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dimecres, 29 de febrer del 2012

EL "PROBLEMA" CATALÁN. (1)

Cierta prensa radicada en Madrid, también conocida como Caverna Mediática, insiste en considerar a Catalunya como un problema. Esta obsesión se está manifestando con mayor intensidad desde que el Partido Popular ha acaparado el poder absoluto, después de los distintos procesos electorales que el Estado Español ha vivido estos últimos meses. Parece que las prioridades mediáticas cavernarias pasan por dictar la agenda política al nuevo gobierno y lanzan todo el arsenal disponible, a modo de advertencia, para que los populares identifiquen las amenazas que se ciernen sobre su España, entre los que representan mayor peligro para la feliz conservación de las prebendas que han sido, hasta ahora, de libre disposición y disfrute de aquellos que han hecho de privilegios y abusos su modus vivendi. Históricamente, España prosperó gracias a las ilimitadas regalías que proporcionaron las colonias americanas. En el presente, además de los recursos financieros que tan generosamente aporta la Unión Europea y ante la ausencia de posesiones imperiales que expoliar, dirige sus exigencias y prerrogativas hacia la última colonia que posee. He ahí la razón de las obsesiones anticatalanas que exhiben los poderes fácticos asentados en Madrid. No es más que una reacción defensiva ante la real posibilidad de perder el control que ejercen y el provecho que obtienen, de la gallina de los huevos de oro que representa para ellos Catalunya.

Como ejemplo valga el artículo publicado en el periódico ABC, firmado por su director Bieto Rubido, que exige del Gobierno de España que "aborde el problema catalán con valentía". Este periodista opta por quitarse la careta y en un arrebato de sinceridad, abandona el mantra oficial madrileño y aclara lo que en realidad pretenden los nacionalistas españoles cuando se refieren a racionalizar -armonizar a la baja- el estado autonómico; no es otra cosa que recentralización y sobre todo, supresión de la autonomía de Catalunya. "El problema catalán, además de conllevarlo, como decía Ortega, habrá que abordarlo con valentía. Me atrevo a recordar a los nacionalistas de cualquier signo que no hay nada más que se parezca a un hombre que otro hombre", se permite proclamar, sin reconocer ni un ápice de cutre españolismo impregnando las sesudas frases que pueblan su trasnochado escrito. "España tiene un problema en Catalunya", prosigue; "cuando antes se pinche el globo secesionista con racionalidad y la ley en la mano, mejor transitaremos por los duros años que nos quedan por delante"; "la sociedad española anhela un horizonte de esperanza. Y para ello prefiere que la mano tendida, que Rajoy anunció tantas veces, sea con la otra gran fuerza de este país, el PSOE. Así evitará el error de volver a caer en el chantaje nacionalista". El preclaro periodista explica que "tampoco ahora se usurpa o se despoja a Catalunya de nada. Muy al contrario, su pertenencia histórica a España es la que ha hecho de ella su realidad actual, con sus luces y sus sombras, tras treinta años de autogobierno, aprovechados de manera irregular. No fue España la que quebró Banca Catalana o Spanair".


Repito. El autor de estas frases es periodista y además director de ABC. Cuando insta al Gobierno de España para que actúe con valentía, está diciendo que no debe mostrarse justo y tolerante con Catalunya. El Gobierno tiene que utilizar la ley (castellana) para combatir a los catalanes, que tan amenazadores resultan para preservar la hegemonía y supervivencia del nacionalismo español. Solo así los españoles recobrarán la esperanza. Es decir, combatiendo el catalanismo y buscando la complicidad del socialismo español, España dejará de depender del chantaje nacionalista catalán. Ni los apoyos políticos que CiU prestó (y sigue prestando actualmente) a los sucesivos gobiernos españoles, ni las continuas renuncias nacionales catalanas, ni la generosa aportación vía impuestos que forzadamente realizamos los catalanes a las arcas del Estado, sirven para que España se muestre al menos agradecida por la actitud que el catalanismo ha tenido desde la instauración de la democracia, hasta nuestros días. Cuando este "periolisto" afirma con supina desfachatez que tampoco ahora se usurpa o se despoja a Catalunya de nada, no debe recordar el interminable expolio (robo) fiscal que padecemos los catalanes a manos del gobierno español, que el propio ejecutivo reconoce se eleva a más de 16.000 millones de € anuales. Ni se acuerda que el déficit de inversiones comprometidas (pero no ejecutadas) para la red ferroviaria catalana, asimismo reconocido por el Estado Español, es de más de 5.500 millones de €; le falta memoria (y entendimiento) para explicar porqué la red de cercanías de Barcelona es propia de un país tercermundista y apenas recibe la debida atención gubernamental; ni como es posible que la mayoría de las autopistas de peaje, casi siempre colapsadas, se concentren en Catalunya, mientras en otros lugares de la península disfrutan de una red de autovías extensa, modernas y gratuitas y con una fluidez de tráfico envidiable; o porqué el Gobierno de España centrifuga una parte muy importante de su déficit publico hacia Catalunya, no asumiendo los pagos comprometidos -2.200 millones € el año 2011-. ¡Es precisamente la pertenencia histórica a España la causa principal de la persecución lingüística sufrida por el idioma catalán, en manos de políticos mendaces y juristas reaccionarios!. En definitiva, esa pertenencia, es la causa del expolio, discriminación y quiebra que venimos sufriendo los catalanes durante los últimos tres siglos!. Nada bueno ha reportado para Catalunya formar parte del Estado Español; al contrario. El claro beneficiario de las malditas y desventuradas relaciones entre España y Catalunya, ha sido España. Los catalanes no hemos sacado nada de provecho. He ahí el porqué del  anhelado y creciente sentimiento independentista que profesamos la mayoría de ciudadanos de Catalunya.


dimarts, 21 de febrer del 2012

ANGUSTIAS Y TEMORES DEL NACIONAL-ESPAÑOLISMO.

