Es la última formación política que ha aparecido en la escena catalana. Producto del hartazgo y la decepción causada por Esquerra, Convergencia y el nefasto tripartito, aglutina en su seno a todo aquel independentista ansioso y consciente que las formaciones tradicionales, son incapaces de romper con la situación actual de subordinación, sumisión y explotación que sufre Catalunya por parte de una España cada día mas antipática y cavernaria, que somete a los ciudadanos catalanes a la humillación mas odiosa que se pueda tolerar.
Con estos antecedentes, es lógico que suscite temores sobre su real incidencia en la configuración de la opinión favorable hacia la independencia. Suscita también dudas hacia su capacidad para encarar, analizar y proponer soluciones a los múltiples problemas que los catalanes tenemos planteados en el incierto e inmediato futuro.
En definitiva, Solidaritat es una formación política novel. Sus parlamentarios no tienen gran experiencia como para producir en los ciudadanos, de naturaleza normalmente escéptica, grandes dosis de entusiasmo. Incluso provocan un irracional rechazo por su pasado, a pesar de que este pasado es evocado fundamentalmente por los medios de comunicación como el grupo Godó, abanderado del regionalismo hispano, que lo utiliza para erosionar los indudables logros conseguidos por su líder. Magnifican y agrandan sus defectos y esconden, cuando no ignoran, todo aquello que podría favorecer políticamente al señor Laporta, cuyo principal interés es conseguir la independencia de su país de la forma más rápida que sea posible, de forma pacifica y democrática.
Pues bien, a pesar de todo lo anterior, Solidaritat ha generado esperanza en un buen número de electores y ha despertado grandes recelos en los sectores más interesados en que la penosa situación de Catalunya "cambie para que todo continué igual". Y es precisamente este resquemor que muestran los inmovilistas, los regionalista y los españolistas en sus comentarios en tertulias, escritos periodísticos o en ignorar su tarea política, lo que despierta en un buen número de ciudadanos grandes esperanzas. Por fin pueden ver que existe una formación política que tiene claro cual es el principal problema que tiene Catalunya y sobre todo, cual es la solución definitiva a este problema.
El problema es España: la pétrea Constitución, el Tribunal in-Constitucional, el sectario y clasista Consejo General del Poder Judicial, los partidos políticos españolistas, fundamentalmente populares y socialistas, el tergiversado Congreso y el inútil Senado. En definitiva, todas aquellas instituciones estatales que con el paso del tiempo han ido asumiendo como parte fundamental de su filosofía política, la inspirada por la inconstitucional LOAPA, aderezada por los dictados de la prensa más cutre de Madrid y por las opiniones de ciertos tertulianos que, ante el escándalo de los buenos profesionales, se auto califican cinicamente como periodistas y defensores de la libertad, del pluralismo y de la democracia.
Los ciudadanos españoles sufren la opresión de un número reducido de personas, que ejercen una gran y perniciosa influencia sobre ellos, hasta el punto de no percatarse del mal que les están haciendo. Y estas personas que solo defienden sus fueros, su poder y su dinero, no son precisamente los catalanes. Son algunos políticos del PP y del PSOE, algunos jueces y funcionarios, también algunos malos periodistas. Carecen de escrúpulos y de principios. Y son capaces de culpar a las autonomías, principalmente a la catalana de todos los males que aquejan a los españoles.
Este es el problema identificado por Solidaritat. Y ofrece una solución que aunque compleja, costosa y tal vez dolorosa, es la única que acarrea una solución definitiva a tal reto: la independencia. Unilateral, rápida y pacifica. La independencia no se pide, se toma. En nuestro caso está mas que justificada. Si creemos realmente en la democracia, la única forma de ejercer el derecho de autodeterminación es asumir unilateralmente las competencias estatales y que desde nuestro parlamento se convoque el correspondiente referéndum, ya que España jamas lo hará ni lo permitirá. No esta dispuesta a perder los recursos económicos generados por los catalanes y que les permiten seguir adormeciendo a sus conciudadanos con total impunidad. La independencia de Catalunya ayudará a los españoles a recuperar su escamoteada libertad y su autoestima. En definitiva, los dos países serán más felices, mas libres y más auténticos.
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