El gobierno español ha iniciado una nueva fase en su cruzada contra Catalunya. La vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría ha declarado que "hablar de independencia aleja inversiones y puestos de trabajo". Ante la proximidad de la manifestación del 11 de setiembre, menudean los mensajes conminatorios y de advertencia, en previsión del clamor independentista que se producirá en la misma. Estas críticas, estas apelaciones a la responsabilidad -seny catalán- que hacen desde el nacional-españolismo, denotan el alto grado de nerviosismo, el vértigo que empiezan a sentir todos aquellos que defienden, por encima de todo, que Catalunya siga sometida, expoliada, aplastada y encadenada a España, por los siglos de los siglos. Sáenz de Santamaría exige al presidente Mas que se centre en la ocupación y no en la confrontación. "Estamos hablando de las cosas de comer. Hemos de ser muy responsables", proclama la vicepresidenta. Reclama que deje de alimentar la inestabilidad con el independentismo.
Desde el gobierno de España deben ignorar que las ansias de independencia catalanas se están desarrollando al margen del discurso oficial que emana de la Generalitat. El señor Rajoy y sus muchachos siguen sin querer reconocer que el pacto fiscal reclamado por el señor Mas, es un pueril intento de última hora que lanzan desde el Govern a Madrid para reconducir el soberanismo mayoritario catalán, hacia posiciones unionistas. Es una desesperada propuesta para que no se consume el divorcio entre Catalunya y España. Intento fracasado, por varias razones. Primero, porqué los ciudadanos no estamos dispuestos a tolerar más componendas entre gobiernos y partidos, al margen de los intereses de la población. Tampoco aceptamos seguir pagando nuestros impuestos a la hacienda española, ya que el Estado no solo nos roba nuestros recursos financieros, sino que además, practicando un cinismo patológico, niega y reniega de la contribución obligatoria -solidaridad, lo llaman- de los ciudadanos catalanes que, desde siempre, hacemos a favor de España a costa de nuestro propio bienestar. No queremos empobrecernos más y encima ser considerados como insolidarios. No menos importante es el hastío que sentimos al tener que soportar, estoicamente, las imposiciones judiciales, las mentiras, los improperios e insultos y otras lindezas que, alentados desde la caverna mediática por recalcitrantes catalanófobos y fielmente propalados por algunos políticos de tres al cuarto, profieren inmisericordemente contra Catalunya y sus políticos, contra nuestras instituciones públicas y privadas y sobretodo, contra las señas de identidad catalanas, como son la lengua, la cultura y la sociedad civil en general. E incluso poniendo palos en las ruedas de la economía catalana, hurtando recursos aprobados en los presupuestos españoles, retrasando indefinidamente inversiones en infraestructuras o promoviendo leyes a medida de los intereses madrileños: por ejemplo, la ley de comercio. Y lo hacen así con el único objetivo de preservar la unidad de España.... y la unidad de mercado.... y de la caja común. Por supuesto, en una insostenible pirueta intelectual, consideran que la sociedad catalana queda al margen de sus insultos y mentiras, ya que solo se refieren a la casta política catalana. Como si los catalanes no votáramos y fuéramos responsables de nuestras preferencias políticas, económicas, culturales, lingüísticas, fiscales, legislativas... de forma absolutamente libre y democrática.
El gobierno de España debería leer Le Figaro, que informa de la batalla fiscal de Catalunya con Madrid , destacando el auge del independentismo. El periódico francés señala "las tensiones territoriales de un país (España) que nunca se ha acabado de definir". "La tentación independentista gana terreno a causa de la feroz crisis y de una feroz batalla fiscal". También recoge unas declaraciones del consejero catalán, Andreu Mas-Colell, en las que dice "si la definición de España que prevalece es la de una nación única y uniforme, entonces Catalunya no cabe en ella". ¡Incluso el buenazo y eminente Mas-Colell ya asume el discurso independentista!.