Las recientes declaraciones de Artur Mas a Le Monde, en las que afirma que "Catalunya podría ser un Estado de la Unión Europea", no hace mas que evidenciar una opinión compartida por la mayoría de ciudadanos de esta Nación. Aunque esta amplia mayoría cambiaría el verbo podría por debería. 

Efectivamente, la prosperidad, estabilidad y libertad de Catalunya, están estrechamente ligadas al conjunto de naciones que configuran la Europa histórica. La Unión Europea, aun en horas bajas, resulta la realidad que mayores garantías ofrece. Incluso la deleznable precariedad económica y social que imponen los mercados y la señora Merkel, son preferibles al creciente y agresivo nacionalismo hispano que se vislumbra en el horizonte, de la mano del nuevo Gobierno español surgido de las recientes elecciones generales. El trato directo con Europa, prescindiendo de la mediatización negativa de España, no solo es una aspiración irrenunciable de Catalunya, también resulta de perentoria necesidad. Algunas recientes afirmaciones que manifiestan el Partido Popular y el Gobierno de España, así lo corroboran.

"El PP de España decide la gobernabilidad de Catalunya". Alicia Sanchez Camacho amenaza que no consentirá derivas independentistas al Gobierno de la Generalitat, y avisa que defenderá la españolidad de Catalunya. Como puede apreciarse, la lideresa de los populares en Catalunya está notablemente envalentonadaSin el menor rubor ni vergüenza reflejada en su faz y exhibiendo tanta soberbia como vacua verborrea, amenaza a los catalanes con imponer sus políticas nacionalistas españolas a la totalidad de los ciudadanos, sin tener en cuenta que su formación política, en Catalunya, apenas cosecha el apoyo y aprobación del 20% de los votos catalanes. Ignora que respetar a las minorías no significa que estas puedan imponer antidemocráticamente su voluntad a la mayoría. Pero sabido es que el nacionalismo español no es muy amigo de la democracia, la cual utiliza y manipula a su antojo y en su exclusivo beneficio.

También Albert Rivera, líder de Ciudadanos, ha iniciado su particular campaña contra el catalanismo. ¡Nacionalismo es crisis!, proclama. Como es natural, exige que deje de subvencionarse todo aquello que huela a nacionalismo catalán. Afirma que la crisis económica y laboral se agrava como resultado de las políticas identitarias del Gobierno catalán. Como puede verse, las derivas antinacionalistas de este señor son infinitas... y unidimensionales; el mal se halla en el nacionalismo catalán, no en el español, del cual reniega teatral y aparatosamente, después de practicarlo con indisimulado entusiasmo. Para él, defender la Fiesta Nacional con argumentos como "la prohibición de los toros en Catalunya se produce porque se trata de una seña cultural española", no es utilizar una premisa identitaria -y generosamente subvencionada- definitoria de España, en defensa de una posición profundamente nacionalista española. Para el señor Rivera, exigir el cumplimiento que "el español sea lengua vehicular en las escuelas de Catalunya", no significa que esté defendiendo el castellanismo (españolismo) en Catalunya. Según su opinión, se trata de respetar la libertad de los padres en la elección del idioma en la enseñanza de sus hijos.  ¡Boutades!. Puestos a ser demagogos, ¿quiere esto decir que siendo la población de inmigrantes foráneos muy elevada en el Estado, los padres -rumanos, marroquíes, chinos, etc...- pueden exigir que la educación de sus hijos sea en sus respectivos idiomas maternos?. ¿No es suficiente que el sistema educativo de Catalunya garantice el conocimiento de ambas lenguas oficiales, catalán y castellano, al concluir el ciclo escolar obligatorio?. ¿Es realmente pernicioso para la buena salud intelectual de los escolares -y sus padres-, que la única lengua vehicular, en Catalunya, sea la propia de esta Nación, es decir, el catalán?.

La delegada del Gobierno de Madrid en Catalunya, Maria de los Llanos de Luna, ha instado a la Abogacía del Estado que actué contra los impulsores del "acto de ultraje a la bandera española" celebrado en Sant Pol de Mar. En una reunión que concentró alrededor de 200 personas frente al ayuntamiento, se procedió arriar simbólicamente la bandera española e izar "una bandera ilegal e inconstitucional", es decir, una bandera catalana independentista. Estamos ante actos que no importan a la gente, según (in)feliz expresión profusamente utilizada por los nacionalistas españoles, aunque referido obviamente a identidad catalana. Para evitar males mayores, me permito sugerir a todas aquellas entidades y empresas que exhiben en las fachadas de sus sedes sociales emblemas, enseñas y banderas corporativas inconstitucionales, procedan a retirarlas inmediatamente bajo la amenaza -en absoluto identitaria española- de grandes perjuicios (y prejuicios) de la señora delegada del Gobierno de España en Catalunya, por lo visto lego -falto de letras o noticias-, en temas de libertad de expresión.

