Esconderse detrás de la Constitución como hace Mariano Rajoy para negar un derecho inequívocamente democrático -como sería pactar la celebración de un referéndum de autodeterminación en Catalunya-, causa a la buena gente de este país auténtico asco y verdaderas nauseas, previos al incontenible vómito que sigue a esta injustificada y persistente negativa. Las constantes apelaciones a una inamovible y despiadada legalidad constitucional española que hace el unionismo para combatir las legítimas aspiraciones catalanas -legalidad que por cierto se utiliza más como trituradora de la libertad que no como cualidad de aquello que es legitimo-, resulta el ejemplo más claro de la escasez e inconsistencia de principios democráticos que padece el Estado español, hoy en manos de gobernantes notoriamente incapaces y políticamente insolventes. Y absolutamente superados por los acontecimientos.
Ante este triste panorama no resulta raro que las últimas elecciones al Parlamento Europeo hayan tenido un desenlace, especialmente en España, tan previsible como preocupante. De entrada, tanto los populares como los socialistas han sufrido un descenso de votos que si bien resultaba previsible, a la vez augura un futuro político-partidista más incierto si cabe hacia la irrelevancia parlamentaria de ambas formaciones. Sus pérdidas conjuntas se elevan a 17 escaños. Los conservadores pierden 8 y los progresistas 9. De llegada, la Izquierda Plural -IU- aumenta 4 escaños -pasa de 2 a 6-, pero se queda corta y no alcanza las expectativas preconcebidas. Pero los que han provocado un auténtico terremoto son Ciudadanos, que de no tener representantes sacan 2; Unión Progreso y Democracia, que pasa de 1 a 4; y especialmente Podemos, que obtiene seis escaños en tan solo tres meses de existencia.
Este auténtico seísmo político provocado por estas tres formaciones es lo que resulta más preocupante, en opinión de cualquier ciudadano español acostumbrado a un bipartidismo imperfecto como el que se gozaba en España hasta hace poco. C's es una formación abiertamente nacionalista española -razón por la cual han perdido muchos votos en Catalunya y ganado en España-, marcadamente populista hasta el punto de ser vista como la reencarnación del lerrouxismo de los años 20 del siglo pasado, y además, cínicamente anticatalana. UPyD es un partido que en Catalunya prácticamente no cuenta, pero no por esta razón deja de ser tan o más populista, anticatalanista y nacionalista que C's, la otra cara de la misma moneda. En realidad, parecen más una moneda de dos caras y ninguna cruz. En definitiva, la representación del españolismo más inflamado se ha incrementado notablemente en todo el Estado y a duras penas se ve compensado por el nacimiento de una nueva formación como es Podemos, también populista y demagógica como las dos nacionalistas puras mencionadas antes pero más progresista, hasta el punto de ser catalogada por sus adversarios como chavistas o castristas radicales. Las tres formaciones incorporan como señas de identidad propias implacables ataques contra la casta política y la partitocracia que dominan España, como si ellas fueran ajenas a estas realidades sociales. También tienen en común el apoyo profuso e incondicional que han recibido de diversos medios de comunicación que podríamos encastrar dentro de la conocida como caverna mediática madrileña. Incluso no sería descabellado nombrarles como la nueva costra española antes que como la anticuada casta política.... ¡Madre mía!. ¿En manos de quien se han puesto los votantes españoles?. ¿Que futuro le espera a España?. Fin del bipartidismo, ascenso y consolidación del populismo y nacionalismo constitucionalista rampante. Estas son las consecuencias. Además, será un futuro sin el rey Juan Carlos I, el cual acaba de abdicar. Y sin Catalunya, cuyos ciudadanos queremos mayoritariamente la independencia y por tanto, irnos del Estado.
Ciertamente, el provenir español no resulta demasiado halagüeño. Lo más triste es que no se vislumbra en el horizonte ninguna oferta o propuesta que empuje y anime a los ciudadanos hacia un futuro ilusionante, que llene de esperanza y seguridad sus atribulados y dolidos espíritus.... ¡No son soluciones legales las que necesitan los súbditos españoles!. Se trata de hacer Política y no más leyes; se trata de impartir Justicia más que legalidad; de ejercer la Democracia real y aceptar los principios que la sostienen, sin ningún tipo de excusas ni restricciones. Tendrían que aprovechar la oportunidad que la historia les brinda para comenzar de nuevo. Y después, ¡buen viento y barca nueva!.
