"El timo del prisionero español" tiene sus orígenes en el siglo XVI. Hace alusión a un supuesto caballero británico, cautivo del rey de España Felipe II, para el que se solicitaba mediante una dramática carta personal, un donativo para su liberación. A cambio, la familia del preso prometía una generosa recompensa, tras su liberación. Como es natural, no existía cautivo, ni recompensa, ni familia, ni nada de nada. Los caritativos e ingenuos caballeros que movidos por su altruismo -y avaricia, por la tentadora recompensa prometida- participaban de buen grado en el pago del rescate, recibían un contundente y oneroso varapalo en su maltrecho, estafado y señorial ego.
La historia de "Nosferatu" (1922) arranca cuando el protagonista, un agente inmobiliario de la época que responde por el nombre de Hutter, arriba al tétrico castillo del Conde Orlok (Nosferatu) en misión de negocios, siendo recibido por el siniestro aristócrata. Durante la bienvenida, nuestro joven protagonista se corta accidentalmente un dedo. A la vista de la sangre, el conde se excita, al tiempo que relame sus labios, sin apenas poder controlar la gula que le tortura. A partir de ahí, mordeduras, succiones, hipnosis, desvaríos y lujurioso acoso a Ellen, la inocente esposa de Hutter. Después de un sangriento viaje por mar camino hacia su nuevo hogar, el conde, único superviviente de la travesía, llega a Wisborg, la ciudad donde vive Ellen. Hutter, ya curado de las sangrías causadas por Nosferatu, retorna a su vez a la ciudad. Ellen conoce entonces la verdad sobre Nosferatu. Sabe que sólo el sacrificio de una mujer libre de pecado, que haga que el vampiro olvide el primer canto del gallo, puede librarles de su azote. En consecuencia, abre la ventana de su dormitorio y propicia la llegada de Nosferatu, que cae fulminado con los primeros rayos del sol.
Cristóbal Ricardo Montoro Romero, jienense, economista y actual Ministro de Hacienda del Gobierno del Reino de España, viene a ser un remedo de Nosferatu. Los negocios de maese Montoro no son, empero, inmobiliarios, sino que recuerdan al "Timo del preso español" -en su variante castiza: hidalgo español preso en mazmorra tunecina-. Este caballero, otrora eurodiputado y catedrático de Hacienda Pública, que guarda un innegable parecido con el conde Orlok -con antiparras-, se ha dedicado estos últimos meses a la noble tarea de cultivar amistad y empatía, ya sea de colegas autonómicos como el reputado Consejero de Economía catalán, Andreu Mas-Colell, o con el Ministro de Economía, Luis De Guindos. Y últimamente, con José Manuel Soria, Ministro de Industria. Pues bien. Este político de risa inconteniblemente fácil y nerviosa, es el principal autor de la desafinada sinfonía fiscal que se escucha por los trastabillados y yermos páramos económicos y financieros del Estado español.
Primero, impulsó un aumento de los tipos "altos" en el IRPF, que los más benévolos detractores han calificado cuanto menos de inoportuno. Prosiguió con una amnistía fiscal que llevó, nuevamente a sus más benévolos detractores, a calificarla no solo de inoportuna, sino también de ineficaz e incluso desvergonzada. Y remató su política recaudatoria con un aumento del IVA, tan indiscriminado como ilógicamente absurdo. Compartió con el Ministro de Economía, Luis De Guindos, la responsabilidad en la gestión del escándalo BANKIA, que desde la UE fué descrito con un hiriente "peor no se podía haber hecho". Nombró como secretario de Estado a Antonio Beteta, el mismo que aconsejó a los funcionarios que tenían que olvidarse del cafetito y de leer el periódico. Este Secretario de Estado, este gran profesional de la cosa pública mano derecha de Montoro, entre otras medallas luce la de colaborador necesario y responsable político de la ocultación del 50% déficit de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, Cristóbal Montoro será recordado, sobretodo, por su incansable lucha contra el déficit público de las comunidades autónomas, ya que en su incontrovertible opinión, son estas las principales causantes del descontrol en las cuentas públicas del Estado Español. Son culpables de un crimen de lesa humanidad, a pesar que ha sido el Gobierno español el que ha centrifugado su propio descontrol financiero hacia la periferia del Estado. Además de acumular morosidad y deslealtades por doquier con las administraciones autonómicas y municipales.
Las similitudes entre Nosferatu y Montoro son evidentes. El vampiro chupa la sangre de sus víctimas hasta provocarles casi la muerte. Montoro succiona los recursos económicos de las comunidades, llevándolas al borde de la consunción financiera. Uno utiliza la hipnosis para controlar y aprovecharse de la fuente de su sustento, mientras que el ministro utiliza el ahogamiento fiscal para paralizar a los desamparados mártires de sus desmanes financieros. Ambos manipulan, engañan, intentan la vil seducción y sometimiento de las almas inocentes, para alcanzar sus espurios objetivos alimentarios, que no son otros que incrementar sus henchidos, insaciables y trasnochados egos. Otra cosa que tienen en común es que ambos sucumben ante la luz solar. Nosferatu, víctima de su lujuria, olvida la hora y los rayos del sol matutino lo convierten en humo y cenizas. Montoro se marchitará cuando la luz del final del túnel disipen las tinieblas que ahora nos envuelven. Bajo la luz del sol, ambas criaturas no son nada.