Todo lo anterior es una pequeña y evidente muestra de las angustias que está sufriendo el nacionalismo español; los temores hispanos se han disparado a cotas inimaginables hace tan solo unos meses. El éxito de las protestas contra la reforma laboral del Gobierno de España, la inoperancia gubernamental en cuestiones tales como la persecución del fraude fiscal,  el atender exclusivamente a las peticiones de la CEOE, el generoso apoyo prestado a entidades financieras en crisis, así como no impulsar un cambio de paradigma económico, e incluso negar el pluralismo nacional existente en el Estado, han provocado un estremecimiento en el Partido Popular, debido a los grandes e imparables cambios que la sociedad del Estado en general y catalana en particular, exigen, y a la vez experimentan. Y si unimos a ello los miedos que provoca en el Gobierno la cada vez más próxima independencia de Catalunya, se cierra el círculo de la histeria desatada entre los nacionalistas españoles.

Lo cierto es que pedir demagógicamente que cesen las subvenciones a entidades catalanistas, como Òmnium Cultural, provoca la contundente respuesta de la presidenta Muriel Casals. ¿Porqué no devuelve el Partido Popular los 9 millones de € que recibe anualmente del Estado Español en subvenciones directas?. A esta pregunta se podrían añadir algunas decenas más, como:  ¿A cuanto ascienden las aportaciones a la FAES, fundación del PP, a cargo de los presupuestos generales del Estado?. ¿Y a la Real Academia de la Historia, la misma que exculpa y loa el franquismo?. ¿Es necesario subvencionar tan generosamente a la Fundación Francisco Franco?. ¿Recortamos también los fondos públicos a la Real Academia Española de la Lengua?. ¿Y a la Fundación Pablo Iglesias y por extensión, al PSOE?. ¿Porqué somos tan generosos económicamente con el Instituto Cervantes?. ¿Y porqué no se recortan las cuantiosas subvenciones, centenares de millones de € cada año, dedicadas a la Fiesta Nacional, a cargo asímismo de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos del Estado, incluyendo a los expoliados catalanes?.

El nacionalismo español siente que su aplastante hegemonía es puesta en entredicho. La posición privilegiada que goza gracias a la presión que ejerce, a través del expolio, chantaje y deslealtad, es sonoramente discutida y vigorosamente contestada por los ciudadanos catalanes; hartos de soportar las incontables vejaciones que en nombre de España venimos sufriendo desde hace demasiado tiempo. El nacional-españolismo ha colmado la paciencia del catalanismo. Y en consecuencia, nos disponemos a luchar sin cuartel, para así lograr la plena independencia de nuestra Nación. Con todas nuestras armas políticas y razones económico-sociales; con gran ilusión y sin desfallecer; con infinita esperanza. Al fin y al cabo, al utilizar las penurias financieras y laborales que sufrimos los ciudadanos de todo el Estado, para intentar uniformar, centralizar y españolizar a tutti quanti, solo provoca que busquemos las respuestas a las preguntas hechas anteriormente, prescindiendo de los intereses y deseos del Partido Popular. Y en el caso particular de los catalanes, prescindiendo de los intereses y deseos de España, a la cual los populares representan con tanta elocuencia como agresividad e incontinencia verbal.







dimarts, 14 de febrer del 2012

LA MAGNITUD DE LA TRAGEDIA.... CATALANA.

El gobierno de España acaba de aprobar una Reforma Laboral que tiene como principal objetivo "flexibilizar el mercado de trabajo para conseguir dinamizar la nueva contratación, evitando rigideces estructurales". Para conseguir tamaña hazaña considera que, disminuir las indemnizaciones por despido improcedente, propiciar tipos de contratación precaria, permitir que las empresas bajo determinadas circunstancias puedan unilateralmente rebajar salarios, modificar horarios, prescindir de la negociación colectiva y obligar la movilidad forzosa de los empleados, todo ello hará que los indices de desempleo que sufren los ciudadanos de este Estado desciendan a niveles europeos.

Querer emular a Europa en determinados aspectos, prescindiendo del contexto cultural,  económico, social y político en que se insertan, es la gran excusa que el gobierno conservador de España utiliza para minimizar el estado de bienestar y la protección social de los ciudadanos, recortando derechos laborales y sindicales e imponiendo nuevas obligaciones. Todo lo cual favorece a la parte más próspera y poderosa de la sociedad, a costa de la más débil pero a la vez más numerosa, que representamos los ciudadanos de a pie. ¿Porqué este afán emulador no lo extiende a los salarios, a las prestaciones sociales, a las pensiones, al ámbito de la justicia, o a la cultura empresarial, que rigen en Europa a la que quieren parecerse?.

