Son conocidas las reacciones que la cuestión catalana ha desatado y desata en la facción unionista más ultramontana e intransigente del Estado. Las principales peculiaridades del unionismo cavernario son la agresiva beligerancia constitucionalista, la dominación económico-financiera, la represión judicial, la intolerancia ideológica y el nacionalismo españolista excluyente y uniformador. Se expresan -y se exhiben- principalmente mediante la prensa escrita madrileña -La Razón, ABC, El Mundo, La Gaceta-; en las tertulias de radio y televisión ultraconservadoras -Intereconomía, 13TV, TVE, COPE-. Y siempre en beneficio de los partidos políticos de ámbito nacional -estatal-, por supuesto español, como son PP, C's, UPyD y PSOE. Visten sus argumentos a base de mentiras, manipulaciones, amenazas, insultos y ofensas. Estas son sus armas, sus razones. Para su desgracia, la enfermiza pasión que les domina, el anticatalanismo más o menos encubierto, es su principal enemigo. Ellos mismos se auto-descalifican ante los perplejos ciudadanos catalanes..... ¿Como es posible que digan o hagan semejantes barbaridades?, nos preguntamos atónitos.
Existen otro tipo de unionistas más tolerantes, más sutiles. Exponen sus criterios reflexivamente, con sosiego y paz espiritual. Diríase, de forma más conciliadora. Sin embargo, algunos continúan cometiendo los mismos errores de bulto, como suelen hacer los cavernarios. Tal vez a causa del escaso conocimiento de la realidad socio-político catalana, o por la distorsión analítica que ocasionan las diferencias ideológicas y culturales existentes entre Catalunya y España, entre catalanismo y españolismo.... Por la razón que sea. Sus ponderados juicios se pueden encontrar en la prensa adscrita a La Santa Alianza, aunque también son defendidos por algunos tertulianos de otros medios de comunicación barceloneses, e incluso de ámbito estatal. Cuanto menos intentan reflejar el pluralismo político característico de la sociedad catalana. Por cierto, pluralismo omnipresente en el Parlamento Catalán.
Recientemente se ha publicado en El Periódico la enésima encuesta sobre la cuestión soberanista. En la misma se constata el aumento de la intención de voto de los partidos que se declaran a favor del derecho de autodeterminación -2/3 partes del hemiciclo- y especialmente de ERC, formación independentista por antonomasia, que por primera vez obtiene el primer puesto entre todos los partidos con representación parlamentaria. Como era previsible, el conductor del programa matinal de la COPE, Carlos Herrera se ha dedicado a denigrar a Oriol Junqueras -líder de ERC- calificándolo de gordito feliz y de Shreck de la política catalana. Pero lo más significativo fueron las palabras de Fernando Ónega, fiel representante del unionismo tolerante y reflexivo: "Se está dando una estocada al corazón de España. Si el soporte al derecho a decidir y, como sigan así a la independencia, es tan mayoritario, es que pasan tres cosas al mismo tiempo: una, que Artur Mas dejó ir un tigre que se lo está comiendo y cuando más propugna la soberanía, más destruye su propio partido.... Mas acabará enterrando a CiU. Desde que dá soporte a la consulta, sube una fuerza menor como ICV, hecho que significa que la izquierda vira también hacia el soberanismo. Y tres, y aun peor: bajan los partidos de matriz española, PSC y PP. No son bien vistos. Se aprecia C's, que defiende España, pero sin dependencia de Madrid".
Fernando Ónega es un muy buen periodista. Parece buena persona y es un gran profesional. El dolor que siente ante el desmoronamiento del concepto de España en Catalunya es comprensible y respetable. Pero esta reflexión motivada por una simple encuesta resulta desenfocada y en mi modesta opinión, repleta de tópicos y errores recurrentes. De entrada, no es contra el corazón de España lo que manifiesta la encuesta de marras. Básicamente, los catalanes nos mostramos a favor del derecho de autodeterminación, desde el profundo convencimiento democrático que profesamos; sin restricciones, incondicionalmente. Se trata simplemente de la aceptación de un principio democrático. Cuando una sociedad tiene un problema, ¿que mejor manera para resolverlo que preguntar la opinión a los ciudadanos?. Si la independencia se muestra como remedio a la crisis generalizada que sufre Catalunya es por la convicción que tenemos que España no aporta solución alguna. Al contrario. Mejor dicho, que populares y socialistas -claros dominadores y acaparadores de la vida política, social, económica, cultural, judicial y burocrática del Estado- son un auténtico desastre, especialmente para los intereses de Catalunya. Si a ello se une la hostilidad mediática cavernaria anticatalana que reina en Madrid y la agresividad gubernamental, el resultado no puede ser otro que el incremento del soberanismo. Los ciudadanos catalanes tenemos libre acceso sin restricciones -contra la opinión sustentada por muchos informadores madrileños- a todos los medios de comunicación españoles de prensa, radio, Internet y TV, además de los propios y del extranjero; y en consecuencia llegan hasta nosotros todas las barbaridades, estupideces, falacias, manipulaciones y mentiras que hacen y dicen contra Catalunya y sobre los catalanes, con marchamo netamente españolista. Y, francamente, a nadie le gusta sentirse rechazado ni agredido por los que, cuanto menos, administrativamente debemos considerar compatriotas.
