España se ha configurado, para Catalunya, como un estado indeseado, arisco, injusto, antipático, incluso grotesco. Mejor dicho, los personajes que representan las esencias patrias de este Estado dan una imagen que resulta terriblemente irreal y ridícula. Acabo de leer un articulo sobre un supuesto pancatalanismo, escrito por un tal señor Maestre (don Agapito), que viene a colmar la larga lista de personajes que conforman el imaginario hispano -de lo más variopinto-, que tienen como misión atacar inmisericordemente el idioma catalán y a sus políticos, a toda sociedad. En definitiva, denigran Catalunya, para defender su España, por supuesto, "sin un atisbo de nacionalismo, con absoluta objetividad y ateniéndose a la más estricta de las realidades". Ironías aparte, la nomina de tales personajes va engrosándose. Al hidalgo Aznar, le sigue el registrador Rajoy y varios escribanos como el tal maese Maestre, el inefable maese Vidal, el mordaz y agresivo Jimenez Losantos conocido también como el temible burlón, o el inquisidor mayor, maese Ramirez. Por descontado, la lista es mucho más larga, pero evito seguir, evidentemente porque el espacio es limitado.
Todos ellos utilizan sus medios profesionales, en política, comunicación, finanzas, economía, también en la cultura. Todos se sienten movidos por una pasión que, en otras manos, sería muy noble, pero que ellos embrutecen, desprestigian, y que no es otra que España. Pero parece que los españoles han dejado en manos de estos personajes, dignos de figurar entre los más populares del Siglo de Oro, como La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, la responsabilidad de ofrecer al mundo la imagen (y las palabras) de la España eterna. Para su desgracia, lo que trasmiten "Urbi et orbi" no es más que el producto de su inquina, sus prejuicios y de sus fobias.
No compadezco a los españoles, ya que ellos favorecen el anticatalanismo más descarnado que la historia ha conocido, escuchando sus mensajes, aplaudiéndoles sus "gracias" y jaleando sus ocurrencias, sin que se levante ninguna voz crítica a los exabruptos, ni se pida que cesen las iniquidades que sueltan en sus peroratas, de viva voz o escritas.
Son personajes propios de un país anclado en el pasado. Por muy glorioso y rico que fuera el pasado, no refleja la España actual y por tanto, Hidalgos, Maeses, Inquisidores, Registradores y Bufones son el pasado. Que los españoles dejen de ser súbditos y pasen a ser ciudadanos. Los catalanes no solo vivimos el presente, también empezamos a vivir el futuro y el nuestro es la independencia, la libertad, la plena soberanía. Abran los ojos a la realidad, y no se queden como el personaje del "Lazarillo de Tormes": ciego, desconfiado y malhumorado.
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