¿Como puede favorecer la creación de empleo abaratar el despido improcedente?. Recordemos que es el que se origina cuando un asalariado pierde su empleo por causas ilegítimas, incluso inmorales, dictaminadas por un magistrado. ¿Porqué se califica como rígido el mercado de trabajo que ha permitido que existan más de cinco millones de desempleados, a pesar del elevado coste del despido y que además cuenta con millones empleados contratados temporalmente?. Permitir que los puestos de trabajo estén ocupados por trabajadores con contratos temporales, bajos salarios y sin garantías sindicales, es estimular la precariedad. Es cierto que las empresas gozarán de mayores plusvalías y beneficios, se librarán de ataduras y corsés legales, prescindirán de la presión sindical; sin duda, así será. Pero a costa de sojuzgar a los trabajadores. La mayoría de ciudadanos de este Estado está formado por asalariados. Son los que pagan impuestos, consumen los bienes y servicios que producen, compran, venden, que hacen turismo, gastan, ahorran -si pueden- y viven, o mejor, malviven como buenamente pueden. ¿Alguien cree que podrán seguir como hasta ahora, si precarizan más sus condiciones socio-económicas, sindicales, laborales, legales y ciudadanas ad infinitum?. De seguir la regresión mostrada por el Partido Popular, lo próximo será que los empleados paguen por trabajar, a cambio de comida.

El Gobierno español no solo aprovecha la coyuntura económico-financiera actual para demonizar y cargar las tintas contra el Estado de las Autonomías; también utiliza su consecuencia lógica que es el desempleo, para precarizar a los  trabajadores y reducir a la mínima expresión posible el estado de bienestar. La actuación política de este gobierno se basa en favorecer a los poderosos y esclavizar a los trabajadores. No forma parte de la idiosincrasia del Partido Popular perseguir a los auténticos responsables que nos han colocado en la presente y precaria situación de grave crisis económica; ni a los evasores fiscales; ni a los especuladores inmobiliarios y los financieros sin escrúpulos; tampoco a los políticos presuntamente corruptos, como lo demuestra el caso Gurtel, y/o Camps, Matas, Fabra, pues tienen en aquel partido su aliado más fiel. Promueve reformas laborales a medida de los intereses empresariales; inspira concentraciones bancarias ad hoc, para acaparar el poder financiero y centralizarlo en Madrid; revive antiguas políticas hidrológicas, como el periclitado PHN para favorecer obscuros intereses regionales; manipula planes educativos (sustituyendo la asignatura de ciudadanía y modificando el bachillerato), politizándolos, como hace habitualmente con la desprestigiada Justicia española; busca la bendición de la jerarquía eclesial, defendiendo las cuantiosas subvenciones a la religión católica sin recorte alguno, como si de la gloriosa y folclórica Fiesta Nacional se tratara. Y malversa la democracia y el pluralismo forzando complicidades para no aparecer como la única formación política responsable de la involución democrática puesta en marcha. Y lo peor de todo es que cómplices no le faltan.

Existen complicidades y se establecen vínculos inquebrantables con asociaciones patronales, con la jerarquía de la Iglesia Católica, altos y medios funcionarios de la administración central, con instituciones públicas y privadas, lobbys empresariales, y con medios periodísticos. Y también con formaciones políticas. Entre otras, Convergencia i Unió. Duran i Lleida aplaude con fervor las medidas laborales anunciadas por el gobierno popular, como si se tratara de las propias de UDC. CDC no tiene más opción que sumarse al entusiasmo democristiano, para no dar imagen de división en el seno de la coalición. CiU, en definitiva, es víctima de su propia debilidad política y de la extorsión financiera que somete el Gobierno español a su homólogo catalán, a causa de la escasez de recursos económicos que sufre la Generalitat; sucumbe a las presiones gubernamentales y dá el visto bueno a las  diversas medidas promulgadas por el partido que ejerce el poder absoluto en España, por muy discutibles que sean, esperando que este buen comportamiento sea generosamente recompensado por su amo y señor. Y entre tanto, Catalunya se hunde más y más en la pobreza motivada por la insoportable dependencia política española.

Realmente, ¿es necesaria la reforma laboral?. Creo que, por lo menos, no es prioritaria; salvo para Mercozy y los mercados. Con la criticada legislación todavía en vigor, en épocas no muy lejanas se crearon millones de puestos de trabajo, hasta el punto que se estimulaba la llegada de nuevos inmigrantes, para dar satisfacción a las necesidades requeridas por los patronos (que se diría solo pretendían mantener controlados los salarios de la ciudadanía autóctona con sueldos a la baja). Es cierto que eran puestos de trabajo precarios, mileuristas. Pero la nueva propuesta del gobierno español riza el rizo. Precariza la precariedad y en lugar de mileuristas, existirán cuatrocieneuristas. Por otro lado, con el sistema laboral vigente, en el Pais Vasco y Navarra -recordemos el Concierto Económico-, la tasa de paro es aproximadamente la mitad de la española. Se encuentra a nivel europeo. ¿No  querrá decir que el problema no es el mercado ni la legislación laboral estatal, y sí la financiación de las administraciones autonómicas, las medidas públicas de estimulo de la economía, la cultura y organización empresarial y el tejido industrial de cada nación, país, comunidad o región?. CiU prefiere mirar hacia otro lado y dilapida todo su capital político apoyando al PP en su cruzada de liberalismo económico; en realidad, desbocado libertinaje económico a ultranza. Debiera gastar sus escasas energías exigiendo del Gobierno español el estricto cumplimiento de sus obligaciones financieras con Catalunya y requiriendo el retorno del abultado expolio de recursos fiscales que padecemos los ciudadanos catalanes. El Gobierno catalán se apercibiría entonces que con más recursos económicos, con la potestad de legislar según las necesidades y la realidad de Catalunya, estaría en inmejorables condiciones para combatir con éxito la crisis que está devastando a los ciudadanos. Vería que los recortes en el estado de bienestar catalán no deberían ser ni tan pronunciados, ni tan dolorosos; en realidad, serían innecesarios. Existiría más justicia, mayor equidad. Se percataría que la disponibilidad de creciente soberanía sería causa de alivio en la presión que sufre la ciudadanía a nivel individual, a la par que se produciría una feliz descompresión de las tensiones que atenazan la sociedad catalana en general. En definitiva, la independencia de Catalunya se haría inexcusable e inaplazable. Y por tanto, sus filias Populares se desmoronarían y los miedos escénicos de cobardes políticas insustanciales y contradictorias se desvanecerían como un azucarillo.

