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dimarts, 3 de maig del 2011

ALGUNAS SINGULARIDADES Y VERGÜENZA AJENA.

Para un ciudadano de este Estado que sea amante de la libertad, de los derechos humanos, de la verdad, en definitiva de la democracia, es realmente enojoso sufrir por algunas realidades, netamente españolas, que no hacen sino enervar a los espíritus más pacientes y que suelen provocar una desagradable sensación de vergüenza ajena, que no por ser ajena es menos desagradable.

Tomemos el caso de la ilegalización de Bildu, la formación aberzale vasca. En realidad se trata de dejar fuera de las elecciones del próximo día 22 de mayo a todo el mundo (inequívocamente) independentista vasco,  con la excusa de que ha presentado lo que califican como listas contaminadas por los terroristas de ETA. Nunca he comprendido porqué existe en España esta manía persecutoria hacia todo lo aberzale, tanto contra los buenos como contra los malos aberzales. Basan sus arbitrarias conclusiones en una injusta Ley de Partidos, creada ad oc para una parte muy significativa de ciudadanos vascos, con el pretexto de que ETA controla este mundo. Puede que sea cierto, pero entonces no hace falta utilizar una ley especifica. Debería bastar en Código Penal, juzgar a las personas implicadas en ese contubernio, y encarcelarlas. Pero eso no significaría la desaparición de las formaciones políticas y, por tanto, no se lograría lo que realmente se busca, esto es, ilegalizar partidos que son incómodos al sistema sustentado por el Partido Popular, el Partido Socialista y todo el entorno político y mediático que pulula a su alrededor.

Para alcanzar su propósito no dudan en utilizar todo tipo de armas. Los populares suelen valerse de algunas asociaciones de victimas del terrorismo, medios de comunicación cercanos a la extrema derecha, periodistas, juristas en pleno ejercicio de su profesión, en definitiva, al complejo jurídico-mediático-político asentado en la capital del reino. Su objetivo, que bajo mandato socialista no se consiga la paz en el País Vasco. Y eso, a cualquier precio. Fomentan la persecución de los aberzales, se limitan sus derechos políticos, se azuzan las ansias de venganza, se discuten puestas en libertad una vez cumplida condena, se persigue a ETA donde no está, porque los criminales, casi vencidos, o están en la clandestinidad, o en la cárcel.

Por su parte, los socialistas, siempre a remolque de los populares, no dudan en sumarse a ciertas posiciones extremosas de la derecha, para no quedar descolgados ni cuestionados en su españolismo políticamente correcto. Apoyan los argumentos aducidos por la derecha, en el campo judicial, periodístico, y por supuesto, no osan decir a las asociaciones de victimas del terrorismo más pro-vengativas y extremistas, que su postura, que goza de la consideración y estima de la inmensa mayoría de ciudadanos del estado, no es la más adecuada, si lo que realmente pretenden es alcanzar una pronta y sólida paz en Euzcadi que lleve a la real desaparición del terrorismo de ETA.

Esta es una singularidad del estado español. Su combate contra los terroristas vascos, que tanto éxito ha conseguido en la faceta policial y judicial, fracasa estrepitosamente en el frente político. Y este fracaso es el que me causa vergüenza ajena. Me siento avergonzado de sufrir unos partidos políticos tan débiles en sus fundamentos democráticos, que son incapaces de desterrar su tactismo, victimas de un inusitado egoísmo político que hace que los unos no quieran la verdadera paz y los otros sean incapaces de querer alcanzarla.  
     
    

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