La prensa generalista que se edita en Barcelona, esto es, La Vanguardia, El Periódico, El Punt-Avui y Ara, intentan hacer su trabajo de la mejor manera que saben y pueden. Todos ellos utilizan el catalán, si bien La Vanguardia y El Periódico, además tienen edición en castellano. En cuanto a su inclinación política, mientras El Punt-Avui y Ara son inequívocamente catalanistas -el primero de centro derecha y el segundo progresista-, las dos publicaciones bilingües son claramente autonomistas. La Vanguardia es netamente conservador (de derechas), regionalista y monárquico. El Periódico es progresista (de izquierdas) y federalista; no me atrevo calificarlo de republicano, pues en ese campo, sus méritos son más bien escasos.
Como se aprecia, la prensa monolingüe no tiene dudas sobre la realidad catalana en la que se desenvuelve. Esto les permite conectar con sus lectores con absoluta honestidad, sin eufemismos ni ambigüedades políticas. Se trata de prensa catalana y punto. Se alinean con las ideas de centro, o de derechas, o de izquierdas, o ecologistas...., sin trampa ni cartón. Con claridad, sin tener el corazón partío. Esta es su gran virtud.
No puede decirse lo mismo de la prensa bilíngüe. De entrada, ambas publicaciones nacieron en castellano. La adopción del bilingüismo ha sido reciente, motivado por el cambio que la sociedad catalana está experimentando. Existiendo una clara hegemonía del catalanismo político entre los ciudadanos, el periodismo no puede quedar al margen de esta realidad; además, en un sentido estrictamente empresarial, no se puede obviar el idioma catalán como fuente de difusión mediática y expansión económica, teniendo en cuenta no solo los ingresos por venta de ejemplares, sino también las ayudas y subvenciones que reciben de la administración por publicar en lengua catalana. Por tanto, aprovechan las circunstancias para intentar extender su ideario más o menos españolista entre la sociedad catalana, en nuestro propio idioma y con la secreta esperanza de contener y diluir las ansias de libertad y soberanía que sentimos la mayoría de catalanes, respecto de España.
Esto es lo que realmente motiva el presente escrito: la actitud política que exhiben ambas publicaciones en defensa del regionalismo autonomista español, absolutamente fracasado y consecuentemente, contra el soberanismo catalán. El Periódico es pro-socialista. Por consiguiente, cualquier motivo es bueno para atacar a los enemigos de la izquierda. En defensa de sus postulados son capaces de denunciar, por ejemplo, supuestas comisiones ilícitas -el 3%- presuntamente cobradas en el periodo de gobierno del señor Pujol. Pero a pesar del tiempo transcurrido y a pesar de haber sido extensamente investigadas por la fiscalía, jamás se han probado, ni existen imputaciones judiciales sobre este asunto. Esta acusación solo sirvió para ensuciar la reputación de CiU y de los gobiernos nacionalistas, fijando perversamente en el imaginario colectivo de algunos catalanes y otros ciudadanos del estado, interesados en denigrar el catalanismo, la falsa imagen de corrupción, chantajes, componendas y delincuencia generalizada dentro de los partidos y entre los políticos catalanes. Curiosamente, esta fijación no se ha podido circunscribir solo a CiU, extendiéndose a todas las formaciones políticas del arco parlamentario sin excepción. Ya se sabe, cuando se pone en marcha el ventilador, la mierda salpica a todos y la peste se propaga con mayor facilidad. Supongo que esto no entraba en los planes de El Periódico, pero erraron el tiro y la jugada les salió mal, rematadamente mal.
El Periódico también apoya a los socialistas en su utopía federal. Por tanto, intentan propalar el inviable ideario federal-socialista entre los catalanes, siendo plenamente conscientes que la mayoría de ciudadanos hemos acabado transitando hacia el soberanismo, hastiados de las continuas falacias del PSOE y el pretendido multiculturalismo y plurinacionalismo que dice abrazar, lo cual les hace entrar en plena contradicción por la reiterada impugnación al Tribunal Constitucional de leyes aprobadas -incluso por los socialistas catalanes- en el Parlamento de Catalunya. Se contradice también, por ejemplo, con la recentralización de competencias portuarias impuesta por el gobierno amigo del señor Zapatero, o con la intromisión en el sistema educativo catalán, exigiendo más horas de castellano y negando el traspaso de las becas, o ninguneando la inmersión lingüística en el Constitucional por parte de los magistrados afines (del PSOE), así como con las alegaciones presentadas por la abogacía del Estado, en supuesta defensa del texto estatutario catalán. Por no citar la actitud propia de trileros que exhiben el socialismo, en cuestiones tales como las inversiones en la red de Cercanías de Barcelona, o la ambigua y débil defensa del Corredor ferroviario del Mediterráneo, o la privatización de AENA, prescindiendo de la opinión de las instituciones y la sociedad civil catalana. Todas estas cuestiones son convenientemente difuminadas por la portavocía del socialismo hispano en que se ha convertido El Periódico. De nuevo, el más rotundo de los fracasos es el resultado cosechado con la pretendida ocultación (no lograda) de las mentiras y manipulaciones que el socialismo español viene practicando con Catalunya y los catalanes, para mayor desesperación y frustración de esta publicación.