Por el bien de Catalunya y de los catalanes, no aparezcan como meros comparsas del Gobierno de España. Y si la señora Sanchez Camacho requiere teatral y patéticamente salir en la fotografía de familia política catalana, exijan a cambio no solo apoyo presupuestario, sino sobretodo, el leal y real cumplimiento de los compromisos adquiridos por el Estado Español. Como por ejemplo, la inversión de los 5.750 millones de € que el Ministerio de Fomento reconoce adeudar a Catalunya; cantidad que debe sumarse a las cifras ya conocidas de 1.450 millones € del fondo de competitividad, 759 millones € de la disposición adicional tercera del vigente Estatuto, y  los más de 16.000 millones de € correspondientes al expolio fiscal, también reconocidos por los gobiernos españoles.

¿Hasta cuando resistirán la evidencia?. ¡Basta ya!. Abran los ojos. Oigan el clamor de la gente. Dejen de esperar comprensión y lealtad del Gobierno español. ¡Exijan justicia!. En nombre de todos los catalanes. La magnitud de la tragedia catalana alcanza proporciones épicas. Y solo con la ineludible y pronta independencia de Catalunya se restablecerá la esperanza y la prosperidad para nuestra Nación. Y el Gobierno de la Generalitat lo sabe. Como la mayoría de los catalanes.




     

dijous, 9 de febrer del 2012

"CATALUNYA, IGUAL QUE ROMA, NO PAGA TRAIDORES".

El pasado fin de semana se ha celebrado el Congreso del PSOE durante el cual se ha procedido a la elección de nuevo secretario general. La pugna se estableció entre juventud  y veteranía, marqueting y experiencia, vacío y contenido. Ha ganado la veteranía, la experiencia y el contenido que representa Alfredo Pérez Rubalcada. Carmen/Carme Chacón ha sido derrotada por tan solo 22 votos. Ha perdido, a pesar de haber difuminado su catalanidad, dilapidando el capital que el PSC había depositado en ella para que alcanzara el objetivo. La victoria de  la señora Chacón hubiera significado para el socialismo catalán un aparente balón de oxigeno, tan necesario después de las sonoras derrotas sufridas en el reciente ciclo electoral que acaba de finalizar. No ha sido posible y negros nubarrones se ciernen sobre la formación catalana, huérfana  de poder político en todos los ámbitos de la sociedad.

El PSC ha tocado fondo. Ni la tenue apariencia de independencia respecto del PSOE, ni la falsa libertad de decisión de sus dirigentes, ni la inexistente defensa de los intereses catalanes entre sus prioridades, han impedido que esta formación política pueda encarar el próximo futuro con (incierta) esperanza. La pretensión de alcanzar renovada notoriedad sirviéndose del socialismo español, ha resultado un absoluto fiasco. Los nuevos dirigentes políticos que estrenaban el mandato alcanzado en el reciente Congreso del PSC, han mostrado el auténtico alcance, influencia y fortaleza de la formación catalana en el PSOE. Es inexistente.

El Partido de los Socialistas de Catalunya ha perdido todo lo bueno que ha representado para la sociedad catalana durante el periodo comprendido desde la muerte del dictador hasta el presente. La consolidación de la imperfecta democracia española ha puesto en evidencia los múltiples defectos fundacionales que arrastraba desde el nacimiento. Básicamente, el PSC es producto de la fusión de dos corrientes antagónicas; la corriente catalanista, fundamentalmente heredera de Josep Pallach y sólidamente federalista, frente el sector originario de la Federación Catalana del PSOE, de raíces desacomplejadamente hispano-jacobinas; que a la postre ha acabado fagocitando al partido catalán. La vocación pretendidamente aglutinadora de ambas almas, en principio se reveló como positiva. Aparentemente sumó catalanismo y españolismo, evitando la confrontación entre los votantes de izquierdas catalanes. El éxito electoral que cosechó esta fórmula permitió que las divergencias permanecieran escondidas, aunque latentes. El tiempo ha demostrado que es imposible alcanzar la fusión de catalanismo y españolismo, de la misma forma que ocurre entre agua y aceite. Al contrario, se estimuló el españolismo, potenciando la visión de la condición foránea de los inmigrantes, como elemento unificador de Catalunya y España en lo que se llegó a presentar como andalucismo, dado el carácter mayoritario de los inmigrantes de aquella región integrados en la federación catalana del PSOE. Es cierto que se evitó que el lerrouxismo resurgiera y prosperara entre la inmigración española asentada en Catalunya, pero el precio pagado fue mantener vivo un falso y prolongado sentimiento de expatriado, al tiempo que una nueva oleada de ciudadanos extranjeros llegaba a Catalunya. Esta nueva inmigración ha ocupado el espacio de la antigua inmigración interna. Los ciudadanos catalanes de origen andaluz, extremeño, gallego, murciano..., han acabado percatándose que los inmigrantes son otros y no ellos. Los ciudadanos de otros orígenes del Estado que votan socialista son conscientes ahora que sus intereses y los del resto de catalanes por fín coinciden; en definitiva, han abandonado la condición de inmigrantes, para pasar a sentirse catalanes de pleno derecho. Esta nueva situación ha sido la que los dirigentes de la formación, que en su día fueron etiquetados como capitanes y que poseen el control del aparato del partido (que dirigen y manipulan a su antojo), no han sabido o querido reconocer. El socialismo catalán ha permanecido anclado en las erróneas premisas del siglo pasado. Gauche Divine e inmigración andaluza, catalanistas y españolistas, progresistas y obreristas. Se olvidaron de considerar a sus militantes y simpatizantes como simples ciudadanos, catalanes y de izquierdas. Prefirieron impulsar los sentimientos extra-catalanes, contraponiéndolos al catalanismo, que consideran como un signo identitario puramente nacionalista; es por ello que prefieren diferenciar sistemáticamente entre catalanismo y soberanismo, que es lo mismo que contraponer, por ejemplo, cristianismo a catolicismo, o socialismo a izquierdismo.

