La coronación de Donald Trump como soberano absoluto de Estados Unidos ha significado un aliento de esperanza, alegría y admiración por parte de sus incondicionales súbditos de dentro de la república así como de fuera del imperio americano.
Desde el principio ha deslumbrado a las opiniones públicas y privadas de todo el Mundo mundial. Ha dado un verdadero máster en comunicación, capacidad de negociación y, sobre todo, de una fértil imaginación que hasta que él no ha llegado a la cima del éxito político -por segunda vez, todo debe decirse-, nadie se había atrevido a exponer con tanta claridad y firmeza.
¿Qué es si no querer cambiar el nombre del golfo de México por golfo de América?. ¿Qué me dice invitar a Canadá a integrarse en los Estados Unidos? ¿Y comprar Groenlandia a Dinamarca haciendo lo mismo que el presidente de los Estados Unidos de entonces, en 1867, con la compra de Alaska al zar ruso?. ¿Qué son sino las intenciones de pactar con Putin -zar actual de todas las Rusias- un alto el fuego en Ucrania a cambio de reconocer las conquistas que los ejercidos imperiales han obtenido en el Donbáss ucraniano?. ¿No podemos interpretar que el reconocimiento de la expansión rusa no es otra cosa que curarse en salud para justificar la anhelada expansión del imperio Americano? Todas estas ocurrencias son una muestra de la desbordante imaginación política que adorna su preclaro intelecto.
En mi opinión, el mejor pensamiento que ha manifestado Trump ha sido la solución al problema de la franja de Gaza y de sus atribulados habitantes. Todos los gazianos y gazianas serían recolocados fuera de su tierra y Gaza sería reconvertida en una nueva Riviera en directa competencia con la original francesa. Con capital americano, por supuesto. No en una casualidad que su señoría sea un sagaz promotor inmobiliario ávido de hacer negocio en cualquier parte del Mundo.
No me extrañaría nada que esta solución a la disputa palestina acabase solucionando el problema de los inmigrantes ilegales que invaden Estados Unidos en busca del sueño americano. Porque, ¿quién nos dice que haciendo uso de su desenfrenada imaginación no acabe recolocando a los gazianos en, por ejemplo, Florida?. Así podría hacer de la franja de Gaza una nueva Florida o Las Vegas y al mismo tiempo formar y transformar a los gazianos y gazianas en la mano de obra barata necesaria que sin duda requerirán los nuevos resorts de vacaciones del Mediterráneo oriental.
¡Todo ligaría!. Los desplazados gazianos podrían llegar a Estados Unidos formando parte de una inmigración legal y por tanto, controlada, haciendo innecesaria la estancia en la cárcel de la base de Guantánamo. Por cierto, base con unas funciones no muy distintas a la Isla de Ellis de finales del siglo XIX hasta mediados del XX. Históricamente Estados Unidos ha adquirido una notable experiencia en el trato de la inmigración. Al fin y al cabo, todos los antepasados americanos provienen de otros lugares del Mundo..... Aunque no todos. Los descendientes de las tribus de indios autóctonos son los auténticos americanos originales. Actualmente son pocos debido a diversas circunstancias y avatares violentos que han sufrido, pero son los verdaderos y auténticos americanos.
En fin, creo que el Mundo no está preparado para entender las ideas y el talante de Donald Trump. Ni de su mano derecha, Elon Musk. ¿Cómo podemos entender que la globalización es un estorbo para los nacional-capitalistas americanos?. Que las soluciones son imponer aranceles a las importaciones o someterse al dictado y caprichos del presidente Trump bajo condiciones asumibles -o no- por el resto del mundo en beneficio de América....?.
Dicen que a Donald Trump le falta un hervor -quizá por eso mantiene una tonalidad naranja en su rostro-. Dicen que Elon Musk no hace ascos al autoritarismo y otra parafernalia neo nazi -quizá por eso es tan admirado por Le Pen, Abascal, Orbán o Milei-.
Haciendo uso de mi imaginación, no menos fecunda que la de Trump, propongo una solución definitiva a la tormenta que ha desatado el trumpismo fascistoide en todo el Mundo: Convertir a la Casa Blanca en un frenopático. Así podríamos tener bajo control a todos los enfermos afectados de trumpismo y otras megalomanías tan peligrosas como es el fascismo.
El mundo sería más seguro y la humanidad más feliz
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