Montoro, como otros, además es peón principal en el juego del "timo del preso español", en su variante castiza. El rehén, los rehenes que en este caso sí existen, son muchos millones de ciudadanos españoles (y griegos, italianos, portugueses, irlandeses...) que se hacinan, desesperados, en las mazmorras del castillo del BCE. Este se halla bajo el yugo y la bota de la todopoderosa hada germánica frau Merkel, asistida por su fiel servidor Mario Draghi, ex-monseñor de los predios Goldman Sachs de la legendaria Europa. La familia del supuesto rehén son Rajoy el gallego, Monti el romano, Passos Coelho el portugués o el heleno Samarás, entre otros. En realidad, se trata de una familia numerosa que aumenta día a día. Es una familia unida, no por el Santo Rosario -recordemos, la familia que reza unida, permanece unida-, sino por los mercados, la prima riesgo y las agencias de especulación, también conocidas con el nombre de agencias de calificación. Todos ellos tienen en común un amor desmesurado a las tijeras y a los recortes presupuestarios. El rescate pecuniario que se exige a los ingenuos e inocentes ciudadanos es el recorte del Estado de Bienestar Europeo, en sus versiones nacionales. En consecuencia, un torrente de centenares de miles de millones de euros discurren desde la sanidad y la educación públicas, las pensiones, los subsidios de paro y de bienestar social, hacia las insaciables entidades financieras, poseedoras de la deuda acumulada por los distintos países, después de haberla propiciado, tanto en el sector público como principalmente el sector privado, el más oneroso de todos. ¿Y porqué este incesante flujo monetario transita desde los bucólicos prados de los derechos ciudadanos, hacia el infernal abismo sin fin de las entidades financieras?. Pues para garantizar el cobro de las deudas en poder de la banca, fundamentalmente alemana. Las pérdidas bancarias conviene que se socialicen, por el bien y subsistencia futura del estado de bienestar, defienden desvergonzadamente los adalides del libertinaje económico.
Los caritativos e ingenuos ciudadanos de Europa, esquilmados por las mágicas artes del hada Ángela y sus pérfidos siervos, con las bolsas vacías de miserables pesetas, dracmas, libras, escudos o liras y la esperanza y seguridad truncadas por el forzado altruismo -en Euros- que les han impuesto, empiezan a sentir una creciente indignación. Este nuevo estado de alteración anímica que manifiestan puede desembocar, a poco que se les provoque, en un estallido de incontenible furia. Y en Europa, la furia acaba cuajando en belicosidad. Los culpables serán, además de Nosferatu, los timadores Merkel, Schäuble, Juncker, Draghi, Monti, Rajoy, Montoro y otros. Prefirieron chupar la sangre de sus conciudadanos y someterlos al "timo del rehén", para mayor gloria y beneficio de bancos, mercados, prima de riesgo y agencias de especulación, antes que salvaguardar los avances, la seguridad y la justicia social que representan el estado de bienestar europeo. Pero cuando amanezca, cuando el sol comience a disipar las tinieblas que ahora nos envuelven, todos ellos se esfumarán y apenas dejarán como herencia de su paso por este Mundo, míseras y sucias cenizas.
La historia de "Nosferatu" (1922) arranca cuando el protagonista, un agente inmobiliario de la época que responde por el nombre de Hutter, arriba al tétrico castillo del Conde Orlok (Nosferatu) en misión de negocios, siendo recibido por el siniestro aristócrata. Durante la bienvenida, nuestro joven protagonista se corta accidentalmente un dedo. A la vista de la sangre, el conde se excita, al tiempo que relame sus labios, sin apenas poder controlar la gula que le tortura. A partir de ahí, mordeduras, succiones, hipnosis, desvaríos y lujurioso acoso a Ellen, la inocente esposa de Hutter. Después de un sangriento viaje por mar camino hacia su nuevo hogar, el conde, único superviviente de la travesía, llega a Wisborg, la ciudad donde vive Ellen. Hutter, ya curado de las sangrías causadas por Nosferatu, retorna a su vez a la ciudad. Ellen conoce entonces la verdad sobre Nosferatu. Sabe que sólo el sacrificio de una mujer libre de pecado, que haga que el vampiro olvide el primer canto del gallo, puede librarles de su azote. En consecuencia, abre la ventana de su dormitorio y propicia la llegada de Nosferatu, que cae fulminado con los primeros rayos del sol.