Renunciar a la defensa de los intereses de los ciudadanos de Catalunya; carecer de voz y voto diferente en el Congreso de Diputados; contraponer catalanismo a soberanismo; someterse al dictado del PSOE; y subordinar el filocatalanismo que practica, a un utópico -por imposible- federalismo español inexistente, han sido las causas del desastre socialista en Catalunya. Aquellos votantes otrora socialistas que anteponen españolismo a catalanismo, ya votan a los populares. Los que están defraudados por el jacobinismo centralista que practican los socialistas españoles, transitan hacia ICV, ERC, e incluso Convergència. ¿Qué votante progresista volverá a ver al PSC como la formación que mejor interpreta y defiende los valores e intereses de la izquierda autóctona?. La subordinación al PSOE, partido este que ha olvidado lo que significa socialismo, que no defiende los intereses obreristas, que reniega de las políticas económicas socialdemócratas, entrañable amigo de banqueros, sumiso a los mercados y al liberalismo económico y que, como colofón, ha optado por acentuar su españolismo profundamente nacionalista, arrastra al PSC a la indigencia política. Falto de líderes, menguado de principios, esclavo del PSOE, ¿qué porvenir espera al socialismo catalán?. Evidente; los que llegaron a confiarle entusiásticamente su voto en el pasado, buscarán cobijo en otras formaciones del espectro político catalán que no traicionen los principios, que no defrauden ilusiones y que no renuncien a la defensa de los legítimos intereses de los ciudadanos, aunque estos sean antagónicos a los mercados o a los nacionalistas españoles. Los catalanes no pagan a los traidores.

dijous, 2 de febrer del 2012

UNA PINTORESCA RESERVA INDIA.

Diversas personalidades de la llamada sociedad civil catalana, algunas de las cuales actualmente son miembros en activo de La Santa Alianza, quisieron actuar con generosa visión de país para impulsar y lograr que el aeropuerto de Barcelona alcanzara la categoría de hub internacional, como Milán, París, Madrid, Frankfurt, Londres... La pretensión de hacer del aeropuerto de El Prat la puerta que abriera y proyectara a  Catalunya hacia el exterior y hacia la globalización económica era tan loable como arriesgada. Para conseguirlo, se acabó apostando por SPANAIR, compañía aérea española en dificultades. Convertirla en una especie de aerolínea de bandera, con sede en Barcelona, requería  cuantiosos recursos económicos y sólidos soportes políticos, por lo cual se ofreció al Gobierno de Catalunya participar en esta aventura. La Generalitat acabó aceptando, en un erróneo cálculo de sus auténticas posibilidades de éxito, pues carecía de fortaleza política y los recursos económicos disponibles eran pura ilusión.

Este grupo de voluntariosos ciudadanos no contaban con la respuesta que sus anhelos y esperanzas, despertarían entre aquellos que no están dispuestos bajo ningún concepto entender ni permitir los legítimos deseos y las incuestionables necesidades de terceros, especialmente si el origen y el destino de los mismos es Catalunya. Las fuerzas vivas del radical-españolismo con sede social en Madrid no se hallaban en disposición de tolerar tamaña osadía. Tomaron cartas en el asunto y con la inestimable ayuda de la legislación estatal, los partidos y  políticos nacionalistas españoles, así como altos y medios funcionarios y empleados públicos en general, lograron hacer fracasar las aspiraciones catalanas. ¿Como?. Fácil. Utilizando recursos públicos -más de 6.000 millones de €- para construir una faraónica terminal en Barajas, sin reparar en gastos, terminal que luego había que rellenar de pasajeros; servirse del monopolio estatal AENA para propiciar que compañías de bajo coste (Vueling, Clickair, ambas con capital participado por IBERIA, y Ryanair) actuaran desde El Prat, entorpeciendo el desarrollo y crecimiento de una compañía propia con sede en Barcelona; utilizando la diplomacia española para monopolizar a favor de Barajas los acuerdos en aviación comercial entre España y el resto del Mundo excluyendo otros aeropuertos estatales, singularmente Barcelona; financiando a la otrora aerolínea pública IBERIA, compañía de bandera de España con sede en Madrid, con dinero semi-público a través, entre otros, del control político que la Comunidad de Madrid ejercía sobre Caja Madrid, ayudas estimadas en más de 140 millones de € para todo el grupo; y finalmente, exigiendo y logrando de los sucesivos gobiernos españoles, en manos de PP y PSOE, la debida implicación y complicidad para la defensa y beneficio de Barajas, IBERIA y Madrid, contra los intereses de El Prat, SPANAIR y Catalunya.

