Me abstendré de mencionar la ingente labor desarrollada por magistrados, jueces, fiscales y abogados del Estado, en su interminable cruzada a favor del castellano y contra el catalán. Pero si criticaré fervientemente la cínica actitud del Partido Popular respecto la nefasta utilización política que hace de las lenguas catalana y castellana. Defienden el bilingüismo, siempre que lo practiquen los catalano-hablantes; por cierto, los únicos que por tradición histórica impuesta a sangre y fuego utilizan con desparpajo ambas lenguas. Recientemente, pretendían aprobar una moción parlamentaria, para obligar que el presidente de la Generalitat y su gobierno, alternen -normalizadamente- el catalán y el castellano en los actos públicos. La diputada conservadora, Maria José Garcia Cuevas, estricta monolingüe castellana, presentó la moción -por supuesto, en la lengua de Cervantes- para que el Gobierno así lo hiciera, como "un símbolo de cortesía con los castellano-hablantes". Es decir, para los "populares" hablar en catalán ante un español, resulta de mala educación. Además, propuso eliminar el uso preferente del catalán en la administración pública. Como era previsible, la inmensa mayoría de parlamentarios han rechazado la propuesta, después de un acalorado debate entre acusaciones de provocadores, analfabetismo castellano, e inútiles, ociosas y absurdas apelaciones del Partido Popular al derecho de hablar en cualquier idioma oficial, sin que nadie hubiera puesto en cuestión tal derecho. Aquellos que critican con amargura que los nacionalistas catalanes solo se preocupan de los asuntos identitarios y no se ocupan de los asuntos que sí importan a la gente, suelen utilizar con extraordinaria soltura el españolismo identitario -naturalmente no nacionalista- y el más impostado victimismo que haya existido, como irrefutables argumentos contra el catalanismo. Pues bien, tan solo han obtenido el tímido apoyo del minúsculo grupo parlamentario Ciudadanos, de Albert Rivera; eso sí, notablemente mosqueados con el partido conservador, puesto que son encarnizados rivales en estas cuestiones nacional-españolistas, típicamente lerrouxistas.
La perversa utilización política que hacen de las lenguas, ora el Partido Popular, ora Ciudadanos, es cuanto menos estrafalaria; pero también propicia y alienta la división y el enfrentamiento lingüístico en el seno de la sociedad catalana y por tanto, resulta enormemente peligrosa. Máxime si tenemos en cuenta la política lingüística que siguen los gobiernos autonómicos nacional-españolistas de las Islas Baleares y del País Valenciano, comunidades que comparten idioma propio con Catalunya; y ambas, para su desgracia, comparten también el partido de gobierno. El Partido Popular promueve la secesión lingüística y, consecuentemente, la negación de la unidad de la lengua catalana. Con argumentos que podrían ser fácilmente utilizables por gentes de su misma calaña, para postular la diferenciación entre el castellano del mexicano, argentino, peruano, etc.... En el País Valenciano, hacen oídos sordos ante el clamor de padres, alumnos y docentes que no tienen garantizado el derecho a recibir y dar la enseñanza en valenciano (catalán). Alrededor de 100.000 alumnos solicitaron la enseñanza en valenciano; el gobierno popular de la comunidad ignoró la reivindicación ciudadana, de la forma más ignominiosa. Por su parte, el ejecutivo balear suprimió el catalán como requisito en la función pública. Y con la pretensión de arrinconar el catalán en favor del castellano, asimismo decretó que los padres eligieran libremente la lengua en la enseñanza. Pensó que los ciudadanos se decantarían masivamente a favor del español. Cual no sería su sorpresa al comprobar que solo entre el 8% y el 10% de las familias eligieron el castellano como lengua vehicular. Previsiblemente, ya deben estar maquinando cualquier argucia legal para alcanzar el objetivo propuesto: acorralar y desterrar la "molesta lengua catalana" de las Islas Baleares (y del País Valenciano).
El memorial de agravios -memorial de greuges- catalanes se va incrementando día a día. El año 1885, el rey Alfonso XII (bisabuelo de Juan Carlos I) recibió de manos del prohombre catalán, Joaquim Rubió i Ors, la Memoria en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña. Se trataba de una serie de reivindicaciones políticas y económicas en respuesta a varias decisiones adoptadas desde Madrid, sobre convenios comerciales entre España y Reino Unido y los ímprobos intentos castellanos de unificación del derecho civil peninsular. Decisiones que resultaban claramente perjudiciales para Catalunya. Este Memorial de Greuges, fue la inspiración de las Bases de Manresa de 1892, que sentó los cimientos del catalanismo político vigente durante los últimos cien años. A partir de la histórica opresión ejercida por España sobre Catalunya, esta presenta el regionalismo como el movimiento que debiera regenerar el Estado Español, ofertando una reorganización del estado monárquico. Este catalanismo light, trufado de renuncias y auto-represiones, es el que ha fracasado en nuestro tiempo, con una rotundidad impensada por el redactor ponente del Memorial, Valentí Almirall. En definitiva, España no desea ser regenerada; y menos, por Catalunya.