El señor Ónega cae en un persistente error, casi tópico, muy extendido y sustentado por los periodistas españoles. Culpabilizan a Artur Mas de la deriva soberanista catalana -dejó ir un tigre que se lo está comiendo-. ¿Tan difícil de entender es que el tigre lo soltó la ciudadanía de a pie?. Me atrevería a afirmar que el tigre son los catalanes. Y las cadenas que nos sujetaban empezaron a romperse el mismo día que las instituciones españolas decidieron que la voluntad y deseos catalanes no valía ni un pimiento. ¿No deben cumplirse los compromisos políticos -Zapatero- adquiridos ante la opinión pública?. ¿Cuantas veces deberemos evocar como puro escarnio el "apoyaré el Estatuto que apruebe...".?. ¿No recuerdan la hostil y vergonzosa actuación aquelárrica del PP sobre el Estatuto?. ¿Ni los millones de firmas recogidas por plazas y calles españolas contra Catalunya y los catalanes?. ¿Acaso han olvidado el paso del Estatuto por las Cortes españolas, donde fue convenientemente cepillado, según gráfica expresión de Alfonso Guerra?.¿No merece censura ni reprobación un TC absolutamente caducado, auto-recusado, desprestigiado y deslegitimado, que se permitió enmendar la plana mediante una humillante sentencia -alterando la voluntad popular- contra el Estatuto refrendado por los catalanes?. ¿Acaso no es absurdo que artículos copiados literalmente del inconstitucional estatuto catalán sean formalmente constitucionales en otros estatutos copiados del catalán?.... No. Decididamente, Artur Mas no soltó ninguna fiera. El M.H.S. Artur Mas i Gabarró se limitó a recoger la voluntad manifestada mayoritariamente el 11 de septiembre de 2012 por millones de ciudadanos, hartos de pedagogía, humillaciones, peix al cove y auto-censurados; agotados por la estulticia demostrada por esta España inmemorial, repleta de hidalgos, cínicos e hipócritas. Voluntad reafirmada en las elecciones del 25N y en las sucesivas encuestas publicadas antes y después. Artur Mas no ha hecho otra cosa que intentar cumplir el mandato democrático otorgado por la mayoría de electores. ¿O es que en España los políticos no cumplen sus programas, ni escuchan a los ciudadanos?. Excuso la respuesta evidente a esta sencilla pregunta.
Resulta incuestionable que el independentismo se ha extendido transversalmente entre la sociedad catalana. Y son mayoritarios los anhelos de los ciudadanos por ser preguntados mediante referéndum sobre el futuro político de Catalunya. Más de un 70% de los encuestados se manifiestan partidarios de la consulta, incluso sin permiso de Madrid. En cuanto al descenso demoscópico de las formaciones políticas de matriz española es el resultado del creciente alejamiento ideológico entre estos partidos y la sociedad catalana. Por intereses contrapuestos. Y sí : por la dependencia política de estas formaciones con los partidos de Madrid.... ¡Gajes del oficio (del centralismo y del jacobinismo)!.
El dolor al que alude Fernando Ónega tiene como traducción catalana esperanza. No se trata de una ilusión, o de quimeras. Somos conocedores de las dificultades y hostilidad que el ejercicio del derecho de autodeterminación despierta en la España castiza. Pero esta debe ser consciente que su ira no nos detendrá. Y será así porqué nos hemos cansado de transigir, de hablar y no ser escuchados, de pactar y cosechar auténticos y persistentes fiascos. En definitiva, nos hemos propuesto como pueblo controlar nuestros recursos y esfuerzos, nuestro destino colectivo, en beneficio propio. Manteniendo lógicamente relaciones de amistad con el resto de naciones del Mundo. Especialmente con España. Si así lo quiere.
Existen otro tipo de unionistas más tolerantes, más sutiles. Exponen sus criterios reflexivamente, con sosiego y paz espiritual. Diríase, de forma más conciliadora. Sin embargo, algunos continúan cometiendo los mismos errores de bulto, como suelen hacer los cavernarios. Tal vez a causa del escaso conocimiento de la realidad socio-político catalana, o por la distorsión analítica que ocasionan las diferencias ideológicas y culturales existentes entre Catalunya y España, entre catalanismo y españolismo.... Por la razón que sea. Sus ponderados juicios se pueden encontrar en la prensa adscrita a La Santa Alianza, aunque también son defendidos por algunos tertulianos de otros medios de comunicación barceloneses, e incluso de ámbito estatal. Cuanto menos intentan reflejar el pluralismo político característico de la sociedad catalana. Por cierto, pluralismo omnipresente en el Parlamento Catalán.
