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dissabte, 22 de setembre del 2012

QUIMERAS.

"....En estas circunstancias, lo peor que podemos hacer es dividir fuerzas, alentar disensiones, perseguir quimeras, ahondar heridas. No son estos tiempos buenos para escudriñar en las esencias ni para debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia". Palabra de Rey.

Debo confesar que pertenezco al grupo de ciudadanos que el 11 de septiembre nos manifestamos a favor de la independencia de Catalunya. Es decir, formo parte del millón y medio de manifestantes que perseguimos "quimeras". Esta es la consideración que merecen los anhelos catalanes. El Rey Juan Carlos I se permite calificarlo como una quimera. No aclara, pero, si se refiere al "animal mítico con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón, que vomita llamas por la boca". O por el contrario, considera que el clamor ciudadano "es un simple sueño o creación imaginaria que se toma como real, siendo ilusoria, vana y casi imposible de conseguir". El Rey de España, al equivocarse tan estrepitosamente, entra de lleno en la batalla política, olvidando el papel que constitucionalmente tiene atribuido como árbitro imparcial. Se posiciona inequívocamente encabezando el unionismo -como no podría ser de otra manera-, enfrentándose abiertamente a (por lo menos) un millón y medio de ciudadanos, hastiados y cansados de una España genéticamente colonialista y expoliadora, anclada en glorias pasadas y antiguas, y todavía mediatizada, ¡treinta y cinco años después! por el franquismo sociológico, superviviente gracias a la gloriosa y nefasta transición democrática española. 

¿De qué se quejan los catalanes?, se preguntan muchos españoles entre anonadados y furiosos.  La respuesta es que estamos hartos de mentiras. Monago dice que Extremadura está pagando a Catalunya. "Catalunya pide y Extremadura paga". Considera -sobre los 5.023 millones que Catalunya exige del Fondo de Liquidez Autonómico-, que estos millones "salen de los bolsillos de todos los extremeños, de todos los españoles", por lo cual hace un llamamiento "a la resistencia contra esta iniciativa insolidaria llamada pacto fiscal catalán". Las falacias monagostas no informan -ni reconocen en la intimidad- que Extremadura es la comunidad autónoma más subsidiada del Estado. Los extremeños disfrutan cada año, al menos de 3.134 € de superávit fiscal por persona, es decir, han recibido esta cantidad de más de lo que pagan en impuestos. La solidaridad forzada de cada ciudadano catalán es causa que recibamos 2.704 € de menos, año tras año. En Extremadura, el 26,68% de la población son funcionarios; en Catalunya solo el 9,79% de la población activa lo es. ¿Catalunya pide y Extremadura paga?.

También estamos  agotados por las continuas muestras de hostilidad y desconsideración de los medios de comunicación y los políticos españoles. Rosa Díez no vería con malos ojos la eliminación de la autonomía de Catalunya. "El Govern tiene que respetar el orden constitucional y no utilizar las instituciones para promover la secesión". Sobre la petición del Fondo de Liquidez, Rosa Díez proclama: "hay condiciones económicas y tiene que haber condiciones políticas". "El Gobierno de España tiene que utilizar el artículo 155 de la Constitución, que está para garantizar la igualdad y la cohesión para todos los españoles, los catalanes también". Albert Rivera no solo muestra hostilidad hacia Catalunya. Además, considera que somos tontos. Defiende que todos los españoles han de ser consultados sobre las fronteras del Estado; es decir, contra lo que dicta el sentido común y la práctica internacional, la independencia de Catalunya debe ser sometida a referéndum de autodeterminación en todo el Estado Español. Así, inteligentemente se asegura la victoria de sus tesis unionistas. Pura democracia española. Como en tiempos de Franco y su democracia orgánica. En cuanto a los medios de comunicación, desde Madrid se propala la especie que los ciudadanos catalanes estamos manipulados por los medios de comunicación públicos, e incluso privados, a causa de las subvenciones de la Generalitat a la prensa, en general. Es inutil desmentir las supuestas presiones del Govern sobre los medios privados, e incluso públicos. El mantra está en marcha y desgraciadamente, la ceguera voluntaria resulta absolutamente patética, puesto que no hay peor ciego que el que no quiere ver la realidad. También creen sus propias afirmaciones, como la que dice que los catalanes no tenemos suficiente información a nuestro alcance y por tanto, somos ignorantes. Ocultan que en los quioscos catalanes puede adquirirse la prensa editada en toda España, y que los ciudadanos podemos ver toda la TV y oir cualquier emisora de radio -incluso las madrileñas- de cualquier signo político, sin más cortapisas que las preferencias particulares de cada uno de nosotros. ¡Curiosa forma de manipular la opinión pública!. Supongo que esta afirmación será debidamente contestada por La Vanguardia, diario monárquico y regionalista y radicalmente contrario a la secesión; y también por El  Periódico, pro-socialista y federalista. En cuanto al mundo de la TV, la emisora pública catalana apenas ocupa el 20% de cuota de pantalla. El 80% restante se reparte entre Tele 5, Antena 3, 13TV, Intereconomía TV, etc.... todas ellas con sede madrileña. ¿Manipulación?. De eso sabe mucho la regenerada TVE, que se permite cortar la comparecencia de Artur Mas después de la entrevista con Rajoy y sustituirlo por el mensaje de Alicia Sanchez Camacho, que ni siquiera es portavoz gubernamental. ¡Y todo ello después de haber informado -poco y mal- sobre la manifestación independentista del 11 de septiembre, en quinto o sexto lugar en el telediario de la noche!. ¡Esto es manipular. Esto es desinformar!.

