La meva llista de blogs

dijous, 2 de febrer del 2012

UNA PINTORESCA RESERVA INDIA.

Diversas personalidades de la llamada sociedad civil catalana, algunas de las cuales actualmente son miembros en activo de La Santa Alianza, quisieron actuar con generosa visión de país para impulsar y lograr que el aeropuerto de Barcelona alcanzara la categoría de hub internacional, como Milán, París, Madrid, Frankfurt, Londres... La pretensión de hacer del aeropuerto de El Prat la puerta que abriera y proyectara a  Catalunya hacia el exterior y hacia la globalización económica era tan loable como arriesgada. Para conseguirlo, se acabó apostando por SPANAIR, compañía aérea española en dificultades. Convertirla en una especie de aerolínea de bandera, con sede en Barcelona, requería  cuantiosos recursos económicos y sólidos soportes políticos, por lo cual se ofreció al Gobierno de Catalunya participar en esta aventura. La Generalitat acabó aceptando, en un erróneo cálculo de sus auténticas posibilidades de éxito, pues carecía de fortaleza política y los recursos económicos disponibles eran pura ilusión.

Este grupo de voluntariosos ciudadanos no contaban con la respuesta que sus anhelos y esperanzas, despertarían entre aquellos que no están dispuestos bajo ningún concepto entender ni permitir los legítimos deseos y las incuestionables necesidades de terceros, especialmente si el origen y el destino de los mismos es Catalunya. Las fuerzas vivas del radical-españolismo con sede social en Madrid no se hallaban en disposición de tolerar tamaña osadía. Tomaron cartas en el asunto y con la inestimable ayuda de la legislación estatal, los partidos y  políticos nacionalistas españoles, así como altos y medios funcionarios y empleados públicos en general, lograron hacer fracasar las aspiraciones catalanas. ¿Como?. Fácil. Utilizando recursos públicos -más de 6.000 millones de €- para construir una faraónica terminal en Barajas, sin reparar en gastos, terminal que luego había que rellenar de pasajeros; servirse del monopolio estatal AENA para propiciar que compañías de bajo coste (Vueling, Clickair, ambas con capital participado por IBERIA, y Ryanair) actuaran desde El Prat, entorpeciendo el desarrollo y crecimiento de una compañía propia con sede en Barcelona; utilizando la diplomacia española para monopolizar a favor de Barajas los acuerdos en aviación comercial entre España y el resto del Mundo excluyendo otros aeropuertos estatales, singularmente Barcelona; financiando a la otrora aerolínea pública IBERIA, compañía de bandera de España con sede en Madrid, con dinero semi-público a través, entre otros, del control político que la Comunidad de Madrid ejercía sobre Caja Madrid, ayudas estimadas en más de 140 millones de € para todo el grupo; y finalmente, exigiendo y logrando de los sucesivos gobiernos españoles, en manos de PP y PSOE, la debida implicación y complicidad para la defensa y beneficio de Barajas, IBERIA y Madrid, contra los intereses de El Prat, SPANAIR y Catalunya.

Recientemente, Ana Pastor, actual ministra de Fomento del gobierno del PP, con mando sobre AENA - empresa pública propietaria de todos los aeropuertos españoles-, se ha pronunciado acerca las intenciones del anterior gobierno socialista sobre política aeronáutica. El PSOE propuso en su día, una tímida privatización y mínima descentralización aeroportuaria que hubiera significado establecer algún tipo de competencia entre El Prat y Barajas. Ana Pastor ha paralizado todo el proceso para su replanteamiento general y anuncia que no quiere que ambos aeropuertos compitan entre sí, sino que se complementen. Es decir, que El Prat se someta a Barajas. ¡Curiosos postulados de un gobierno que se define amante del liberalismo económico!. ¡Niega la libre competencia!. 

