LA HUMANIDAD.
Como decía al principio, después de la corona-crisis nada volverá a ser igual. Las grandes potencias mundiales subirán, bajarán o desaparecerán del ranking de hegemonía global. Los estados menos potentes e irrelevantes deberán adaptarse para subsistir o desaparecer. Los pequeños estados, siempre más ágiles y a la vez dúctiles, no hay ninguna duda que resistirán y se adaptarán con rapidez a la nueva situación creada a causa de la pandemia. Pero, ¿y la gente?.
¿Qué pasará con los ciudadanos?. ¿Qué incidencia tendrá en la vida cotidiana de las personas el cataclismo causado por coronavirus ?.
La Unión Europea ha vuelto a fallar. Los altos funcionarios que la gobiernan bajo el dictado de los jefes de estado y de gobierno de los diferentes socios que la integran, han vuelto a dejar pasar una oportunidad única -quizás la última- para hacer política social en mayúsculas en beneficio de los ciudadanos. En cambio, una vez más han preferido mostrarse solidarios y sanadores con empresas, banca y finanzas públicas. La solidaridad hacia las personas la han dejado en manos de cada estado y al arbitrio de las posibilidades sanitarias y financieras de cada uno. Y de solidaridad entre los estados fuertes y los más débiles, nada de nada. Así, tal vez conseguirán que el Covid-19 no dañe demasiado a poderosos y ricos, pero sin duda esto será a cuenta de la vida de miles de ciudadanos enfermos por la infección, por el paro y pobreza consecuencia de la recesión agravada por la interrupción de la actividad económica y en definitiva debido a la falta de empatía hacia los ciudadanos europeos y de la miseria política y moral de los gobernantes de cada estado.
En cuanto a los Estados Unidos la cosa no pinta mucho mejor. Cabe decir, sin embargo, que los americanos podrán cargar toda la culpa a un solo hombre: Donald Trump y el equipo de arribistas que le rodean. Se ha evidenciado el carácter de este hombre, el cual si fuera dirigente de otro país recibiría el merecido calificativo de sátrapa. Un presidente que está escorando a sus compatriotas hacia posiciones ultraderechistas llenas de intolerancia, egoísmo, de odio y cargadas de violencia implícita y arrogancia explícita, mientras hunde el prestigio de Estados Unidos de la misma manera que el replicante Roy Batty desaparece de la vida bajo la lluvia, en la película Blande Runner: "He visto cosas que vosotros los humanos no os creeríais jamás..... He visto como atacaban naves incendiadas más allá de Orión.... . He visto rayos C que brillan en la oscuridad de la Puerta de Tannhäuser..... Todos estos... momentos seguro que se perderán... en el tiempo... como lágrimas... en la lluvia..... Es hora..... de morir."
Así es como el mayor imperio que nunca ha existido hasta ahora en la historia de la humanidad desaparecerá, quedándonos en la memoria sólo un triste y agridulce recuerdo de lo mucho que hizo bien o mal y de lo mucho que dejó de hacer gracias a la estupidez e incapacidad de un presidente altivo y nefasto.
De las cenizas del imperio Americano se alzará el ave Fénix en forma de renacido imperio, levantando el vuelo la República Popular de China. Como las cenizas imperiales son las mismas de antes el resultado también lo será, aunque de corto vuelo. Será mucho más breve. China está siguiendo punto por punto los pasos estadounidenses. Está adquiriendo los mismos tics, el mismo talante e incluso los mismos objetivos. Está cometiendo los mismos errores porque son inherentes a todo imperio y por tanto también son inevitables. Es el precio que se paga por ser el estado hegemónico mundial en todos los ámbitos. Es el coste que tiene ser el más grande, el más poderoso, el más fuerte y el más rico. Pero en este caso, con los pies de barro. Mantener mil trescientos millones de habitantes privados de libertades, de derechos y de democracia te hace débil aunque te sientas fuerte e invencible. Y si a esto le sumamos que la oligarquía capitalista china acabará condicionando y dictando la política estatal -¡ya lo está haciendo ahora!-, el derrumbe será más pronto que tarde. Y más estrepitoso.....
La historia continuará pero nada será lo mismo. La corona-crisis cambiará las relaciones internacionales pero sobre todo cambiará a la gente, la sociedad. Tomaremos conciencia de que los estados grandes y pesados no nos sirven y por lo tanto tendremos que constituir estados más pequeños y ágiles, más a escala humana. Cuando la humanidad salió de las cavernas se constituyó en tribus reducidas de base familiar y poco a poco fueron agrandando el círculo hasta que se hizo necesario pasar del cabeza de familia al líder, al jefe de tribu, después al rey, al emperador, al dictador, al primer ministro, al presidente.... Todo se fue complicando porque sobrevivir no es fácil. Y cuando el jefe de la tribu necesita ayuda para mandar e imponerse surgen los listillos que se aprovechan. Son los que recogen las migajas de los que mandan, mientras que la gente normal empieza a sufrir el peso del poder y de la ambición de los mandones. Y es cuando estallan las revoluciones.
