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dimarts, 27 de març del 2012

CRÓNICAS HISPANAS: ESPERPENTOS. (y 2)

También existen tipos curiosos entre los populares. Veamos el ejemplo del inefable candidato andaluz Javier Arenas Bocanegra, eterno aspirante a la presidencia del gobierno de la Comunidad Autónoma más extensa y empobrecida del Estado Español. No hace mucho tiempo, inspiró una serie de cuñas radiofónicas que tenían por objeto alertar a los ciudadanos de su comunidad sobre la supuesta mezquindad de los catalanes, que por lo visto, amenazaban con acaparar los recursos económicos de los andaluces. "Las comunidades más pobres darán dinero a las más ricas", apercibía el mensaje, en un alarde de burda y falsa exageración. Es decir, Catalunya quería robarles la cartera. O, "si un andaluz tiene que marchar a Catalunya a vivir, se verá obligado a escolarizar a sus hijos en un colegio en que se hable catalán", proclamaba otro, envuelto en un penetrante hedor xenófobo, incluso racista. ¿Se imaginan que un inmigrante, por ejemplo en Alemania o Francia, profiriera tal desprecio a la lengua propia del país de acogida?.

Aznar, Camps, Barberá, Matas, Aguirre, Trillo, Fraga Iribarne, Fabra.... Todos ellos señeros personajes del Partido Popular de ayer, de hoy y de siempre. Peculiares y singulares. Irrepetibles. Afortunadamente. Pero la acción política desarrollada por todos ellos trasciende a sus personas, para mostrarse como determinantes, como definitorias, de la formación política que les acoge en su seno.

Por ejemplo, el Partido Popular, en las Islas Baleares, en el País Valenciano y en la Franja de Aragón, ha iniciado su propia cruzada, una auténtica reconquista, a semejanza de la castellana del medioevo. Se trata de perseguir, apuntillar y destruir la lengua catalana, propia de aquellos territorios, sustituyéndola por el español, a base de múltiples trucos y tretas, más propios de la picaresca del siglo XVI que del sentido común y el pragmatismo imperantes en el siglo XXI. Derogación de leyes legítimamente aprobadas; utilización de la judicatura (castellana) en beneficio de sus posicionamientos mono-lingüísticos; promoción de una absurda secesión lingüística en las distintas comunidades de habla catalana; ignorar los derechos de decenas de miles de alumnos que desean recibir la enseñanza en catalán; retrasar y modificar unilateralmente disposiciones legales que protegen y promueven el catalán. Un sinfín de argucias, malabarismos y piruetas legales empleados para alcanzar su espurio objetivo. En definitiva, un injustificable atropello a la dignidad y al respeto debido a millones de ciudadanos catalano-hablantes, que lo único que quieren es poder aprender y utilizar su lengua en igualdad de condiciones y consideración que goza el castellano. Lo cual parece imposible en el Estado Español constitucional. La sagrada Constitución del Reino de España es utilizada como ariete y martillo contra las pretensiones idiomáticas catalanas, que solo buscan su lugar bajo el sol que a todos ilumina. ¿Tan malo es el plurilingüismo para el Estado Español?. Rotundamente, la respuesta a la pregunta es, ¡no!. Ante todos estos hechos, no resulta extraño el escaso entusiasmo y adhesión que despierta la Carta Magna española en buena parte de la ciudadanía de la antigua Corona de Aragón, y concretamente de Catalunya. Es intolerable este grado de hostilidad española hacia lo catalán.

En cuestiones idiomáticas, la palma se la lleva Ciudadanos, formación de clara inspiración y profunda vocación colonialista. Su discurso político gira alrededor de estas cuestiones casi exclusivamente. Los máximos dirigentes de la formación, señores Rivera y Cañas, utilizan un argumentario hosco, monocorde y a menudo, mendaz; trufado frecuentemente de expresiones groseras y pletóricas de prepotencia. Su semblante  suele reflejar el costreñimiento mental a que someten sus ideas. Habitualmente, se muestran notablemente airados, con las cejas arqueadas, frente arrugada y mirada furiosa. Recalcitrante anti-nacionalismo catalán; inexistente persecución del castellano; puro, duro e indisimulado anticatalanismo; vergonzante filo-lerrouxismo; defensa a ultranza de un falso bilingüismo; exagerado enaltecimiento de lo español, es decir, de la uniformidad españolista. Estas son algunas de sus escasas convicciones políticas, que defienden como si se tratara de certezas absolutas. No se reconocen como nacionalistas españoles, a pesar del anticatalanismo que profesan, ni se ven como defensores de querer perpetuar la hegemonía del castellano en Catalunya, a costa de la lengua propia de esta Nación. Instan al bilingüismo sin reconocer que los únicos que lo practican activamente son los catalano-hablantes, no aquellos que utilizan solo el castellano en el devenir diario. Culpan al catalanismo de ser perniciosamente identitario, mientras defienden las corridas de toros o la lengua española con argumentos sólidamente nacionalistas y por tanto,  tan identitarios (españoles) como puedan ser los catalanes. Manipulan las libertades de las personas en su propio beneficio, para imponer la uniformidad hispana (¡) que contraponen a la disgregadora singularidad catalana (?), al tiempo que incongruentemente exigen el máximo respeto al pluralismo (¡?) en Catalunya, que no en España. De tan anti-nacionalistas que se declaran, son incapaces de reconocerse como lo que realmente aparentan ser: unos desesperados colonizadores españoles que batallan inútilmente para conservar en el presente añejas prebendas y privilegios, frutos del antiguo derecho de conquista castellano. Todo ello contrapuesto al moderno catalanismo, claramente mayoritario en la Catalunya de nuestros días; a los sentimientos y principios de unos colonizados ciudadanos, hartos de injusticias y de ruin y eterna explotación española. Y ansiosos de libertad, de independencia.

En su delirio anticatalán, se permiten recriminar a los ciudadanos, que se revelan por las intenciones gubernamentales españolas de cargar el coste de las ruinosas autopistas de peaje madrileñas, sobre las concesionarias de autopistas que discurren por territorio catalán; es decir, sobre las espaldas y los bolsillos de los usuarios catalanes. El señor Cañas así lo manifestó en un debate en Canal Català TV.  Y todo ello alzando teatralmente la voz, entre aspavientos, frunciendo el ceño y mostrando en el rostro los estragos que debe hacer en su salud la úlcera estomacal que sin duda padece, provocada por una excesiva segregación de ácidos en el aparato digestivo. Lo cual no resulta extraño, dado la clara propensión a la sobre-excitación que padece, puesto que, según su opinión, nada, absolutamente nada de lo que se diga, proponga, exija o haga desde el gobierno, las instituciones, partidos políticos o personas, de Catalunya, puede ser considerado como positivo o favorable para los intereses de los ciudadanos catalanes. Todo obedece, en su delirante opinión, a un irrefrenable sentimiento anti-español que poseemos todos los catalanes. Como si fuéramos inmunes a las iniquidades que frecuentemente sufrimos de la mano de las autoridades españolas. En su opinión, deberíamos callar y pagar.

-¡Chitón!-, parece gritar-. -¡O te acuso de anti-español!-.

En fín. Seria injusto por mi parte no mentar algunas personalidades y formaciones políticas típicamente catalanas, tan esperpénticos como los españoles citados anteriormente. Porqué haberlos, haylos. Me comprometo a ello en un futuro espero que no muy lejano. Por el momento, aguardaré acontecimientos, pues parece que las aguas, aunque claras, discurren con inusitada fuerza y rapidez en la Catalunya pre-independiente.


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