DUI: Declaración Unilateral de Independencia.
Parece ser que la confusión, el desconcierto y el miedo hacia lo desconocido impera entre los españoles que no pueden esconder su nacionalismo. Es decir, entre aquellos españolistas representados por conservadores y obreristas, hasta ahora hegemónicos en la vida política y social de España. Y también aquellos que pisan sus talones, como son C's, UPyD, Podemos, Queremos, Ganemos y mil formaciones más, todas ellas condicionadas por su patrioterismo de identidad nítidamente castellana que disimulan y esconden tras un falaz europeismo, el cual, para desgracia de todos, va de capa caída dentro de la propia Unión Europea. Son nacionalistas apasionados, pero no se reconocen como tales. Al fin y al cabo, se avergüenzan de esta condición, vista la historia que arrastra y la represión que representa, así como la torpe utilización hecha por los filo-franquistas tan presentes en la realidad política y administrativa cotidiana de todo el Estado. Pués bién, a la confusión, al desconcierto y al miedo ha de añadirse la ignorancia. Lo más grave de todo es que se trata de una ignorancia voluntaria. El gobierno español y el partido alfa que le dá soporte prefieren cerrar los ojos ante la realidad y no quieren escuchar los gritos de la gente, ni atender las exigencias de la sociedad, cansada de esperar que se cumplan los compromisos adquiridos por los gobernantes y que se atiendan sus necesidades, especialmente de los sectores más vulnerables, dada la profunda crisis integral que nos afecta hasta ahora a todos.
La sociedad catalana hace cuatro años que dijo basta. El año 2010 centenares de miles de ciudadanos nos manifestamos contra el ignominioso proceder de las más altas instituciones del Estado español respecto los catalanes. Es bueno recordarlo: Nuestros representantes habían ofrecido a España una solución al conflicto político que ya entonces comenzaba a evidenciarse ante el comportamiento que había tenido el gobierno de Aznar hacia la Generalitat. La autonomía catalana comenzó a ser menospreciada y desactivada -en realidad, aniquilada- a causa de la prepotencia, la imposición, la soberbia y el quijotismo del Gobierno de España; a cambio desde Catalunya se ofreció un nuevo Estatuto como solución al desencuentro surgido -lo que el señor Montilla definió como desafección-. Creímos el compromiso público adquirido por el señor Rodriguez Zapatero: "apoyaré el estatuto que apruebe el Parlamento de Catalunya"-; negociamos y acordamos un texto en el Parlament que posteriormente fué modificado en las Cortes Españolas y por último, lo votamos y aprobamos en referéndum -¡solo los catalanes, no todos los españoles!-. ¡Esta era la tercera vía, tan deseada como panacea por los unionistas de ahora!. La cual, por cierto, fué dilapidada miserablemente por un Tribunal Constitucional absolutamente deslegitimado por las presiones, intromisiones y manipulaciones sufridas a manos de populares, socialistas y la caverna mediática madrileña, así como por la vergüenza ajena que sentimos la mayoría de catalanes por este vergonzoso e ilegitimo proceder inequívocamente español.
Recordar es necesario: Desde entonces, visto el fracaso obtenido por los defensores de un posible encaje Catalunya-España y la humillación que representaba aquella sentencia, los ciudadanos dijimos.... ¡BASTA!. ¡Hasta aquí podíamos llegar!. Nos manifestamos multitudinariamente rechazando la ofensiva y antidemocrática sentencia contra el Estatuto -¡la tercera vía había sido rechazada por España!- que los magistrados del Tribunal Constitucional tuvieron la desfachatez de dictaminar, después de haber sido aprobada en referéndum por la mayoría de ciudadanos catalanes. No es necesario mencionar el anticatalanismo blandido por el PP, a base de recoger firmas contra Catalunya e interposición de recursos contra un estatuto que había sido modelo a copiar por otros gobiernos y parlamentos autonómicos socialistas y populares, que nunca fueron recurridos. Ni como se ha dicho antes, de la vergonzosa manipulación del alto tribunal.... de la mano, fundamentalmente, de los populares. Tampoco merece la pena mencionar la complicidad de los socialistas en esta tomadura de pelo típicamente hispana, los cuales se habían encargado de cepillar -Alfonso Guerra dixit- el texto consensuado por las fuerzas políticas catalanas. Después de todo esto, el presidente de la Generalitat demandó personalmente ante el señor Rajoy el llamado pacto fiscal -el último recurso-, volviendo a cosechar un ensordecedor y rotundo NO del gobierno popular. En consecuencia, se avanzaron las elecciones con el resultado de una rotunda victoria de las formaciones soberanistas, que se habían comprometido en sus respectivos programas electorales convocar una consulta para ejercer el derecho a decidir el cual, por si no se sabe, es un eufemismo del derecho de autodeterminación.