En definitiva, la intención de Madrid no es otra que impedir que Barcelona disfrute de un aeropuerto con actividad transcontinental, en competencia con otros, pues podría significar un revulsivo económico beneficioso, particularmente para los catalanes y en general para otras zonas y ciudadanos del Estado, al margen de Madrid. No se pueden permitir perder el control (y los beneficios) del pastel aeroportuario que actualmente van a parar directamente, sin obstáculos ni resistencias, hacia lo que podríamos calificar como conglomerado madrileño, alfa y omega de España y ombligo del Mundo; entramado de intereses participado por destacados políticos y altos funcionarios; y diversas instituciones públicas y privadas, empresas antaño públicas, convenientemente privatizadas a favor de los afines; muchos medios de comunicación hispano-madrileños, así como altos prebostes del restringido lobby de empresas que monopolizan la construcción de la obra pública en todo el Estado. Y grandes financieros de oscuras reminiscencias; en general, familias que medraron y prosperaron a la sombra de la dictadura franquista. Todos ellos inspiradores y beneficiarios de la nefasta transición española causante que, por ejemplo, Catalunya pase a ser considerada, aquí y ahora, de la misma forma que los anglosajones hicieron en el siglo XIX con los territorios de los aborígenes coloniales. Como una pintoresca reserva india.

La miserable actitud mostrada por el Ministerio de Fomento, condenando al aeropuerto catalán a ser subsidiario de Barajas, canalizando cada año centenares de miles de pasajeros hacia Madrid para ser embarcados en los vuelos que  parten desde allí hacia el Mundo, ha sido remachada gracias al ejercicio de auténtica hipocresía y cinismo hecho por la asociación de lineas de bajo coste. No dudaron en denunciar ante la Comunidad Europea las ayudas que las instituciones catalanas presuntamente, facilitaron para la consolidación de la compañía SPANAIR; lo que acabó ahuyentando a posibles socios estratégicos, por ejemplo Qatar Airways, temerosa de la posible resolución de la Comunidad y a la vez, deudora de los acuerdos suscritos reciente y casualmente entre los qataries e IBERIA. Por supuesto, la asociación ocultó el hecho que muchos de sus miembros habían solicitado y obtenido ayudas económicas de la propia Catalunya y otras comunidades autónomas, así como diversas ciudades españolas, que se estiman en más de 250 millones de €. También y entre otras low cost, Vueling y Clickair, ambas con capital mayoritario de IBERIA (que recordemos, a su vez había recibido financiación de Caja Madrid), encabezaron la denuncia contra SPANAIR, es decir, contra la Generalitat. IBERIA había renunciado a operar desde El Prat en beneficio de Barajas, por lo que cabe deducir que todo lo acontecido ha sido una sucia y exitosa maniobra político-económica, que ha logrado eliminar la competencia de una linea aérea regular con sede en Barcelona que hubiera podido perjudicar al hub madrileño, auténtico niño mimado de Madrid.

Nos hallamos ante la culminación de todo un proceso iniciado hace ya muchos años que, bajo el pretexto del interés general español, se esfuerza y consigue frenar, cuando no boicotear, cualquier intento de real autonomía político-económico-financiera que pudiera significar atender las aspiraciones, necesidades e intereses de Catalunya. Estúpidamente piensan que así lograrán mantener sometida  la Nación catalana por siempre jamás en beneficio de la inmortal España.

No importa si los recursos dedicados por Caja Madrid en apoyo de IBERIA han contribuido negativamente a la precaria situación financiera en que se encuentra BANKIA, heredero directo de la caja madrileña. Que por cierto, las autoridades financieras españoles quieren fusionar (endosar) a CAIXABANK, para hacerse con el control de la saneada y prospera entidad catalana; como es previsible, la nueva entidad tendría el domicilio social y fiscal en Madrid. La dependencia política a la Comunidad de Madrid de aquella institución financiera, propició la financiación  a la aerolínea madrileña. La complicidad y favoritismo del Ministerio de Fomento y el soporte que la empresa pública AENA han brindado al aeropuerto de Barajas y a IBERIA, ha sido y es en nuestros días tan obscena como inmoral. Este es el liberalismo económico, la libre competencia, la igualdad de oportunidades que ofrecen los partidos políticos nacionalistas españoles, claros dominadores de todos los estamentos que sustentan y configuran el Estado Español, es decir, el conglomerado madrileño.

Si Madrid quiere organizar unos juegos olímpicos (para no ser menos que Barcelona 92), el gobierno español muestra apoyo incondicional e ilimitado, prescindiendo si la capital de España tiene o no suficientes recursos económicos para afrontar las cuantiosas inversiones que requiere tal evento. No importa que la deuda acumulada por el ayuntamiento madrileño se eleve actualmente hasta los 7.000 millones de €. Tarde o temprano será asumida por España, a cuenta de los presupuestos generales del Estado. De igual manera, las cuantiosas inversiones a realizar como consecuencia de estos hipotéticos juegos olímpicos, correrán a cargo de los impuestos de todos los ciudadanos, incluidos los forzosamente solidarios catalanes; y como los recursos financieros son escasos, se canalizarán prioritariamente hacia la Capital, para así satisfacer el sueño madrileño. La fuerza de convicción del conglomerado madrileño es infinita. ¡Todo sea por el bien de España!.

