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dilluns, 16 de juliol del 2012

"IR A LA NUESTRA Y HACER NUESTRO PROPIO CAMINO".

Son tiempos de crisis. Son tiempos de esperanza. La colisión entre el estado centralista y la Catalunya  soberanista, se ha producido. El Gobierno de España vuelve a dar una vuelta de tuerca e impone a las comunidades autónomas que restrinjan más sus gastos para que España pueda cumplir con el déficit público exigido desde Bruselas. Como viene siendo habitual, Cristóbal Montoro, actual Ministro de Hacienda, carga las culpas sobre las autonomías y singularmente sobre Catalunya. Con pose chulesca, aires de suficiencia y actitud prepotente, impone nuevos ajustes, profiere viejas amenazas y se enroca en la soberbia del irritado que se cree en posesión de la verdad absoluta. Lo cual puede representar para Catalunya el cuarto recorte presupuestario, en poco más de año y medio. Es decir, prosigue el inacabable desmantelamiento del estado de bienestar catalán. Y de paso, se carga la autonomía política. 


Si este es el panorama que ofrece la realidad española a Catalunya, ¿donde está la esperanza anunciada al principio?. La esperanza se halla en la reacción -con apelaciones a la insumisión e invocaciones a la independencia- que ha provocado los anuncios del ministro Montoro entre políticos y ciudadanos catalanes, encarados al enésimo agravio que proviene de España. Este inefable caballero e hidalgo hispano-andaluz muestra la precaria mediocridad que encierra la política que practica el Gobierno del señor Rajoy al someterse, como no, a las exigencias propias (e impropias) de todo rescate europeo. Un personaje que accidentalmente ejerce de ministro de Hacienda, capaz de justificar el aumento de IVA con la siguiente excusa: "subimos el IVA porque hay mucha gente que no lo paga". ¡Y es el actual ministro de Hacienda quién lo dice!. ¡Haga cumplir la ley, como es su obligación!. La intervención de la UE ha pasado del tomate de los primeros días, al puro, duro y simple rescate ahora. Y todo lo que conlleva la condición de país rescatado. La altivez y el señorío del gobierno español y especialmente del ministro Montoro, se han visto violentados por las imposiciones europeas. En consecuencia, buscan  aliviar la humillante ira que sienten cargando, una vez más, todas las culpas sobre las autonomías. Y aprovechan las circunstancias para poner en marcha, a velocidad de crucero, el programa de inspiración aznariana preñado por las cabezas pensantes de la FAES; programa que básicamente consiste en remodelar -por desmantelamiento- todo el entramado autonómico recogido en el Titulo VIII de la lábil Constitución Española; con el inconfeso objetivo de pasar del fracasado, imposible y aparentemente rumboso café para todos, a la humilde agua de borrajas, fundamentalmente para Catalunya y Pais Vasco. En el caso catalán, utilizando el ominoso expolio fiscal que sufrimos desde siempre; la manifiesta deslealtad institucional y la perversa morosidad del Gobierno de España, así como la desvergonzada invasión competencial sustentada por una denunciable legislación estatal, en manos del infumable sistema judicial español; y la premeditada discriminación en inversiones de obras públicas competencia del Estado español, que impone a Catalunya a modo de eterno castigo. ¡Ahí es nada!, que diría con típico gracejo andaluz el señorito Cristóbal Ricardo Montoro Romero, de Jaén, y circunstancial ministro de Hacienda y Administraciones Públicas del mendaz Gobierno de España.


Bien. La manifiesta deslealtad del Gobierno español, ha sido recibida por la mayoría de catalanes como la gota que colma el vaso. La actitud de Montoro ha provocado la irritación del Consejero de Economía catalán, Andreu Mas-Colell, que acusa al gobierno de tratar a las comunidades autónomas como infantes a los cuales castigar: "Se nos riñe, se nos trata como a criaturas. Tiene un punto cómico", exclama.  Por su parte, Artur Más ha declarado: "...en vez de respetarse los unos a los otros, en vez de compartir los sacrificios y las renuncias, están imponiendo, "ordeno y mando", cuál es el camino, y esta no es la buena dirección". Añade: "ante los inputs que nos llegan de Madrid, los catalanes tenemos que ir a la nuestra y hacer nuestro camino"."Catalunya tiene fuerza suficiente", remacha. Las imputaciones culposas del desnortado ministro español, han merecido también cumplida respuesta del portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs. Ha denunciado: "su relato de prejuicio ante las comunidades autónomas de que todo es culpa de ellas y especialmente de la catalana, es algo tremendamente falso". Yo añadiría que también resulta vergonzoso.