El señor Mas y CiU intentan establecer una renovada relación con España, a partir del llamado Pacto Fiscal -concierto económico- para Catalunya. El señor Más, el gobierno de la Generalitat en pleno, todos los partidos políticos y coaliciones con representación parlamentaria y los ciudadanos catalanes en general, sabemos que nunca será aprobado, en los mismos términos y condiciones que disfrutan vascos y navarros. El Presidente del Gobierno de España, señor Rajoy, ya ha proclamado que "no ve que el pacto fiscal sea ahora importante ni prioritario". Tal vez, despues de la crisis, graciosamente se consiga una simple mejora de la situación fiscal actual, fruto de nuevas y unilaterales renuncias catalanas. Lo cual resultará muy alejado de un auténtico y revolucionario pacto fiscal tipo concierto, tan anhelado por Catalunya. Y una simple mejora resulta cuanto menos inaceptable. Por no decir ofensiva. De poco servirá para la justa consecución del concierto, que los empresarios de Círculo de Economía aplaudieran cálida y entusiásticamente la defensa que hizo el presidente Mas del soberanismo y del pacto fiscal, en las jornadas económicas celebrada recientemente en Sitges. No se tendrá en cuenta que más del 80% de los catalanes apoyan la soberanía fiscal que representa el pacto. Pesarán más los intereses, la voluntad y los partidismos egoístas de Partido Popular y Partido Socialista, clara y absolutamente minoritarios en Catalunya, que la apabullante mayoría de ciudadanos que sí lo apoyan. Ambas formaciones, niegan a los catalanes aquello que, imperturbables, defienden para vascos y navarros. Nos hallamos ante un nuevo hispano-agravio.
Entretanto, la Generalitat deberá seguir mendigando, por supuesto sin éxito, que el gobierno español pague lo que le adeuda. Implorará que el Estado apruebe la emisión de los llamados hispabonos, con el aval del Reino de España, para hacer frente a la refinanciación de 13.000 millones de € de deuda catalana que vencen este año. Observará impávida que para la salvación del Euro, el gobierno español, la UE, el FMI, Merkel, Obama, todo el Mundo, se han movilizado para conseguir rescatar el sistema financiero español, contagiado de la podredumbre incrustada en la BANKIA del Partido Popular, con sede en Madrid (Caja Madrid) y en Valencia (Bancaja). Anteriormente, la opinión pública había experimentado una profunda desazón, ante los escándalos socialistas en Caja de Ahorros de Castilla la Mancha y el aeropuerto fantasma de Ciudad Real. Mientras, en Catalunya seguiremos recortando en sanidad, educación, bienestar social y salarios públicos. Si; seguiremos obligados a recortar nuevamente, puesto que los 100.000 millones de € que puede costar el rescate bancario, llevan parejos una serie de ineludibles condiciones y exigencias europeas, absolutamente prioritarias. A pesar que el señor Rajoy, eufórico, se empeñe en calificar de éxito haber "acordado una linea de crédito en inmejorables condiciones", lo que en realidad es un rescate financiero de España. Incuestionablemente, un rescate puro y duro. La revista Time, refiriéndose al gobierno, titula "tu dices tomate, yo digo rescate". La prensa internacional trata de forma irónica, condescendiente, la chulesca y ridícula altivez mostrada ante la supuesta "no petición" de ayuda financiera. A causa de esta absurda y trasnochada hidalguía que exhiben los mandatarios españoles -según Rajoy: "no me he sentido presionado, el que ha presionado soy yo"-, supongo que algunos ciudadanos españoles sienten vergüenza ajena. La élite madrileña no sabe lo que son virtudes como la humildad, sencillez, modestia o simplemente, mostrar sincera gratitud por la ayuda recibida. Las pretensiones, la soberbia, el desmesurado orgullo, ha sido la moneda al uso en el palco presidencial del Real Madrid, sede del club de la tragedia española. Lugar en que se hacen negocios, se pactan nombramientos "a cambio de...."; se elevan a los cielos o se destierran a los infiernos cargos públicos, empresarios adictos al poder y políticos sin escrúpulos ni miramientos. En los últimos tiempos, es allí donde se ha decidido el destino de España y de los españoles. Después del tomate financiero, es precisamente en Madrid donde se ha puesto de manifiesto la impostura de la nomenclatura española político-económico-mediática. Este interminable engaño con apariencia de verdad, ha provocado el fracaso del modelo Madrid, frustrado centro del mundo mundial. Y a causa del centralismo patológico que padece la capital, ha arrastrado tras de sí a España entera. La nueva divisa en el escudo de armas de la flor y nata que rige los destinos hispanos, será a partir de ahora: "Nunca tan pocos causaron tanto daño a tantos inocentes".
El señor Artur Mas i Gabarro, debería tener en cuenta que "una Catalunya soberana sería el cuarto país en renta per cápita" del continente, según datos correspondientes a 2009 facilitados por Eurostat y publicitados por el Cercle Català de Negocis. Una Catalunya independiente resultaría económicamente viable, según opinión generalizada entre distinguidos economistas en ejercicio, o de la docencia universitaria, y también de distintas personalidades de proyección internacional, bien catalanes o bien extranjeros. Y además, resulta evidente que los estados pequeños superan mucho mejor que los de mayor tamaño, las situaciones de crisis como la actual. Francamente, ante la implosión del modelo Madrid y la renovada acometida anti-catalana que se vislumbra en el horizonte, esgrimiendo como coartada las nuevas exigencias de la UE impuestas al Estado, ¿existe una opción mejor, para Catalunya y los catalanes, que la plena soberanía?. ¿No será la independencia la única alternativa válida de supervivencia?. No existe mejor opción. Es la única alternativa. Es una necesidad. La independencia. Acabemos de una vez la interminable anotación de agravios en el "Memorial de Greuges" de Catalunya. Y procedamos a cerrar la página española definitivamente.
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