Ante las graves dificultades financieras por las que atraviesa la Generalitat de Catalunya, el Govern ha solicitado participar en el Fondo de Liquidez español. Es decir, pide el rescate financiero al Estado que nos está esquilmando fiscal, económica, cultural y lingüísticamente. Y esta ignominia ha desatado en España lo que podríamos calificar como sublimación de la catalanofobia. El sindicato filo-franquista -ultraderechista- Manos Limpias insta al gobierno de Rajoy que imponga hasta once condiciones para que la Generalitat pueda acceder al fondo. Entre otras, "supresión de las televisiones públicas de la Generalitat"; "supresión del defensor del pueblo -Síndic de Greuges-"; "desaparición de las embajadas -delegaciones comerciales y culturales en el exterior-"; la retirada del reto, el desafío al Gobierno de la Nación con lo que han denominado Pacto Fiscal"; "la obligación que la Enseña Nacional ondee en lugar preferente en todos los organismos públicos de la Generalitat". Como colofón exige "el compromiso formal que no se incite por parte del Gobierno de la Generalitat a la insumisión y el independentismo". Imposiciones todas ellas de carácter identitario, aunque a los nacionalistas españoles solo les importa lo que preocupa realmente a la gente. ¡Ja, ja, ja...!
No queda atrás en sus peticiones al Gobierno el diario Alerta Digital: "Catalunya ha de ser intervenida militarmente". "Definitivamente, el nacionalismo catalán ha perdido ya cualquier derecho a cualquier miramiento". "No se nos ocurre otra cosa que Catalunya sea intervenida militarmente, derogadas sus normas autonómicas y clausuradas sus instituciones regionales". Este medio de difusión de auténtico españolismo remacha el clavo con el siguiente anuncio: "Es la única forma de salvar esta Catalunya que ahora se intenta destrozar separándola de España y lanzarla en brazos del enemigo (¿?), para que unos pocos sobrevivan económicamente a costa del empobrecimiento de todos los demás". ¡Cuán generosos son los que pretender salvarnos de nosotros mismos!. ¡Y qué antidemócratas son!
Este mismo medio recoge una entrevista del coronel de infantería, retirado, Francisco Alamán Castro, que se pregunta y responde asimismo, "¿la independencia de Catalunya?. Por encima de mi cadáver y el de muchos". No debemos olvidar que el ejercito español, por mandato constitucional, tiene encomendado defender la sagrada unidad de España. Es por esta razón que somos muchos los que pensamos que la constitución española carece de legitimidad democrática. Se hizo bajo presión militar durante la nefasta transición española. Y por ello, a mí no me representa. El coronel en cuestión se explaya con afirmaciones como "también juramos defender su integridad territorial -España- incluso con nuestras propias vidas"; "tenemos una cosa que esta gente nunca tendrá: sentido del honor y del deber"; "acabar con 1500 años de historia no les resultará tarea fácil". Después advierte que "aun que el león parezca dormido, que no provoquen demasiado al león porqué ya ha dado pruebas sobradas de su ferocidad a lo largo de los siglos". Como era previsible, defiende sus argumentos, rememorando las visitas de Franco a Catalunya a lo largo de su dilatada epopeya gubernamental, "estás eran las más clamorosas y multitudinarias de todas las llevadas a término en todo el territorio nacional. Un dato: Franco visitó oficialmente Catalunya en 24 ocasiones, mientras que Andalucía, con el doble de extensión, fue visitada 18 veces. Por tanto, sostener que Catalunya ha sido siempre nacionalista o separatista es una basta manipulación de la verdad". El belicoso coronel concluye su arenga castrense, afirmando: "la burguesía catalana que hoy abraza la causa nacionalista fue el sector mas ardientemente franquista que hubo en España. Incluso el sector del clero más comprometido con la Cruzada era de origen catalán". Este insigne militar debería saber que durante la dictadura, todo el mundo -por fuerza- era franquista. En cuanto a defender la unidad de la patria "por encima de mi cadáver", entiendo que está (están) dispuesto a matar en nombre de España. ¿Es esto honorable?. Matar (en realidad, asesinar) representa carecer de sentido del honor y mucho menos, del deber. Lo único honorable para un militar es estar al servicio de todos los ciudadanos -por el momento, incluidos los catalanes- que, no lo olvide, estamos desarmados; y respetar y someterse al poder político (especialmente el democrático). Y en su caso, no retorcer la verdad historia hasta el esperpento, ni siquiera por equivocado sentido de lealtad hacia el Generalísimo, ya fallecido a Dios gracias.
