Existen en España diversas ficciones que devienen como verdades incuestionables debido el indisimulado apoyo que reciben, para que ello sea así, por parte de determinados poderes fácticos, como partidos políticos, prensa y periodistas, altos funcionarios, personalidades y entidades en el ámbito económico y financiero, etc.... La intención de estos lobbys no es otra de salvaguardar sus propios intereses, en detrimento del bien común, de la justicia redistributiva, en definitiva, contra el interés de la inmensa mayoría de la ciudadanía. Utilizan todo tipo de armas, como las que brindan la democracia, que se transforma en sus manos en mero instrumento de perversión e injusticia. Se trata que todo siga funcionando como hasta ahora, para que la correlación de fuerzas no se vea alterada a causa de los "espurios anhelos" del pueblo llano, de la ciudadanía. Entre estas "verdades" se hallan desde la caja única común, hasta la unidad de la patria, pasando, como no, por toda una serie de tópicos, a cual más variopinto. La fiesta nacional, el mejor sistema bancario del mundo "mundial", la sagrada unidad de mercado, la red de alta velocidad mayor del continente, la selección de fútbol campeona del Mundo, el mejor sistema sanitario del Mundo, el Estado más descentralizado del Mundo, etc... Mundo, mundo, mundo.... Diríase que un terrible complejo de caduco provincianismo impulsa a tales personajes a querer aparentar más, gastar más -incluso dinero ajeno-, ser más que... Podríamos enumerar un sinfín de temas cuya importancia fuera tan ociosamente irrelevante para la estabilidad e historia de nuestro planeta, incluso de la propia España, como pudiera representar una gota de agua en un océano. Entre otras falsas verdades del Estado Español, encontramos el bipartidismo, alfa y omega de la realidad hispana: La Gran Farsa.
El Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español fomentan esta falsa idea, al objeto de acaparar todos los votos democráticos habidos y por haber de España. Cuentan con el inestimable apoyo de la Caverna Mediática en particular, y los medios de comunicación madrileños en general, a los que se suman modesta e indirectamente La Santa Alianza, estrafalario ente creado por el submundo unionista en Catalunya, cuya misión no es otra que fortalecer las cadenas que religan y someten a nuestra Nación, en calidad de comunidad autónoma (catalana), al conglomerado español, bajo dominio del Madrid Imperial. El interés de que se consolide la falacia del bipartidismo debemos buscarla en el concepto de Las dos Españas. La idea de dos ciudadanos enfrentados, hundidos hasta las rodillas en un fangal, inmovilizados y golpeándose despiadadamente sin tregua, ilustran a la perfección los miedos españoles. El cuadro de Goya es la gran excusa que utilizan los agoreros capitalinos al objeto de reprimir y reconducir las aspiraciones de los engañados ciudadanos de la desafortunada nación española. ¡Quién si no ellos pueden gobernar el barco de la patria, entre las procelosas aguas de la historia!.
Aquel que predice, sin fundamento, males o desdichas, es una agorero. En la actualidad, apelar a la idea de las dos Españas en beneficio de unos pocos privilegiados, además, es inmoral. El exclusivista conglomerado español, al que me he permitido bautizar como Madrid Imperial, está anclado en los siglos XIX y XX, cuando la historia de la península si estaba cargada de envidias, injusticias, violencia, enfrentamientos; España pasaba de revoluciones, guerras y huelgas, a huelgas, guerras y revoluciones, sin solución de continuidad. Sin embargo, en la actualidad, no parece que los súbditos españoles tengan muchas ganas de poner en peligro el estado de bienestar que disfruta -a pesar de los 5 millones de parados-, la seguridad ciudadana que le permite ir al fulbol o al cine, ver tele-basura u oir las estupideces de los candidatos, teóricamente enfrentados, del PPSOE.
La mezquindad del Madrid Imperial se hace más evidente, cuando intenta trasladar a Catalunya sus sombríos vaticinios, sus fatídicos augurios. Por ejemplo, pronosticando una grave división entre la sociedad catalana, caso de proclamar la independencia. Diríase que desean que los ciudadanos catalanes hundamos las rodillas en el fango para vencer al antagonista, a base de garrotazos, para que ellos puedan acudir en nuestra salvación. Menosprecian el sentido plenamente democrático de las gentes de este país, demostrado hasta la saciedad, e ignoran que, hasta no hace mucho tiempo, los independentistas hemos soportado estoicamente la voluntad de la mayoría españolista. ¿Porqué tendría que ser diferente ahora que la mayoría se ha tornado independentista?. ¿Acaso dudan del sentido democrático de la minoría de ciudadanos que actualmente defienden opciones unionistas?. Existe vida más allá de los populares y socialistas. Y más en Catalunya, donde sí practicamos el pluralismo, y la democracia, votando hasta cinco formaciones políticas distintas, incluso para las elecciones al Congreso de Diputados. Por ello, no existe el anhelado bi-partidismo, al menos en Catalunya. Por esto es inmoral intentar que la sociedad catalana reniegue del pluralismo natural que practica, en aras de un bien pretendidamente superior, es decir, a favor de la unidad de la patria, del bi-partidismo, o de los superiores intereses económicos comunes de España.
Es por todo ello que desde la capital se quiere imponer La Gran Farsa. Se organizan pseudo-debates entre Rajoy y Rubalcaba, se modifica la Constitución entre el PP y el PSOE, se anuncian cambios electorales, a fin de librar a estos dos partidos de la dependencia de los llamados nacionalismos periféricos y se envuelve el lote con un lazo de apariencia democrática. Y a la vez, se oculta el pluralismo político, se utiliza la Constitución como arma represora y excluyente y se quiere modificar la ley electoral, al objeto de impedir la real representación de la pluralidad del Estado, para beneficiar a las formaciones nacionalistas españolas, ¡ocultando que la actual ley electoral es claramente favorable a PSOE y PP!. ¿Acaso nos creen tontos?. Es de dominio público, por ejemplo, que un diputado por Barcelona de CiU, ERC, PSC, ICV, cuesta muchos más votos a estos partidos, que un diputado del PP, o del PSOE, en Cuenca, Zamora, Badajoz, Teruel, Cáceres, Logroño, Huesca, Lugo, etc...
Hace tiempo que dejé de creer que España es un país plenamente democrático. Parece un Estado de unidad artificial, dependiente de la ignorancia y sumisión de las personas, para preservar unos supuestos valores -que no son más que los intereses políticos y económicos de una minoritaria casta de privilegiados- y que tiene como único objeto el mantenimiento del statu quo actual. ¿Como sino se explica la pervivencia de los latifundios en Andalucía, Extremadura, Castilla...?.¿Porqué se prolonga la vergüenza que significa el PER?. ¿No es un escarnio para los ciudadanos de Catalunya el estar sometidos a un expolio fiscal que les empobrece?. ¿Cual es el real objeto que se busca con el faraónico Plan Hidrológico Nacional, incluyendo el Trasvase del Ebro hacia el sur?. ¿Porqué en el Estado existen tantos aeropuertos inútiles?. ¿Que se pretende con la Red de Alta Velocidad ferroviaria más extensa de Europa?. Mil preguntas. Pocas respuestas. Intereses, privilegios, poder político. La Gran Mentira. La Gran Farsa.
Aquel que predice, sin fundamento, males o desdichas, es una agorero. En la actualidad, apelar a la idea de las dos Españas en beneficio de unos pocos privilegiados, además, es inmoral. El exclusivista conglomerado español, al que me he permitido bautizar como Madrid Imperial, está anclado en los siglos XIX y XX, cuando la historia de la península si estaba cargada de envidias, injusticias, violencia, enfrentamientos; España pasaba de revoluciones, guerras y huelgas, a huelgas, guerras y revoluciones, sin solución de continuidad. Sin embargo, en la actualidad, no parece que los súbditos españoles tengan muchas ganas de poner en peligro el estado de bienestar que disfruta -a pesar de los 5 millones de parados-, la seguridad ciudadana que le permite ir al fulbol o al cine, ver tele-basura u oir las estupideces de los candidatos, teóricamente enfrentados, del PPSOE.
