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divendres, 20 de setembre del 2013

"NOTHING TO LOSE BUT THEIR CHAINS". (Nada que perder, excepto las cadenas).

Por fin el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se ha dignado contestar el requerimiento que formuló Artur Mas hace unas semanas sobre el proceso soberanista emprendido por Catalunya. La demanda de negociación y el ejercicio del derecho a decidir que se hacia en la misiva ha sido respondido a la gallega, esto es, instando al diálogo -inconcreto- sin fecha de caducidad y exigiendo respeto al marco jurídico español. Conociendo el proceder habitual del señor Rajoy, lo anterior quiere decir que España está dispuesta a negociar con la Generalitat indefinidamente -interminablemente- sobre cualquier tema, excepto el referéndum, siempre que se acepten las leyes españolas, además de someterse a los jueces y al estigmatizado Tribunal Constitucional del Reino de España. En definitiva, hablar hasta que todo se pudra, especialmente la petición del referéndum de autodeterminación. Y por si acaso, hacerlo con las cartas marcadas. Precisamente, a lo único que el señor Mas está obligado en cumplimiento de las demandas mayoritarias de los catalanes, es pactar la consulta, la fecha y la pregunta clara, directa y de respuesta Si o No; y hacerlo con luz y taquígrafos.

La fatua España fáctica sigue sin querer reconocer la realidad. Como sus argumentos son tan insustanciales, utiliza pertinazmente los de siempre: la pétrea Constitución, el deslegitimado Tribunal Constitucional y la voluble y lábil judicatura española. Y si el Gobierno del Partido Popular flaqueara y diera mínimas muestras de comprensión y voluntad de real entendimiento con Catalunya, la caverna mediática se encargaría de recordar -ya lo hacen- lo que no se puede permitir hacer el buen español: congraciarse y pactar con los catalanes. Además, ya sea La Razón, ABC, El Mundo, La Gaceta, El Confidencial, 13TV, Intereconomía TV y muchos periodistas absolutamente irreductibles en su nacionalismo, todos ellos se encargan de avivar las llamas de la catalanofóbia con las cuales iluminar a muchos crédulos españoles sobre la perversa maldad que motiva a un montón de catalanes unir sus manos en señal de esperanza, alegría, libertad y democracia. ¡Y además, hacerlo pacíficamente!.

Si los políticos y la caverna no cumplieran con esta unidad de destino en lo universal que para ellos es España, serán los ejércitos españoles los que se encargarán de domeñar los festivos anhelos catalanes. Así lo anuncia la Asociación de Militares Españoles en una nota de prensa publicitada el 12 de septiembre, un día después de celebrada la Vía Catalana. En la misma, insta al Estado a actuar contra la "Generalitat como lo hizo en la II República". Y como si del Rey Salomón se tratara, propone "la partición de la región en dos Estados", para satisfacer con dignidad a los pocos catalanes que se sienten exclusivamente españoles. Se supone que los muchos catalanes que se sienten catalanes no merecen la más mínima consideración. Después de acusar de alta traición a los diputados que acuden a actos independentistas, y reprochar contundentemente a quienes lo toleran, se comprometen a defender la "unidad indisoluble de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles". ¡Queda dicho!.