Desde el gobierno de España deben ignorar que las ansias de independencia catalanas se están desarrollando al margen del discurso oficial que emana de la Generalitat. El señor Rajoy y sus muchachos siguen sin querer reconocer que el pacto fiscal reclamado por el señor Mas, es un pueril intento de última hora que lanzan desde el Govern a Madrid para reconducir el soberanismo mayoritario catalán, hacia posiciones unionistas. Es una desesperada propuesta para que no se consume el divorcio entre Catalunya y España. Intento fracasado, por varias razones. Primero, porqué los ciudadanos no estamos dispuestos a tolerar más componendas entre gobiernos y partidos, al margen de los intereses de la población. Tampoco aceptamos seguir pagando nuestros impuestos a la hacienda española, ya que el Estado no solo nos roba nuestros recursos financieros, sino que además, practicando un cinismo patológico, niega y reniega de la contribución obligatoria -solidaridad, lo llaman- de los ciudadanos catalanes que, desde siempre, hacemos a favor de España a costa de nuestro propio bienestar. No queremos empobrecernos más y encima ser considerados como insolidarios. No menos importante es el hastío que sentimos al tener que soportar, estoicamente, las imposiciones judiciales, las mentiras, los improperios e insultos y otras lindezas que, alentados desde la caverna mediática por recalcitrantes catalanófobos y fielmente propalados por algunos políticos de tres al cuarto, profieren inmisericordemente contra Catalunya y sus políticos, contra nuestras instituciones públicas y privadas y sobretodo, contra las señas de identidad catalanas, como son la lengua, la cultura y la sociedad civil en general. E incluso poniendo palos en las ruedas de la economía catalana, hurtando recursos aprobados en los presupuestos españoles, retrasando indefinidamente inversiones en infraestructuras o promoviendo leyes a medida de los intereses madrileños: por ejemplo, la ley de comercio. Y lo hacen así con el único objetivo de preservar la unidad de España.... y la unidad de mercado.... y de la caja común. Por supuesto, en una insostenible pirueta intelectual, consideran que la sociedad catalana queda al margen de sus insultos y mentiras, ya que solo se refieren a la casta política catalana. Como si los catalanes no votáramos y fuéramos responsables de nuestras preferencias políticas, económicas, culturales, lingüísticas, fiscales, legislativas... de forma absolutamente libre y democrática.
El gobierno de España debería leer Le Figaro, que informa de la batalla fiscal de Catalunya con Madrid , destacando el auge del independentismo. El periódico francés señala "las tensiones territoriales de un país (España) que nunca se ha acabado de definir". "La tentación independentista gana terreno a causa de la feroz crisis y de una feroz batalla fiscal". También recoge unas declaraciones del consejero catalán, Andreu Mas-Colell, en las que dice "si la definición de España que prevalece es la de una nación única y uniforme, entonces Catalunya no cabe en ella". ¡Incluso el buenazo y eminente Mas-Colell ya asume el discurso independentista!.
