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dissabte, 3 de setembre del 2011

DELIRIOS Y AGRESIONES. "So is Spain!".

¿Qué decir sobre España?. No quiero ser excesivamente duro en mis críticas hacia el que hasta la fecha es el Estado que somete a Catalunya. Por tanto, me excuso anticipadamente si mi exposición no alcanza la ponderación deseada.  La nación catalana, en mi opinión, hace tres siglos que se encuentra bajo el dominio colonial de Castilla. Durante este periodo de tiempo, Castilla ha pasado de reino poseedor de un basto imperio, a ser una decadente metrópolis, bajo el nombre de España, con escasas posesiones coloniales. Es decir,  el poder político y la legalidad como Estado Español lo ejerce  en nuestros días en casi toda  la península Ibérica y en dos diminutos enclaves coloniales  del norte de África. Desgraciadamente para Catalunya, la posición geográfica que ocupa, en la esquina nordeste de la península, la hacen candidata perfecta para sufrir todo tipo de tropelías -políticas, económicas, culturales- de este Estado, genéticamente centralista, jacobino, que aborrece la diferencia política, cultural, económica, social y que odia profundamente a todo sujeto que pretenda hablar, leer, escuchar, escribir, en definitiva, vivir en una lengua distinta al castellano. ¿Como puede existir alguna persona que prefiera su propio idioma materno para ser utilizado en la vida diaria o las tareas cotidianas, en lugar del castellano?. ¿Como quieren que los niños aprendan, literatura, matemáticas, geografía, historia, si no es en castellano?.¿Porqué es tan importante que la rotulación de los comercios, el doblaje de películas, o el etiquetaje de los productos se hagan en una lengua provinciana, existiendo el castellano, universal y ampliamente aceptado por toda la sociedad?. Recordemos que el Rey de España llegó ha decir que el español... ¡jamás había sido impuesto a ningún pueblo por la fuerza!. Las dudas e incomprensiones españolas no se limitan al mundo de la lengua, se extienden a toda la cultura, a la economía. ¿Para qué invertir en infraestructuras en función de la necesidad y rentabilidad económica, si se puede hacer por intereses puramente partidistas y electorales?. Si se quiere aparentar riqueza y poder en el concierto internacional, pues se construye la red ferroviaria de alta velocidad más extensa de Europa -y la segunda del Mundo-, independientemente de la rentabilidad, pero, eso sí, procurando que cada capital de provincia esté conectada con Madrid. ¡Así se cohesiona un estado!. El poder y la riqueza española se demuestra con aeropuertos sin tráfico aéreo, lineas férreas de Alta Velocidad sin pasajeros, autopistas de peaje en pérdidas sin control, y subvencionadas con dinero público, construidas al lado de autopistas libres de peaje; y miles y miles de viviendas vacías, ciudades sin habitantes, polígonos industriales y parques tecnológicos sin empresas, autovías  sin apenas tráfico rodado, y también en proyectos de corredores ferroviarios centrales, para no ser menos que el corredor Mediterráneo, absolutamente necesario, pero que discurre para desgracia de Madrid en el litoral este del Estado.

Estos delirios, esta soberbia, esta orgullosa desmesura, propia de nuevos ricos, -gracias a la generosidad mostrada por la Unión Europea y los cuantiosos fondos de cohesión alegremente derrochados, así como el  desmesurado expolio fiscal que anualmente sufren los ciudadanos de Catalunya-, son la causa que los  españoles estén abocados a sufrir el guante de hierro que los mercados imponen a España, bajo amenaza de intervención financiera que permita enderezar el lastimoso rumbo de colisión que sigue el Estado Español, a causa del déficit en las cuentas públicas y privadas y que ponen en riesgo todo el sistema financiero de la Unión, e incluso la estabilidad económica del Mundo mundial.

En esta tesitura, el Estado Español renueva su arsenal de agravios hacia su colonia más jugosa, imponiendo reformas constitucionales que lo único que conseguirán es maniatar (aun más) las finanzas de Catalunya, con el pretexto del control del déficit financiero de las distintas administraciones. Este control constitucional, que en principio no parece descabellado y en las condiciones actuales necesario, resultará inútil, dadas las características que adornan a los políticos hispanos, muy propensos a la envidia hacia lo ajeno, a un irrefrenable afán de emulación  y a un desmesurado orgullo, que semeja  soberbia. En definitiva, España es un estado cuyas clases dirigentes pueden ser calificadas como de trasnochados hidalgos, de raídos atuendos, botas desgastadas, espadas oxidadas, pero henchidos de avasallador orgullo y altivez. 

La agresión no se limita a las finanzas de la Generalitat, a la falta de inversiones en obra pública, a las aberraciones económicas dispersando y derrochando recursos y energías. La agresión continua a través de la justicia española. No hace muchos meses, se produjo la famosa sentencia del Tribunal Constitucional, que propinó un sonoro y violento bofetón en la cara de todos  los ingenuos ciudadanos catalanes que habían refrendado positivamente el mutilado texto del Estatuto de Autonomía, cepillado previamente (Alfonso Guerra dixit) en el Congreso de Diputados y en el Senado. Aquel deslegitimado y desprestigiado Tribunal consideró oportuno (a los intereses del PP y del PSOE) modificar una ley ya aprobada en  referéndum, pasándose por el forro la opinión y la voluntad manifestada por la mayoría de catalanes. Las consecuencias de aquel esperpento empiezan a manifestarse ahora. Después de más veinte años de inmersión lingüística y de ser el catalán la lengua vehicular en la enseñanza, sin que ello haya provocado ningún  conflicto lingüístico en el seno de la sociedad catalana, la justicia española atiende los deseos de Convivencia Cívica Catalana (CCC) y asesina la inmersión lingüística, en nombre de una ínfima minoría de intransigentes ciudadanos catalanófobos preocupados porque sus hijos iban a la escuela y todo lo daban en catalán, siendo el castellano perseguido en Catalunya. No importa que sea falso que en Catalunya se persigue a los castellano-hablantes y a la lengua española. Tampoco es relevante que todos los estudiantes en Catalunya acaben su formación escolar conociendo y dominando ambos idiomas, como garantiza la vigente ley. Lo importante, lo que realmente cuenta, es la opinión de CCC, formación que suele servirse y exhibirse en medios periodísticos de la ultra-derecha y que aglutina en su seno a un puñado de padres, más preocupados porque sus hijos reciban la formación académica primordialmente en castellano, antes de que la educación que se les imparta, en general, sea más útil y la mejor posible. Prefieren que sus hijos reciban la educación segregada por razones político-idiomáticas, antes que una buena educación integradora en catalán. Y esto es así porque no soportan la igualdad legislativa y social entre el catalán y el castellano. Y es así porqué ellos son españoles y no toleran que el idioma catalán sea preeminente en Catalunya. Si el catalán no es preeminente en Catalunya, ¿donde podrá serlo?.

Delirios y agresiones. Dos constantes de la España de ahora, de ayer y de siempre. No resulta extraño que la mayoría de ciudadanos catalanes hayamos decidido despedirnos educadamente de este estado que no nos respeta, que nos explota y empobrece y que nos agrede constantemente. ¡Adiós, España, adiós!. Somos conscientes que nuestra marcha resultará extraordinariamente onerosa para tu ego de hidalgo y maneras inquisitoriales. Pero no podemos seguir siendo la nación que colme tus pulsiones imperialistas. Ya no eres el Imperio donde nunca se pone el Sol. ¡Adéu, España, adéu!.

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