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divendres, 4 de març del 2011

EL PRIMER DÍA (DESPUÉS DE LA INDEPENDENCIA) I

Propongo un juego: Supongamos que por fin hemos alcanzado la independencia de Catalunya, de forma pacífica y democrática. ¿Que es lo que sucedería en España y en Catalunya?

De entrada, se habrían creado dos nuevas realidades políticas, diferentes en todo con la situación anterior. España habría perdido la región más avanzada, la más "rica" y sin duda, la más generosa. Al fin los españoles podrían percatarse de lo mucho que los catalanes aportábamos, en concepto de solidaridad forzosa, al bienestar de toda la población española. El desfase de 22.000 millones de euros anuales que Catalunya entrega a España en concepto de impuestos sin retorno, se harían notar. A esta desorbitada cantidad habría que sumarle los muchos millones que cada año el gobierno de España presupuesta para Catalunya, y que jamas ha ejecutado al cien por cien. Por fin se daría cuenta que los catalanes "no se lo quedaban todo", no eran "egoístas, insolidarios, que vivían a costa de la explotación de los buenos ciudadanos españoles".

También se percatarían de que la riqueza de España disminuía, de golpe, en más de un treinta por ciento. Algunas comunidades autónomas verían descender sus ventas a niveles "increíbles". Se darían cuenta de que el fondo de pensiones del Estado dejaría de tener, año a año, superávit. Las exportaciones españoles caerían de repente en más de un veinticinco por ciento. La hacienda pública española sufriría una disminución en sus ingresos tan importante, que debería pedir, por lo menos al principio, ayuda urgente a la Comunidad Europea y otras instituciones financieras internacionales.

Esto y muchas cosas más, pasaría con una España libre al fin de los catalanes, antipáticos, egoístas, insolidarios y que solo hablan catalán para fastidiar. Por fin España podría dedicarse a resolver sus múltiples problemas, con sus propios recursos políticos, económicos y culturales, libres del insoportable fardo del victimismo catalán, de su nacionalismo desaforado, de su idioma "despreciable" y su "provinciana" cultura.

¿Acaso en Catalunya las circunstancias serian mejores? Ni mucho menos. En términos generales, la actividad económica se vería seriamente afectada de forma transitoria. Descenderían las ventas a España, aunque esto se compensaría con la disminución en las compras. En materia fiscal, aumentarían los ingresos de manera importante, aunque solo fuera por la eliminación fulminante del abultado déficit fiscal que padecen los catalanes, pero también aumentarían mucho los gastos, ya que el nuevo estado debería suplir los servicios que hasta la fecha presta el estado español.

En definitiva, tanto para España como para Catalunya, la separación provocaría una notable alteración económica, financiera, política y cultural, que sería mas onerosa para España y más superable a corto plazo para Catalunya. A medio y largo plazo, las ventajas serían muy superiores para los dos nuevos estados, puesto que ambos se verían libres de tener que soportar al otro. En la actualidad, la situación deviene enojosamente irritante para España, mientras que para Catalunya es terriblemente insoportable. Mejor separados con relaciones mutuas fraternales, que formalmente unidos pero enfrentados cainitamente para toda la eternidad.   

    

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