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divendres, 11 de novembre del 2011

EL AVE FÉNIX, EL PULPO Y EL MOVIMIENTO NACIONAL. (1)

El ave Fénix forma parte de la mitología griega. Se trataba de un ave fabulosa que se consumía por el fuego provocado por los rayos el Sol, para luego renacer de sus cenizas, cada 500 años.
El pulpo es un cefalópodo (marino) y carnívoro. De gran fuerza en comparación con su tamaño, tímido y con una inteligencia notable. Las 2/3 partes de su sistema nervioso se encuentra en el cerebro y el resto en los tentáculos; por esto parece que sus brazos tienen inteligencia propia, de forma individual.
El Movimiento Nacional fue durante el franquismo el único cauce de participación política en la vida  española, a través de lo que se llamó entidades naturales de la sociedad, en concreto,  familia, municipio y sindicato.
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Como es sabido, mi opinión es que el franquismo, en España, sigue más vivo que nunca. Se halla presente en el subconsciente colectivo de la sociedad española, de una forma soterrada, latente, discreta, invisible. Se manifiesta de manera difusa, pero su influencia en la sociedad es de tal magnitud que puede apreciarse, por ejemplo en una parte muy significativa del mundo informativo, en prensa, radio y televisión; algunos periodistas se comportan igual que la Santa Inquisición de la Edad Media y no como informadores objetivos y veraces del siglo XXI. También encontramos influencia de la dictadura entre relevantes personalidades de diversas  instituciones del Estado, en la judicatura, en asociaciones empresariales, en cargos políticos, incluso en sindicatos de clase; muchos de ellos con evidentes tics autoritarios, manifiesta intolerancia y pronunciado sectarismo; en definitiva, puro partidismo. Es curioso, pero el Movimiento Nacional no se reconocía así mismo como partido único; no podía emplearse este nombre para designar a la organización; por tanto, no se creía (ni sentía) partidista, justo lo que les sucede a algunos personajes españoles en la actualidad.

En nuestros días, todos los parlamentarios y concejales son elegidos democráticamente entre una pluralidad de partidos y formaciones políticas, que en realidad, en España, se reducen a dos: Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español. La situación es muy diferente en Catalunya y el País Vasco en cuanto al número de partidos, pero la relevancia que desde el centro del Estado se da a esta circunstancia es perfectamente descriptible: no existe; ello no obstante, esta peculiaridad irrita soberanamente al nacionalismo hispano. Existen un buen número de servidores públicos, la inmensa mayoría, que no someten a escrutinio democrático ni el puesto de trabajo,  ni el contenido del mismo. Altos funcionarios, de rancia tradición familiar, altos cargos de empresas públicas, altos miembros del estamento judicial y constitucional, insignes militares, etc..., todos estos altos nombramientos -empleados públicos- lo son por diversas vías de acceso perfectamente regladas, al margen del control democrático de los ciudadanos de a pie. La tradición familiar, la lealtad política, la fidelidad ideológica, son los argumentos que pesan en este tipo de ocupaciones vitalicias, por otro lado espléndidamente remuneradas. No es suficiente garantía que todos los nombramientos, electos, de libre o directa designación, asesores, cargos de confianza, funcionarios, etc... deban jurar fidelidad a la Constitución Española -de grado o por fuerza-; también durante el franquismo la totalidad de cargos políticos, funcionarios, profesores universitarios, miembros de la Reales Academias, directores de Radio y TV públicas, etc..., todos, incluso los de menor rango, debían jurar fidelidad a los Principios Fundamentales del Movimiento, además de acreditarse como afectos al régimen, lo cual no evitó escandalosos casos de corrupción, como sucede en la actualidad. Tanto estos Principios como la sacrosanta Constitución en teoría son inmutables; esta aparente inmutabilidad es un nuevo tic del pasado que emerge en la realidad española actual, más como síntoma de mala salud que de excelencia democrática.

El mito del Ave Fénix se está manifestando ostensiblemente en el sistema político español. El Movimiento Nacional resurge de sus propias cenizas, décadas después de la muerta física del dictador, alentado por la invisibilidad del franquismo siempre latente en España y hasta ahora de semblante tímido. Cada día que pasa va fortaleciéndose; ha adoptado una apariencia democrática y se reencarna en la simbiosis PPSOE. El entramado social-popular ha utilizado, desde el principio, el sistema democrático para extender sus tentáculos auto-inteligentes, como de si un pulpo se tratara, en todos los ámbitos públicos; para acaparar poder político, puestos de trabajo en las esferas de la administración,  alcanzar influencias y favores en las empresas otrora públicas, convenientemente privatizadas a los afines/afectos; también se extiende su predicamento entre jueces, magistrados y fiscales. Los medios de comunicación, especialmente los madrileños, están al servicio de la ideología e intereses que engloba la fusión de facto de populares y socialistas. Aparentemente abarca la totalidad del sistema político, para ser impuesto y en principio aceptado por la mayoría de electores españoles. Así, encontraremos los tics franquistas en comentarios, artículos, discursos, charlas, entrevistas, sentencias judiciales, leyes y decretos, etc..., que destacados miembros del renacido Movimiento vienen explicitando y defendiendo desde los inicios de la transición, pero con especial énfasis en los últimos años, liberados ya de las vergüenzas del pasado y sólidamente asentados en puntos clave de la sociedad actual. Algunos de estos personajes se encuentran al margen de la política activa, después de alcanzar la estabilidad económica y la relevancia social pertinente. Pero otros siguen en la brecha, en pos del futuro esperanzador que el curriculum político que están escribiendo en el presente merezca el pertinente reconocimiento  a sus innatas cualidades en el futuro. Tanto los pasivos como los activos siguen fieles a los principios fundacionales del movimiento nacional social-popular.

Algunos ejemplos, extraídos de "40 barbaridades del PP sobre el Estatuto", escrito por Miquel Iceta, destacado miembro de la corriente izquierdista del mismo Movimiento -sector PSC-, ilustrarán a la perfección  los tics que han exhibido y exhiben aún en la actualidad orgullosamente, determinados personajes de la facción derechista del mismo. Estas y otras manifestaciones del renacido movimiento tentacular español serán el objeto de mi siguiente comentario.
















        


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