Recordar nos llena de ilusión y renueva nuestras esperanzas: Millones de personas de toda edad y condición, ya sea reunidos con determinación y alegría en las calles de las ciudades, o cogidos de las manos conformando una cadena humana desde Francia hasta el País Valenciano, o dibujando la senyera con nuestros cuerpos vestidos de amarillo o rojo, sobre once kilómetros de avenidas barcelonesas, exigiendo la libertad de Catalunya. Niños, jóvenes, padres y madres, abuelos, tíos, grupos de amigos, empleados y parados, solteros y casados.... Una riada de gente nos estamos manifestando reiterada e incansablemente los últimos tres años a favor del derecho a decidir, y la mayoría también lo hacemos para reclamar la independencia de nuestra Nación. ¿Que se podría esperar después de la actuación del Estado contra Catalunya....?. Estamos agotados por las negativas inamovibles de España a todo aquello que es bueno para Catalunya y los catalanes, porqué es malo para España. ¡Falso!. ¡No es cierto!. No es malo para España. Es malo para los populares y para los socialistas, para los poderosos de Madrit, para sus socios de la Santa Alianza y del Puente Aéreo, pocos pero ricos; y para los altos y medios funcionarios del Estado, acostumbrados todos ellos a mandar, a gozar sin restricciones de poder, prebendas y privilegios seculares, y también a exprimir, entre otros muchos pero con mayor ensañamiento si cabe, a los catalanes.
¡Ya basta!. Queremos votar y decidir el futuro de Catalunya. Las continuas negativas a la democracia y a la justicia de exhibe la España de Rajoy y sus muchachos nos provocan náuseas.... Y unas ansias irreprimibles de marchar por piernas, lejos de esta gente que por estar confusa y desconcertada, atenazada por el miedo y disfrutando un tan alto grado de ignorancia querida y buscada, han decidido que no se puede votar porqué es ilegal. ¡Amos anda!. ¿Tal vez prefieren la DUI?.
Parece ser que la confusión, el desconcierto y el miedo hacia lo desconocido impera entre los españoles que no pueden esconder su nacionalismo. Es decir, entre aquellos españolistas representados por conservadores y obreristas, hasta ahora hegemónicos en la vida política y social de España. Y también aquellos que pisan sus talones, como son C's, UPyD, Podemos, Queremos, Ganemos y mil formaciones más, todas ellas condicionadas por su patrioterismo de identidad nítidamente castellana que disimulan y esconden tras un falaz europeismo, el cual, para desgracia de todos, va de capa caída dentro de la propia Unión Europea. Son nacionalistas apasionados, pero no se reconocen como tales. Al fin y al cabo, se avergüenzan de esta condición, vista la historia que arrastra y la represión que representa, así como la torpe utilización hecha por los filo-franquistas tan presentes en la realidad política y administrativa cotidiana de todo el Estado. Pués bién, a la confusión, al desconcierto y al miedo ha de añadirse la ignorancia. Lo más grave de todo es que se trata de una ignorancia voluntaria. El gobierno español y el partido alfa que le dá soporte prefieren cerrar los ojos ante la realidad y no quieren escuchar los gritos de la gente, ni atender las exigencias de la sociedad, cansada de esperar que se cumplan los compromisos adquiridos por los gobernantes y que se atiendan sus necesidades, especialmente de los sectores más vulnerables, dada la profunda crisis integral que nos afecta hasta ahora a todos.
La sociedad catalana hace cuatro años que dijo basta. El año 2010 centenares de miles de ciudadanos nos manifestamos contra el ignominioso proceder de las más altas instituciones del Estado español respecto los catalanes. Es bueno recordarlo: Nuestros representantes habían ofrecido a España una solución al conflicto político que ya entonces comenzaba a evidenciarse ante el comportamiento que había tenido el gobierno de Aznar hacia la Generalitat. La autonomía catalana comenzó a ser menospreciada y desactivada -en realidad, aniquilada- a causa de la prepotencia, la imposición, la soberbia y el quijotismo del Gobierno de España; a cambio desde Catalunya se ofreció un nuevo Estatuto como solución al desencuentro surgido -lo que el señor Montilla definió como desafección-. Creímos el compromiso público adquirido por el señor Rodriguez Zapatero: "apoyaré el estatuto que apruebe el Parlamento de Catalunya"-; negociamos y acordamos un texto en el Parlament que posteriormente fué modificado en las Cortes Españolas y por último, lo votamos y aprobamos en referéndum -¡solo los catalanes, no todos los españoles!-. ¡Esta era la tercera vía, tan deseada como panacea por los unionistas de ahora!. La cual, por cierto, fué dilapidada miserablemente por un Tribunal Constitucional absolutamente deslegitimado por las presiones, intromisiones y manipulaciones sufridas a manos de populares, socialistas y la caverna mediática madrileña, así como por la vergüenza ajena que sentimos la mayoría de catalanes por este vergonzoso e ilegitimo proceder inequívocamente español.