La Vanguardia no anda a la zaga en la pretensión de obnubilar a los catalanes, para que apoyemos y abracemos la fé regionalista y monárquica española que defiende ferozmente este diario. Recientemente ha sumado a su poderoso arsenal la edición en lengua catalana, para penetrar más fácilmente tras las defensas soberanistas. Utiliza todo tipo de estrategias: ignora y minimiza noticias catalanistas -la información sobre las consultas populares fue tan lamentable como indignante-; pervierte comentarios, transformándolos en titulares fuera de contexto, agrede y ataca a partidos y políticos independentistas y últimamente se sirve de la censura para ocultar la auténtica realidad a sus ingenuos lectores. ¿No es acaso vergonzoso decir que no se publica un anuncio del Centre Catalá de Negocis, por falta de espacio?. Había sido legalmente contratado y tenia que publicarse el 11 de septiembre; exponía y denunciaba el insostenible expolio fiscal que sufre Catalunya, de 22.000 millones € al año, es decir, 60 millones € al día. Así mismo, procedió a retirar un artículo de Pilar Rahola, crítico con la actitud de señalados personajes barcelonistas por el apoyo prestado al contrato que une Qatar Foundation y el Barça. No podemos olvidar el discreto, pero evidente apoyo que el grupo Godó brindó al señor Rosell para alcanzar la presidencia del club y salvarlo de la deriva soberanista impulsada por el señor Laporta, el cual sufrió por esta causa las iras y envestidas de la Santa Alianza. En defensa de los intereses financieros españoles y para apoyar políticamente la causa de España, pues... se censura un artículo, se ignora la publicidad, se manipula con discreción la realidad y así todos contentos.
Que tristeza causa ver como dos medios de comunicación, a pesar del prestigio y profesionalidad de muchos de sus colaboradores, siguen una estrategia política, una línea editorial política, ajena a los intereses de los ciudadanos a los que pretenden informar con veracidad y rigor. No es claro que ambos periódicos formen parte de la llamada Santa Alianza, pero es que lo parece. Sí es cierto que La Vanguardia, no hace muchos días, auspició una reunión en el domicilio del editor, Conde de Godo, de prohombres miembros de este grupo de reflexión, entre los que se encontraban, curiosamente, el señor Rosell, presidente del F.C. Barcelona y el señor Pérez, presidente del Real Madrid C.F., además de otros personajes de Madrid y Barcelona, empeñados en estrechar lazos y religar intereses comunes, fundamentalmente económicos y políticos, prescindiendo, eso sí, de los deseos, necesidades y voluntad de los ciudadanos catalanes. Actitud marcadamente antidemocrática, puesto que defender sus particulares intereses, a costa de la mayoría de ciudadanos, así lo delata. En cuanto a la presencia del señor Rosell en una reunión claramente unionista, es contraria a las tesis que defienden los nacionalistas españoles que el F.C. Barcelona no debía ser utilizado como estandarte político (soberanista). ¿Es mucho pedir que tampoco se utilice como bandera hispano-unionista?.
Es en este tipo de cuestiones donde más cinismo exhiben los nacionalistas españoles. Suelen rasgarse las vestiduras cuando condenan al catalanismo por utilizar la senyera, al Barça, la lengua catalana, las multas lingüísticas, o la prohibición de las corridas de toros, como símbolos identitarios y victimistas para imponer tesis soberanistas y antiespañolas. Los nacionalistas hispanos, pero, no dudan de enarbolar agresivamente la bandera rojigualda, imponiendola en ayuntamientos como preferente, por imperativo legal español; utilizan la selección española, cuya columna vertebral es el F.C. Barcelona y la filosofía futbolistica de La Masia, trasmutándola como estandarte del más rancio y cutre españolismo; se sirven del idioma castellano para dinamitar la convivencia lingüística de Catalunya, exigiendo -nuevamente por imperativo legal- el fin de la inmersión en lengua catalana en la escuela; utilizan centenares de normas, leyes, decretos, reglamentos, en defensa del castellano, cuyo incumplimiento provoca multas económicas y sanciones administrativas, múltiples y diversas y se escandalizan que en Catalunya se obligue a los comercios a rotular al menos en catalán; y defienden la españolidad de las corridas de toros, es decir, utilizan un argumento puramente identitario para.... ¡acusar que la prohibición lo es por causas identitarias y no en defensa de derechos animales!. ¡Toma, pues claro!. La prohibición es porque las corridas son una salvajada. Una animalada identitaria española, como lo es alancear hasta la muerte un toro por pura diversión en Tordesillas: el Toro de la Vega. Hipócritas y cínicos. Los de la Santa Alianza son unos hipócritas y cínicos. Dios les perdone, porque yo, a la vista de lo infames que son, me veo incapaz de hacerlo.