España cree que siempre podrá contar con la sumisa generosidad de los catalanes, aunque sea bajo coacción y por la fuerza. Sí, los aborígenes del nordeste peninsular. Los mismos que tienen la osadía de promover iniciativas para favorecer la economía, las finanzas, la cultura, la investigación, las exportaciones. En beneficio propio, pero también general. Aquellos que piden el corredor ferroviario del Mediterráneo para incrementar los intercambios comerciales de Catalunya y del resto Estado con Europa. Los que requieren inversiones en los Puertos de Barcelona y Tarragona, en beneficio propio y ajeno. Quieren un hub en El Prat, para favorecer la industria, el turismo, el comercio y los negocios, beneficiosos para la euro-región que se extiende por el nordeste peninsular y el sureste francés. Exigen un Pacto fiscal (eufemismo de Concierto Económico), para hacer frente las necesidades de casi ocho millones de ciudadanos que, por el momento, forman parte del Estado Español. Pero que, graciosamente, son sometidos a los intereses, necesidades, ensoñaciones y dispendios de España, es decir, de Madrid. Bajo inaguantables presiones, supeditan sus legítimos intereses a los españoles, hasta el empobrecimiento propio. Al fín y al cabo, para España, Catalunya (y sus aborígenes) no es más que un territorio sometido a la férrea voluntad e ilimitado expolio, a manos y para beneficio del conglomerado madrileño.

La unidad y concordia entre Catalunya y España, ya es imposible. No existen intereses comunes; son antagónicos. Las necesidades de Catalunya se hallan contrapuestas a las de Madrid. El centralismo genético que sufre España y que se visualiza en el conglomerado madrileño, en Madrid, resulta un trálaga imposible de asumir por más tiempo para Catalunya y los catalanes.

El señor Mas recientemente ha hecho unas declaraciones al Frankfurter Allgemeine en las que compara las relaciones entre el Estado Español y Catalunya como si se tratara de alcanzar la emancipación de España, de igual forma que un hijo la consigue de sus padres. Entre ellos no se produce una ruptura. Cada uno vive en su casa y Dios en la de todos. El símil empleado por el M.H.S Artur Mas i Gabarro no solo es equivocado, además es grotesco. La realidad es que las relaciones entre España y Catalunya están total y emocionalmente rotas y la única salida a esta incómoda y perniciosa situación es el divorcio. Son los políticos los que deben propiciar que esta separación sea pacífica, pactada y rápida, y no traumática y violenta. Deben evitar que el divorcio se convierta en una especie de Guerra de los Rose, película dirigida por Danny DeVito, que muestra cuan violenta puede resultar una separación si no se hace desde el realismo y con sensatez, respeto mutuo y rapidez.

Por el momento, entre Catalunya y España no existe sinceridad; las relaciones entre ambas adolecen de respeto mutuo; las dosis de cinismo e hipocresía son muy elevados; la agresividad verbal que se observa, está transitando peligrosamente hacia la agresividad física. Y la celeridad en la resolución del conflicto brilla por su ausencia, lo que encona las posiciones cada hora, cada día. Todo apunta hacia una inevitable confrontación. Y es así, por culpa de la soberbia, prejuicios y chulería española, y los remilgos, indefiniciones y cobardías catalanas, incapaces ambas naciones de aceptar que todos los puentes que pudieran haber existido, han sido dinamitados por la estupidez y nimiedad de este Estado, que cada día que pasa resulta más y más pesado y oneroso para los catalanes. La única alternativa, aunque dolorosa para una de las partes, es la independencia de Catalunya. Solo así España será un proyecto consolidado, unitario y centralista, y Catalunya una Nación libre, con un Estado que no le será hostil. Esperemos que la sensatez y el respeto mutuo presidan los tiempos que corren y las relaciones entre Catalunya y España, para que el divorcio sea una solución y no un problema. Así sea.











   

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada