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dilluns, 21 de novembre del 2011

LAS CULPAS CATALANAS Y EL PERRO DEL HORTELANO. (y 2)


Es España la que debe ayudarse a sí misma. Debe controlar sus disparatados gastos; lineas férreas de Alta Velocidad desde Madrid a todas las capitales de provincia; aeropuertos sin vuelos ni pasaje; subvenciones a las autopistas de peaje madrileñas, etc.... Es España la que debe suprimir ministerios con competencias traspasadas a las autonomías; debe eliminar el Ministerio de Cultura, y los fondos financieros para adquisición de colecciones privadas (catalanas) que posteriormente se ubican en el ignominioso Museo de la Guerra Civil, en Salamanca, para vergüenza y escarnio de Catalunya; también debería prescindir de decenas de miles de funcionarios que perviven, tan ricamente, en ministerios sin competencias, como Cultura, Sanidad, Educación, Medio Ambiente, Agricultura, Vivienda, etc... Y si se trata de reducir aportaciones económicas en materia identitaria, para igualar las reducciones ejecutadas por el gobierno catalán, España debería empezar a recortar intensamente en el Instituto Cervantes, en la Real Academia de la Lengua Española y la Real Academia de la Historia, en el Teatro Real y el Museo del Prado, entre otros... ¿o es que los recortes solo debe afectar la identidad catalana?.

Resulta francamente injusto exigir que Catalunya, para contener el déficit, deba disminuir drasticamente la inversión en política lingüística, en subvenciones culturales; o se la conmine a cerrar canales de TV públicos -de unos 60 canales de TDT solo cinco (públicos) emplean el catalán con normalidad; el resto, públicos y privados,  mayoritariamente lo hacen en lengua castellana-. Es irritante esta exigencia, cuando en los presupuestos generales del Estado Español dedican centenares de millones de euros -multiplicando varias veces el dinero que dedica Catalunya a ello- a estos mismos apartados. ¡Y nadie exige el más mínimo recorte!; por ejemplo, el Instituto Cervantes, encargado de la promoción y difusión del castellano por el Mundo, como si de una lengua y cultura débil y minoritaria se tratara. Además, debe tenerse en cuenta que en asuntos identitarios españoles -entre otros, el mundo de los toros (generosamente subvencionado)-, son los presupuestos generales del Estado los que contemplan los gastos, a cargo de los impuestos de todos los ciudadanos, incluido los catalanes; mientras que la identidad catalana la pagamos exclusivamente los catalanes, en los presupuestos de la Generalitat. En realidad, nada, ningún gasto que el Estado efectúa en Catalunya va a cargo de impuestos españoles. Los catalanes nos lo pagamos todo y además, cada año desaparecen de nuestro bolsillo más de 20.000 millones de euros. 

El inefable presidente extremeño, José Antonio Monago, se permite atacar la reivindicación catalana del pacto fiscal rechazando la pretensión que haya comunidades autónomas (Catalunya) que hagan las cuentas. Ha censurado la reivindicación del pacto fiscal con el argumento que si esto se platea, habrían de recordar que un cuarto de millón de extremeños levantan Catalunya. Nuevamente, el nacionalismo español se permite retorcer la realidad, para mantener una posición de privilegio económico, a costa del prójimo. El señor Monago debería saber que los principales perjudicados por el expolio a que somos sometidos todos los catalanes, sin mesura ni límite temporal, son precisamente catalanes de origen extremeño, andaluz, gallego, aragonés, murciano..... y también de origen catalán. El expolio no perdona a nadie, la prueba es que los recortes en sanidad y educación afectan a la totalidad de la población, independientemente de su origen, lengua, religión o filiación política. A todos.  También sería bueno que hicieran autocrítica desde Extremadura, así como desde Andalucía. ¿No les parece extraño que los extremeños y andaluces, en Catalunya, trabajen como el resto de ciudadanos catalanes, progresen socialmente, sean autosuficientes y aprovechen las oportunidades que les ha brindado la sociedad de acogida, es decir Catalunya, con solo su esfuerzo y trabajo?. ¿No será porque los andaluces y extremeños, de Andalucía y Extremadura, carecen de gobernantes eficientes, incapaces de promover, impulsar y arropar a los emprendedores, únicos que crean riqueza y puestos de trabajo?. ¿No será que la clase política de estas dos comunidades prefieren ser campeonas en el número de empleados públicos y funcionarios por habitante?. ¿Quizás no es cierto que en ambas comunidades existen los mayores latifundios de Europa, que acaparan las subvenciones más cuantiosas de la Comunidad Europea, y que solo sirven para reservas de caza y ganaderías bravas?. Y mientras, se protege y esclaviza a decenas de miles de campesinos con el PER, para acallar su ira, en lugar de proporcionar los instrumentos para que puedan salir por si mismo de esta injusta situación, tan conveniente por otra parte, para las clases dirigentes de estos territorios. Solo así se explica que los catalanes de distintos orígenes se escandalicen cuando viajan a la tierra en que nacieron sus padres y observan lo generoso que resulta el estado de bienestar allí, en comparación con las escaseces de aquí. O el lujo que representa circular por autopistas libres de peaje, mientras que ellos, para ir a trabajar tienen que pagar religiosamente el diezmo, cada día. Como es natural, instintivamente se ponen la mano en los bolsillos y se agarran la cartera, enflaquecida por el expolio a que es sometida inmisericordemente por parte  del Estado Español.   

El señor Monago, así como los señores Arenas, Griñan, Rodriguez Ibarra, y la señora Aguirre, y el señor Rajoy, y las señoras Chacon, Leire Pajin y Sanchez Camacho, entre otros, deberían mostrarse más humildes, deberían olvidar la prepotencia; no están investidos de una especie de superioridad moral por encima del resto de los mortales. No pueden dar lecciones de coherencia, ni de austeridad, ni de eficacia, ni de buena administración. Es inmoral que el gobierno de España culpe a Catalunya. Es mezquino exigir más austeridad en las cuentas públicas catalanas, mientras Andalucía, comunidad receptora de la forzosa y generosa solidaridad de los catalanes, incrementa el presupuesto del próximo año (electoral), aproximadamente un 2%. Y el inefable gobierno de España cumple sus compromisos de reducción del déficit público español, traspasando la carga a las comunidades autónomas, es decir, a Catalunya.

España actúa respecto Catalunya como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Con una variación, España si come del huerto que guarda, hasta la saciedad. Quién no come más que las sobras es el hortelano que trabaja la tierra, es decir, Catalunya. ¿Hasta cuando?.    




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