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dilluns, 2 de gener del 2012

DESPUÉS DE LA TORMENTA.

Una de las primeras medidas acordadas por el Gobierno de Madrid, presidido por Mariano Rajoy, afecta directamente las finanzas de Catalunya. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, el ministro Montero después de anunciar unos recortes (cosméticos) sobre las cuentas públicas españolas de 8.900 millones de € y una subida de impuestos de 6.000 millones,  no hizo mención a lo que posteriormente debía publicarse en el Boletín Oficial del Estado: eliminación del financiamiento previsto en los Estatutos de autonomía de Andalucía, Castilla-León, Islas Baleares y Catalunya. En el caso de Catalunya se refiere a la ya famosa disposición adicional tercera. A las comunidades autónomas que copiaron el texto catalán les ha salido el tiro por la culata. No contaban que el gobierno de España, en su afán por estafar a Catalunya, adoptara algunas decisiones que perjudicaran a comunidades inequívocamente españolas. Ante el revuelo que se ha organizado, el Ministerio de Hacienda aclara que no se eliminarán tales disposiciones, sino que se revisarán, naturalmente a la baja.

Mientras el presidente extremeño, José Antonio Monago, en su discurso de fín de año, ha dicho: lo digo alto y claro; Extremadura no es más que nadie, pero tampoco es menos que nadie. Para desvanecer cualquier duda, está frase la recitó en castellano, en vasco y como no, en catalán. El mensaje dirigido a Catalunya y Euskadi más que a sus conciudadanos, iba acompañado de loas a la Constitución y alertas a la falta de unidad que afecta el país. Otras frases muy celebradas fueron, todas las autonomías están bajo un mismo techo y una misma realidad económica; y también, que la unión de las autonomías sea el primer paso hacia la nueva España y Europa que queremos construir.


El mismo día, el señor Mas se dirigió a los catalanes en su discurso de fin de año. Destaca la mención que hizo sobre el pacto fiscal. Si la propuesta de pacto fiscal es atendida, los puentes entre Catalunya y España se reforzarán. En caso contrario, aún se debilitarán más. Deseó que el gobierno de España tenga coraje, le deseamos aciertos y le reclamamos respeto a Catalunya y auténtico sentido de Estado. Catalunya quiere ser respetada en su identidad, instituciones, cultura, derecho y lengua.


De estos tres acontecimientos que se han producido el viernes 30 de diciembre de 2011, el único relevante para Catalunya es el primero. No es más que el anuncio de las intenciones que el nuevo Gobierno de España reserva contra Catalunya. El misérrimo Estatuto de Autonomía de Catalunya no solo fué objeto del más absoluto desdén por parte del Gobierno socialista de Zapatero (recordemos, apoyaré el estatuto que apruebe el parlamento de Catalunya); también fué objeto de los perversos juegos malabares del Partido Popular, con vistosas actuaciones en las plazas y calles de muchos pueblos y ciudades de España, ante enfervorizados espectadores ávidos de sacudir estopa a los catalanes; así como fácil carne de cañón en manos de un estrafalario (extravagante en la forma de pensar y actuar) Tribunal Constitucional español. Además de todo ello, el actual Gobierno de España, igual que el anterior -mismos perros con distintos collares-, amenaza con seguir incumpliendo el mandato estatutario y si se tercia modificar, anular, suprimir, desoir e ignorar todos aquellos artículos y disposiciones  que no se ajusten a su sacro-santa voluntad e intereses, innatos como el buen y noble nacionalismo hispano que abraza el Partido Popular, sin vergüenza ni el más mínimo recato.

Que el señor Monago defienda los intereses nacionales de España, mentando a Catalunya, cabe dentro de lo previsible y de lo irrelevante. Que el señor Mas advierta -amenace, según el PP catalán- de las consecuencias que tendrá desoir las reclamaciones de Catalunya por parte de España, entra  dentro del guión que la formación catalanista tiene previsto. Sus intentos para que el Gobierno del señor Rajoy se avenga a negociar el llamado pacto fiscal, son tan persistentes... como patéticos. Temen que una rotunda negativa popular les conduzca hacia donde no desean llegar: el puro y duro enfrentamiento con España. Saben que la mayoría de ciudadanos de Catalunya hemos llegado al límite de nuestra paciencia y no toleraremos más dilaciones ni excusas de mal pagador.


