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dissabte, 30 d’abril del 2011

¡BASTA!

Estamos llegando al límite, en el contencioso entre Catalunya y España; está resultando del todo irritante, peligroso. La exasperación nos invade, el hartazgo está alcanzando cotas insoportables, hasta el punto de querer gritar con auténtica furia, ¡basta!, ¡prou!.

El gobierno de Catalunya deberá adoptar unas decisiones, referidas a las malas relaciones con Madrid, que nos llevarán a la total y absoluta confrontación. No puede seguir tolerando el cinismo prepotente del Ministerio de Hacienda, que no solo conmina a la Generalitat a cumplir con un déficit imposible de asumir, sino que además, soslaya una ley (española) que permitiría a Catalunya no tener que ser tan drástica en los recortes en sanidad y educación, en definitiva, en el estado de bienestar catalán. El gobierno catalán debe plantarse y no atender las estúpidas exigencias de Madrid. Y debe hacerlo hasta las últimas consecuencias. Catalunya, y por ende los catalanes, no estamos dispuestos a seguir renunciando a nuestro bienestar, para favorecer el de los demás y salvaguardar la "integridad" del Gobierno de España.

Los ciudadanos catalanes estamos hartos de aguantar a RENFE y ADIF, empresas públicas españolas, a las ordenes del Ministerio de Fomento, por las continuas incidencias en la red ferroviaria en Catalunya, a causa de la falta de inversión, por incumplimientos de compromisos adquiridos en financiación de infraestructuras, en definitiva, a la falta de lealtad e incompetencia demostrada reiteradamente por este Ministerio de obras públicas. Al hartazgo general de los usuarios catalanes,  se suma el del mundo empresarial,  ávido de que  los aeropuertos pasen a tener los órganos de decisión en Catalunya, para poder ejercer como motor de la economía catalana y no como "vasallo" del aeropuerto madrileño, y por tanto, para beneficio de la economía de Madrid, como sucede en la actualidad, gracias, como no, nuevamente a una empresa pública, AENA, al servicio exclusivo de la capital de España.

Creo que la mayoría de ciudadanos catalanes, queremos dejar de ser el motor del bienestar de los españoles, ya que nos causa un empobrecimiento real y acusado en nuestro nivel de vida, en nuestro bienestar y en nuestra propia estima. La falsa solidaridad a la que estamos sometidos, de forma ilimitada en el tiempo y excesivamente onerosa, hace que nos sintamos expoliados, no solo en 22.000 millones de euros cada año de nuestros impuestos, también por la falta de inversiones en infraestructuras absolutamente necesarias, por la carencia de becas de nuestros estudiantes en beneficio de los españoles, por la asistencia sanitaria que se presta a los ciudadanos de España en el servicio público de salud catalán sin que se compense económicamente el gasto ocasionado, incumpliendo nuevamente una ley española y aumentando el déficit sanitario catalán. También estamos hartos de que nuestros museos públicos sean ignorados en el reparto que el estado hace de las obras de arte, la mayoría de las cuales van a engrosar museos madrileños. Estamos hartos y hastiados.

Los ciudadanos catalanes no queremos más recortes, mientras que el gobierno de España mantenga a decenas de miles de funcionarios y dedique miles de millones de euros en algunos ministerios, sin apenas competencias conocidas. Sanidad, Cultura, Vivienda, Medio Ambiente, Educación, Igualdad son algunos de estos Ministerios cuyas competencias están transferidas a todas las comunidades autónomas. Bastarían unos cientos de funcionarios y pocos centenares de millones de euros para que se cumplieran las competencias residuales que siguen en su poder, como por ejemplo, la coordinación de las políticas comunes a todo el estado. Y permitirían de paso, reducir el déficit sin traspasar esta responsabilidad a las comunidades autónomas.

El hartazgo catalán es de tal calibre, que empieza a ser estruendosamente perceptible la indignación de los ciudadanos. Se habla ya, sin disimulo ni rubor, del cierre de cajas -tancament de caixas, en catalán-. Es decir, algunos ciudadanos de Catalunya están pensando seriamente en dejar de pagar impuestos, sobretodo al Estado Español. Esta es una actitud muy contagiosa, primero serán pocos, pero el paso de los días agrandará su número, hasta generalizarse. Huelga decir las consecuencias devastadoras que tendría para el estado español que llegara a cuajar una acción de este tipo. Además, consecuentemente, los perjuicios se extenderían a la zona Euro, y la fragilidad de la actual situación financiera provocaría un efecto desastroso para las economías de la Unión y, quien sabe, si del mundo entero. Recordemos la globalización, para lo bueno y para lo malo.

Es trabajo de los gobernantes sosegar el ambiente, apaciguar los espíritus. No lo hagan para salvar "su culo".
Solo si son sinceros y justos con los gobernados, alcanzaran el éxito. Sobretodo, si son justos y reparten las cargas, no sobre los hombros de los más débiles, sino sobre los auténticos culpables que nos han llevado al escenario actual. Reflexionen y olviden la prepotencia, el cinismo y las falsedades. Los ciudadanos catalanes estamos hartos, gritamos con furia ¡basta!. No esperen que demos un puñetazo sobre la mesa, porque será demasiado tarde.  
    
   

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