Acabo de leer algunos de los comentarios publicados sobre la encuesta de la independencia, en distintos medios, catalanes y españoles, unionistas y soberanistas. Pueden clasificarse en dos grandes grupos: los que comparten, defienden y/o comprenden la independencia de Catalunya y los que la combaten con argumentos falaces e insultantes. El primer grupo utiliza argumentos realistas, apasionados, si, pero esperanzados e incluso cordiales, mientras que el grupo unionista recurre a los tópicos, manipulan en algunos casos la realidad y los datos, incluso estadísticos y, a menudo, descalifica e insulta indiscriminadamente, tanto a nivel personal como, lo que es más grave, a nivel colectivo.
Me pregunto, ¿que motiva a una persona combatir los argumentos, más o menos acertados, con insultos, mentiras y falsedades?. La respuesta es sencilla. Es precisamente, la carencia de argumentos, e incluso, el bajo nivel cultural, o si se prefiere, el exceso de ignorancia. Cuando algunos utilizan insultos como talibanes -referido a los nacionalistas-, o, que el independentismo ha crecido por la parte de los cojones, la conclusión lógica es que se trata de personas que viven más con las tripas que con la cabeza. Descalificar una encuesta con el argumento de que a mi nadie me ha preguntado, puede calificarse de exceso de ignorancia. Pero lo realmente preocupante, es la abundancia de comentarios de este tipo. Bien es cierto que más en medios de Madrid, que de Catalunya.
Otro recurso empleado por los españolistas es la supuesta manipulación que sufren los catalanes, a causa de la posición en que se encuentran los periodistas y los medios de comunicación, abducidos por el nacionalismo radical catalanista. Es como si el mundo de la información catalán resultara ajeno a la realidad pro-española que creen los medios hispanos domina y es compartido por la inmensa mayoría de ciudadanos catalanes. Nuevamente se constata la falta de conocimiento que esta España tiene de la realidad en Catalunya. No reconocen que la mayoría de los catalanes se sienten cada día más alejados de España, a la que consideran hostil e injusta con Catalunya. España ha pasado a ser una realidad histórica para los que en otros tiempos decidieron venir a Catalunya, aprovechar las oportunidades laborales que esta tierra les ofreció, crear familia, progresar y tratar de alcanzar la inalcanzable felicidad, para si y los suyos. Esta realidad histórica -del pasado-, en la actualidad está resultando una carga insoportable para superar la crisis en la que todos estamos inmersos. Cuando se enteran que en sus pueblos de origen existen familias enteras que viven del PER, o que se han construido centenares de kilómetros de autopistas, libres de peaje, por los que apenas transitan vehículos -en comparación con los miles de vehículos que saturan la autopistas de peaje en Catalunya-, o que la Alta Velocidad ferroviaria española es la más extensa de Europa -y también la más deficitaria, hasta el punto de tener que suprimir tramos que apenas son utilizados por nueve pasajeros al día- mientras se escatiman recursos, empuje y constancia en el corredor ferroviario mediterráneo, cuando se enteran de todo lo anterior y muchas cosas más, los catalanes alucinan de las recomendaciones que desde España se hacen contra supuestos despilfarros en Catalunya. ¿Como pueden exigir contención desde el gobierno de Madrid a Catalunya, si ellos despilfarran en ministerios, funcionarios (y recursos económicos) que no deberían existir? ¿ Porque se tolera, desde Madrid, el inmenso agujero negro que es el PER en Andalucía y Extremadura fundamentalmente, que condena a los honrados ciudadanos de aquellas comunidades a permanecer como rehenes en manos de "papa estado", sumisos y obedientes? ¿Porque no se han invertido los cuantiosos recursos que Europa generosamente ha aportado estos últimos años en crear las condiciones económicas adecuadas para fomentar el empleo en Andalucía y Extremadura, lo único que puede sacar a un ser humano de la pobreza?.
España decidió dedicar los ingentes recursos europeos a otras cosas. España prefirió dedicar a otras cosas, el inmenso esfuerzo que los ciudadanos catalanes hicieron (y siguen haciendo), entre otros pero principalmente, aportando el 10% de la riqueza que se genera en Catalunya a las arcas de una forzada e ilimitada solidaridad inter-regional. ¿Y a que otras cosas ha preferido España dedicar todo este inmenso caudal de recursos catalano-europeos? Es cierto que el estado ha progresado, que los ciudadanos en general han aumentado su nivel de vida, su bienestar. Pero no es menos cierto que se ha malgastado en querer aparentar que España era una nación rica, poderosa. En un ataque -por otra parte, muy hispano- de soberbia, hemos logrado tener la segunda red de alta velocidad más larga del Mundo mundial, mientras las carencias en Cercanías de Barcelona acumulan un sin fin de incidentes, propios de un país tercermundista. También existen aeropuertos fantasmas, sin aviones. Y ciudades deshabitadas. Miles de viviendas no tienen comprador. Y Miles de viviendas que se vendieron en su día, acaban a manos de las entidades financieras que ejecutan los préstamos que tan generosamente otorgaron a cientos de miles de ciudadanos, embaucados con el espejismo que desde el gobierno, y los grandes bancos, anunciaban que España iba por delante de Italia económicamente, que casi alcanzábamos a Francia y que en los próximos años nos pondríamos a la altura de Alemania.
La realidad es que España se encuentra al borde del abismo, tutelada por el eje franco-alemán y a los pies del mercado globalizado.
Todo esto no lo tienen en cuenta los inefables comentaristas digitales unionistas. Nada de lo anteriormente dicho merece la atención de aquellos que se empeñan en traspasar sus propias frustraciones a los que quieren alcanzar la mayoría suficiente para proclamar la plena soberanía de Catalunya. En paz y libertad. Porque, seamos serios, si España supiera que independizándose de Europa, arreglaría todos los problemas que tiene planteados, saldría de la crisis más rápidamente, y lograra el reconocimiento que su lengua y cultura merecen, ¿no lo haría?. ¿No lucharía por la independencia de su país?. Esta es la pretensión de los catalanes, alcanzar el reconocimiento y consideración internacionales de nuestra lengua y cultura, salir rápidamente de la crisis, con nuestros propios recursos y esfuerzos, en definitiva, resolver todos los problemas que tenemos planteados y que dependiendo de España, jamás alcanzarán la solución que merecemos como pueblo. Porque el lastre de la cutre, casposa y cavernícola España que hasta ahora nos ha ofrecido el gobierno, los partidos, las instituciones, los medios de comunicación y muchos ciudadanos dispuestos al insulto, a los boicots y a la manipulación, no ofrece ningún atractivo a este grupo de ciudadanos, mayoritarios ya en Catalunya, que aspiran a vivir en paz, prosperidad, libertad y plena soberanía.
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