La revolución que se avecina no será necesariamente violenta o sangrienta pero sí será implacable. Quizás no será rápida o súbita pero si será inexorablemente pausada. También será demoledora. Los grandes estados desaparecerán porque son demasiado pesados y por tanto incapaces de cobijar a todos. Serán sustituidos por entidades de tamaño humano, por estados más pequeños y eficientes. La democracia directa permitirá adoptar las decisiones que afecten a la colectividad según el mandato popular. Todos los gobernantes serán elegidos por votación universal y sometidos a escrutinio casi diario. Cuando se equivoquen o se muestren incapaces deberán marchar voluntariamente ipso facto o serán dimitidos sin contemplaciones. Las grandes corporaciones y los especuladores se desintegrarán porque tienen las mismas deficiencias que los estados que los sustentan y su lugar será ocupado por profesionales libres y pequeños emprendedores los cuales, unidos cuando convenga y sea pertinente, harán las grandes cosas necesarias en beneficio de toda la sociedad, no en beneficio de las élites.....
Sé que mis opiniones no son académicas, ni se basan en sesudos estudios sociológicos, ni están avaladas por un curriculum profesional o universitario abrumadores. Sencillamente son mis opiniones las cuales, a menudo, albergan errores más o menos grandes por los que anticipadamente pido disculpas. Pero todo lo que digo es lo que pienso y lo hago desde la mejor disposición y sinceridad que soy capaz de ofrecer..... Se que son más la expresión de mis deseos que no otra cosa, pero aunque no soy sobrehumano..... "He visto cosas que vosotros los humanos no os creeríais jamás".
Esperemos que el porvenir de la post corona-crisis permita que todos estos momentos no se pierdan como lágrimas en la lluvia. Es tiempo de vivir..... ¡Mucho mejor que hasta ahora!.
Como decía al principio, después de la corona-crisis nada volverá a ser igual. Las grandes potencias mundiales subirán, bajarán o desaparecerán del ranking de hegemonía global. Los estados menos potentes e irrelevantes deberán adaptarse para subsistir o desaparecer. Los pequeños estados, siempre más ágiles y a la vez dúctiles, no hay ninguna duda que resistirán y se adaptarán con rapidez a la nueva situación creada a causa de la pandemia. Pero, ¿y la gente?.
¿Qué pasará con los ciudadanos?. ¿Qué incidencia tendrá en la vida cotidiana de las personas el cataclismo causado por coronavirus ?.
La Unión Europea ha vuelto a fallar. Los altos funcionarios que la gobiernan bajo el dictado de los jefes de estado y de gobierno de los diferentes socios que la integran, han vuelto a dejar pasar una oportunidad única -quizás la última- para hacer política social en mayúsculas en beneficio de los ciudadanos. En cambio, una vez más han preferido mostrarse solidarios y sanadores con empresas, banca y finanzas públicas. La solidaridad hacia las personas la han dejado en manos de cada estado y al arbitrio de las posibilidades sanitarias y financieras de cada uno. Y de solidaridad entre los estados fuertes y los más débiles, nada de nada. Así, tal vez conseguirán que el Covid-19 no dañe demasiado a poderosos y ricos, pero sin duda esto será a cuenta de la vida de miles de ciudadanos enfermos por la infección, por el paro y pobreza consecuencia de la recesión agravada por la interrupción de la actividad económica y en definitiva debido a la falta de empatía hacia los ciudadanos europeos y de la miseria política y moral de los gobernantes de cada estado.
En cuanto a los Estados Unidos la cosa no pinta mucho mejor. Cabe decir, sin embargo, que los americanos podrán cargar toda la culpa a un solo hombre: Donald Trump y el equipo de arribistas que le rodean. Se ha evidenciado el carácter de este hombre, el cual si fuera dirigente de otro país recibiría el merecido calificativo de sátrapa. Un presidente que está escorando a sus compatriotas hacia posiciones ultraderechistas llenas de intolerancia, egoísmo, de odio y cargadas de violencia implícita y arrogancia explícita, mientras hunde el prestigio de Estados Unidos de la misma manera que el replicante Roy Batty desaparece de la vida bajo la lluvia, en la película Blande Runner: "He visto cosas que vosotros los humanos no os creeríais jamás..... He visto como atacaban naves incendiadas más allá de Orión.... . He visto rayos C que brillan en la oscuridad de la Puerta de Tannhäuser..... Todos estos... momentos seguro que se perderán... en el tiempo... como lágrimas... en la lluvia..... Es hora..... de morir."
