"No hay dinero". Esta es la recurrente frase preferida de Cristóbal Montoro, jienense, economista y alucinante Ministro de Hacienda del Gobierno de España. Frase que podría matizar y completar con un sonoro "... para ti, Catalunya". O disculpándose, diciendo "quiero, pero no puedo". Rizando el rizo, podría añadir, "en esta situación de crisis, no hay alternativa". Excusas, falacias, simplezas. Este afectado catedrático, reciclado como Ministro, de semblante severo, escaso glamour, notablemente impertinente y con aires de sobrada suficiencia, ha tenido a bien obsequiarnos con algunas perlas oratorias dignas de ser tenidas en cuenta por aquellos ciudadanos que gusten de mensajes pletóricos de vacuidad y rebosantes de estulticia. Con todo, pasa por ser uno de los más destacados ministros, en un gobierno de hombres y mujeres prodigiosamente mediocres. Un Gobierno de España, profundamente gris y terriblemente incapaz. Vencido, superado por los acontecimientos, en definitiva.
Cuando se refiere a subir los impuestos, lo hace de la siguiente guisa: "va a cambiar la ponderación del sistema impositivo". Disfraza los mensajes que puedan resultar molestos, o sonar injustos a oidos de los ciudadanos, con anuncios de incremento de la presión fiscal de forma "no inequitativa" (supongo que se refiere a "equitativa"), para poder alcanzar el techo de déficit impuesto por la U.E. En un alarde de erudición, después de admitir una subida impositiva, recurrió a una cita atribuida a Benjamin Franklin: "en este mundo no se puede estar seguro de nada, salvo de la muerte y de los impuestos". Es decir, equiparó los impuestos con la muerte, como figuras insoslayables. La paradoja se halla en que ha sido el gobierno del señor Rajoy el impulsor de la amnistía fiscal a los poderosos, es decir, a los que sí pueden esquivar (por evasión) los impuestos. Después del perdón tributario, los evasores alcanzarán el paraíso. Y si les damos tiempo, incluso serán capaces de soslayar la parca.
Recientemente, en un intento cínicamente conciliador con las Comunidades, el señor Montoro se ha lamentado que los Presupuestos Generales del Estado incumplan las disposiciones de los Estatutos de Autonomía -del catalán y sus copias- con la siguiente parrafada: "Estos presupuestos están marcados por la austeridad y el rigor. Son los que necesita España. Reducir las inversiones no es agradable, pero prima la reducción del déficit. Se ha de renunciar a gastar. Nuestra voluntad es cumplir con los estatutos, pero no hay dinero, señorías, no hay dinero". No hay dinero para cumplir la ley y pagar las deudas a los catalanes, pero si para invertir alegremente en la red ferroviaria de Alta Velocidad para Extremadura y Galicia -casi 1.200 millones de €, según los presupuestos de 2012-. Se soslaya la inversión del corredor Mediterráneo -vital para las exportaciones catalanas y valencianas-, pero siguen apostando por unas lineas de ferrocarril anti-económicas, supérfulas y perfectamente prescindibles, como son la Alta Velocidad. ¿Que prioridades inspiran la inversión en infraestructuras a los gobernantes españoles?. ¿Las puramente clientelares, las que ayudan a la cohesión nacional española o las auténticamente necesarias?. ¿Son estos el rigor y la austeridad pomposamente anunciados por el catedrático Montoro?.
El Gobierno de España, ya sea conservador o supuestamente progresista, siempre muestra gran "deferencia" a los intereses de los catalanes. Véase sino las obras públicas ejecutadas el año pasado. Concretamente el 7,1%, frente el 15,2% presupuestado por el gobierno socialista. Recordemos que la ley marca que el mínimo invertido debería haber sido del 19% del PIB, según la disposición adicional tercera del inoperante -por irrelevante- Estatuto Catalán. Naturalmente, los presupuestos del año 2012 contemplan una inversión equivalente al 11,1%, notablemente inferior. Naturalmente, estos mismos presupuestos apenas recogen la inversión (auspiciada por la UE) en el corredor Mediterráneo. Naturalmente, el nefasto ejecutivo español ha incumplido los convenios firmados en 2005 y 2006 para invertir (hasta 2012) en la red viaria y ferroviaria catalana, por importe de 2.510 millones y 2.360 millones respectivamente, de los cuales solo se han licitado 706 y 701 millones. Naturalmente, todo ello en Euros (aunque dá igual); lo que representa apenas el 28% de lo comprometido por el austero y riguroso Gobierno de España.
