En lo que se refiere a la españolización de España, el Partido Popular propone eliminar del Senado la utilización de los idiomas cooficiales, por cuestiones presupuestarias; al mismo tiempo, mantiene incólumes las subvenciones, por ejemplo, a la Real Academia de la Historia, institución que exhibe una marcada simpatía (y sintonía) con el franquismo. También exige que la Generalitat de Catalunya elimine las subvenciones identitarias catalanas, especialmente de Òmnium Cultural, auténtica bestia negra de la señora Sanchez Camacho. Con absoluta desvergüenza, pero, mantienen inalterables las subvenciones identitarias españolas -que ascienden a centenares de millones de € anualmente-, ya que aparentemente son "vitales" para el proyecto (des)integrador de España. Por supuesto, incluyendo la generosa aportación al mundo del toreo, el símbolo cultural e identitario hispano por antonomasia. Como colofón, el Gobierno Español, se niega a cumplir la sentencia del Tribunal Supremo, que establece que las comunidades autónomas gestionarán las ayudas recaudadas por la casilla del 0,7% del IRPF, destinada a fines sociales. A cambio, exige el estricto cumplimiento de la sentencia que desmonta el sistema de inmersión lingüístico de Catalunya y niega una posible flexibilización del déficit público de las comunidades autónomas. Recordemos que el Gobierno de España se ha permitido aumentar el margen de déficit, pasando del 4,4% al 5,8%, para este año 2012.
Bien. Hasta aquí las propuestas del Partido Popular. ¿Qué escenario se presenta en el próximo futuro para Catalunya?. ¿Qué reacción causarán las pretensiones centralizadoras, uniformadoras y renacionalizadoras que impulsan las élites hispanas de todo signo, sobre los hastiados e indignados ciudadanos catalanes?.
El pasado domingo, LA VANGUARDIA publicaba una crónica firmada por el periodista Jordi Barbeta, en la que se ofrecían cinco escenarios -Los cinco escenarios del desafío catalán- posibles, que al parecer contempla CiU ante la negociación sobre el pacto fiscal. Estos cinco escenarios van desde un hipotético (e imposible) total acuerdo entre Mas y Rajoy, en la línea del concierto vasco; hasta la convocatoria de elecciones anticipadas con un inequívoco mensaje independentista e iniciar, caso de victoria, la constitución de una estado propio catalán. Como puede verse, casi todo apunta (incluso los tres escenarios gradualistas intermedios) hacia una confrontación y posterior ruptura entre España y Catalunya.
Mi opinión es que deberíamos pasar directamente al escenario que contempla la convocatoria de elecciones anticipadas, y someter al voto popular la oportunidad de pronunciarse a favor de un programa netamente independentista. En realidad, las alternativas se reducen a dos. Conseguir el concierto económico en su plenitud. Es decir, con auténtica bilateralidad entre Catalunya y España; salir del "amparo" de la LOFCA y del Consejo de Política Fiscal y Financiera de Comunidades Autónomas; eliminar el expolio fiscal y substituirlo por real y limitada solidaridad voluntaria; y creación de una agencia tributaria bajo exclusivo control catalán, que disponga, ejecute, distribuya y recaude la totalidad de impuestos y cotizaciones sociales que ciudadanos y empresas catalanes han venido satisfaciendo hasta la fecha, en exclusivo beneficio de España.
La otra alternativa es la "pura y dura" independencia. A mi entender, la consecución del concierto económico es imposible, por razones obvias. ¿Alguien cree que España está dispuesta a renunciar al control y libre disponibilidad de los recursos fiscales de Catalunya, de buen grado?. ¡Por supuesto que no!. Perderíamos un tiempo precioso en una negociación que solo nos conduciría al más absoluto de los fracasos. Para alcanzar un hipotético acuerdo con el Gobierno popular, deberíamos negociar y renunciar a casi todas las aspiraciones -bilateralidad, recaudación de la totalidad impuestos, salir de la LOFCA, creación de la agencia tributaria propia-. ¿Estamos dispuestos a tales renuncias?. ¿Aceptarían los catalanes un acuerdo de mínimos, aunque significara una sustancial mejora en la financiación de la Generalitat, sin cambiar el modelo vigente?. ¿ Soportaríamos los catalanes una nueva frustración?. En mi opinión, todo lo acontecido estos últimos años entre Catalunya y España impedirán que la sociedad catalana en general, pueda aceptar una simple mejora del sistema de financiación como la panacea que resuelva y colme sus aspiraciones. Lo sucedido estos últimos tiempos es de tal gravedad, que un pseudo-concierto económico no bastaría para apaciguar a los hartos, hastiados e indignados ciudadanos de este maltratado país que es Catalunya.
