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divendres, 19 de juliol del 2013

SOBERBIA vs. INDEPENDENCIA.

La soberbia es la característica más definitoria que poseen las autoridades españolas. La soberbia española, fundida y moldeada en los antiguos hornos de la hidalguía castellana y forjada y templada en sus toscos yunques, deviene en mera pedantería, en vulgares y anacrónicas ínfulas. Resulta inalterable y perdura a lo largo y ancho de la procelosa historia de Castilla. Esto es, de España. Las élites dirigentes, bien sean en ámbito político, funcionarial, jurídico, económico, mediático o militar, utilizan esta peculiaridad de aparente supremacía moral para doblegar anhelos, torcer voluntades, imponer ideas y defender sus propios y egoístas intereses, aún a costa de violentar la Libertad, secuestrar la Justicia, manipular la Verdad  y atropellar la Ética.

Un claro ejemplo de soberbia se encuentra en el proceder de María de los Llanos de Luna, añeja alto funcionario al servicio del Gobierno de España, y representante del mismo en Catalunya. Se trata de una autoridad eminentemente política, que ha sido requerida por el parlamento catalán para dar explicaciones sobre el injustificado aumento de la presencia policial española en Catalunya; también por la relación existente entre CNI y el incremento de casos de espionaje percibidos y denunciados por la población catalana; así como sobre la ofensiva judicial desatada contra los ayuntamientos catalanes que han impulsado y aprobado declaraciones de soberanía, denuncias que por cierto están siendo desestimadas por los jueces; o por la renovada guerra de banderas declarada por esa agria y exasperante señora, en permanente batalla contra los consistorios catalanes. Pues bien, esta trasnochada dama se considera así mismo que se halla por encima del Parlament y del poder legislativo de Catalunya, negándose a comparecer en la Comisión de Interior que había osado exigir su asistencia. Parece considerar que su rango y distinción, el de Virreina, se encuentra en un estadio muy superior al resto de mortales y en consecuencia, como sucede con el Rey, no debe someterse al control del Parlament y por tanto, goza de total impunidad. Y más, si la exigencia proviene de la cámara catalana.

Otro ejemplo palmario de vanidad lo encontramos en Alicia Sánchez-Camacho. La lideresa popular, marcadamente exhibicionista y adicta a la figuración y la fotogenia, aprovecha la mínima oportunidad que se le brinda para aparentar muchísimo más de lo que en realidad representa; de simular que nos hallamos ante una persona importante, imprescindible e influyente, actuación ciertamente patética. Lo demuestra continuamente con sus intervenciones en el parlamento catalán o en el Senado español, exageradamente teatrales que incluso provocan vergüenza ajena. ¿Como se pueden dar lecciones de honestidad y transparencia al resto de partidos, con la que está cayendo sobre el PP por el caso Bárcenas-Gürtel?.... Recientemente se coló por sorpresa en un acto castrense celebrado en la Academia de suboficiales de Talarn. Con enorme soltura y desparpajo, procedió a la entrega de despachos a los licenciados, después de poner en un brete a los encargados de protocolo del acto militar. Como es lógico, pronto empezaron a formularse algunas preguntas que naturalmente no recibieron respuesta ni atención de ningún tipo. ¿Quién la invitó al acto?.¿En calidad de qué entregó despachos a los suboficiales?. ¿Tiene la señora Camacho sentido del ridículo?. ¿Y de mesura?.

El universo militar merece una especial consideración. Cuando se habla del ejército se está hablando de honor, disciplina, patriotismo, valentía y.......conmiseración. Últimamente no cejan en su empeño de avisar encarecidamente sobre la deriva emprendida por la mayoría de catalanes, que califican como revuelta. Si, de acuerdo. Lo hacen por nuestro bien -de Catalunya-. O eso creen ellos. Consideran que se trata de un sarpullido nacionalista que debe ser tratado con entrañable paternalismo pero con rotunda contundencia. En opinión del teniente Coronel Enrique Area Sacristán, el M.H.S. Artur Mas i Gabarro no es más que un "falsario" y un "propagandista de café". Como sea que son ellos los "últimos en hablar", es decir, que están en posesión de la última palabra, de la verdad y del ordeno y mando, "vengan de fuera o nazcan dentro de casa esos aires de revuelta, debemos servir con fidelidad y lealtad al juramento que prestamos ante nuestra sagrada Bandera". Así se podía leer en el artículo titulado Los Falsarios y publicado en el diario MediterráneoDigital. Los militares, en general, no solo escriben patrióticos artículos. Si se tercia, también lanzan sus soflamas de viva voz. Precisamente en el acto protagonizado por Alicia Sánchez-Camacho, el director de la Academia de suboficiales de Talarn arrancó el enfervorecido entusiasmo de la concurrencia cuando recordó que "en estas tierras tan profundamente catalanas y, por tanto, tan naturalmente españolas...".  Las palmas echaban humo y la atronadora ovación hubiera silenciado el estruendo desatado en Montserrat por el timbaler del Bruc a principios del siglo XIX. Especialmente apasionada se mostró María de los Llanos de Luna, también asistente al acto. La Virreina debió ser quién invitó a su íntima amiga, la maravillosa Alicia, lo cual explicaría la intromisión de esta en tan ceremonioso acto castrense.... ¡Misterio aclarado!.