Quien leyendo estas líneas, ingenuamente deduzca que el Ministro Montoro tiene razón cuando afirma que no hay dinero y por tanto, es lógico e incluso aceptable que incumpla leyes, sentencias, compromisos y acuerdos, debería intentar explicarse así mismo porqué el Estado español paga un 50% menos a los discapacitados catalanes que a los de otros territorios. Por ejemplo, un discapacitado catalán recibirá del Gobierno español 2.197 €. Mientras, en el otro extremo, un gallego recibirá 10.637 €; un canario 9.946 €; o un murciano 6.396 €. Además, el Gobierno Rajoy incumple, nuevamente, la normativa estatal que obliga a subvencionar el 50% de los salarios -mínimo interprofesional- devengados para conseguir la inserción social merced el derecho al trabajo de los discapacitados. No contento con ello, el Gobierno de España afirma que "no es razonable" la territorialización del 0,7% del IRPF de la declaración de la renta, a pesar que una reciente sentencia del Tribunal Supremo (españolisimo donde los haya) sostiene justamente lo contrario: es absolutamente razonable. El Alto Tribunal atendió la demanda presentada ante la evidencia de lo irracional que resulta el hecho que, siendo Catalunya pagana por el 16% de la población del Estado, aportando el 25% del total estatal -260 millones € en el año 2011-, solo haya recibido 29 millones de € el curso pasado, es decir, el 11%. ¿Es todo ello razonable?. ¿Es riguroso?. ¿Es justo?. ¿Se trata de austeridad?. ¡Por Dios bendito! ¿No es, acaso, absolutamente mezquino y ruin el comportamiento del glorioso Gobierno de España?.
Si hay dinero para proseguir la apasionante aventura de los ostentosamente innecesarios AVE's, con origen y final en Madrid, y cincuenta destinos estatales diferentes, uno por provincia. También para salvar a BANKIA, taponando una sangría financiera que día a día aumenta en progresión geométrica. Por cierto, Mario Draghi, presidente del BCE, ha sacado los colores al gobierno de España porque considera que ha actuado "de la peor manera posible", en el escandaloso rescate de BANKIA. Tampoco podemos olvidar los futuros Juegos Olímpicos en Madrid, cuya única pretensión, además de emular a Barcelona, consiste en saldar la deuda municipal de la ciudad, con cargo a todos los ciudadanos del Estado. No importa la crisis, si se trata de seguir subvencionando generosamente la fiesta de los toros, los museos españoles y academias nacionales -de la lengua, historia...- con sede madrileña, o seguir aumentando indefinidamente el presupuesto de Defensa. Carece de importancia que el presidente del Consejo General del Poder Judicial, señor Divar, eliga hoteles en la Costa del Sol de cuatro estrellas (¡que no de lujo!, dice) para asuntos supuestamente profesionales, durante múltiples e inacabables fines de semana -de cuatro o cinco días-, con cargo a los presupuestos de tan noble institución. Por no mencionar la sostenida sustracción de los bolsillos catalanes, de más de 15.000 millones de €, ¡año tras año, incluso en tiempos de crisis!. Nada de todo ello resulta vergonzoso, ni despierta la mínima autocrítica, ni mueve a la reflexión, de políticos, funcionarios, prebostes varios y trasnochados y henchidos hidalgos españoles.
Para ser austeros, rigurosos y ruines, siempre tendremos Catalunya. Por todo lo anterior, rememoro con ternura el final de la película "Casablanca", en que Rick dice, "Louis, presiento que este es el comienzo de una gran amistad". No se me ocurre mejor despedida que "Mariano, presiento que este es el final de una odiosa enemistad".
Cuando se refiere a subir los impuestos, lo hace de la siguiente guisa: "va a cambiar la ponderación del sistema impositivo". Disfraza los mensajes que puedan resultar molestos, o sonar injustos a oidos de los ciudadanos, con anuncios de incremento de la presión fiscal de forma "no inequitativa" (supongo que se refiere a "equitativa"), para poder alcanzar el techo de déficit impuesto por la U.E. En un alarde de erudición, después de admitir una subida impositiva, recurrió a una cita atribuida a Benjamin Franklin: "en este mundo no se puede estar seguro de nada, salvo de la muerte y de los impuestos". Es decir, equiparó los impuestos con la muerte, como figuras insoslayables. La paradoja se halla en que ha sido el gobierno del señor Rajoy el impulsor de la amnistía fiscal a los poderosos, es decir, a los que sí pueden esquivar (por evasión) los impuestos. Después del perdón tributario, los evasores alcanzarán el paraíso. Y si les damos tiempo, incluso serán capaces de soslayar la parca.
Recientemente, en un intento cínicamente conciliador con las Comunidades, el señor Montoro se ha lamentado que los Presupuestos Generales del Estado incumplan las disposiciones de los Estatutos de Autonomía -del catalán y sus copias- con la siguiente parrafada: "Estos presupuestos están marcados por la austeridad y el rigor. Son los que necesita España. Reducir las inversiones no es agradable, pero prima la reducción del déficit. Se ha de renunciar a gastar. Nuestra voluntad es cumplir con los estatutos, pero no hay dinero, señorías, no hay dinero". No hay dinero para cumplir la ley y pagar las deudas a los catalanes, pero si para invertir alegremente en la red ferroviaria de Alta Velocidad para Extremadura y Galicia -casi 1.200 millones de €, según los presupuestos de 2012-. Se soslaya la inversión del corredor Mediterráneo -vital para las exportaciones catalanas y valencianas-, pero siguen apostando por unas lineas de ferrocarril anti-económicas, supérfulas y perfectamente prescindibles, como son la Alta Velocidad. ¿Que prioridades inspiran la inversión en infraestructuras a los gobernantes españoles?. ¿Las puramente clientelares, las que ayudan a la cohesión nacional española o las auténticamente necesarias?. ¿Son estos el rigor y la austeridad pomposamente anunciados por el catedrático Montoro?.