Así es como el mayor imperio que nunca ha existido hasta ahora en la historia de la humanidad desaparecerá, quedándonos en la memoria sólo un triste y agridulce recuerdo de lo mucho que hizo bien o mal y de lo mucho que dejó de hacer gracias a la estupidez e incapacidad de un presidente altivo y nefasto.
De las cenizas del imperio Americano se alzará el ave Fénix en forma de renacido imperio, levantando el vuelo la República Popular de China. Como las cenizas imperiales son las mismas de antes el resultado también lo será, aunque de corto vuelo. Será mucho más breve. China está siguiendo punto por punto los pasos estadounidenses. Está adquiriendo los mismos tics, el mismo talante e incluso los mismos objetivos. Está cometiendo los mismos errores porque son inherentes a todo imperio y por tanto también son inevitables. Es el precio que se paga por ser el estado hegemónico mundial en todos los ámbitos. Es el coste que tiene ser el más grande, el más poderoso, el más fuerte y el más rico. Pero en este caso, con los pies de barro. Mantener mil trescientos millones de habitantes privados de libertades, de derechos y de democracia te hace débil aunque te sientas fuerte e invencible. Y si a esto le sumamos que la oligarquía capitalista china acabará condicionando y dictando la política estatal -¡ya lo está haciendo ahora!-, el derrumbe será más pronto que tarde. Y más estrepitoso.....
La historia continuará pero nada será lo mismo. La corona-crisis cambiará las relaciones internacionales pero sobre todo cambiará a la gente, la sociedad. Tomaremos conciencia de que los estados grandes y pesados no nos sirven y por lo tanto tendremos que constituir estados más pequeños y ágiles, más a escala humana. Cuando la humanidad salió de las cavernas se constituyó en tribus reducidas de base familiar y poco a poco fueron agrandando el círculo hasta que se hizo necesario pasar del cabeza de familia al líder, al jefe de tribu, después al rey, al emperador, al dictador, al primer ministro, al presidente.... Todo se fue complicando porque sobrevivir no es fácil. Y cuando el jefe de la tribu necesita ayuda para mandar e imponerse surgen los listillos que se aprovechan. Son los que recogen las migajas de los que mandan, mientras que la gente normal empieza a sufrir el peso del poder y de la ambición de los mandones. Y es cuando estallan las revoluciones.
La revolución que se avecina no será necesariamente violenta o sangrienta pero sí será implacable. Quizás no será rápida o súbita pero si será inexorablemente pausada. También será demoledora. Los grandes estados desaparecerán porque son demasiado pesados y por tanto incapaces de cobijar a todos. Serán sustituidos por entidades de tamaño humano, por estados más pequeños y eficientes. La democracia directa permitirá adoptar las decisiones que afecten a la colectividad según el mandato popular. Todos los gobernantes serán elegidos por votación universal y sometidos a escrutinio casi diario. Cuando se equivoquen o se muestren incapaces deberán marchar voluntariamente ipso facto o serán dimitidos sin contemplaciones. Las grandes corporaciones y los especuladores se desintegrarán porque tienen las mismas deficiencias que los estados que los sustentan y su lugar será ocupado por profesionales libres y pequeños emprendedores los cuales, unidos cuando convenga y sea pertinente, harán las grandes cosas necesarias en beneficio de toda la sociedad, no en beneficio de las élites.....
Sé que mis opiniones no son académicas, ni se basan en sesudos estudios sociológicos, ni están avaladas por un curriculum profesional o universitario abrumadores. Sencillamente son mis opiniones las cuales, a menudo, albergan errores más o menos grandes por los que anticipadamente pido disculpas. Pero todo lo que digo es lo que pienso y lo hago desde la mejor disposición y sinceridad que soy capaz de ofrecer..... Se que son más la expresión de mis deseos que no otra cosa, pero aunque no soy sobrehumano..... "He visto cosas que vosotros los humanos no os creeríais jamás".
Esperemos que el porvenir de la post corona-crisis permita que todos estos momentos no se pierdan como lágrimas en la lluvia. Es tiempo de vivir..... ¡Mucho mejor que hasta ahora!.
Este articulo es muy interesante, no sabemos como sera el nuevo mundo que ha de venir, si sabemos que las relaciones humanas, van a ser diferentes, pero por pura necesidad, este virus lo ha cambiado todo, sería bueno y conveniente que la salida a esta fuera en la dirección de hacer mundo más social, más justo y libre, una Nueva Sociedad donde el sentido de la ética sea el valor, que este por encima de otros valores, por ese camino nos espera una Sociedad Socialista, que respete la diferencia, al diferente, a ese ser nuevo, ojalá ese sea el futuro.
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