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dijous, 3 de novembre del 2011

EL FUTURO DE CATALUNYA ANTE LAS ELECCIONES DEL 20N. (1)

¿Qué futuro nos espera a los catalanes, ante los comicios a celebrar el próximo 20 de noviembre?. El resultado de estas elecciones condicionaran el día a día durante los próximos cuatro años de legislatura y también el devenir del soberanismo en Catalunya en el inmediato futuro. Por consiguiente, el resultado que se produzca tendrá una notable influencia en el porvenir político de nuestra Nación y consecuentemente, en particular, entre la ciudadanía catalana. Pero será sobre todo el apoyo que cosechen las formaciones soberanistas las que marcarán el futuro inmediato de Catalunya.

Todas las encuestas señalan que el Partido Popular alcanzará la mayoría absoluta a nivel español. Incluso se apunta que en la propia Catalunya conseguirá unos resultados espectaculares; esto es así especialmente, si nos fijamos en las encuestas que se publican en medios madrileños, públicos y privados, siempre favorables a los intereses de los partidos  nacionalistas españoles. Fundamentalmente, los populares reciben el entusiasta apoyo publicitario de los medios conservadores y ultraderechistas más cavernarios, mayoría en la capital, los cuales no dudan en cocinar los datos de las encuestas del modo más favorable -y manipulador-, a sus intereses y en concreto a los del candidato Mariano Rajoy; sabido es lo fácil que resulta inducir el voto de la población en un determinado sentido, según se aplique un tipo de cocina u otro. Esta es la intención, en absoluto oculta, pretendida por los medios  periodísticos  -y propagandísticos- de la capital española. 

Pues bien, admitido un notable aumento en la intención de voto del partido conservador en Catalunya, ocurrirá debido  fundamentalmente a la reconcentración del españolismo entorno de los populares. El PSOE catalán posiblemente recibirá un notable varapalo, que le puede hacer perder alrededor de diez escaños, de los cuales aproximadamente la mitad irán a parar a manos populares. A favor del socialismo catalán cabe interpretar que los votantes que permanezcan fieles a la izquierda, lo serán por auténtico catalanismo y progresismo, depurando de su seno a los que priman el españolismo nacionalista por encima del izquierdismo federalista. Los desertores social-españolistas del extrarradio barcelonés  cambiarán su fidelidad  hacia la formación derechista, como ya hicieron en las pasadas elecciones municipales.

Pero, ¿y las formaciones catalanistas?. Es en este ámbito donde puede ocurrir un auténtico salto..... ¿cuantitativo, cualitativo?. La coalición del candidato Duran parece que experimentará un aumento de escaños -así lo pronostican las encuestas publicadas-, que resultará inferior a las expectativas levantadas entre la ciudadanía. CiU tiene un doble obstáculo que le impide recoger  parte de los votantes que huyen del socialismo, así como de aquellos que se declaran plenamente soberanistas. Este doble freno es, de un lado,  el candidato señor Duran i Lleida y de otro, la ambigüedad -en realidad indefinición-, del mensaje político que oferta. El candidato democristiano con sus boutades acerca de la homosexualidad, la inmigración o el soberanismo, pierde caché entre los potenciales votantes catalanistas. El posicionamiento excesivamente escorado a la derecha y la negación que hace del independentismo, le colocan en la periferia de lo que hoy es la centralidad de la sociedad catalana. No reconocer que el independentismo es mayoritario y transversal es una grave y torpe omisión en el mensaje de CiU; si añadimos los guiños del señor Duran hacia los populares y sus irrefrenables e indisimuladas apetencias ministeriales, así como la continua apelación a la gobernabilidad del Estado, unido a la poca fe popular que despierta el llamado Pacto Fiscal, tanto entre el pueblo llano como entre los populares, hallaremos la principal causa del escaso entusiasmo electoral que cosecha el programa convergente. Y aunque rectificar es de sabios, no creo que Duran i Lleida se avenga a modificar el mensaje político de CiU, puesto que iría en contra de los principios unionistas que exhibe, sin el más mínimo rubor, el político democristiano. CiU cosechará unos pocos escaños más, a costa de mostrarse incapaz de defender los intereses y esperanzas de la mayoría de ciudadanos, por otra parte hartos de ambigüedades, de hacer pedagogía por las Españas, de renuncias, humillaciones e insultos, en definitiva, hastiados por la cobardía que muestran algunos de los dirigentes políticos nacionalistas, que parece se someten y entregan gustosamente a la voluntad y deseos defendidos por La Santa Alianza.

Serán las formaciones netamente independentistas las que recogerán, a mi entender, los votos desengañados del soberanismo que ahora recolecta CiU, así como los de aquellos votantes socialistas que han dejado de creer en las utopías federalistas defendidas hasta ahora por el progresismo hispano-catalán. Este será el objeto del próximo comentario, los votos -y la movilización- que imprescindiblemente requiere el independentismo catalán en la ya cercana cita electoral.  

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