima, aquella que se encuentra allí, en las alturas. Se le podía ver bajo la sombra de ministros, cerca del presidente de Gobierno o al lado del expresidente más hosco que nunca haya existido, dando la mano al Rey o viajando en coche oficial con escoltas rumbo las misiones más rocambolescas que se le pudieran encargar a un niño espía. Como es un chico algo pagado de si mismo, para demostrar sus buenas relaciones y la importancia de su persona, ahora se le puede ver en centenares de fotografías y decenas de filmaciones y vídeos los cuales demuestran su capacidad de seducción, dotes de persuasión y la avasalladora personalidad que le caracteriza, rodeado siempre de primeras figuras políticas, institucionales, económicas y el definitiva, de la flor y nata de la villa y corte del reino.

Entrevistas con los abogados de los casos más mediáticos que yacen en los juzgados, por ejemplo el caso Urdangarin y la Infanta Cristina, o el caso Pujol; colaboraciones con el sindicato de extrema derecha Manos Limpias para inmiscuirse -¡liala que te hará fuerte!- en los pleitos promovidos por ellos; alternado en el palco del Bernabeu al lado del dinero y del poder para hacer negocios; misiones encargadas por los servicios secretos o por la vicepresidencia del Gobierno para arreglar el escándalo Gürtel; implicarse en el problema catalán para boicotear e interferir las relaciones entre Artur Mas y Oriol Junqueras, o para reconducir por el buen camino la llamada deriva separatista catalana; tareas de asesoramiento a la vicepresidenta del Gobierno e incluso a la Corona; aconsejar a la alcaldesa de Madrid para evitar que la capital se fuera a pique; un estrecho y tierno compañerismo con el expresidente de Gobierno más nacionalista que se haya conocido, llamado familiarmente Jose, el cual tiene un ego que se lo pisa en la modesta opinión de El pequeño Nicolás. Así es conocido nuestro héroe adolescente, Francisco Nicolás Gómez Iglesias, que según los expertos padece "una florida ideación del tipo megalomaniaco....". ¡Estas són sus aventuras!. Y por lo que parece, ¡estos son sus protectores!.

Es cierto que existen fotografías y vídeos que demuestran que se hallaba inmerso de la pomada madrileña. Que enviaba y recibía mensajes ha y desde las más altas instituciones y personalidades del Estado. Que ingresó en la FAES de Aznar el cual le daba cancha y juego además de invitarle a merendar a su casa, según manifiesta el chaval. Y también formó parte de las juventudes populares conduciéndoles como un rebaño de ovejas, con la experiencia propia de un buen pastor: Y que se hallaba muy próximo a los dirigentes de este partido, los cuales le manifestaban consideración, respeto y gratitud por el grado de implicación y compromiso demostrado. ¡Se convirtió el más popular entre los populares!. Incluso los más osados del partido le pronosticaban un futuro político brillante y sin techo.

Este chico de veinte años es un pícaro como una catedral, en un Estado que se halla sometido en una implosión ineludible, sin remedio ni esperanza. Se encamina sin freno hacia el desastre, hacia un nuevo 1898 pero sin la generación del 98. Los 6.666 ruines listillos -los añosos hidalgos de Madrit- que gobiernan y se enriquecen a costa de todos los ciudadanos, se hallan ahora atrapados en una pegajosa tela de araña conformada por una absoluta confusión y perplejidad, con una corrupción transversal y desbocada pegada a ellos, y una falta de ética y de principios democráticos más elementales. Incluso parece que no disfrutan de demasiada inteligencia, puesto que se han dejado embaucar por un niño bocazas con delirios de grandeza el cual les ha vendido una moto sin motor ni ruedas. En la España actual sigue siendo mejor tener los contactos adecuados -¡estar bien recomendado, como nuestro héroe!- que no ganarse el futuro con trabajo, esfuerzo e inteligencia. Es un Estado que no está muy alejado de la época del Siglo de Oro -ahora Siglo de Cartón-piedra- y de la novela picaresca, tan española. Gürtel, Bárcenas, Millet, Fabra, Rato, Blesa.... Y ahora, El pequeño Nicolás, rey de los pícaros y paradigma de los nuevos pícaros del siglo XXI, no muy distintos a los pícaros de los siglos XVI y XVII.... ¡Cuantas patrañas!. ¡Francisco de Quevedo no lo hubiera concebido ni escrito mejor!.








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