Recordar es necesario: Desde entonces, visto el fracaso obtenido por los defensores de un posible encaje Catalunya-España y la humillación que representaba aquella sentencia, los ciudadanos dijimos.... ¡BASTA!. ¡Hasta aquí podíamos llegar!. Nos manifestamos multitudinariamente rechazando la ofensiva y antidemocrática sentencia contra el Estatuto -¡la tercera vía había sido rechazada por España!- que los magistrados del Tribunal Constitucional tuvieron la desfachatez de dictaminar, después de haber sido aprobada en referéndum por la mayoría de ciudadanos catalanes. No es necesario mencionar el anticatalanismo blandido por el PP, a base de recoger firmas contra Catalunya e interposición de recursos contra un estatuto que había sido modelo a copiar por otros gobiernos y parlamentos autonómicos socialistas y populares, que nunca fueron recurridos. Ni como se ha dicho antes, de la vergonzosa manipulación del alto tribunal.... de la mano, fundamentalmente, de los populares. Tampoco merece la pena mencionar la complicidad de los socialistas en esta tomadura de pelo típicamente hispana, los cuales se habían encargado de cepillar -Alfonso Guerra dixit- el texto consensuado por las fuerzas políticas catalanas. Después de todo esto, el presidente de la Generalitat demandó personalmente ante el señor Rajoy el llamado pacto fiscal -el último recurso-, volviendo a cosechar un ensordecedor y rotundo NO del gobierno popular. En consecuencia, se avanzaron las elecciones con el resultado de una rotunda victoria de las formaciones soberanistas, que se habían comprometido en sus respectivos programas electorales convocar una consulta para ejercer el derecho a decidir el cual, por si no se sabe, es un eufemismo del derecho de autodeterminación.
Recordar nos llena de ilusión y renueva nuestras esperanzas: Millones de personas de toda edad y condición, ya sea reunidos con determinación y alegría en las calles de las ciudades, o cogidos de las manos conformando una cadena humana desde Francia hasta el País Valenciano, o dibujando la senyera con nuestros cuerpos vestidos de amarillo o rojo, sobre once kilómetros de avenidas barcelonesas, exigiendo la libertad de Catalunya. Niños, jóvenes, padres y madres, abuelos, tíos, grupos de amigos, empleados y parados, solteros y casados.... Una riada de gente nos estamos manifestando reiterada e incansablemente los últimos tres años a favor del derecho a decidir, y la mayoría también lo hacemos para reclamar la independencia de nuestra Nación. ¿Que se podría esperar después de la actuación del Estado contra Catalunya....?. Estamos agotados por las negativas inamovibles de España a todo aquello que es bueno para Catalunya y los catalanes, porqué es malo para España. ¡Falso!. ¡No es cierto!. No es malo para España. Es malo para los populares y para los socialistas, para los poderosos de Madrit, para sus socios de la Santa Alianza y del Puente Aéreo, pocos pero ricos; y para los altos y medios funcionarios del Estado, acostumbrados todos ellos a mandar, a gozar sin restricciones de poder, prebendas y privilegios seculares, y también a exprimir, entre otros muchos pero con mayor ensañamiento si cabe, a los catalanes.
¡Ya basta!. Queremos votar y decidir el futuro de Catalunya. Las continuas negativas a la democracia y a la justicia de exhibe la España de Rajoy y sus muchachos nos provocan náuseas.... Y unas ansias irreprimibles de marchar por piernas, lejos de esta gente que por estar confusa y desconcertada, atenazada por el miedo y disfrutando un tan alto grado de ignorancia querida y buscada, han decidido que no se puede votar porqué es ilegal. ¡Amos anda!. ¿Tal vez prefieren la DUI?.
Gran artículo, Joan. Elecciones y DUI. Y aquí, tal y como está el panorama político actual, somos imparables. Lo más gracioso del caso es que el gobierno de Rajoy, si hubiese facilitado un referendum tal cual el de Escocia, muy seguramente hubiera ganado el no. En fin, son torpes hasta decir basta. Pero el escorpión es el escorpión.
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