Es lo que estamos haciendo los catalanes. Después de fracasar en el intento de hacer un nuevo Estatuto de Autonomía para encajar definitivamente Catalunya con España, los catalanes no nos conformamos ni nos resignamos. Recibimos los escarnios y bofetones propinados por los populares en las plazas y pueblos de toda España estoicamente, con infinita paciencia y serenidad. Recordemos: "¿Donde tengo que firmar contra Catalunya?", decían con entusiasmo muchos españoles contestando a la llamada hecha por los conservadores contra el Estatuto catalán. Después, un Tribunal Constitucional absolutamente deslegitimado procedió a humillarnos con una sentencia inaceptable pero que tuvo la virtud de abrirnos ojos y mentes de forma ya irreversible. Y hemos soportado insultos, amenazas, chantajes y el talibanismo constitucionalista del PP y del PSOE. Es por todo ello que ya no confiamos en esta España ajada y maltrecha por la corrupción estructural y generalizada que sufre. En consecuencia, los catalanes nos pusimos en marcha decididamente hacia la libertad y así, recuperamos la esperanza, la ilusión y la confianza en nuestras propias fuerzas.
Ahora ya vislumbramos nuestra meta, que es nuestro premio. La soberanía plena se halla a nuestro alcance. Los cantos de sirena que entonan apagadas baladas federalistas, de regeneración del régimen, de nuevo rey, de cambios o nuevas constituciones, ya no nos seducen. Deseamos lo mejor para España, pero también y especialmente para Catalunya y los catalanes. Y lo mejor para nosotros es la independencia. Al fin y al cabo, me temo que en España la figura de El gatopardo continuará omnipresente por muchos años. El Príncipe de Salina proseguirá su reinado, impertérrito. "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie"...."¿Y ahora que pasará?.¡Bah!. Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual a pesar que todo habrá cambiado".
En manos de los españoles está cambiar todo para que nada continúe como está. Sin renunciar a nuestra próxima independencia, en todo aquello que podamos les ayudaremos. Si quieren matar el espíritu de Lampedusa, adelante. Pero no mataremos nuestras ansias de libertad e independencia para matar fantasmas emboscados. ¡Eso nunca....!. Porqué a menudo, además, resultan inmortales.
Ante este triste panorama no resulta raro que las últimas elecciones al Parlamento Europeo hayan tenido un desenlace, especialmente en España, tan previsible como preocupante. De entrada, tanto los populares como los socialistas han sufrido un descenso de votos que si bien resultaba previsible, a la vez augura un futuro político-partidista más incierto si cabe hacia la irrelevancia parlamentaria de ambas formaciones. Sus pérdidas conjuntas se elevan a 17 escaños. Los conservadores pierden 8 y los progresistas 9. De llegada, la Izquierda Plural -IU- aumenta 4 escaños -pasa de 2 a 6-, pero se queda corta y no alcanza las expectativas preconcebidas. Pero los que han provocado un auténtico terremoto son Ciudadanos, que de no tener representantes sacan 2; Unión Progreso y Democracia, que pasa de 1 a 4; y especialmente Podemos, que obtiene seis escaños en tan solo tres meses de existencia.
