Al día siguiente de las elecciones catalanas y conocidos los resultados obtenidos por cada partido podemos deducir que el nacionalismo español se ha hecho con la hegemonía del Parlament y que la extrema derecha extrema -de aquí y de allá- ha estallado electoralmente de una forma inesperada. El partido socialista ha ganado en escaños y votos. Los populares han quintuplicado el número de diputados. Los fascistas españoles -franquistas- han consolidado el número de diputados y los xenófobos catalanes han obtenido dos flamantes escaños. Los Comunes han pagado la incongruencia de haber provocado el adelanto electoral, perdiendo buena parte de la representación obtenida en las elecciones de 2021.
En cuanto a las formaciones independentistas si bien JUNTS obtiene 35 escaños, ERC pierde 13 quedándose en 20. Las CUP han continuado su particular travesía del desierto perdiendo 5 diputados, más de la mitad que tenían hasta hoy. El independentismo, pues, suma 59 diputados, muy lejos del 52% de los votos obtenidos la pasada legislatura, que permitieron obtener 74 diputados, una holgada mayoría absoluta.
Y ahora, ¿qué? ¡Ahora a picar piedra!. No debemos llorar por esta aparente derrota. No debemos echarnos a la cabeza los trastos y las culpas de la derrota electoral cosechada por el independentismo. Debemos hacer autocrítica y renovar liderazgos y hojas de ruta. Y debemos alcanzar una sólida unidad de acción entre partidos, entidades soberanistas y ciudadanía en general para conseguir el objetivo deseado: la independencia.
La base independentista es sólida. La base unionista en Cataluña es débil, porque España no satisfará los compromisos adquiridos con Cataluña ni con los catalanes. Nunca lo ha hecho. Y ahora, que cree haber eliminado de sus vidas lo que ellos denominan despectivamente como el proceso, menos aún. Porque la catalanofobia no se detendrá. Porque la envidia y el odio de otras comunidades contra Catalunya atizada por los políticos nacionalistas españoles no se apaciguará. Porque continuará el incumplimiento de las inversiones aprobadas en los PGE para Cataluña. Porque el expolio fiscal persistirá. Porque nunca reconocerán la existencia de la nación catalana. Porque continuará la cruzada espanyolista contra la escuela, la lengua y la cultura catalanas. Porque la (in)justicia española es la justicia castellana.....
Estoy convencido de que los principios democráticos del pueblo catalán alcanza el 100%. Que el derecho de autodeterminación supera el 80% y que a favor de la independencia existe alrededor del 60% del electorado catalán.
Ante esta realidad es imposible que no logremos superar el mal trago que ahora se nos atraganta. Porque sabemos qué no debemos hacer para no tropezar otra vez con la misma piedra. Porque sabemos qué debemos hacer para conseguir la preciada independencia. Porque sabemos cómo debemos hacerlo. Mientras actuamos juntos, llegamos y ganamos el 1 de octubre. Mientras compartimos la hoja de ruta, ganamos a un estado que se esforzaba por aniquilarnos, empleando todo tipo de armas contra el independentismo. Incluso después de aplicar el 155 ganamos el desafio a las fuerzas españolistas en las elecciones que convocaron ilegítimamente con intención de reducir a la nada el independentismo. Ahora hemos logrado librarnos de una mosca cojonera como ha sido Ciudadanos, muerta y enterrada gracias a la sensatez de los electores catalanes. ¡Pues bien!. Empleemos nuevamente la cordura y hagámoslo con una buena dosis de arrebatamiento y saldremos adelante.
Si volvemos a persistir, ganaremos. Si priorizamos la independencia y dejamos los rifirrafes partidistas para después de conseguirla, ganaremos. Si nos olvidamos de ensanchar la base soberanista, ahora ya bastante sólida y pese a todo en crecimiento, ganaremos. Si no atendemos los cantos de sirena que se escuchan en el rompeolas madrileño, no nos estrellaremos contra las rocas de las podridas instituciones del estado español.
Si queremos, ¡ganaremos!.
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