La independencia de Catalunya ha recibido un nuevo impulso surgido del pacto subscrito entre Mas, Junqueras y las entidades soberanistas -AMI, ANC, ÒMNIUM y SÚMATE-, que nos debe transportar hasta el último hito que queda por conquistar el próximo 27 de septiembre del presente año. Un pacto transversal, de amplio espectro y respetuoso con las diferentes sensibilidades políticas que se han aliado voluntariamente para poder hacer realidad el esperanzador futuro de libertad y plena soberanía para nuestra nación. La CUP, la cual aparentemente ha quedado al margen del acuerdo pero que apoya inequívocamente la independencia, presentará su propia lista electoral para confrontarla directamente con PODEMOS, la coalición unionista de la izquierda alternativa surgida para detener el independentismo catalán con las consabidas pretensiones de seducir a la gente ofreciendo como nuevas, viejas promesas vacías de contenido, para reformar o cambiar la Constitución, ofreciendo federalismo -sui generis- a la española, y compromisos genéricos e inconcretos para poder decidir sobre todas las cosas que afectan a los ciudadanos catalanes, como pueden ser los modelos social, económico, educativo, sanitario, turístico o energético. ¡Decidir sobre todo sin poder cambiar nada!. ¡Los cambios dependen de Madrit....!. ¡Y aún menos ejercer el derecho de autodeterminación!.
El acierto del pacto viene dado por el desconcierto causado entre el unionismo españolista.... Una mezcla de ira, rabia, incredulidad y aturdimiento se ha evidenciado en Mariano Rajoy y su gobierno, los partidos políticos y los medios de comunicación españoles, también conocidos como caverna mediática. Resulta vergonzoso que algunos periódicos madrileños apenas han informado del acuerdo alcanzado entre las fuerzas políticas catalanas y de la trascendencia que ello representa, mientras que otros medios acaban publicando que no se ha alcanzado ningún tipo de acuerdo. ¡Desinformación pura y dura!. Se puede afirmar, sin que ello resulte una exageración, que se hallan al borde de un ataque de nervios. ¡Tanto el Gobierno, los políticos como la prensa!. Imagino que José María Aznar, agorero mayor del Reino y patrón de la FAES, debe estar alucinado ante el acuerdo catalán, puesto que profetizó hace unos meses -entre grandes alharacas de gozo y jolgorio- que "antes se rompería Catalunya que España....". ¡Pués bien!. Esto no está pasando a pesar los continuos llamamientos y advertencias que hacen algunos con la esperanza de que acabe ocurriendo....Cuando llegue la independencia, la sorpresa, para ellos será mayúscula.... ¡Cuanto menos!.
La sociedad catalana ha mostrado, por enésima vez, su madurez política y fortaleza social. Todos aceptaremos el resultado que acabe por producirse el 27 de septiembre. Los catalanes unionistas aceptarán el apoyo mayoritario a la independencia, si esta acaba consumándose. Por supuesto, también los independentistas. Hasta hace poco, siendo minoritarios, hemos asumido la dependencia de España con resignación y naturalidad, pero también con inagotable esperanza de poder llegar a ser mayoritarios. Para nosotros es más importante asumir los principios democráticos internacionalmente aceptados antes que obedecer unas leyes -¡castellanas!-, que a menudo parecen hechas para aniquilarnos como pueblo. Ahora todo nos lleva a concluir que ya hemos llegado a ser mayoría. Como España continua imponiendo sus leyes contraponiéndolas a la democracia, resulta evidente que tarde o temprano tendremos que desobedecer el ordenamiento jurídico-policial-político castellano. Precisamente, esto es lo que se ha pactado para después de las elecciones..... ¡La desconexión entre Catalunya y España!.
El acuerdo al que se ha llegado es claro, minucioso, realista e inequívoco, y culminará con la proclamación de la República de Catalunya hacia finales del próximo año 2016 o principios de 2017, como muy tarde. El reloj marcará entonces la hora 25 para Catalunya.... ¡Con o sin acuerdo con España!.
De nada les servirá insultar o ridiculizar los candidatos que encabezan la lista soberanista, ni amenazar con renovadas acciones judiciales contra Artur Mas, la Generalitat o contra otros políticos relevantes catalanes. Ni el mantenimiento de la política popular de asfixia financiera o de falta de inversiones públicas en Catalunya conseguirán nada. Tampoco la negación del carácter plebiscitario de las elecciones sacará una brizna de legitimidad al proceso. Todo esto lo tenemos asumido y debidamente procesado.... Les ofrezco una idea: lo único que no esperamos que hagan es que reconozcan la legitimidad del proceso emprendido por la sociedad catalana y que nos llevará hasta la independencia. ¡Esto si que nos descolocaría!. Empero esto es lo único que podría paliar el descalabro que para España puede significar que Catalunya proclame una DUI. Porqué si así lo acabamos haciendo, Catalunya perderá impulso económico transitoriamente durante un año o dos, pero con cierta facilidad lo acabaremos de recuperar y superar. España sufrirá mucho más.... De pronto perdería el 25% del PIB, el 30% de las exportaciones, de la recaudación fiscal y de la seguridad social. Lo peor sería, pero, la asunción de la totalidad de la deuda pública acumulada -¡más de un billón de euros!- ya que sin acuerdo, Catalunya no tendría que hacerse cargo ni de un solo euro puesto que está subscrito a nombre del Reino de España....