Haría bien el Gobierno de la Generalitat en escuchar la voz de la calle, de los ciudadanos. El próximo sábado, 10 de marzo, la sociedad catalana procederá a proclamar sus exigencias a los políticos. La constitución de la Asamblea Nacional Catalana, que aglutinará gran parte de la sociedad civil catalana del siglo XXI, al margen de partidos políticos y de la obsoleta Santa Alianza, así lo confirma. Hemos llegado al punto de no retorno. Deseamos ser dueños de nuestro destino, de nuestros recursos. Estamos dispuestos a tomar las riendas de nuestras vidas; anhelamos la libertad; sabemos que somos capaces de combatir y vencer la crisis económica y social que sufrimos, con nuestro único esfuerzo, con nuestros propios recursos y con nuestra inteligencia, cautiva y amodorrada actualmente por España. No queremos seguir soportando la pesada carga que hasta la fecha nos ha limitado. Alcanzar la plena soberanía nos proporcionará mas prosperidad y justicia. Justo dos cosas que ahora nos faltan. Y solo la independencia nos permitirá recobrarlas. Escuchen nuestras voces, o estás les sobrepasarán y marginarán. Partidos y políticos catalanes: sin más dilación, hora es de iniciar el camino.
Bien. Hasta aquí las propuestas del Partido Popular. ¿Qué escenario se presenta en el próximo futuro para Catalunya?. ¿Qué reacción causarán las pretensiones centralizadoras, uniformadoras y renacionalizadoras que impulsan las élites hispanas de todo signo, sobre los hastiados e indignados ciudadanos catalanes?.
El pasado domingo, LA VANGUARDIA publicaba una crónica firmada por el periodista Jordi Barbeta, en la que se ofrecían cinco escenarios -Los cinco escenarios del desafío catalán- posibles, que al parecer contempla CiU ante la negociación sobre el pacto fiscal. Estos cinco escenarios van desde un hipotético (e imposible) total acuerdo entre Mas y Rajoy, en la línea del concierto vasco; hasta la convocatoria de elecciones anticipadas con un inequívoco mensaje independentista e iniciar, caso de victoria, la constitución de una estado propio catalán. Como puede verse, casi todo apunta (incluso los tres escenarios gradualistas intermedios) hacia una confrontación y posterior ruptura entre España y Catalunya.
Mi opinión es que deberíamos pasar directamente al escenario que contempla la convocatoria de elecciones anticipadas, y someter al voto popular la oportunidad de pronunciarse a favor de un programa netamente independentista. En realidad, las alternativas se reducen a dos. Conseguir el concierto económico en su plenitud. Es decir, con auténtica bilateralidad entre Catalunya y España; salir del "amparo" de la LOFCA y del Consejo de Política Fiscal y Financiera de Comunidades Autónomas; eliminar el expolio fiscal y substituirlo por real y limitada solidaridad voluntaria; y creación de una agencia tributaria bajo exclusivo control catalán, que disponga, ejecute, distribuya y recaude la totalidad de impuestos y cotizaciones sociales que ciudadanos y empresas catalanes han venido satisfaciendo hasta la fecha, en exclusivo beneficio de España.
La otra alternativa es la "pura y dura" independencia. A mi entender, la consecución del concierto económico es imposible, por razones obvias. ¿Alguien cree que España está dispuesta a renunciar al control y libre disponibilidad de los recursos fiscales de Catalunya, de buen grado?. ¡Por supuesto que no!. Perderíamos un tiempo precioso en una negociación que solo nos conduciría al más absoluto de los fracasos. Para alcanzar un hipotético acuerdo con el Gobierno popular, deberíamos negociar y renunciar a casi todas las aspiraciones -bilateralidad, recaudación de la totalidad impuestos, salir de la LOFCA, creación de la agencia tributaria propia-. ¿Estamos dispuestos a tales renuncias?. ¿Aceptarían los catalanes un acuerdo de mínimos, aunque significara una sustancial mejora en la financiación de la Generalitat, sin cambiar el modelo vigente?. ¿ Soportaríamos los catalanes una nueva frustración?. En mi opinión, todo lo acontecido estos últimos años entre Catalunya y España impedirán que la sociedad catalana en general, pueda aceptar una simple mejora del sistema de financiación como la panacea que resuelva y colme sus aspiraciones. Lo sucedido estos últimos tiempos es de tal gravedad, que un pseudo-concierto económico no bastaría para apaciguar a los hartos, hastiados e indignados ciudadanos de este maltratado país que es Catalunya.
Haría bien el Gobierno de la Generalitat en escuchar la voz de la calle, de los ciudadanos. El próximo sábado, 10 de marzo, la sociedad catalana procederá a proclamar sus exigencias a los políticos. La constitución de la Asamblea Nacional Catalana, que aglutinará gran parte de la sociedad civil catalana del siglo XXI, al margen de partidos políticos y de la obsoleta Santa Alianza, así lo confirma. Hemos llegado al punto de no retorno. Deseamos ser dueños de nuestro destino, de nuestros recursos. Estamos dispuestos a tomar las riendas de nuestras vidas; anhelamos la libertad; sabemos que somos capaces de combatir y vencer la crisis económica y social que sufrimos, con nuestro único esfuerzo, con nuestros propios recursos y con nuestra inteligencia, cautiva y amodorrada actualmente por España. No queremos seguir soportando la pesada carga que hasta la fecha nos ha limitado. Alcanzar la plena soberanía nos proporcionará mas prosperidad y justicia. Justo dos cosas que ahora nos faltan. Y solo la independencia nos permitirá recobrarlas. Escuchen nuestras voces, o estás les sobrepasarán y marginarán. Partidos y políticos catalanes: sin más dilación, hora es de iniciar el camino.
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