Recientemente, Ana Pastor, actual ministra de Fomento del gobierno del PP, con mando sobre AENA - empresa pública propietaria de todos los aeropuertos españoles-, se ha pronunciado acerca las intenciones del anterior gobierno socialista sobre política aeronáutica. El PSOE propuso en su día, una tímida privatización y mínima descentralización aeroportuaria que hubiera significado establecer algún tipo de competencia entre El Prat y Barajas. Ana Pastor ha paralizado todo el proceso para su replanteamiento general y anuncia que no quiere que ambos aeropuertos compitan entre sí, sino que se complementen. Es decir, que El Prat se someta a Barajas. ¡Curiosos postulados de un gobierno que se define amante del liberalismo económico!. ¡Niega la libre competencia!. 

En definitiva, la intención de Madrid no es otra que impedir que Barcelona disfrute de un aeropuerto con actividad transcontinental, en competencia con otros, pues podría significar un revulsivo económico beneficioso, particularmente para los catalanes y en general para otras zonas y ciudadanos del Estado, al margen de Madrid. No se pueden permitir perder el control (y los beneficios) del pastel aeroportuario que actualmente van a parar directamente, sin obstáculos ni resistencias, hacia lo que podríamos calificar como conglomerado madrileño, alfa y omega de España y ombligo del Mundo; entramado de intereses participado por destacados políticos y altos funcionarios; y diversas instituciones públicas y privadas, empresas antaño públicas, convenientemente privatizadas a favor de los afines; muchos medios de comunicación hispano-madrileños, así como altos prebostes del restringido lobby de empresas que monopolizan la construcción de la obra pública en todo el Estado. Y grandes financieros de oscuras reminiscencias; en general, familias que medraron y prosperaron a la sombra de la dictadura franquista. Todos ellos inspiradores y beneficiarios de la nefasta transición española causante que, por ejemplo, Catalunya pase a ser considerada, aquí y ahora, de la misma forma que los anglosajones hicieron en el siglo XIX con los territorios de los aborígenes coloniales. Como una pintoresca reserva india.

La miserable actitud mostrada por el Ministerio de Fomento, condenando al aeropuerto catalán a ser subsidiario de Barajas, canalizando cada año centenares de miles de pasajeros hacia Madrid para ser embarcados en los vuelos que  parten desde allí hacia el Mundo, ha sido remachada gracias al ejercicio de auténtica hipocresía y cinismo hecho por la asociación de lineas de bajo coste. No dudaron en denunciar ante la Comunidad Europea las ayudas que las instituciones catalanas presuntamente, facilitaron para la consolidación de la compañía SPANAIR; lo que acabó ahuyentando a posibles socios estratégicos, por ejemplo Qatar Airways, temerosa de la posible resolución de la Comunidad y a la vez, deudora de los acuerdos suscritos reciente y casualmente entre los qataries e IBERIA. Por supuesto, la asociación ocultó el hecho que muchos de sus miembros habían solicitado y obtenido ayudas económicas de la propia Catalunya y otras comunidades autónomas, así como diversas ciudades españolas, que se estiman en más de 250 millones de €. También y entre otras low cost, Vueling y Clickair, ambas con capital mayoritario de IBERIA (que recordemos, a su vez había recibido financiación de Caja Madrid), encabezaron la denuncia contra SPANAIR, es decir, contra la Generalitat. IBERIA había renunciado a operar desde El Prat en beneficio de Barajas, por lo que cabe deducir que todo lo acontecido ha sido una sucia y exitosa maniobra político-económica, que ha logrado eliminar la competencia de una linea aérea regular con sede en Barcelona que hubiera podido perjudicar al hub madrileño, auténtico niño mimado de Madrid.

Nos hallamos ante la culminación de todo un proceso iniciado hace ya muchos años que, bajo el pretexto del interés general español, se esfuerza y consigue frenar, cuando no boicotear, cualquier intento de real autonomía político-económico-financiera que pudiera significar atender las aspiraciones, necesidades e intereses de Catalunya. Estúpidamente piensan que así lograrán mantener sometida  la Nación catalana por siempre jamás en beneficio de la inmortal España.