La Vanguardia no anda a la zaga en la pretensión de obnubilar a los catalanes, para que apoyemos y abracemos la fé regionalista y monárquica española que defiende ferozmente este diario. Recientemente ha sumado a su poderoso arsenal la edición en lengua catalana, para penetrar más fácilmente tras las defensas soberanistas. Utiliza todo tipo de estrategias: ignora y minimiza noticias catalanistas -la información sobre las consultas populares fue tan lamentable como indignante-; pervierte comentarios, transformándolos en titulares fuera de contexto, agrede y ataca a partidos y políticos independentistas y últimamente se sirve de la censura para ocultar la auténtica realidad a sus ingenuos lectores. ¿No es acaso vergonzoso decir que no se publica un anuncio del Centre Catalá de Negocis, por falta de espacio?. Había sido legalmente contratado y tenia que publicarse el 11 de septiembre; exponía y denunciaba el insostenible expolio fiscal que sufre Catalunya, de 22.000 millones € al año, es decir, 60 millones € al día. Así mismo, procedió a retirar un artículo de Pilar Rahola, crítico con la actitud de señalados personajes barcelonistas por el apoyo prestado al contrato que une Qatar Foundation y el Barça. No podemos olvidar el discreto, pero evidente apoyo que el grupo Godó brindó al señor Rosell para alcanzar la presidencia del club y salvarlo de la deriva soberanista impulsada por el señor Laporta, el cual sufrió por esta causa las iras y envestidas de la Santa Alianza. En defensa de los intereses financieros españoles y para apoyar políticamente la causa de España, pues... se censura un artículo, se ignora la publicidad, se manipula con discreción la realidad y así todos contentos.
Que tristeza causa ver como dos medios de comunicación, a pesar del prestigio y profesionalidad de muchos de sus colaboradores, siguen una estrategia política, una línea editorial política, ajena a los intereses de los ciudadanos a los que pretenden informar con veracidad y rigor. No es claro que ambos periódicos formen parte de la llamada Santa Alianza, pero es que lo parece. Sí es cierto que La Vanguardia, no hace muchos días, auspició una reunión en el domicilio del editor, Conde de Godo, de prohombres miembros de este grupo de reflexión, entre los que se encontraban, curiosamente, el señor Rosell, presidente del F.C. Barcelona y el señor Pérez, presidente del Real Madrid C.F., además de otros personajes de Madrid y Barcelona, empeñados en estrechar lazos y religar intereses comunes, fundamentalmente económicos y políticos, prescindiendo, eso sí, de los deseos, necesidades y voluntad de los ciudadanos catalanes. Actitud marcadamente antidemocrática, puesto que defender sus particulares intereses, a costa de la mayoría de ciudadanos, así lo delata. En cuanto a la presencia del señor Rosell en una reunión claramente unionista, es contraria a las tesis que defienden los nacionalistas españoles que el F.C. Barcelona no debía ser utilizado como estandarte político (soberanista). ¿Es mucho pedir que tampoco se utilice como bandera hispano-unionista?.
Es en este tipo de cuestiones donde más cinismo exhiben los nacionalistas españoles. Suelen rasgarse las vestiduras cuando condenan al catalanismo por utilizar la senyera, al Barça, la lengua catalana, las multas lingüísticas, o la prohibición de las corridas de toros, como símbolos identitarios y victimistas para imponer tesis soberanistas y antiespañolas. Los nacionalistas hispanos, pero, no dudan de enarbolar agresivamente la bandera rojigualda, imponiendola en ayuntamientos como preferente, por imperativo legal español; utilizan la selección española, cuya columna vertebral es el F.C. Barcelona y la filosofía futbolistica de La Masia, trasmutándola como estandarte del más rancio y cutre españolismo; se sirven del idioma castellano para dinamitar la convivencia lingüística de Catalunya, exigiendo -nuevamente por imperativo legal- el fin de la inmersión en lengua catalana en la escuela; utilizan centenares de normas, leyes, decretos, reglamentos, en defensa del castellano, cuyo incumplimiento provoca multas económicas y sanciones administrativas, múltiples y diversas y se escandalizan que en Catalunya se obligue a los comercios a rotular al menos en catalán; y defienden la españolidad de las corridas de toros, es decir, utilizan un argumento puramente identitario para.... ¡acusar que la prohibición lo es por causas identitarias y no en defensa de derechos animales!. ¡Toma, pues claro!. La prohibición es porque las corridas son una salvajada. Una animalada identitaria española, como lo es alancear hasta la muerte un toro por pura diversión en Tordesillas: el Toro de la Vega. Hipócritas y cínicos. Los de la Santa Alianza son unos hipócritas y cínicos. Dios les perdone, porque yo, a la vista de lo infames que son, me veo incapaz de hacerlo.
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