Europa lo tiene mucho más complicado....
Los antecedentes de la actual Europa se hallan en la CECA -Comunidad Europea del Carbón y del Acero- y en la CEEA -popularmente EURATOM-, en el Mercado Común, en la Comunidad Económica Europea, en la Unión Europea..... Todos estos nombres, a cual más rimbombante y mayestático, quieren decir lo mismo. Y es así desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para conjurarse contra las atrocidades de las guerras que periódicamente asolan Europa, unos grandes y visionarios prohombres propusieron poner en común los intereses económicos de las distintas naciones de entonces, que quisieran cobijarse bajo este noble ideal. Francia y Alemania Occidental, con el añadido de Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, conforman los socios fundadores del invento. Este inicio puramente económico tuvo tanto éxito que se tornó como la tentadora fruta prohibida del paraíso. Por tanto, pocos se podían resistir a su atractivo. Año tras año fueron cayendo más y más estados dentro de su panza, a resguardo de la nieve y la lluvia que cae fuera de ella. Veintiocho estados europeos han decidido sumarse hasta ahora. A medida que se iban añadiendo nuevos miembros, iba cambiando el nombre hasta adoptar el más ostentoso de todos: ¡la Unión Europea!.
El éxito, empero, no siempre es bueno. La panza del buey ha devenido insuficiente para digerir tantos intereses financieros y económicos contrapuestos. Y especialmente ante unos mercados en constante movimiento, ocupados y preocupados por el dinero, la especulación, la explotación laboral, el expolio de recursos y el consumismo desaforado. Los mercados, además, tienen sus intereses esparcido por todo el mundo y el ámbito europeo les queda pequeño. Si añadimos los resultados causados por las guerras que envuelven a la pacífica Europa, entenderemos el alud de gente que quiere entrar en el paraíso para vivir como los envidiados europeos y hallar la paz y el bienestar para decenas de millones de seres humanos, niños, adultos y viejos, hombres y mujeres, familias enteras en definitiva que se hallan en peligro de muerte por culpa de los sátrapas que gobiernan sus convulsos países destrozados por guerras, injusticias, hambre y miseria, ¡tanto da!.
¡El éxito se ha tornado fracaso!. Inglaterra ha decidido salirse porque la fruta del paraíso ha resultado indigerible. Demasiados refugiados, demasiadas directivas de Bruselas, demasiados funcionarios y demasiadas regulaciones de los mercados. Alemania quiere controlar el Banco Central y el euro -los últimos yugos puestos sobre las espaldas de los europeos-, quiere que todo el mundo recorte gastos -tanto da si son en sanidad, educación o pensiones-, quiere seguir exportando a diestro y siniestro y quiere que todos los estados adopten su licenciosa política de acogida..... ¡Quieren mandar!. ¡Y que se note que mandan!. Por su parte, Italia va trampeando. Lisa y llanamente "se no è vero, è ben trovato". Francia no puede -¡no quiere!- vivir sin "grandeur" pero monsieur Charles de Gaulle ya no está. ¡Y la "grandeur", tampoco!. En cuanto a España, que para Catalunya solo tiene un no -¡o muchos no!- a todas las demandas en general y particularmente a las democráticas, solo sabe decir si bwana a Merkel y a Bruselas, sin preocuparse lo más mínimo si las decisiones son buenas para los españoles o solo lo son para las empresas del IBEX 35 y para los habituales del palco de Bernabeu. Por encima de todo, prefiere ponerse al lado -¡a sus órdenes!- de los mercados....
Si el Bréxit sale bien, otros miembros de la esplendorosa Unión Europea lo imitarán. ¡Se irán!. Y se consumará el fracaso. No se pueden poner en común los intereses económicos y financieros de los estados y los mercados y dejar al margen los intereses de la gente, los derechos laborales, la justicia social, la solidaridad con los amenazados, los derechos humanos..... Los intereses de los hombres y mujeres europeos, para que estados y mercados sigan chupando indefinidamente la sangre de los ciudadanos para continuar llenando sus panzas como si Europa fuera suya y no de todos.....
España amenaza a Catalunya con vetar la permanencia en la Unión, si obtenemos la independencia. Hace unos pocos años esta amenaza pudiera amedrentar a unos cuantos catalanes, europeistas convencidos, y hacer desistir de los anhelos soberanistas. No creo que esto pase ahora. La Unión Europea ha dejado de ser la casa común en la cual hallar cobijo. Puede que algunos especuladores y grandes empresas ancladas en el siglo XX lamentaran el abandono. Pero la mayoría solo refunfuñarían un poco para después adaptarse a la nueva realidad, como han acabado haciendo ante el descenso del mercado estatal causado por el boicot español a los productos catalanes, sustituyéndolo por exportaciones al resto del mundo..... ¡Pero los ciudadanos corrientes no saldríamos perdiendo nada!. Nosotros no somos ni empresarios, ni especuladores, ni mercados y por tanto, Europa solo es nuestro continente y un referente cultural. No pasemos por alto que la mayoría de ciudadanos o son parados, o trabajan a precario y esclavizados, o son jubilados con pensiones congeladas. Por tanto, nosotros no tenemos nada que ver con regulaciones salvajes, recortes sociales, funcionarios de visera y manguitos o farragosas directivas de la comisión. ¡Lo padecemos pero no lo queremos!. ¡Esto es la maldita Unión que estan pariendo, no nuestra Europa!.
España aun acabará haciendo un último servicio a favor de la independencia: Impedirnos la permanencia a una nefasta Unión abocada a la desintegración.....
Existen, pero, amenazadoras nubes suspendidas sobre el grandioso horizonte del Mundo. Este será el objeto de mi último pensamiento sobre Catalunya y el aparente desbarajuste mundial.....