El Gobierno de España, ya sea conservador o supuestamente progresista, siempre muestra gran "deferencia" a los intereses de los catalanes. Véase sino las obras públicas ejecutadas el año pasado. Concretamente el 7,1%, frente el 15,2% presupuestado por el gobierno socialista. Recordemos que la ley marca que el mínimo invertido debería haber sido del 19% del PIB, según la disposición adicional tercera del inoperante -por irrelevante- Estatuto Catalán. Naturalmente, los presupuestos del año 2012 contemplan una inversión equivalente al 11,1%, notablemente inferior. Naturalmente, estos mismos presupuestos apenas recogen la inversión (auspiciada por la UE) en el corredor Mediterráneo. Naturalmente, el nefasto ejecutivo español ha incumplido los convenios firmados en 2005 y 2006 para invertir (hasta 2012) en la red viaria y ferroviaria catalana, por importe de 2.510 millones y 2.360 millones respectivamente, de los cuales solo se han licitado 706 y 701 millones. Naturalmente, todo ello en Euros (aunque dá igual); lo que representa apenas el 28% de lo comprometido por el austero y riguroso Gobierno de España.
Quien leyendo estas líneas, ingenuamente deduzca que el Ministro Montoro tiene razón cuando afirma que no hay dinero y por tanto, es lógico e incluso aceptable que incumpla leyes, sentencias, compromisos y acuerdos, debería intentar explicarse así mismo porqué el Estado español paga un 50% menos a los discapacitados catalanes que a los de otros territorios. Por ejemplo, un discapacitado catalán recibirá del Gobierno español 2.197 €. Mientras, en el otro extremo, un gallego recibirá 10.637 €; un canario 9.946 €; o un murciano 6.396 €. Además, el Gobierno Rajoy incumple, nuevamente, la normativa estatal que obliga a subvencionar el 50% de los salarios -mínimo interprofesional- devengados para conseguir la inserción social merced el derecho al trabajo de los discapacitados. No contento con ello, el Gobierno de España afirma que "no es razonable" la territorialización del 0,7% del IRPF de la declaración de la renta, a pesar que una reciente sentencia del Tribunal Supremo (españolisimo donde los haya) sostiene justamente lo contrario: es absolutamente razonable. El Alto Tribunal atendió la demanda presentada ante la evidencia de lo irracional que resulta el hecho que, siendo Catalunya pagana por el 16% de la población del Estado, aportando el 25% del total estatal -260 millones € en el año 2011-, solo haya recibido 29 millones de € el curso pasado, es decir, el 11%. ¿Es todo ello razonable?. ¿Es riguroso?. ¿Es justo?. ¿Se trata de austeridad?. ¡Por Dios bendito! ¿No es, acaso, absolutamente mezquino y ruin el comportamiento del glorioso Gobierno de España?.
Si hay dinero para proseguir la apasionante aventura de los ostentosamente innecesarios AVE's, con origen y final en Madrid, y cincuenta destinos estatales diferentes, uno por provincia. También para salvar a BANKIA, taponando una sangría financiera que día a día aumenta en progresión geométrica. Por cierto, Mario Draghi, presidente del BCE, ha sacado los colores al gobierno de España porque considera que ha actuado "de la peor manera posible", en el escandaloso rescate de BANKIA. Tampoco podemos olvidar los futuros Juegos Olímpicos en Madrid, cuya única pretensión, además de emular a Barcelona, consiste en saldar la deuda municipal de la ciudad, con cargo a todos los ciudadanos del Estado. No importa la crisis, si se trata de seguir subvencionando generosamente la fiesta de los toros, los museos españoles y academias nacionales -de la lengua, historia...- con sede madrileña, o seguir aumentando indefinidamente el presupuesto de Defensa. Carece de importancia que el presidente del Consejo General del Poder Judicial, señor Divar, eliga hoteles en la Costa del Sol de cuatro estrellas (¡que no de lujo!, dice) para asuntos supuestamente profesionales, durante múltiples e inacabables fines de semana -de cuatro o cinco días-, con cargo a los presupuestos de tan noble institución. Por no mencionar la sostenida sustracción de los bolsillos catalanes, de más de 15.000 millones de €, ¡año tras año, incluso en tiempos de crisis!. Nada de todo ello resulta vergonzoso, ni despierta la mínima autocrítica, ni mueve a la reflexión, de políticos, funcionarios, prebostes varios y trasnochados y henchidos hidalgos españoles.
Para ser austeros, rigurosos y ruines, siempre tendremos Catalunya. Por todo lo anterior, rememoro con ternura el final de la película "Casablanca", en que Rick dice, "Louis, presiento que este es el comienzo de una gran amistad". No se me ocurre mejor despedida que "Mariano, presiento que este es el final de una odiosa enemistad".
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