Así pues, hasta el momento, la España cañí quiere hablar de todo excepto de lo sustancial, el referéndum; propone dilatar la negociación hasta la consunción de una de las partes (preferiblemente Catalunya). Entretanto, la caverna mediática continuará sembrando anticatalanismo en los ciudadanos españoles y avivando el odio contra los catalanes; también ofertará a los soberanistas recibir el agresivo amparo de los militares, incluyendo el tradicional y sistemático bombardeo sobre Catalunya (reivindicado recientemente por el flamante premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Juan Valverde, a través de la televisión pública madrileña). En definitiva, este peculiar contubernio estatal, tan bravucón y pendenciero, se permitirá seguir vilipendiando a Catalunya utilizando la judicatura española y el vergonzante TC y aquellos instrumentos en poder del Estado español que precise para avasallar a los catalanes con contundencia y total impunidad. Todo ello debidamente aderezado con insultos y comparaciones del catalanismo con el nazismo o el fascismo, según convenga a sus intereses; y los soberanistas serán convenientemente aporreados (una vez más) con el granítico texto constitucional español. Por supuesto, la utilización de la democracia como arma para resolver los conflictos políticos no entra en los planes de los gobernantes, ni de los periodistas y militares españoles. Ni por asomo. Prefieren apelar a los derechos de una supuesta mayoría silenciosa, como hacen Alicia Sánchez-Camacho y Soraya Sáenz de Santamaria que como es sabido, no son más que típicos españolistas sordos (voluntarios) como tapias y ciegos (tambien voluntarios) como topos. También existen los que amenazan con el estallido de una guerra civil, como hace Carlos Martínez Gorriarán, diputado y cofundador de UPyD (y agorero vocacional), formación política de creciente y amenazadora influencia en el escenario de la nueva España que se vislumbra en el futuro, bajo un horizonte abarrotado de negros nubarrones.

Cuando no es comparado con el nazismo, el independentismo catalán merece la misma consideración que ETA. "Ahora ETA mira a Catalunya como proyecto de ruptura". "Ahora es Catalunya, ahora es un gobierno -la Generalitat-. No es un movimiento liderado por ETA pero es lo mismo". Esta disparatada opinión la ha formulado Jaime Mayor Oreja, eurodiputado popular. Este personaje defendió el mes de octubre del año pasado hacer frente al independentismo catalán como se ha hecho con la banda terrorista. Es decir, en términos policiales, militares y jurídicos, además de económicos. Con o sin guerra sucia. Con participación de las cloacas del estado, o no. Pero hacerlo con agresividad y contundencia... Por lo visto, sus deseos se han convertido en realidad. En el caso de los populares, la responsabilidad de todo lo que acontece siempre es de Artur Mas y de Oriol Junqueras, a los cuales no dudan en insultar, ridiculizar y escarnecer impunemente. Las culpas nunca son del PP ni del PSOE. El expresidente del Congreso, José Bono (supuesto socialista español) atribuye la creciente deriva soberanista al socialismo catalán."Gran parte de la culpa es del PSC". "El aumento del independentismo se ha producido en los últimos años, en parte gracias a los gobiernos tripartitos...". Por lo visto, la prepotencia y la soberbia de los gobiernos de Aznar y su marcado nacional-españolismo; las falsas promesas e incumplimientos de Zapatero; la campaña del PP a lo largo y ancho de las Españas en busca de firmas contra Catalunya; la escandalosa manipulación del TC en manos de populares y socialistas, con fallecimientos y recusaciones entre sus magistrados afines, nunca sustituidos; la persistente discriminación en inversiones públicas que sufre Catalunya; la persecución judicial y política de la lengua y cultura catalanas; el injustificado e injusto ahogo financiero de la Generalitat; y las reiteradas deslealtades de los sucesivos Gobiernos españoles, ¿todo esto no ha contribuido al imparable incremento del independentismo en Catalunya?. En opinión de los nacionalistas españoles, no. La culpa es de Artur Mas, CiU, ERC y PSC. En opinión del nacionalismo español, todo lo anteriormente denunciado no ha tenido ninguna incidencia en el deterioro y desapego surgido entre ambas naciones; tampoco las amenazas o las mentiras vertidas por relevantes personalidades españolas sobre Catalunya, inspiradas por conspicuos y manipuladores opinadores madrileños. Ni el proceder propio de trileros de los sucesivos gobiernos de España, bien sean del PSOE o del PP... La culpa es de los insolentes y hartos ciudadanos catalanes, que en su gran mayoría han recuperado la ilusión y dignidad robadas por el cutrerío hispano y han agotado la paciencia con el Estado español, sus mediocres políticos, sus desacreditadas instituciones y sus medios de comunicación sectarios; es culpa de aquellos que se han empecinado en librarse de las cadenas que atenazan sus espíritus, desde hace ya trescientos largos y tediosos años. 