Ante las graves dificultades financieras por las que atraviesa la Generalitat de Catalunya, el Govern ha solicitado participar en el Fondo de Liquidez español. Es decir, pide el rescate financiero al Estado que nos está esquilmando fiscal, económica, cultural y lingüísticamente. Y esta ignominia ha desatado en España lo que podríamos calificar como sublimación de la catalanofobia. El sindicato filo-franquista -ultraderechista- Manos Limpias insta al gobierno de Rajoy que imponga hasta once condiciones para que la Generalitat pueda acceder al fondo. Entre otras, "supresión de las televisiones públicas de la Generalitat"; "supresión del defensor del pueblo -Síndic de Greuges-"; "desaparición de las embajadas -delegaciones comerciales y culturales en el exterior-"; la retirada del reto, el desafío al Gobierno de la Nación con lo que han denominado Pacto Fiscal"; "la obligación que la Enseña Nacional ondee en lugar preferente en todos los organismos públicos de la Generalitat". Como colofón exige "el compromiso formal que no se incite por parte del Gobierno de la Generalitat a la insumisión y el independentismo". Imposiciones todas ellas de carácter identitario, aunque a los nacionalistas españoles solo les importa lo que preocupa realmente a la gente. ¡Ja, ja, ja...!
No queda atrás en sus peticiones al Gobierno el diario Alerta Digital: "Catalunya ha de ser intervenida militarmente". "Definitivamente, el nacionalismo catalán ha perdido ya cualquier derecho a cualquier miramiento". "No se nos ocurre otra cosa que Catalunya sea intervenida militarmente, derogadas sus normas autonómicas y clausuradas sus instituciones regionales". Este medio de difusión de auténtico españolismo remacha el clavo con el siguiente anuncio: "Es la única forma de salvar esta Catalunya que ahora se intenta destrozar separándola de España y lanzarla en brazos del enemigo (¿?), para que unos pocos sobrevivan económicamente a costa del empobrecimiento de todos los demás". ¡Cuán generosos son los que pretender salvarnos de nosotros mismos!. ¡Y qué antidemócratas son!
Este mismo medio recoge una entrevista del coronel de infantería, retirado, Francisco Alamán Castro, que se pregunta y responde asimismo, "¿la independencia de Catalunya?. Por encima de mi cadáver y el de muchos". No debemos olvidar que el ejercito español, por mandato constitucional, tiene encomendado defender la sagrada unidad de España. Es por esta razón que somos muchos los que pensamos que la constitución española carece de legitimidad democrática. Se hizo bajo presión militar durante la nefasta transición española. Y por ello, a mí no me representa. El coronel en cuestión se explaya con afirmaciones como "también juramos defender su integridad territorial -España- incluso con nuestras propias vidas"; "tenemos una cosa que esta gente nunca tendrá: sentido del honor y del deber"; "acabar con 1500 años de historia no les resultará tarea fácil". Después advierte que "aun que el león parezca dormido, que no provoquen demasiado al león porqué ya ha dado pruebas sobradas de su ferocidad a lo largo de los siglos". Como era previsible, defiende sus argumentos, rememorando las visitas de Franco a Catalunya a lo largo de su dilatada epopeya gubernamental, "estás eran las más clamorosas y multitudinarias de todas las llevadas a término en todo el territorio nacional. Un dato: Franco visitó oficialmente Catalunya en 24 ocasiones, mientras que Andalucía, con el doble de extensión, fue visitada 18 veces. Por tanto, sostener que Catalunya ha sido siempre nacionalista o separatista es una basta manipulación de la verdad". El belicoso coronel concluye su arenga castrense, afirmando: "la burguesía catalana que hoy abraza la causa nacionalista fue el sector mas ardientemente franquista que hubo en España. Incluso el sector del clero más comprometido con la Cruzada era de origen catalán". Este insigne militar debería saber que durante la dictadura, todo el mundo -por fuerza- era franquista. En cuanto a defender la unidad de la patria "por encima de mi cadáver", entiendo que está (están) dispuesto a matar en nombre de España. ¿Es esto honorable?. Matar (en realidad, asesinar) representa carecer de sentido del honor y mucho menos, del deber. Lo único honorable para un militar es estar al servicio de todos los ciudadanos -por el momento, incluidos los catalanes- que, no lo olvide, estamos desarmados; y respetar y someterse al poder político (especialmente el democrático). Y en su caso, no retorcer la verdad historia hasta el esperpento, ni siquiera por equivocado sentido de lealtad hacia el Generalísimo, ya fallecido a Dios gracias.
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