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dimecres, 10 de setembre del 2014

¡A PESAR DE TODAS LAS BARBARIDADES, LA INDEPENDENCIA!

El gobierno británico, ante la encuesta que pronostica un resultado favorable a la independencia de Escocia -hasta dos puntos por encima del no-, ha decidido ofrecer un mayor grado de autonomía para el parlamento escocés, a cambio que los ciudadanos voten el próximo 18 de septiembre contra la separación. El gobierno español, ante el previsible éxito de la masiva manifestación que se producirá el once de septiembre y la proximidad del nueve de noviembre que anuncia la clara victoria del si-si, ha decidido incrementar la presión policial, judicial y mediática contra Artur Mas, acusándole de controlar en persona las comisiones ilegales por obra pública licitadas por la Generalitat; y también contra la ANC, acusándola de opacidad y de irregularidades contables. Todo ello, filtrado a la prensa cavernaria madrileña, e incluso a la seria, supuestos informes de la inteligencia española sobre la presunta corrupción desatada en Catalunya.

Vaya por delante que la corrupción catalana es el doloroso peaje que tenemos que pagar por el hecho de haber estado sometidos a España estos últimos tres siglos. Efectivamente: son corruptores y corruptos tan españoles como el que más, los que actúan en Catalunya. Una corrupción inspirada y tutelada por políticos e instituciones netamente españoles; está regulada por la ley española y combatida por sus jueces y fiscales; los corruptos son denunciados y condenados -por cierto, antes de ser juzgados- por la prensa de Madrit; los resultados de las supuestas investigaciones son debidamente cacareados -previa filtración- por la policía, la guardia civil y los servicios de información españoles, a la caverna y otros pretenciosos periodistas faltos de ética y escrúpulos. En definitiva, corruptos y corrupción de alcance estatal y raíces netamente hispanas. Estos son los hechos. Este es el caso.

Sin embargo, siendo todo ello muy grave, no es lo peor que está pasando en el Estado español. Ciertamente, la corrupción es una lacra. Se trata de algo vergonzoso e indignante. Está extendida por todo el Estado y afecta a mucha gente e instituciones. Pero lo más grave es acusar de corrupción a alguien en base a meras suposiciones y sospechas poco fiables o poco creíbles, que no la propia corrupción imputada por intereses puramente políticos. Es lo que está ocurriendo con determinados personajes e instituciones ligados de cerca o de lejos con el proceso soberanista catalán. Por ejemplo, al señor Jordi Pujol i Soley le atribuyen acumulaciones de miles de millones de euros, que son absolutamente falsas. Pero a España le interesa mezclar peras y manzanas y churras con merinas para detener y denigrar el independentismo. Por otro lado, a la Asamblea Nacional Catalana la acusan no solo de recibir unas subvenciones públicas que en realidad nunca ha recibido, sino que además la denuncian por manipulación contable y malversación de fondos, pese a tener sus cuentas debidamente auditadas y de haber publicado todas las actas de gobierno en la red. Pués bién, ahora le ha tocado a Artur Mas. Según El Confidencial, un informe del CNI le acusa de supervisar directamente el cobro de comisiones -entre el 4 y el 6 por ciento- y del control de estos ingresos sucios generados, en beneficio propio y del partido. Se supone que el señor Mas hace lo mismo que ha hecho Mariano Rajoy con el dinero negro recolectado entre algunos -¡muchos!- generosos empresarios benefactores del Partido Popular: ponerlos dentro de sobres y distribuirlos entre amigos y fieles. Las malas lenguas dicen que lo que sobraba lo escondían en Suiza. La diferencia es que mientras los populares han sido pillados con las manos en la masa, totalmente embadurnadas de dinero mugriento, a Artur Mas se le supone, le atribuyen, dicen, se sospecha, se teme, se habla.... Tanto dá que no sea cierto. La cuestión es ensuciar, denigrar, difamar y enmerdar la persona a la cual se le supone el liderazgo -es considerado el principal impulsor- del proceso independentista emprendido en Catalunya y culpable de la ofensa infringida a España por tan alta traición. Lo importante para los populares es impedir la celebración de la consulta; y la única manera que tienen para conseguirlo es, precisamente, meter miedo, hacer chantaje -¡político y financiero!- y utilizar el espantajo del enfrentamiento social, la división y la corrupción, exagerándolos desmesuradamente hasta el punto de hacerlos increíbles. Y esperar que este proceder tan chapucero del Gobierno de España obtenga su premio de consolación....  ¡Esta és la auténtica corrupción que se asola España!. ¡Falta de tradición democrática y clara impronta de autoritarismo, siempre vivo!. ¡Típicamente popular, gubernamental y estatal!.

La proximidad de la Diada y de la consulta está enconando -endureciendo- los mensajes y los actos provinientes del Gobierno de España y del Partido Popular. Los catalanes no renunciamos ni mucho menos a lograr la plena soberanía. Por tanto, ya no sirve de nada poner el miedo en el cuerpo de jubilados y parados, o estrangular sin piedad las finanzas de la Generalitat, o atemorizar a los empresarios, o españolizar a los escolares catalanes. Nada de ello sirve para alcanzar sus fines inconfesables. Ahora prefieren amenazarnos directamente con aguerridas insinuaciones cargadas de marcialidad, con juegos de guerra -calificados como maniobras- y ostentosa exhibición de material militar y policial por todo el Principado; o con censurar la cultura catalana y aniquilarnos política y diplomáticamente en el exterior, además de acusar a las personalidades e instituciones catalanas más significativas de corrupción, de robar, de malversar, etc.... Utilizan para ello desacomplejadamente las cloacas del Estado y los servicios de inteligencia -el CNI- para inventar una realidad ficticia que por exagerada e inexacta solo se la creen ellos, y los intolerantes. La mala leche, las mentiras, las insinuaciones y las desinformaciones que filtran a la prensa escrita y en las tertulias de radio y televisión, día tras día, buscan seducirnos para que renunciemos a nuestros anhelos y esperanzas de libertad e independencia. Y si no nos plegamos a sus deseos, los aparatos de la judicatura, fiscalía, policía nacional, la abogacía del Estado y los constitucionalistas de guardia siempre fieles a la causa, todos ellos se muestran predispuestos para descabezar a los jefes del proceso soberanista y dejar huérfanos a millones de ciudadanos que, como borregos, les seguimos a ojos cerrados. Así parecen creerlo, los benditos.

¡Cuanta envidia nos dan los escoceses!. Y es de suponer que muchos españoles querrían que sus representantes se comportaran como los ingleses. ¡Que ganas tenemos de debatir libremente con aquellos que se oponen a la independencia!. Queremos contrastar nuestros argumentos a favor con los contrarios. Pero con este gobierno y partidos españoles resulta inverosímil. Con los argumentos del miedo, las amenazas y las mentiras es imposible. Y con la bilis que destilan muchos políticos e instituciones españoles solo conseguirán destruir a la familia Pujol, a Mas y otros políticos catalanes que solo intentan satisfacer y cumplir los compromisos adquiridos ante la sociedad catalana. Pero los ciudadanos catalanes continuaremos imperturbables hacia la independencia. Por mucho que les cueste creer, el proceso soberanista es propiedad de los ciudadanos y proseguirá. Es imparable. Tarde o temprano votaremos. Y decidiremos a favor de la independencia de Catalunya.... A pesar de todas las barbaridades que nos lleguen desde la España más nacional-católica que los tiempos post-franquistas hayan conocido.




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