La frase que encabeza este escrito ha sido pronunciada por la señora Cospedal, número dos del Partido Popular y prolija acaparadora de cargos políticos y de las correspondientes retribuciones dinerarias inherentes a los mismos. Ha verbalizado tan memorable pensamiento en Málaga, durante la intervención en el aquelarre popular, también conocido como Convención, ante un enfervorizado auditorio, encabezado, entre otros, por la exuberante señora Sanchez-Camacho que como es sabido, pasa por ser la lideresa de las huestes conservadoras hispanas en la díscola Catalunya. Por lo visto, los rumores del creciente soberanismo catalán comienza a resonar con fuerza entre los que se ven así mismo próximos y arrolladores vencedores de los comicios a celebrar el 20 de noviembre. Fecha, por otra parte, considerada por aquellos que solo siente nostalgia, gratitud y respeto por cuarenta años de dictadura, día de emocionado recuerdo y comedida celebración por la previsible victoria electoral de la derechona españolista de siempre. Ante tales perspectivas, desde el Partido Popular han iniciado los correspondientes y obligados cantos de sirena para intentar seducir a los montaraces catalanes a fin que desistamos de sueños imposibles, renunciemos a la ya cercana independencia y permanezcamos quietos, sumisos y paganos -en el doble sentido de pagadores y descreídos-, junto a España, por siempre jamás.
Para desgracia de la peripuesta Secretaria General de PP, la confesada ignorancia, la perplejidad, la obnubilación que trasmite y manifiesta ante el dilema Catalunya-España, indican cuan escaso es el entendimiento que tiene sobre la realidad y los sentimientos de la mayoría de ciudadanos catalanes. Porque en Catalunya si entendemos a nuestra nación sin España; es más, muchos lo que no entendemos es que Catalunya siga un minuto más sometida a ella. Al fin y al cabo, la mayoría de nosotros no somos masoquistas. Supongo sí entenderá que es muy difícil para un ciudadano catalán seguir perteneciendo a un Estado tan hostil a su lengua y cultura, por el mero hecho de no ser castellanas; que tiene un concepto de solidaridad -forzosa- que impide el combate contra la pobreza de al menos el 20% de sus conciudadanos catalanes; y como colofón, que nos obsequia con una pertinaz falta de inversiones en infraestructuras absolutamente necesarias para nuestro desarrollo económico y social. En fin, que exige y por tanto provoca, los actuales recortes presupuestarios en sanidad, educación, dependencia, bienestar social, etc... Sepa la señora Cospedal que este es el injusto y elevado precio que estamos pagando por permanecer unidos a un estado al cual, en exclusivo beneficio de la mayoría de ciudadanos españoles, solo le falta desposeernos de nuestra dignidad y de nuestras raíces. Nosotros si entendemos lo que el Estado Español requiere de Catalunya: nuestros impuestos y nuestro trabajo, para mayor gloria y honor de España. Nosotros si entendemos que España quiere que los catalanes dejemos de serlo, para trasmutarnos en perfectos damas y caballeros españoles, es decir, castellanos de lengua, cultura, tradición e historia.
Desengáñese el Partido Popular. Desaliéntese el señor Rajoy. Desanímese la señora Sanchez-Camacho. Catalunya, para gozar de plenitud, solo puede entenderse independiente de España. Les garantizo que, con el tiempo, comprenderán a la perfección y aceptarán plenamente una España libre, por fin, de Catalunya. Porqué, ¿no es esto lo que España desea, vista toda la mala baba, mala leche y la bilis anticatalana derrochada, toda la irresponsable y hostil desconsideración mostrada, por partidos políticos, tribunales Constitucional y Supremo, gobiernos Central y autonómicos -con el café para todos-, así como gran parte de la prensa, radio y televisión, públicas y privadas, al igual que diversas instituciones y personalidades, de rancio abolengo nacionalista español, durante estos últimos años?.
Para desgracia de la peripuesta Secretaria General de PP, la confesada ignorancia, la perplejidad, la obnubilación que trasmite y manifiesta ante el dilema Catalunya-España, indican cuan escaso es el entendimiento que tiene sobre la realidad y los sentimientos de la mayoría de ciudadanos catalanes. Porque en Catalunya si entendemos a nuestra nación sin España; es más, muchos lo que no entendemos es que Catalunya siga un minuto más sometida a ella. Al fin y al cabo, la mayoría de nosotros no somos masoquistas. Supongo sí entenderá que es muy difícil para un ciudadano catalán seguir perteneciendo a un Estado tan hostil a su lengua y cultura, por el mero hecho de no ser castellanas; que tiene un concepto de solidaridad -forzosa- que impide el combate contra la pobreza de al menos el 20% de sus conciudadanos catalanes; y como colofón, que nos obsequia con una pertinaz falta de inversiones en infraestructuras absolutamente necesarias para nuestro desarrollo económico y social. En fin, que exige y por tanto provoca, los actuales recortes presupuestarios en sanidad, educación, dependencia, bienestar social, etc... Sepa la señora Cospedal que este es el injusto y elevado precio que estamos pagando por permanecer unidos a un estado al cual, en exclusivo beneficio de la mayoría de ciudadanos españoles, solo le falta desposeernos de nuestra dignidad y de nuestras raíces. Nosotros si entendemos lo que el Estado Español requiere de Catalunya: nuestros impuestos y nuestro trabajo, para mayor gloria y honor de España. Nosotros si entendemos que España quiere que los catalanes dejemos de serlo, para trasmutarnos en perfectos damas y caballeros españoles, es decir, castellanos de lengua, cultura, tradición e historia.
Desengáñese el Partido Popular. Desaliéntese el señor Rajoy. Desanímese la señora Sanchez-Camacho. Catalunya, para gozar de plenitud, solo puede entenderse independiente de España. Les garantizo que, con el tiempo, comprenderán a la perfección y aceptarán plenamente una España libre, por fin, de Catalunya. Porqué, ¿no es esto lo que España desea, vista toda la mala baba, mala leche y la bilis anticatalana derrochada, toda la irresponsable y hostil desconsideración mostrada, por partidos políticos, tribunales Constitucional y Supremo, gobiernos Central y autonómicos -con el café para todos-, así como gran parte de la prensa, radio y televisión, públicas y privadas, al igual que diversas instituciones y personalidades, de rancio abolengo nacionalista español, durante estos últimos años?.
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