El Gobierno español quiere negociar nuevamente el pago a plazos de los 759 millones que adeuda desde 2011. Exige controlar los presupuestos de Catalunya -lo llama armonizar- antes de la aprobación del Parlamento catalán. Ordena nuevos recortes particularmente en temas identitarios catalanes. Requiere de Catalunya un redoblado esfuerzo que contribuya a que todos logremos salir antes de la crisis; exige que rememos cual galeotes a favor de España. Y amenaza con re-implantar los conceptos de nación única, Gobierno de España y Nación española.
A cambio, el Gobierno de Catalunya ofrece limitar el déficit más de lo que obliga el Estado; califica (Duran i Lleida) de fluido y positivo el diálogo con el Gobierno de España sobre la disposición adicional tercera -cobrar a plazos-; y acepta la nefasta armonización centralista, sin mayores reservas. La pregunta es, ¿porqué?. La respuesta es evidente. Catalunya carece de auténtica autonomía; ni política, ni financiera, ni siquiera administrativa. Aquello que se había presentado como Estado de las Autonomías nunca fué del agrado de los poderes fácticos españoles. Estos poderes han manipulado los hilos que controlan los movimientos del aparente escenario democrático español, como si de un teatro de marionetas se tratara, y quieren reducir hasta el nivel de vulgares y mínimas gestorias administrativas las actividades y competencias de las comunidades autónomas, especialmente de Catalunya. La Generalitat ha pasado a administrar los escasos recursos que llegan desde Madrid, a condición de mostrar la inmensa gratitud que tan señera institución catalana siente hacia la generosidad de España hacia sus súbditos más preciados (y preciosos): los catalanes.
Convergencia i Unió es victima, una vez más, de la escasa valentía política que exhiben sus dirigentes. Cabría esperar que en defensa de la Nación catalana, por lo menos la Generalitat exigiera el cumplimiento de la ley española y rechazara sin más, re-negociar nuevamente el pago de los recursos aprobados desde 2011 y recogidos en los Presupuestos Generales del Estado. Debería reclamar la lealtad institucional que tanto se echa en falta en los partidos políticos nacionalistas españoles que configuran los sucesivos gobiernos de España. ¿Acaso los ciudadanos catalanes debemos aceptar sin rechistar que España es la única Nación, porqué lo dicen ellos o sus leyes?.
La falta de coraje político del señor Mas, de su gobierno y de la coalición que los sustenta, es palmaria. Y se agrava a causa de la pusilanimidad del señor Duran i Lleida, con sus peculiaridades, particularismos y complicidades madrileñas. El consejero señor Mas-Colell, pronunció recientemente una frase en sede parlamentaria que es un resumen preclaro de lo que cree es la situación de Catalunya en España. Dijo: "Tenemos derecho al aval del Reino de España para nuestra deuda, y si no que nos expulsen". Es decir, somos España, nuestra deuda es la suya y viceversa; pero si lo prefieren, que nos dejen ir. ¿Donde quedan el legítimo orgullo, la anhelada justicia, la catalanidad y los recursos expoliados por la inefable España?. ¿Solo podemos aspirar a la soberanía, si lo quiere España?. Alguien debería repetir hasta la saciedad que la independencia no se pide; se toma y se ejerce. Y se ejerce cuando la situación de un país y de sus ciudadanos se vuelve insostenible; cuando las leyes son utilizadas por el estado colonizador contra los intereses de los colonizados y contra un mínimo sentido de justicia exigible; cuando el país expoliado está exhausto, desangrado y hastiado. Es decir, la independencia de una nación se produce cuando las injusticias, opresiones y expolios que sufren los colonizados, son similares a los que sufrimos en la actualidad los catalanes. Tampoco comparto la opinión expresada por la vicepresidenta de la Generalitat, señora Joana Ortega. Ha sentenciado que Catalunya no es suficiente madura para pronunciarse en un referéndum de autodeterminación. Ingenuamente, afirma que el principal objetivo de ahora es el pacto fiscal. Ambas afirmaciones, no al referéndum y si al concierto económico, denotan la impropia inmadurez de esta señora, por otro lado muy respetable a pesar de las dudas que plantea su curriculum. Estas son las características que adornan algunos de nuestros más significados políticos; ingenuidad, inmadurez, falta de autoestima y desconcierto. ¡Y el futuro Catalunya y el bienestar de los ciudadanos está en sus manos!.
En realidad, el sentido de esta última exclamación no es correcto, ya que el futuro de Catalunya y el bienestar de sus ciudadanos está en nuestras propias manos y lo alcanzaremos a pesar de nuestros apocados dirigentes políticos, exultantes de ternura e ingenuidad.
Convergencia i Unió es victima, una vez más, de la escasa valentía política que exhiben sus dirigentes. Cabría esperar que en defensa de la Nación catalana, por lo menos la Generalitat exigiera el cumplimiento de la ley española y rechazara sin más, re-negociar nuevamente el pago de los recursos aprobados desde 2011 y recogidos en los Presupuestos Generales del Estado. Debería reclamar la lealtad institucional que tanto se echa en falta en los partidos políticos nacionalistas españoles que configuran los sucesivos gobiernos de España. ¿Acaso los ciudadanos catalanes debemos aceptar sin rechistar que España es la única Nación, porqué lo dicen ellos o sus leyes?.
La falta de coraje político del señor Mas, de su gobierno y de la coalición que los sustenta, es palmaria. Y se agrava a causa de la pusilanimidad del señor Duran i Lleida, con sus peculiaridades, particularismos y complicidades madrileñas. El consejero señor Mas-Colell, pronunció recientemente una frase en sede parlamentaria que es un resumen preclaro de lo que cree es la situación de Catalunya en España. Dijo: "Tenemos derecho al aval del Reino de España para nuestra deuda, y si no que nos expulsen". Es decir, somos España, nuestra deuda es la suya y viceversa; pero si lo prefieren, que nos dejen ir. ¿Donde quedan el legítimo orgullo, la anhelada justicia, la catalanidad y los recursos expoliados por la inefable España?. ¿Solo podemos aspirar a la soberanía, si lo quiere España?. Alguien debería repetir hasta la saciedad que la independencia no se pide; se toma y se ejerce. Y se ejerce cuando la situación de un país y de sus ciudadanos se vuelve insostenible; cuando las leyes son utilizadas por el estado colonizador contra los intereses de los colonizados y contra un mínimo sentido de justicia exigible; cuando el país expoliado está exhausto, desangrado y hastiado. Es decir, la independencia de una nación se produce cuando las injusticias, opresiones y expolios que sufren los colonizados, son similares a los que sufrimos en la actualidad los catalanes. Tampoco comparto la opinión expresada por la vicepresidenta de la Generalitat, señora Joana Ortega. Ha sentenciado que Catalunya no es suficiente madura para pronunciarse en un referéndum de autodeterminación. Ingenuamente, afirma que el principal objetivo de ahora es el pacto fiscal. Ambas afirmaciones, no al referéndum y si al concierto económico, denotan la impropia inmadurez de esta señora, por otro lado muy respetable a pesar de las dudas que plantea su curriculum. Estas son las características que adornan algunos de nuestros más significados políticos; ingenuidad, inmadurez, falta de autoestima y desconcierto. ¡Y el futuro Catalunya y el bienestar de los ciudadanos está en sus manos!.
En realidad, el sentido de esta última exclamación no es correcto, ya que el futuro de Catalunya y el bienestar de sus ciudadanos está en nuestras propias manos y lo alcanzaremos a pesar de nuestros apocados dirigentes políticos, exultantes de ternura e ingenuidad.
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