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dimecres, 15 de juny del 2011

ACTUALIDAD.

Ha comenzado la discusión sobre los presupuestos en el Parlamento de Catalunya. El edificio se encuentra bloqueado por un nutrido grupo de indignados, con la pretensión de torpedear el pleno parlamentario que debe aprobar unas cuentas que contemplan un fuerte recorte en partidas como educación y sanidad. Cabe decir que por el momento, la protesta está siendo básicamente pacifica y los parlamentarios acceden al hemiciclo bajo protección de las fuerzas de orden público.

¿Como se ha llegado a la situación actual?. ¿Que perspectivas de futuro se contempla en tales circunstancias?. Estamos viviendo la culminación de un proceso que es directamente provocado por la despiadada dependencia de Catalunya dentro de España. El gobierno del Estado español, los partidos políticos españoles, las instituciones, públicas y privadas de España y en general, los ciudadanos que brindan su apoyo, directa o indirectamente a todos ellos, decidieron en su día que Catalunya y en consecuencia, los catalanes, pagarían religiosamente en concepto de supuesta solidaridad, ingentes cantidades de dinero vía impuestos, independientemente de las necesidades que estos mismos ciudadanos pudiera tener. Se trataba de que los catalanes aportaran cada año, para satisfacer las necesidades españolas, hasta 22.000 millones de € en la actualidad, cantidad que viene siendo sistemáticamente aumentada en  centenares de millones de euros, también anualmente, por las inversiones no ejecutadas que el Gobierno de España presupuesta y no realiza, a pesar de estar contempladas en las cuentas públicas del Reino de España. Incumplen sus propios presupuestos, una ley orgánica, pero, eso sí, exigen que la Generalitat catalana recorte sus cuentas hasta la asfixia financiera de Catalunya.

El gobierno catalán de CiU recorta, bajo presión de Madrid, y los partidos que configuraban el tripartito gubernamental de la anterior legislatura y causantes directos del desastre actual de las cuentas públicas, se niegan a asumir su responsabilidad y exigen que no se recorte, exigencia que asumen los indignados, sin que nadie denuncie las incongruencias de todos los actores de este triste vodevil.

El Gobierno catalán debería presentar unos presupuestos que no contemplaran recortes en las partidas directamente relacionadas con el estado del bienestar catalán, ya que los ciudadanos catalanes pagan suficientes impuestos como para satisfacer y aumentar los recursos destinados a tal fin. Recordemos el déficit anual que se genera en concepto de falsa solidaridad con España.

El gobierno de España debería dedicarse a ajustar sus propias cuentas, sin traspasar la responsabilidad a Catalunya. Recordemos, por ejemplo, la existencia de los Ministerios de Cultura, Sanidad, Educación, Vivienda, Medio Ambiente, Igualdad..., todos ellos con las competencias traspasadas a las comunidades autónomas, y sin embargo, dotados de ingentes cantidades de recursos económicos y humanos, absolutamente prescindibles, innecesarios y fantasmagóricos.

Los partidos del tripartito, eco-socialistas, independentistas y (pseudo) socialistas catalanes,  componentes del antiguo gobierno catalán, deberían asumir sus propias responsabilidades, con humildad y arrepentimiento, y no complicar falazmente la tarea del gobierno de CiU en su empeño de arreglar el desaguisado provocado por ellos, en las dos anteriores legislaturas.

Finalmente, los indignados, deberían preguntarse qué alternativas ofrecen a los ciudadanos. Es muy seductor moverse a golpe de asamblea, lanzar propuestas cargadas de idealismo y proponer utopías inalcanzables en la actualidad, sin que los ciudadanos puedan vislumbrar la salida del túnel en el que se encuentran transitando, contra su voluntad. Cuando objetaron el derecho de autodeterminación de Catalunya, en las asambleas de los acampados, ¿no se preguntaron si una posible salida a la situación actual pasa por, precisamente, proclamar de una puñetera vez, la independencia de Catalunya?. ¿No creen acaso que con los miles de millones de euros que cada año se quedan en España, producto de los impuestos que pagan los ciudadanos catalanes, lograríamos  no solo salir antes de la crisis, sino también aumentar substancialmente el estado de bienestar catalán?.

La solución a todos los problemas que sufrimos los ciudadanos catalanes, pasan por alcanzar lo antes posible el control sobre nuestros propios recursos económicos, fiscales, legislativos, culturales y sociales. Es decir, la única solución es la independencia de Catalunya. Y esto lo saben el gobierno catalán, el español, todos los partidos políticos, las instituciones -públicas y privadas- y los ciudadanos, incluyendo, como no, a los indignados. El único problema que aparentemente no tiene solución es la cobardía que los partidos catalanes muestran ante el hecho de la incuestionable independencia. La solución la tienen los ciudadanos, únicos protagonistas (y beneficiarios) de tal circunstancia. Ellos tornaran la cobardía partidista en heroicidad, bien apelando a la buena voluntad, bien por fuerza. Pero lo conseguirán. Lo conseguiremos. 
      

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