Cristóbal Ricardo Montoro Romero, jienense, economista y actual Ministro de Hacienda del Gobierno del Reino de España, viene a ser un remedo de Nosferatu. Los negocios de maese Montoro no son, empero, inmobiliarios, sino que recuerdan al "Timo del preso español" -en su variante castiza: hidalgo español preso en mazmorra tunecina-. Este caballero, otrora eurodiputado y catedrático de Hacienda Pública, que guarda un innegable parecido con el conde Orlok -con antiparras-, se ha dedicado estos últimos meses a la noble tarea de cultivar amistad y empatía, ya sea de colegas autonómicos como el reputado Consejero de Economía catalán, Andreu Mas-Colell, o con el Ministro de Economía, Luis De Guindos. Y últimamente, con José Manuel Soria, Ministro de Industria. Pues bien. Este político de risa inconteniblemente fácil y nerviosa, es el principal autor de la desafinada sinfonía fiscal que se escucha por los trastabillados y yermos páramos económicos y financieros del Estado español.
Las similitudes entre Nosferatu y Montoro son evidentes. El vampiro chupa la sangre de sus víctimas hasta provocarles casi la muerte. Montoro succiona los recursos económicos de las comunidades, llevándolas al borde de la consunción financiera. Uno utiliza la hipnosis para controlar y aprovecharse de la fuente de su sustento, mientras que el ministro utiliza el ahogamiento fiscal para paralizar a los desamparados mártires de sus desmanes financieros. Ambos manipulan, engañan, intentan la vil seducción y sometimiento de las almas inocentes, para alcanzar sus espurios objetivos alimentarios, que no son otros que incrementar sus henchidos, insaciables y trasnochados egos. Otra cosa que tienen en común es que ambos sucumben ante la luz solar. Nosferatu, víctima de su lujuria, olvida la hora y los rayos del sol matutino lo convierten en humo y cenizas. Montoro se marchitará cuando la luz del final del túnel disipen las tinieblas que ahora nos envuelven. Bajo la luz del sol, ambas criaturas no son nada.
Montoro, como otros, además es peón principal en el juego del "timo del preso español", en su variante castiza. El rehén, los rehenes que en este caso sí existen, son muchos millones de ciudadanos españoles (y griegos, italianos, portugueses, irlandeses...) que se hacinan, desesperados, en las mazmorras del castillo del BCE. Este se halla bajo el yugo y la bota de la todopoderosa hada germánica frau Merkel, asistida por su fiel servidor Mario Draghi, ex-monseñor de los predios Goldman Sachs de la legendaria Europa. La familia del supuesto rehén son Rajoy el gallego, Monti el romano, Passos Coelho el portugués o el heleno Samarás, entre otros. En realidad, se trata de una familia numerosa que aumenta día a día. Es una familia unida, no por el Santo Rosario -recordemos, la familia que reza unida, permanece unida-, sino por los mercados, la prima riesgo y las agencias de especulación, también conocidas con el nombre de agencias de calificación. Todos ellos tienen en común un amor desmesurado a las tijeras y a los recortes presupuestarios. El rescate pecuniario que se exige a los ingenuos e inocentes ciudadanos es el recorte del Estado de Bienestar Europeo, en sus versiones nacionales. En consecuencia, un torrente de centenares de miles de millones de euros discurren desde la sanidad y la educación públicas, las pensiones, los subsidios de paro y de bienestar social, hacia las insaciables entidades financieras, poseedoras de la deuda acumulada por los distintos países, después de haberla propiciado, tanto en el sector público como principalmente el sector privado, el más oneroso de todos. ¿Y porqué este incesante flujo monetario transita desde los bucólicos prados de los derechos ciudadanos, hacia el infernal abismo sin fin de las entidades financieras?. Pues para garantizar el cobro de las deudas en poder de la banca, fundamentalmente alemana. Las pérdidas bancarias conviene que se socialicen, por el bien y subsistencia futura del estado de bienestar, defienden desvergonzadamente los adalides del libertinaje económico.
Los caritativos e ingenuos ciudadanos de Europa, esquilmados por las mágicas artes del hada Ángela y sus pérfidos siervos, con las bolsas vacías de miserables pesetas, dracmas, libras, escudos o liras y la esperanza y seguridad truncadas por el forzado altruismo -en Euros- que les han impuesto, empiezan a sentir una creciente indignación. Este nuevo estado de alteración anímica que manifiestan puede desembocar, a poco que se les provoque, en un estallido de incontenible furia. Y en Europa, la furia acaba cuajando en belicosidad. Los culpables serán, además de Nosferatu, los timadores Merkel, Schäuble, Juncker, Draghi, Monti, Rajoy, Montoro y otros. Prefirieron chupar la sangre de sus conciudadanos y someterlos al "timo del rehén", para mayor gloria y beneficio de bancos, mercados, prima de riesgo y agencias de especulación, antes que salvaguardar los avances, la seguridad y la justicia social que representan el estado de bienestar europeo. Pero cuando amanezca, cuando el sol comience a disipar las tinieblas que ahora nos envuelven, todos ellos se esfumarán y apenas dejarán como herencia de su paso por este Mundo, míseras y sucias cenizas.
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