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dilluns, 24 d’octubre del 2011

HABLANDO DE ETA, DE PAZ, DE INDEPENDENCIA.

Esta ha sido una semana intensa en noticias positivas, colmada de esperanza hacia el futuro y reveladora de la generosidad -y miserias- de  formaciones y personalidades políticas. Los terroristas de ETA han decidido que la violencia, el asesinato, la extorsión, ya no son las armas mediante las cuales Euzcadi alcanzará la independencia. El  principio del fín de la banda terrorista ha tenido gran impacto entre la ciudadanía en general, así como en los distintos partidos políticos del estado. Incluso la Conferencia Episcopal Española se ha permitido fijar posición sobre este tema, obviando el mensaje evangélico, por otro lado esperable en esa institución. Los medios de comunicación, como es natural, también lo han hecho. La prensa catalana, y algunos medios madrileños, han acogido la noticia con esperanza y contenida satisfacción, pero desde la caverna mediática española incluso se intenta influir en las posiciones y reacciones de los distintos políticos, marcando lineas rojas infranqueables, posiciones rígidas inquebrantables y opiniones inmutables que son la única verdad "verdadera" a tener en cuenta.

Es revelador que las opiniones de los periódicos conservadores y de extrema derecha realcen que el comunicado de ETA no pide perdón a las victimas, alardean de los asesinatos cometidos y no se han disuelto, ni entregado las armas. Por lo visto es mucho más importante para ellos lo que, al parecer, no dice el anuncio explicitamente; lo realmente evidente del mismo, es decir, que cesan en la carrera de violencia y crímenes dando paso al diálogo y a la confrontación política mediante la palabra y la democracia, es ignorado o, en el mejor de los casos, minimizado.


"Ni olvidamos, ni olvidaremos". Este es el tipo de mensaje que destacan desde la derecha radical española. Parece dirigido a las victimas del terrorismo como recordatorio y sutil invitación para que exijan venganza; "mil asesinatos después, ETA ni se disuelve ni entrega las armas", "ETA emplaza al Gobierno a negociar". ¿Qué pretenden los medios cavernarios con semejante actitud?. Creen que será el Partido Popular quién deberá gestionar el proceso político que ahora se inicia, puesto que es previsible la victoria en las elecciones del próximo 20 N. Por consiguiente, están marcando la agenda, guiando los pasos hacia lo que ellos consideran debe ser la respuesta de España a este acontecimiento. No sirve el claro triunfo que representa la decisión de ETA de abandonar la lucha armada; no vale que sea así, debido al indudable éxito cosechado por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y por la judicatura, que con su trabajo y entrega han vencido a los enemigos de la democracia. Exigen humillación y rendición incondicional, que pidan perdón, para luego poder acusarles de hipócritas y de no sentir auténtico arrepentimiento; siguen fomentando el odio y cultivando el rencor, para que no se entablen negociaciones políticas al objeto de distender ahora y solucionar después el problema vasco, enquistado y putrefacto después de tantas décadas de terror e injusticia. En definitiva, continúan utilizando el terrorismo como coartada para negar el derecho a decidir del pueblo vasco.

El ala más dura del Partido Popular, se ha sumado -o ha inspirado- esta campaña mediática. El antiguo Ministro del Interior en tiempos del señor Aznar, Jaime Mayor Oreja,  se ha erigido en líder de este incipiente pero poderoso sector ultraderechista; utilizando los altavoces del medio de comunicación más sectario y antidemocrático que existe en España, se ha permitido afirmar que todo era producto de una infame negociación con el Gobierno, puesto que "ETA y Zapatero son aliados potenciales". Una vez más, Zapatero y los socialistas son unos traidores a la Patria,  falaz acusación recurrente en este retorcido sub-mundo ultra.

Juan Antonio Martinez Camino, sacerdote y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, ha hecho públicas las propuestas a los católicos ante las elecciones del 20 de noviembre próximo. La Conferencia, inmiscuyéndose una vez más en asuntos del Cesar, alerta de la "manipulación separatista" que puede sufrir la opinión pública, e invita a tutelar el bien común de la nación española, evitando los riesgos por causa de las pretensiones separatistas. Solo le ha faltado pedir directamente el voto para el Partido Popular, negándolo a los rojos, masones y separatistas, que para el clero hispano son carne de Satanás. La Iglesia Católica en España no solo es eterna, además es inmutable y como antaño, mezcla el mensaje evangélico y presiona a la sociedad haciendo públicos sus preferencias y apoyos políticos. En el pasado, elevó a la categoría de Cruzada la Guerra Civil y el dictador era recibido en los templos bajo palio. En la actualidad,  nos sermonea indicando cuales son los peligros que se ciernen sobre nosotros, pobres e incultos ciudadanos; qué hacer para vencer el mal de las políticas progresistas que nos alienan,  y quién debe ostentar el poder al cual debemos someternos como sumisos "corderitos", por nuestro bien y salvación. Por descontado, no condenan las posiciones maximalistas y muy poco cristianas que exhibe la extrema derecha española, puesto que son fieles seguidores de Monseñor Rouco Varela.

¡Qué desgraciado es el pueblo español!. Los hijos y nietos del franquismo le exigen dureza, condenan la generosidad y la grandeza que requiere la situación actual y conminan a los políticos para que demuestren lo mucho que odian y repudian a los aberzales vascos, a los separatistas de toda índole. Su bandera consiste en mostrar el rencor que corroe sus entrañas, la venganza que les pide el cuerpo y, por supuesto, ni olvidar, ni perdonar a nadie. Utilizan casi todas las asociaciones de victimas del terrorismo en favor de sus hipócritas postulados pués, en realidad, lo único que pretenden es preservar la unidad de su trasnochada patria  para que resulte incólume ante el incierto futuro que se avecina. Por cierto, porvenir colmado de esperanza para la inmensa mayoría de ciudadanos, españoles, vascos y catalanes. Reconforta la actitud mostrada por la familia de Ernest Lluch, asesinado a manos de ETA por defender el diálogo, la palabra como única arma política. Han declarado que "las víctimas hemos de ser algo más generosas", se muestran esperanzados con el paso dado por ETA y están convencidos que la reconciliación es posible; así mismo, creen que "las víctimas deben tener un rol secundario", en todo el proceso que ahora se inicia, puesto que, naturalmente, no son objetivas ni ecuánimes, a causa del dolor que les embarga. ¡Este es el tipo de grandeza que exige el momento actual!. La familia de Ernest Lluch ha conseguido ver hecho realidad lo que él quería: que abandonaran las armas, que cesaran los asesinatos y se produjera algo parecido al diálogo. Y esta es la auténtica victoria de un estado realmente democrático. ¿Lo es, lo será,  España?.   


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