Existe un grave peligro que acecha a la democracia en el estado español. Determinados sectores de la sociedad se manifiestan sin ningún tipo de complejo como poseedores de la verdad absoluta y reivindican, con evidente desvergüenza, el pasado glorioso de la España franquista. Lo hacen en tanto que miembros de la llamada sociedad civil madrileña, que ocupa cargos en instituciones -públicas y privadas-, como miembros de academias de historia, de la lengua, de las artes, etc....Son empleados públicos en los tribunales, en la administración del estado. Controlan medios de comunicación escritos, cadenas de televisión y de radio. En definitiva, tienen una presencia discreta, pero manifiesta, en todas aquellas parcelas de la sociedad, con el único objeto de condicionar e influir de forma determinante en todos los ámbitos ciudadanos: en política, información, economía, cultura....
¿Cual puede ser el objetivo último de su actividad, cada día más presente en la realidad española?. No es fácil hallar las pruebas que apoyen la hipótesis de sus antidemocráticas intenciones, pero sí podemos analizar los instrumentos que utilizan. Recientemente, se ha hecho público que la Academia de la Historia, ha publicado un diccionario de biografías, en las que se habla elogiosamente de Franco, se pondera favorablemente sus dotes de militar y se afirma que instauró un régimen en absoluto dictatorial, solo autoritario. Circula por la red, un escrito totalmente difamatorio y manipulador, en el que se denigra a toda la clase política, se pide que los partidos sean prácticamente proscritos, exige que cambie la ley electoral para reforzar un supuesto y beneficioso bipartidismo y que la ideología política de las formaciones sea sustituida por una pretendida prevalencia del sentido de estado y de los problemas que interesan a la gente.
Esto solo son dos ejemplos que muestran las intenciones que animan este franquismo sociológico. Su influencia es evidente en determinados ámbitos, como puede ser en la Justicia y en el Constitucional, con posturas inequívocamente españolistas, en resoluciones y sentencias, referidas a Bildu, Estatuto catalán, enseñanza en catalán. El exacerbado nacionalismo español que delatan estos pronunciamientos, y otros, solo cabe interpretarlo como un pulso que se hace contra el pluralismo, las libertades colectivas, en definitiva, contra la democracia, sin matices ni condicionamientos. Pretende anteponer y hacer prevalecer el derecho de estado, frente al estado de derecho.
Los ejemplos antidemocráticos se multiplican si nos fijamos en el mundo de la información, mejor dicho, de la des-información, que se produce en Madrid fundamentalmente. Programas de televisión en determinadas cadenas, como Intereconomía TV, Veo 7, La 10, Tele 5, Telemadrid, en periódicos como la Gaceta, El Mundo, La Razón, ABC,.... Todos ellos medios de la derecha o la ultra-derecha. Algunos periodistas de estos medios carecen de ética, de moral. Falsean y manipulan con total desfachatez. Opinan y sermonean como si de charlatanes de feria se tratara. Arremeten descontroladamente, contra el nacionalismo catalán o vasco y lo hacen exhibiendo un ultranacionalismo hispano, trasnochado y casposo. Denuncian, escandalizados, los supuestos derroches del gobierno catalán, pero ocultan la corrupción que incumbe al Partido Popular en el País Valenciano. Se rasgan las vestiduras ante la supuesta persecución del castellano en Catalunya e ignoran las medidas reales promulgas en Valencia contra el valenciano y la unidad con el catalán.
La impunidad con la que están promoviendo su ideología pseudo-fascista es alarmante. Acusan al resto de los mortales de no respetar el estado de derecho, en el cumplimiento de las sentencias del Tribunal Supremo y se permiten influenciar las resoluciones del mismo en beneficio de su odiosa ideología. Claman contra aquellos que deslegitiman, supuestamente, las resoluciones del Constitucional sobre el estatuto de autonomía de Catalunya, para a continuación pedir la supresión de este Tribunal, ante la supuesta manipulación de la que ha sido objeto al legitimar a Bildu. Su influencia se extiende no solo en el mundo de la Justicia, o de la información, también lo hace en el económico, en la política, e incluso en las redes sociales.
Su objetivo último es reconducir a España hacia un paternalista estado discretamente autoritario, fuertemente re-centralizado, con el estado de las autonomías guardado en el baúl de los (malos) recuerdos, libre de ideologías, en el que el partidismo sea sustituido por el sentido de estado, con una economía controlada por Madrid y culturalmente homogéneo y de claro (y único) predominio castellano. Esta es su intención, sus deseos.Y parece que la sociedad española no percibe peligro alguno, e incluso, llega a compartir sus objetivos. Parece como si deseara que su presente volviera hacia el pasado. No reacciona e incluso, se acomoda a esta situación. Lo siento. Lo sentimos. Los ciudadanos catalanes no deseamos ser esclavos del pasado. Creemos en la Democracia, sin apellidos. Amamos la libertad, sin cortapisas. Cultivamos el pluralismo sin matices. Y somos conscientes de que nuestro futuro depende de nosotros mismos, no de España. Ni la manipulación, ni las amenazas, ni las mentiras, ni sus leyes podrán torcer nuestra voluntad. Alcanzaremos la independencia mucho antes de que los españoles vuelvan a brazos de un régimen pseudo-franquista como el que se vislumbra en el horizonte. Tal vez nuestra soberanía sea el revulsivo que España necesita para mantenerse en democracia, lejos de la intransigencia autoritaria que las élites centralistas desean para su país.