Esta España inveterada, repleta de corruptos y corruptores, de trileros y mentirosos, de hidalgos henchidos de soberbia y avaricia, de pícaros y truhanes. Esta España inmemorial nunca es culpable de nada, a pesar de ser la causante principal de casi todo lo malo que nos ocurre. Por ejemplo, de los vínculos de sangre existentes entre miembros del CNI y del fascismo hispano. Parentescos comprobados (y revelados) entre algún relevante militante del grupúsculo Alianza Nacional y el ministro de Defensa (primos entre si) y con el número dos del Centro Nacional de Inteligencia (hermano). Un Estado que subvenciona a la Fundación Francisco Franco, a las cloacas del estado y que transige con la extrema derecha. Que sufraga la restauración del mausoleo del dictador y niega becas para estudiantes sin recursos y promueve recortes en pensiones. Que gasta decenas de miles de millones en Defensa (incluyendo submarinos que no emergen), y escatima en Sanidad y Dependencia. Que ilegaliza a formaciones abertzales vascas pero tolera Falange Española, Alianza Nacional, Movimiento Católico Español o Democracia Nacional, formaciones descaradamente fascistas y agresivas, culpables cuanto menos del asalto violento perpetrado en la delegación madrileña de la Generalitat de Catalunya. Los fascistas ya no se ocultan (ni siquiera en lo más profundo de las cloacas del Estado). Actúan ya a cara descubierta con total impunidad y amenazan que "no habrá acción secesionista sin respuesta". Después de reconocer que el ataque a la delegación de Catalunya "solo es un primer paso", convocan un gran acto fascista en Barcelona el 12 de octubre, Día de la Hispanidad. Previamente, la ultra-derecha celebrará el 28 de septiembre una fiesta en Madrid para "luchar contra los enemigos de España y recaudar fondos para la manifestación del próximo 12 de octubre en Barcelona". Una de las actividades programadas será "la quema de trapos separatistas ". Incluso Falange se permite advertir que es intolerable la detención de los patriotas españoles, después de ser inculpados por el asalto violento ejecutado contra la delegación de la Generalitat... Esta es la España cutre y trasnochada que se permite tener un presidente del TC cuya característica principal, además de ser un recalcitrante, antiguo y leal militante popular, es un redomado anticatalanista confeso. ¿Alguien cree que las decisiones del TC serán respetadas o aceptadas por la mayoría de catalanes, después que nueve magistrados hayan decidido rechazar la recusación de su presidente?. ¿Donde queda la decencia, la legitimidad y la imparcialidad, si se permite que un declarado anticatalán pueda emitir juicio en los pleitos que se planteen entre España y Catalunya, sobre la cual no oculta sentir un profundo desprecio y animadversión?.

La bestia fascista va creciendo con absoluta naturalidad, ensombreciendo el futuro de los españoles. Menudean los ataques fascistas en la propia Catalunya, en sedes de partidos y asociaciones catalanistas. Se exhiben en las redes sociales, en la calle. Y hallan cobijo en algunos programas de TV, que esparcen su ideología sin vergüenza alguna. Las agrias amenazas que profieren algunos políticos y militares suben de tono. Las manipulaciones y mentiras contra Catalunya que vierte una cierta prensa, radio y TV madrileñas (mayoritariamente) no solo se consolidan, sino que también se intensifican. La impunidad y la indecencia se enseñorean del escenario político y social hispano. Y los demócratas españoles, entretanto, permanecen callados, inmóviles y pasivos. Cómplices al fin de todo aquello que acontece ante sus ojos. ¡Actitud cobarde y ciertamente impresentable!... En España está fracasando estrepitosamente la democracia.

Definitivamente,  comparto el sentido de la frase de Marx y Engels que se puede leer en el Manifiesto Comunista, que estos últimos días ha recordado The Economist (¡nada menos!): con la independencia, Catalunya y los catalanes no tenemos nada que perder, excepto las cadenas.






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