La mezquindad del Madrid Imperial se hace más evidente, cuando intenta trasladar a Catalunya sus sombríos vaticinios, sus fatídicos augurios. Por ejemplo, pronosticando una grave división entre la sociedad catalana, caso de proclamar la independencia. Diríase que desean que los ciudadanos catalanes hundamos las rodillas en el fango para vencer al antagonista, a base de garrotazos, para que ellos puedan acudir en nuestra salvación. Menosprecian el sentido plenamente democrático de las gentes de este país, demostrado hasta la saciedad, e ignoran que, hasta no hace mucho tiempo, los independentistas hemos soportado estoicamente la voluntad de la mayoría españolista. ¿Porqué tendría que ser diferente ahora que la mayoría se ha tornado independentista?. ¿Acaso dudan del sentido democrático de la minoría de ciudadanos que actualmente defienden opciones unionistas?. Existe vida más allá de los populares y socialistas. Y más en Catalunya, donde sí practicamos el pluralismo, y la democracia, votando hasta cinco formaciones políticas distintas, incluso para las elecciones al Congreso de Diputados. Por ello, no existe el anhelado bi-partidismo, al menos en Catalunya. Por esto es inmoral intentar que la sociedad catalana reniegue del pluralismo natural que practica, en aras de un bien pretendidamente superior, es decir, a favor de la unidad de la patria, del bi-partidismo, o de los superiores intereses económicos comunes de España.
Es por todo ello que desde la capital se quiere imponer La Gran Farsa. Se organizan pseudo-debates entre Rajoy y Rubalcaba, se modifica la Constitución entre el PP y el PSOE, se anuncian cambios electorales, a fin de librar a estos dos partidos de la dependencia de los llamados nacionalismos periféricos y se envuelve el lote con un lazo de apariencia democrática. Y a la vez, se oculta el pluralismo político, se utiliza la Constitución como arma represora y excluyente y se quiere modificar la ley electoral, al objeto de impedir la real representación de la pluralidad del Estado, para beneficiar a las formaciones nacionalistas españolas, ¡ocultando que la actual ley electoral es claramente favorable a PSOE y PP!. ¿Acaso nos creen tontos?. Es de dominio público, por ejemplo, que un diputado por Barcelona de CiU, ERC, PSC, ICV, cuesta muchos más votos a estos partidos, que un diputado del PP, o del PSOE, en Cuenca, Zamora, Badajoz, Teruel, Cáceres, Logroño, Huesca, Lugo, etc...
Hace tiempo que dejé de creer que España es un país plenamente democrático. Parece un Estado de unidad artificial, dependiente de la ignorancia y sumisión de las personas, para preservar unos supuestos valores -que no son más que los intereses políticos y económicos de una minoritaria casta de privilegiados- y que tiene como único objeto el mantenimiento del statu quo actual. ¿Como sino se explica la pervivencia de los latifundios en Andalucía, Extremadura, Castilla...?.¿Porqué se prolonga la vergüenza que significa el PER?. ¿No es un escarnio para los ciudadanos de Catalunya el estar sometidos a un expolio fiscal que les empobrece?. ¿Cual es el real objeto que se busca con el faraónico Plan Hidrológico Nacional, incluyendo el Trasvase del Ebro hacia el sur?. ¿Porqué en el Estado existen tantos aeropuertos inútiles?. ¿Que se pretende con la Red de Alta Velocidad ferroviaria más extensa de Europa?. Mil preguntas. Pocas respuestas. Intereses, privilegios, poder político. La Gran Mentira. La Gran Farsa.
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