¡Sorprendamos, señor Rajoy!. ¡Reconozca la condición de nación para Catalunya como sujeto político y jurídico!. ¡Siéntese a negociar y pactar sin restricciones ni condiciones previas!. ¡Acepten que nos hallamos en un asunto puramente político y no policial o judicial!. Y abrace y confíe en los principios democráticos con el mismo entusiasmo como hacemos los catalanes. Haciéndolo no evitará la independencia de Catalunya pero tal vez si evitaría la catástrofe para España. Al fin y al cabo, Catalunya no desea ningún mal para España, solo el bien para Catalunya. Pero, ¿y España?. También quiere lo mejor para ella misma....?.
El acierto del pacto viene dado por el desconcierto causado entre el unionismo españolista.... Una mezcla de ira, rabia, incredulidad y aturdimiento se ha evidenciado en Mariano Rajoy y su gobierno, los partidos políticos y los medios de comunicación españoles, también conocidos como caverna mediática. Resulta vergonzoso que algunos periódicos madrileños apenas han informado del acuerdo alcanzado entre las fuerzas políticas catalanas y de la trascendencia que ello representa, mientras que otros medios acaban publicando que no se ha alcanzado ningún tipo de acuerdo. ¡Desinformación pura y dura!. Se puede afirmar, sin que ello resulte una exageración, que se hallan al borde de un ataque de nervios. ¡Tanto el Gobierno, los políticos como la prensa!. Imagino que José María Aznar, agorero mayor del Reino y patrón de la FAES, debe estar alucinado ante el acuerdo catalán, puesto que profetizó hace unos meses -entre grandes alharacas de gozo y jolgorio- que "antes se rompería Catalunya que España....". ¡Pués bien!. Esto no está pasando a pesar los continuos llamamientos y advertencias que hacen algunos con la esperanza de que acabe ocurriendo....Cuando llegue la independencia, la sorpresa, para ellos será mayúscula.... ¡Cuanto menos!.
La sociedad catalana ha mostrado, por enésima vez, su madurez política y fortaleza social. Todos aceptaremos el resultado que acabe por producirse el 27 de septiembre. Los catalanes unionistas aceptarán el apoyo mayoritario a la independencia, si esta acaba consumándose. Por supuesto, también los independentistas. Hasta hace poco, siendo minoritarios, hemos asumido la dependencia de España con resignación y naturalidad, pero también con inagotable esperanza de poder llegar a ser mayoritarios. Para nosotros es más importante asumir los principios democráticos internacionalmente aceptados antes que obedecer unas leyes -¡castellanas!-, que a menudo parecen hechas para aniquilarnos como pueblo. Ahora todo nos lleva a concluir que ya hemos llegado a ser mayoría. Como España continua imponiendo sus leyes contraponiéndolas a la democracia, resulta evidente que tarde o temprano tendremos que desobedecer el ordenamiento jurídico-policial-político castellano. Precisamente, esto es lo que se ha pactado para después de las elecciones..... ¡La desconexión entre Catalunya y España!.
El acuerdo al que se ha llegado es claro, minucioso, realista e inequívoco, y culminará con la proclamación de la República de Catalunya hacia finales del próximo año 2016 o principios de 2017, como muy tarde. El reloj marcará entonces la hora 25 para Catalunya.... ¡Con o sin acuerdo con España!.
De nada les servirá insultar o ridiculizar los candidatos que encabezan la lista soberanista, ni amenazar con renovadas acciones judiciales contra Artur Mas, la Generalitat o contra otros políticos relevantes catalanes. Ni el mantenimiento de la política popular de asfixia financiera o de falta de inversiones públicas en Catalunya conseguirán nada. Tampoco la negación del carácter plebiscitario de las elecciones sacará una brizna de legitimidad al proceso. Todo esto lo tenemos asumido y debidamente procesado.... Les ofrezco una idea: lo único que no esperamos que hagan es que reconozcan la legitimidad del proceso emprendido por la sociedad catalana y que nos llevará hasta la independencia. ¡Esto si que nos descolocaría!. Empero esto es lo único que podría paliar el descalabro que para España puede significar que Catalunya proclame una DUI. Porqué si así lo acabamos haciendo, Catalunya perderá impulso económico transitoriamente durante un año o dos, pero con cierta facilidad lo acabaremos de recuperar y superar. España sufrirá mucho más.... De pronto perdería el 25% del PIB, el 30% de las exportaciones, de la recaudación fiscal y de la seguridad social. Lo peor sería, pero, la asunción de la totalidad de la deuda pública acumulada -¡más de un billón de euros!- ya que sin acuerdo, Catalunya no tendría que hacerse cargo ni de un solo euro puesto que está subscrito a nombre del Reino de España....
¡Sorprendamos, señor Rajoy!. ¡Reconozca la condición de nación para Catalunya como sujeto político y jurídico!. ¡Siéntese a negociar y pactar sin restricciones ni condiciones previas!. ¡Acepten que nos hallamos en un asunto puramente político y no policial o judicial!. Y abrace y confíe en los principios democráticos con el mismo entusiasmo como hacemos los catalanes. Haciéndolo no evitará la independencia de Catalunya pero tal vez si evitaría la catástrofe para España. Al fin y al cabo, Catalunya no desea ningún mal para España, solo el bien para Catalunya. Pero, ¿y España?. También quiere lo mejor para ella misma....?.
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