No importa si los recursos dedicados por Caja Madrid en apoyo de IBERIA han contribuido negativamente a la precaria situación financiera en que se encuentra BANKIA, heredero directo de la caja madrileña. Que por cierto, las autoridades financieras españoles quieren fusionar (endosar) a CAIXABANK, para hacerse con el control de la saneada y prospera entidad catalana; como es previsible, la nueva entidad tendría el domicilio social y fiscal en Madrid. La dependencia política a la Comunidad de Madrid de aquella institución financiera, propició la financiación  a la aerolínea madrileña. La complicidad y favoritismo del Ministerio de Fomento y el soporte que la empresa pública AENA han brindado al aeropuerto de Barajas y a IBERIA, ha sido y es en nuestros días tan obscena como inmoral. Este es el liberalismo económico, la libre competencia, la igualdad de oportunidades que ofrecen los partidos políticos nacionalistas españoles, claros dominadores de todos los estamentos que sustentan y configuran el Estado Español, es decir, el conglomerado madrileño.

Si Madrid quiere organizar unos juegos olímpicos (para no ser menos que Barcelona 92), el gobierno español muestra apoyo incondicional e ilimitado, prescindiendo si la capital de España tiene o no suficientes recursos económicos para afrontar las cuantiosas inversiones que requiere tal evento. No importa que la deuda acumulada por el ayuntamiento madrileño se eleve actualmente hasta los 7.000 millones de €. Tarde o temprano será asumida por España, a cuenta de los presupuestos generales del Estado. De igual manera, las cuantiosas inversiones a realizar como consecuencia de estos hipotéticos juegos olímpicos, correrán a cargo de los impuestos de todos los ciudadanos, incluidos los forzosamente solidarios catalanes; y como los recursos financieros son escasos, se canalizarán prioritariamente hacia la Capital, para así satisfacer el sueño madrileño. La fuerza de convicción del conglomerado madrileño es infinita. ¡Todo sea por el bien de España!.

España cree que siempre podrá contar con la sumisa generosidad de los catalanes, aunque sea bajo coacción y por la fuerza. Sí, los aborígenes del nordeste peninsular. Los mismos que tienen la osadía de promover iniciativas para favorecer la economía, las finanzas, la cultura, la investigación, las exportaciones. En beneficio propio, pero también general. Aquellos que piden el corredor ferroviario del Mediterráneo para incrementar los intercambios comerciales de Catalunya y del resto Estado con Europa. Los que requieren inversiones en los Puertos de Barcelona y Tarragona, en beneficio propio y ajeno. Quieren un hub en El Prat, para favorecer la industria, el turismo, el comercio y los negocios, beneficiosos para la euro-región que se extiende por el nordeste peninsular y el sureste francés. Exigen un Pacto fiscal (eufemismo de Concierto Económico), para hacer frente las necesidades de casi ocho millones de ciudadanos que, por el momento, forman parte del Estado Español. Pero que, graciosamente, son sometidos a los intereses, necesidades, ensoñaciones y dispendios de España, es decir, de Madrid. Bajo inaguantables presiones, supeditan sus legítimos intereses a los españoles, hasta el empobrecimiento propio. Al fín y al cabo, para España, Catalunya (y sus aborígenes) no es más que un territorio sometido a la férrea voluntad e ilimitado expolio, a manos y para beneficio del conglomerado madrileño.

La unidad y concordia entre Catalunya y España, ya es imposible. No existen intereses comunes; son antagónicos. Las necesidades de Catalunya se hallan contrapuestas a las de Madrid. El centralismo genético que sufre España y que se visualiza en el conglomerado madrileño, en Madrid, resulta un trálaga imposible de asumir por más tiempo para Catalunya y los catalanes.

El señor Mas recientemente ha hecho unas declaraciones al Frankfurter Allgemeine en las que compara las relaciones entre el Estado Español y Catalunya como si se tratara de alcanzar la emancipación de España, de igual forma que un hijo la consigue de sus padres. Entre ellos no se produce una ruptura. Cada uno vive en su casa y Dios en la de todos. El símil empleado por el M.H.S Artur Mas i Gabarro no solo es equivocado, además es grotesco. La realidad es que las relaciones entre España y Catalunya están total y emocionalmente rotas y la única salida a esta incómoda y perniciosa situación es el divorcio. Son los políticos los que deben propiciar que esta separación sea pacífica, pactada y rápida, y no traumática y violenta. Deben evitar que el divorcio se convierta en una especie de Guerra de los Rose, película dirigida por Danny DeVito, que muestra cuan violenta puede resultar una separación si no se hace desde el realismo y con sensatez, respeto mutuo y rapidez.

Por el momento, entre Catalunya y España no existe sinceridad; las relaciones entre ambas adolecen de respeto mutuo; las dosis de cinismo e hipocresía son muy elevados; la agresividad verbal que se observa, está transitando peligrosamente hacia la agresividad física. Y la celeridad en la resolución del conflicto brilla por su ausencia, lo que encona las posiciones cada hora, cada día. Todo apunta hacia una inevitable confrontación. Y es así, por culpa de la soberbia, prejuicios y chulería española, y los remilgos, indefiniciones y cobardías catalanas, incapaces ambas naciones de aceptar que todos los puentes que pudieran haber existido, han sido dinamitados por la estupidez y nimiedad de este Estado, que cada día que pasa resulta más y más pesado y oneroso para los catalanes. La única alternativa, aunque dolorosa para una de las partes, es la independencia de Catalunya. Solo así España será un proyecto consolidado, unitario y centralista, y Catalunya una Nación libre, con un Estado que no le será hostil. Esperemos que la sensatez y el respeto mutuo presidan los tiempos que corren y las relaciones entre Catalunya y España, para que el divorcio sea una solución y no un problema. Así sea.