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dimarts, 31 de maig del 2022

"LO QUE MÁS SE PARECE A UN ESPAÑOL DE DERECHAS ES UN ESPAÑOL DE IZQUIERDAS".

Estos últimos días se ha constatado fehacientemente que la mierda que flota en las cloacas del deep state español ha empezado a rebosar, impregnado hasta cubrir todas las instituciones de este Estado que se jacta ser de derecho y presume ser una democracia plena y consolidada, quedando muy lejos, pero, de cómo son las del resto de Europa.

La Corona, Tribunal Constitucional, Tribunal Supremo, Audiencia Nacional, Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo, alta y media judicatura, fiscalía, Policía Nacional y Guardia Civil, fuerzas armadas, espías y servicios de información, partidos políticos, ejecutivo, legislativo, alto y medio funcionariado, medios de comunicación públicos y privados, periodistas.... Absolutamente todas las instituciones de España, con una marcada huella franquista en su haber, desprenden un fuerte e insoportable hedor que sólo puede provenir de la mierda que esparcen las ratas de alcantarilla que reinan, ahora ya por todas partes, dentro de las más altas y bajas estructuras de un estado en franca decadencia y que puede acabar en estrepitosa quiebra más pronto que tarde.

La constatación de esta enmerdada generalizada proviene del hecho de que se han manipulado atestados policiales, se ha juzgado a inocentes sentenciándolos injustamente, se ha perseguido policialmente a adversarios y disidentes políticos hasta abocarlos al exilio o prisión. Se han expoliado patrimonios particulares con falsas acusaciones de malversación, se ha espiado y violentado los derechos de todo tipo a ciudadanos independentistas -¡pero demócratas!- por el hecho de serlo. Y ahora ya podemos decir sin tapujos que, para rematarlo, se ha demostrado que incluso han manipulado procesos electorales al Parlament de Catalunya y en elecciones municipales. La auto denominada policía patriótica poniendo en marcha la Operación Catalunya se inventó informaciones falsas, difundidas y magnificadas por la prensa cavernaria afecta al régimen, para perjudicar a Artur Mas, Xavier Trías e incluso al expresidente del Barça Sandro Rossell para perjudicarles personalmente a ellos y a sus partidos, a base de difamaciones para combatir y perjudicar su actividad política. También se jactan de haber comprado con fondos reservados a testigos mentirosos para construir relatos cargados de falsedades, señalando indicios y acusaciones contra personas e instituciones absolutamente inocentes pero defensores de la soberanía e independencia de Catalunya. Por no hablar del acoso que someten entidades ultraderechistas enardecidamente españolistas a la lengua catalana en la escuela con la complacencia -¡y complicidad!- de la judicatura nacional-católica castellana.... A pesar que el olor de la enmerdada general ya se percibió cuando todo esto ocurrió -y aun ocurre-, ahora lo reconocen abiertamente con absoluta desvergüenza porque se saben impunes ante la (in)justicia castellana y la comprensión de muchos de sus compatriotas.

La certeza que tenemos los catalanes es que todo ello sigue pasado -cómo ha pasado siempre- porque cuando se trata del problema de Cataluña y los catalanes no se puede distinguir lo que es capaz de hacer un gobierno de derechas de lo que hace uno de izquierdas. Un ejemplo muy reciente es la aplicación del artículo 155 de forma consensuada por todos los partidos nacionalistas españoles, el cual a pesar de haber sido formalmente revertido sigue plenamente vigente como aquello de "que se consiga el efecto sin [aunque] se note el cuidado", dictado a principios del siglo XVIII por el fiscal del Consejo de Castilla....... Desde siempre, derechas e izquierdas son culo y mierda. "Lo que más se asemeja a un español de derechas es un español de izquierdas", dice un viejo dicho atribuido al escritor Josep Pla.

Y pues, ¿qué podemos hacer desde Cataluña? ¿Qué respuesta debemos dar ante este persistente acoso arrollador anticatalanista que inmemorialmente nos muestra España?. ¡Pues tenemos que mantener intactos los principios democráticos y la dignidad de las personas y las instituciones catalanas!. Pero, ¿cómo hacerlo?.

La dignidad debe mantenerse mediante gestos y decisiones valientes. De entrada, debemos renunciar a suplicar que esta gente tan antidemocrática se sienten en una hipotética mesa de negociación ante nosotros porque es imposible entablar negociaciones con verdugos que te espían y te reprimen para aniquilarte. En segundo lugar -pero no menos importante- todos los parlamentarios catalanes en las Cortes españolas deberían levantarse de sus escaños en defensa de Cataluña, de los derechos civiles y de los principios democráticos que son sistemáticamente vulnerados por todas las instituciones españolas. Levantarse y abandonar los escaños de una forma visible, notoria y todos a la vez. Convocar a los medios de comunicación en la sala de prensa -¡si no lo prohíben!- para explicar el porqué y hasta cuándo se ausentarán del pleno. Hacerlo en medio de un debate donde esté todo el gobierno y tome la palabra el presidente del ejecutivo español. Y para terminar, desde el gobierno de la Generalitat debe hacerse una contundente declaración institucional instando a la población a la desobediencia general, individual y colectiva, para defender los principios democráticos, un verdadero estado de derecho y la dignidad de las instituciones catalanas, ante el embate anticatalanista que el Estado español mantiene contra Cataluña desde tiempos inmemoriales.

Todo esto se sustentaría hasta alcanzar la independencia de Cataluña ya que el Estado español es incapaz de ser un estado de derecho y una verdadera democracia auténticamente homologable al resto  de estados de Europa que lo son...




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