Ciertamente, lo único natural que muestran muchos militares españoles cuando de política se trata, es la total ausencia de sentido democrático. Carencia a la que se suman los más conspicuos hidalgos castellanos que todavía pululan por la vieja piel de toro. No dudan en amenazar, invocar la fuerza bruta, ponerse por encima del bien y del mal, y mostrarse siempre dispuestos a salvar y someter a los revoltosos, es decir, a los malditos catalanes, bajo el yugo español para toda la eternidad. No se trata de otra cosa que redoblar la sumisión de Catalunya ante España. No piensan que los ciudadanos catalanes solo utilizamos votos para decidir nuestras preferencias políticas; y en defensa propia. No se les ocurre respetar los principios democráticos que incondicionalmente abrazamos, sin restricciones de ningún tipo. No aceptan que la mayoría hayamos optado por la independencia de nuestra nación. En definitiva, siguen considerando a Catalunya como una posesión colonial española cuyos indígenas no merecen ni justicia, ni libertad, ni prosperidad y mucho menos, mínimo respeto. Es por esta razón que Camacho se permite amedrentar inmigrantes o pensionistas para que desechen el derecho de autodeterminación y teman la independencia. O medrar en actos donde no pinta nada. Es por ello que los unionistas más recalcitrantes retuercen las palabras y las ideas invocando y fomentando entre catalanes enfrentamientos, sectarismo, división y catalanofobia. Dentro de Catalunya y también en España y el resto del Mundo. Utilizan los altavoces mediáticos que les brindan sus periodistas de confianza (como si de fiscales se tratara, ¿eh, Camacho?) para manipular y falsear, ya sea en cuestiones políticas, judiciales, policiales o económicas. Se sirven de sus leyes y sus jueces para imponer, sentenciar y ejecutar todo cuanto se aparte de la visión castellana (española) de la vida. Coaccionan a empresas y empresarios, profesionales liberales, a jubilados y parados, a trabajadores autónomos o no, a federaciones deportivas, entidades y asociaciones, tanto públicas como privadas y en general a toda la sociedad catalana, al objeto de que los anhelos de libertad y las ansias de independencia que tan amplio apoyo cosechan entre la ciudadanía, no puedan alcanzarse y no colmen las aspiraciones de Catalunya. La agresión es interminable, persistente, pública y a la vez taimada. Nos hallamos ante una ofensiva total. El nacionalismo español no repara en gastos. Ni en gestos.

Recientemente el conseller de cultura Ferrán Mascarell, ha denunciado: "No se ni la hora ni el lugar que se encuentran, pero existe una célula en el Estado con cuatro objetivos: destruir la figura del Presidente de la Generalitat, menospreciar la clase política catalana, ahogar la autonomía y dividir la sociedad catalana". Advirtió que la principal tarea del Estado consistía en boicotear la consulta de autodeterminación. Es decir, estas tierras tan profundamente catalanas y naturalmente tan españolas, están sufriendo los envites amorosos -odio, en realidad- de España, con el riesgo añadido que si fuera conveniente y necesario -para España-, no importaría que Catalunya muriera estrujada por sus aguerridos abrazos.

Existe un convencimiento generalizado entre los ciudadanos que Madrid espía a través de teléfonos pinchados a políticos y relevantes personalidades catalanes, especialmente los soberanistas. Con total impunidad. Es un hecho constatado que el Estado Español debe a Catalunya más de 8.500 millones de euros (al margen el expolio fiscal anual), deuda acumulada en estos largos años de crisis, que reiteradamente se niega a pagar. Esta desvergonzada morosidad de España provoca que año tras año, el presupuesto de la Generalitat disminuya más y más, hasta la actual consunción financiera. Por otro lado, la hostilidad mediática se mantiene tan campante como siempre, presionando y aflojando rítmicamente, siguiendo una perniciosa cadencia en función de los intereses cavernarios de cada momento. La desinformación, la extorsión financiera, las presiones diplomáticas, militares, económicas y judiciales, la hostilidad lingüística y cultural, la perversión del lenguaje -"nazis", "sediciosos", "Goebbels", "racistas"...-, contra Catalunya y los catalanes van in crescendo..... 

¡Cuantas energías dilapidadas inútilmente!. ¡Cuanta mezquindad, odio, agresividad y estulticia gastadas en vano!. Todo ello como consecuencia que una de las partes -España- no acepta el democrático ejercicio del derecho de autodeterminación de los pueblos y naciones. La soberbia de las élites españolas no tiene límites. Su hostil agresividad anticatalana es infinita e infamante. Pero la paciencia de los ansiosos ciudadanos catalanes, aun siendo muy grande, no es infinita. Va siendo hora que la comunidad internacional tome cartas en el asunto. Es necesario que aquellos que creen en la democracia, que aman la libertad y la justicia, den un paso al frente y se inmiscuyan descaradamente en el contencioso entre España y Catalunya. Porque de lo contrario, la tragedia se cernerá sobre unos inocentes ciudadanos, que llegaron a creer que en paz y democracia, todo era posible. Incluso, la independencia de Catalunya.



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