Las reiteradas amenazas de intervenir hasta ocho comunidades autónomas proferidas por el ministro Montoro, ha merecido así mismo la contundente respuesta de Andreu Mas-Colell: "Montoro piensa que si da puñetazos sobre la mesa se le abrirá el horizonte y las cosas son bastante más complicadas". Acaba lanzando un aviso al gobierno español: "Que no se juegue con la posibilidad de intervenir Catalunya. Si esto ocurre, pediríamos la responsabilidad y la interlocución directa de Bruselas". Añade, "prefiero tener que discutir con técnicos de Bruselas que de Madrid, porque tienen una visión más global de la situación y no los instintos centralistas que encuentras a menudo en quienes provienen del Gobierno central". 


El resumen de todo lo anterior es el siguiente: España está bajo tutela política de la Unión Europea. España está intervenida financieramente por Europa. España está sometida al dictad económico de Merkel y el Banco Central Europeo, que es lo mismo que decir Banco Central Alemán. España debe someterse a la voluntad de los rescatadores. Así pués... la orgullosa España quiere hacer pagar  a otros la penitencia que le han impuesto, con la misma moneda que paga ella. Ergo, las victimas a las cuales masacrar son las comunidades autónomas. Es decir Catalunya, y en menor medida -por aquello del concierto económico-, País Vasco.


La mayoría de catalanes confiamos en nuestras capacidades. Creemos firmemente que con nuestras propias fuerzas superaremos las dificultades económicas y sociales que sufrimos en la actualidad. Crisis que se agudizará caso de seguir ligados al Estado Español. Confiamos en un futuro mejor, puesto que sabemos que cuando alcancemos la plena soberanía de nuestra Nación, renacerá la esperanza, ahora ausente de nuestra  atribulada realidad. Practicamos la suficiente tolerancia como para que los gobernantes catalanes puedan rectificar el rumbo hacia el desastre al que con sus remilgos y temores nos abocan, cuando intentan una y otra vez, pactar, dialogar y ceder ante un gobierno, unos partidos, unas instituciones, que lo único que tienen claro, lo único que creen, es como seguir engrandeciendo su España. Por supuesto, a costa del trabajo, riqueza y esclavitud de los aborígenes catalanes. España no quiere reconocer, aceptar, ni tan solo tolerar, la realidad de Catalunya. España no quiere cambiar. Se muestra satisfecha consigo mismo. Ama su pasado imperial, cultiva su trasnochada hidalguía y se encuentra a gusto con la alternancia entre el centralismo de derechas y el jacobinismo de izquierdas. Y disfruta desaforadamente con el "ordeno y mando"; especialmente cuando atañe a Catalunya. España también es una nación hecha de frustraciones pasadas, imposturas presentes e incertezas futuras. Pero por encima de todo, España es una, grande y libre. Ahora y siempre. Y desgraciadamente para los españoles, sus élites dirigentes quieren seguir practicando la uniformidad, la grandilocuencia y el liberticidio.


El presidente de la Generalitat, M.H.S. Artur Mas i Gabarró debería tomarse al pie de la letra sus propias palabras: "Los catalanes tenemos que ir a la nuestra y hacer nuestro propio camino". Si así lo hace, le puedo asegurar que no emprenderá la senda de la plena soberanía de Catalunya en solitario. La realidad es que muchos de nosotros hace tiempo que nos encaminamos hacia la libertad con alegria, esperanza y plena conciencia de la trascendencia de nuestra decisión. Gustosamente le cedemos la posición de honor para que encabece la marcha. Pero no afloje el paso y por supuesto, no se detenga. Si así fuera, la muchedumbre le sobrepasaría. Y no esperaríamos que Vd., que Vdes., fueran capaces de seguirnos. La independencia de Catalunya se hará realidad con o sin la participación de los políticos catalanes. Resultará más difícil, pero así será.



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