Los antecedentes de la actual Europa se hallan en la CECA -Comunidad Europea del Carbón y del Acero- y en la CEEA -popularmente EURATOM-, en el Mercado Común, en la Comunidad Económica Europea, en la Unión Europea..... Todos estos nombres, a cual más rimbombante y mayestático, quieren decir lo mismo. Y es así desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Para conjurarse contra las atrocidades de las guerras que periódicamente asolan Europa, unos grandes y visionarios prohombres propusieron poner en común los intereses económicos de las distintas naciones de entonces, que quisieran cobijarse bajo este noble ideal. Francia y Alemania Occidental, con el añadido de Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, conforman los socios fundadores del invento. Este inicio puramente económico tuvo tanto éxito que se tornó como la tentadora fruta prohibida del paraíso. Por tanto, pocos se podían resistir a su atractivo. Año tras año fueron cayendo más y más estados dentro de su panza, a resguardo de la nieve y la lluvia que cae fuera de ella. Veintiocho estados europeos han decidido sumarse hasta ahora. A medida que se iban añadiendo nuevos miembros, iba cambiando el nombre hasta adoptar el más ostentoso de todos: ¡la Unión Europea!.
El éxito, empero, no siempre es bueno. La panza del buey ha devenido insuficiente para digerir tantos intereses financieros y económicos contrapuestos. Y especialmente ante unos mercados en constante movimiento, ocupados y preocupados por el dinero, la especulación, la explotación laboral, el expolio de recursos y el consumismo desaforado. Los mercados, además, tienen sus intereses esparcido por todo el mundo y el ámbito europeo les queda pequeño. Si añadimos los resultados causados por las guerras que envuelven a la pacífica Europa, entenderemos el alud de gente que quiere entrar en el paraíso para vivir como los envidiados europeos y hallar la paz y el bienestar para decenas de millones de seres humanos, niños, adultos y viejos, hombres y mujeres, familias enteras en definitiva que se hallan en peligro de muerte por culpa de los sátrapas que gobiernan sus convulsos países destrozados por guerras, injusticias, hambre y miseria, ¡tanto da!.
¡El éxito se ha tornado fracaso!. Inglaterra ha decidido salirse porque la fruta del paraíso ha resultado indigerible. Demasiados refugiados, demasiadas directivas de Bruselas, demasiados funcionarios y demasiadas regulaciones de los mercados. Alemania quiere controlar el Banco Central y el euro -los últimos yugos puestos sobre las espaldas de los europeos-, quiere que todo el mundo recorte gastos -tanto da si son en sanidad, educación o pensiones-, quiere seguir exportando a diestro y siniestro y quiere que todos los estados adopten su licenciosa política de acogida..... ¡Quieren mandar!. ¡Y que se note que mandan!. Por su parte, Italia va trampeando. Lisa y llanamente "se no è vero, è ben trovato". Francia no puede -¡no quiere!- vivir sin "grandeur" pero monsieur Charles de Gaulle ya no está. ¡Y la "grandeur", tampoco!. En cuanto a España, que para Catalunya solo tiene un no -¡o muchos no!- a todas las demandas en general y particularmente a las democráticas, solo sabe decir si bwana a Merkel y a Bruselas, sin preocuparse lo más mínimo si las decisiones son buenas para los españoles o solo lo son para las empresas del IBEX 35 y para los habituales del palco de Bernabeu. Por encima de todo, prefiere ponerse al lado -¡a sus órdenes!- de los mercados....
Si el Bréxit sale bien, otros miembros de la esplendorosa Unión Europea lo imitarán. ¡Se irán!. Y se consumará el fracaso. No se pueden poner en común los intereses económicos y financieros de los estados y los mercados y dejar al margen los intereses de la gente, los derechos laborales, la justicia social, la solidaridad con los amenazados, los derechos humanos..... Los intereses de los hombres y mujeres europeos, para que estados y mercados sigan chupando indefinidamente la sangre de los ciudadanos para continuar llenando sus panzas como si Europa fuera suya y no de todos.....
España amenaza a Catalunya con vetar la permanencia en la Unión, si obtenemos la independencia. Hace unos pocos años esta amenaza pudiera amedrentar a unos cuantos catalanes, europeistas convencidos, y hacer desistir de los anhelos soberanistas. No creo que esto pase ahora. La Unión Europea ha dejado de ser la casa común en la cual hallar cobijo. Puede que algunos especuladores y grandes empresas ancladas en el siglo XX lamentaran el abandono. Pero la mayoría solo refunfuñarían un poco para después adaptarse a la nueva realidad, como han acabado haciendo ante el descenso del mercado estatal causado por el boicot español a los productos catalanes, sustituyéndolo por exportaciones al resto del mundo..... ¡Pero los ciudadanos corrientes no saldríamos perdiendo nada!. Nosotros no somos ni empresarios, ni especuladores, ni mercados y por tanto, Europa solo es nuestro continente y un referente cultural. No pasemos por alto que la mayoría de ciudadanos o son parados, o trabajan a precario y esclavizados, o son jubilados con pensiones congeladas. Por tanto, nosotros no tenemos nada que ver con regulaciones salvajes, recortes sociales, funcionarios de visera y manguitos o farragosas directivas de la comisión. ¡Lo padecemos pero no lo queremos!. ¡Esto es la maldita Unión que estan pariendo, no nuestra Europa!.
España aun acabará haciendo un último servicio a favor de la independencia: Impedirnos la permanencia a una nefasta Unión abocada a la desintegración.....
Existen, pero, amenazadoras nubes suspendidas sobre el grandioso horizonte del Mundo. Este será el objeto de mi último pensamiento sobre Catalunya y el aparente desbarajuste mundial.....
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