Lo más grave es la actuación del Gobierno de España. El anterior preparó el terreno para que el desprestigio de la Catalunya autónoma alcanzara proyección internacional. Acusar de despilfarro y de falta de capacidad de autogobierno, a las instituciones catalanas, no solo fué una vergonzosa falacia españolista, también fué de una deslealtad impúdica. España ocultó el inaguantable expolio fiscal que sufren los ciudadanos de Catalunya. El Gobierno español decidió no pagar el único fondo -de competitividad, 1.450 millones de €- que contempla el actual sistema de financiación de las comunidades autónomas y que resulta mínimamente justo a los intereses de la Generalitat; el gobierno socialista había ido adelantando recursos a cuenta, de acuerdo con la propia ley, hasta que fué desalojado por CiU de ejercer el poder en la Generalitat; a partir de entonces acabaron los adelantos. El gobierno de Madrid, no contento con esta miserable actitud, procedió a incumplir nuevamente una ley orgánica -el Estatuto catalán- y dejó de transferir 759 millones de € de la disposición adicional tercera. Alguien tendrá que explicar detalladamente como puede un Gobierno -el catalán- hacer frente a sus obligaciones con la sociedad, si cada año le roban 22.000 millones de  € de los recursos que sus conciudadanos pagan en calidad de impuestos; así mismo, deberá justificar como puede cumplir con sus obligaciones en la contención del déficit, si quien tiene la obligación de administrar y distribuir los recursos financieros decide unilateralmente cambiar las reglas del juego a medio partido y se queda con 2.200 millones de €, para a su vez poder cumplir con las exigencias requeridas por Mercozy; esto es actuar como hace un vulgar trilero; este es el innoble proceder del Gobierno de España.

Ahora el señor Rajoy, aprovechando la senda y el impulso del gobierno socialista, decide revisar, a la baja, el sistema de financiación de Catalunya. Además, naturalmente no cumplirá tampoco con la obligación legal que recoge la mencionada ley orgánica -el infausto Estatuto catalán-. Para terminar remachando el clavo con la acusación pública que la desviación del objetivo de déficit del año 2011 es culpa de las comunidades autónomas, es decir, fundamentalmente de Catalunya.

As Spain Acts to Cut Deficit, Regional Debts Add to Woe,  titula New York Times. Este periódico explica  que el déficit presupuestario es mayor del que se esperaba. Aunque en general la situación fiscal de España no es tan grave como en Italia, presenta unas características muy particulares, graves desequilibrios de los presupuestos de las diecisiete comunidades autónomas, que han gastado imprudentemente en la pasada década. La información se ceba especialmente con la situación catalana, aportando los mismos argumentos que suelen emplear los medios madrileños en su cruzada anti-autonómica. Es decir, anti-catalana.

Un auténtico vendaval se abate sobre Catalunya. Truenos, relámpagos, la furia de los vientos. Todo parece indicar que la suerte está echada. No existe refugio alguno para Catalunya. Carece incluso de un mísero paraguas bajo el que cobijarse. Nada protege a los sometidos ciudadanos catalanes de la intemperie exterior. Pero ya se sabe, después de la tormenta aparece la calma. Y el firmamento se aclarará. Es bueno que el New York Times se haya ocupado de la (i)realidad catalana. Sus erróneas fuentes, la desinformación a que están sometidos sus crédulos corresponsales, serán vencidas por la cruda realidad, por la autenticidad de los hechos. Solo tienen que utilizar la inteligencia; deben venir a Catalunya y hablar con los catalanes. Con ciudadanos anónimos, con políticos, con gobernantes. Pregunten a los intelectuales, a los profesores universitarios, a los periodistas y sumérjanse en  la sociedad catalana y sus instituciones. No repitan los falsos argumentos madrileños como si de loros se tratara y comprenderán porqué la mayoría de ciudadanos catalanes estamos convencidos y somos firmes partidarios de la independencia plena de nuestra Nación. Es una mera cuestión de justicia, autoestima y, en última instancia, de supervivencia colectiva como pueblo. Nada más. Les esperamos con los brazos abiertos.








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