Estamos también hastiados por las continuas muestras de desprecio y burdas maniobras de conspicuos intelectuales, como el caso del Novel, Mario Vargas Llosa: "me niego a creer que una mayoría vean la secesión como una solución a sus problemas";  o el  filósofo Fernando Savater. Este último compara los independentistas catalanes con el millonario francés que quiere adoptar la nacionalidad belga para no pagar impuestos. Asegura que la protesta de los catalanes "es la de los ricos: la del yo pago y no recibo nada". Y lo dice convencido que los centenares de miles de manifestantes independentistas del día 11 de septiembre eramos ricos. Según su opinión,  no eran ni jubilados, ni parados, ni estudiantes, ni padres, ni madres..., cuyas raíces se hunden por supuesto, en Catalunya; pero también en Andalucía, Extremadura, Castilla, Galicia... Es decir, catalanes de pleno derecho, mal que le pese al filósofo. Savater asegura que "existe una mentira que se cree todo el mundo: Catalunya paga. No, los que pagan son los ciudadanos". Aseveración absolutamente cierta y a la vez, ridícula. El problema es que los ciudadanos catalanes, que pagamos mucho, recibimos muchísimo menos que la mayoría de ciudadanos del resto del estado, por ejemplo en transferencias o inversiones públicas.

Desprecio regio. Mentiras y falacias de políticos, periodistas e intelectuales. Era previsible la reacción del nacionalismo español. Están empeñados en culpar a la Generalitat del tsunami desatado a orillas del Mediterráneo. Son incapaces de aceptar que está causado por la histórica estupidez de todos ellos. ¿Creían acaso que el escandaloso comportamiento de PP y PSOE, antes, durante y después de todo el proceso estatutario catalán no pasaría factura?. Recordemos. Promesas incumplidas del J.L. Rodriguez Zapatero. Feroz oposición del PP al texto aprobado en sede parlamentaria, primero en Barcelona y después en Madrid; incluyendo la recogida de firmas en toda España, para pedir un referéndum -ilegal- en ámbito estatal, de aprobación o no del Estatuto catalán. Campaña que acabó derivando en un vergonzoso fomento e impulso de la secular catalanofobia hispana. Cepillado del texto  en Madrid, según feliz expresión de Alfonso Guerra. Rebaja adicional en la negociación entre el señor Mas y Zapatero. Aprobación del maltrecho texto resultante, mediante referéndum en Catalunya. Y la culminación: el escándalo del Tribunal Constitucional, con magistrados recusados (o no), vacantes no cubiertas, múltiples ponencias en busca de impresentables consensos, coacciones mediáticas y partidistas, magistrados con el mandato agotado y una sentencia ilegítima que abrió la caja de pandora. Este esperpéntico tribunal, saltándose olímpicamente los principios democráticos para satisfacer las exigencias españolistas, se permitió reformar el texto aprobado por los ciudadanos catalanes, después del acuerdo sellado una tarde de toros en la Maestranza sevillana  entre los cabecillas de las facciones popular y socialista del alto tribunal. Lo cual remató definitivamente el imposible encaje de Catalunya en el seno del Estado Español. ¿No explica este comportamiento español la situación actual?. Por no mencionar las vertientes financiera, económica, judicial, social, cultural y mediática, y los agravios que se derivan de ellos, que hemos sufrido todos los catalanes, en manos de la nomenclatura hispana, conformada por nobles y soberbios hidalgos castellanos, de ayer, de hoy y de siempre.

Catalunya y los catalanes estamos a favor de tener la oportunidad de decidir nuestro futuro, ejerciendo el derecho de autodeterminación. Así lo exigimos, al menos el 76% de los ciudadanos. La mayoría de catalanes proclamamos el día 11 de septiembre nuestra voluntad de conseguir un estado propio, plenamente integrado en la UE. Las últimas encuestas cifran este apoyo en más del 64% del electorado dispuesto a votar, puesto que los encuestados se manifiestan en los siguientes términos: Si, 50,9%. No, 18,6%. Abstenciones y en blanco, 20,5%.

Ni menosprecios, ni amenazas, ni manipulaciones informativas y sociológicas, ni subterfugios jurídicos, ni siquiera triquiñuelas políticas, lograrán hacernos desistir de nuestro objetivo. Es infantil suponer que la sacrosanta constitución española podrá, nuevamente, ser blandida como ariete contra la voluntad de la mayoría de catalanes. Puesto que, aun que cueste aceptarlo, la democracia está por encima de su Constitución. Pretender lo contrario, sí es una quimera.


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