Este auténtico seísmo político provocado por estas tres formaciones es lo que resulta más preocupante, en opinión de cualquier ciudadano español acostumbrado a un bipartidismo imperfecto como el que se gozaba en España hasta hace poco. C's es una formación abiertamente nacionalista española -razón por la cual han perdido muchos votos en Catalunya y ganado en España-, marcadamente populista hasta el punto de ser vista como la reencarnación del lerrouxismo de los años 20 del siglo pasado, y además, cínicamente anticatalana. UPyD es un partido que en Catalunya prácticamente no cuenta, pero no por esta razón deja de ser tan o más populista, anticatalanista y nacionalista que C's, la otra cara de la misma moneda. En realidad, parecen más una moneda de dos caras y ninguna cruz. En definitiva, la representación del españolismo más inflamado se ha incrementado notablemente en todo el Estado y a duras penas se ve compensado por el nacimiento de una nueva formación como es Podemos, también populista y demagógica como las dos nacionalistas puras mencionadas antes pero más progresista, hasta el punto de ser catalogada por sus adversarios como chavistas o castristas radicales. Las tres formaciones incorporan como señas de identidad propias implacables ataques contra la casta política y la partitocracia que dominan España, como si ellas fueran ajenas a estas realidades sociales. También tienen en común el apoyo profuso e incondicional que han recibido de diversos medios de comunicación que podríamos encastrar dentro de la conocida como caverna mediática madrileña. Incluso no sería descabellado nombrarles como la nueva costra española antes que como la anticuada casta política.... ¡Madre mía!. ¿En manos de quien se han puesto los votantes españoles?. ¿Que futuro le espera a España?. Fin del bipartidismo, ascenso y consolidación del populismo y nacionalismo constitucionalista rampante. Estas son las consecuencias. Además, será un futuro sin el rey Juan Carlos I, el cual acaba de abdicar. Y sin Catalunya, cuyos ciudadanos queremos mayoritariamente la independencia y por tanto, irnos del Estado.
Ciertamente, el provenir español no resulta demasiado halagüeño. Lo más triste es que no se vislumbra en el horizonte ninguna oferta o propuesta que empuje y anime a los ciudadanos hacia un futuro ilusionante, que llene de esperanza y seguridad sus atribulados y dolidos espíritus.... ¡No son soluciones legales las que necesitan los súbditos españoles!. Se trata de hacer Política y no más leyes; se trata de impartir Justicia más que legalidad; de ejercer la Democracia real y aceptar los principios que la sostienen, sin ningún tipo de excusas ni restricciones. Tendrían que aprovechar la oportunidad que la historia les brinda para comenzar de nuevo. Y después, ¡buen viento y barca nueva!.
Es lo que estamos haciendo los catalanes. Después de fracasar en el intento de hacer un nuevo Estatuto de Autonomía para encajar definitivamente Catalunya con España, los catalanes no nos conformamos ni nos resignamos. Recibimos los escarnios y bofetones propinados por los populares en las plazas y pueblos de toda España estoicamente, con infinita paciencia y serenidad. Recordemos: "¿Donde tengo que firmar contra Catalunya?", decían con entusiasmo muchos españoles contestando a la llamada hecha por los conservadores contra el Estatuto catalán. Después, un Tribunal Constitucional absolutamente deslegitimado procedió a humillarnos con una sentencia inaceptable pero que tuvo la virtud de abrirnos ojos y mentes de forma ya irreversible. Y hemos soportado insultos, amenazas, chantajes y el talibanismo constitucionalista del PP y del PSOE. Es por todo ello que ya no confiamos en esta España ajada y maltrecha por la corrupción estructural y generalizada que sufre. En consecuencia, los catalanes nos pusimos en marcha decididamente hacia la libertad y así, recuperamos la esperanza, la ilusión y la confianza en nuestras propias fuerzas.
Ahora ya vislumbramos nuestra meta, que es nuestro premio. La soberanía plena se halla a nuestro alcance. Los cantos de sirena que entonan apagadas baladas federalistas, de regeneración del régimen, de nuevo rey, de cambios o nuevas constituciones, ya no nos seducen. Deseamos lo mejor para España, pero también y especialmente para Catalunya y los catalanes. Y lo mejor para nosotros es la independencia. Al fin y al cabo, me temo que en España la figura de El gatopardo continuará omnipresente por muchos años. El Príncipe de Salina proseguirá su reinado, impertérrito. "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie"...."¿Y ahora que pasará?.¡Bah!. Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual a pesar que todo habrá cambiado".
En manos de los españoles está cambiar todo para que nada continúe como está. Sin renunciar a nuestra próxima independencia, en todo aquello que podamos les ayudaremos. Si quieren matar el espíritu de Lampedusa, adelante. Pero no mataremos nuestras ansias de libertad e independencia para matar fantasmas emboscados. ¡Eso nunca....!. Porqué a menudo, además, resultan inmortales.
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