Recientemente se ha publicado en El Periódico la enésima encuesta sobre la cuestión soberanista. En la misma se constata el aumento de la intención de voto de los partidos que se declaran a favor del derecho de autodeterminación -2/3 partes del hemiciclo- y especialmente de ERC, formación independentista por antonomasia, que por primera vez obtiene el primer puesto entre todos los partidos con representación parlamentaria. Como era previsible, el conductor del programa matinal de la COPE, Carlos Herrera se ha dedicado a denigrar a Oriol Junqueras -líder de ERC- calificándolo de gordito feliz y de Shreck de la política catalana. Pero lo más significativo fueron las palabras de Fernando Ónega, fiel representante del unionismo tolerante y reflexivo: "Se está dando una estocada al corazón de España. Si el soporte al derecho a decidir y, como sigan así a la independencia, es tan mayoritario, es que pasan tres cosas al mismo tiempo: una, que Artur Mas dejó ir un tigre que se lo está comiendo y cuando más propugna la soberanía, más destruye su propio partido.... Mas acabará enterrando a CiU. Desde que dá soporte a la consulta, sube una fuerza menor como ICV, hecho que significa que la izquierda vira también hacia el soberanismo. Y tres, y aun peor: bajan los partidos de matriz española, PSC y PP. No son bien vistos. Se aprecia C's, que defiende España, pero sin dependencia de Madrid".
Fernando Ónega es un muy buen periodista. Parece buena persona y es un gran profesional. El dolor que siente ante el desmoronamiento del concepto de España en Catalunya es comprensible y respetable. Pero esta reflexión motivada por una simple encuesta resulta desenfocada y en mi modesta opinión, repleta de tópicos y errores recurrentes. De entrada, no es contra el corazón de España lo que manifiesta la encuesta de marras. Básicamente, los catalanes nos mostramos a favor del derecho de autodeterminación, desde el profundo convencimiento democrático que profesamos; sin restricciones, incondicionalmente. Se trata simplemente de la aceptación de un principio democrático. Cuando una sociedad tiene un problema, ¿que mejor manera para resolverlo que preguntar la opinión a los ciudadanos?. Si la independencia se muestra como remedio a la crisis generalizada que sufre Catalunya es por la convicción que tenemos que España no aporta solución alguna. Al contrario. Mejor dicho, que populares y socialistas -claros dominadores y acaparadores de la vida política, social, económica, cultural, judicial y burocrática del Estado- son un auténtico desastre, especialmente para los intereses de Catalunya. Si a ello se une la hostilidad mediática cavernaria anticatalana que reina en Madrid y la agresividad gubernamental, el resultado no puede ser otro que el incremento del soberanismo. Los ciudadanos catalanes tenemos libre acceso sin restricciones -contra la opinión sustentada por muchos informadores madrileños- a todos los medios de comunicación españoles de prensa, radio, Internet y TV, además de los propios y del extranjero; y en consecuencia llegan hasta nosotros todas las barbaridades, estupideces, falacias, manipulaciones y mentiras que hacen y dicen contra Catalunya y sobre los catalanes, con marchamo netamente españolista. Y, francamente, a nadie le gusta sentirse rechazado ni agredido por los que, cuanto menos, administrativamente debemos considerar compatriotas.
El señor Ónega cae en un persistente error, casi tópico, muy extendido y sustentado por los periodistas españoles. Culpabilizan a Artur Mas de la deriva soberanista catalana -dejó ir un tigre que se lo está comiendo-. ¿Tan difícil de entender es que el tigre lo soltó la ciudadanía de a pie?. Me atrevería a afirmar que el tigre son los catalanes. Y las cadenas que nos sujetaban empezaron a romperse el mismo día que las instituciones españolas decidieron que la voluntad y deseos catalanes no valía ni un pimiento. ¿No deben cumplirse los compromisos políticos -Zapatero- adquiridos ante la opinión pública?. ¿Cuantas veces deberemos evocar como puro escarnio el "apoyaré el Estatuto que apruebe...".?. ¿No recuerdan la hostil y vergonzosa actuación aquelárrica del PP sobre el Estatuto?. ¿Ni los millones de firmas recogidas por plazas y calles españolas contra Catalunya y los catalanes?. ¿Acaso han olvidado el paso del Estatuto por las Cortes españolas, donde fue convenientemente cepillado, según gráfica expresión de Alfonso Guerra?.¿No merece censura ni reprobación un TC absolutamente caducado, auto-recusado, desprestigiado y deslegitimado, que se permitió enmendar la plana mediante una humillante sentencia -alterando la voluntad popular- contra el Estatuto refrendado por los catalanes?. ¿Acaso no es absurdo que artículos copiados literalmente del inconstitucional estatuto catalán sean formalmente constitucionales en otros estatutos copiados del catalán?.... No. Decididamente, Artur Mas no soltó ninguna fiera. El M.H.S. Artur Mas i Gabarró se limitó a recoger la voluntad manifestada mayoritariamente el 11 de septiembre de 2012 por millones de ciudadanos, hartos de pedagogía, humillaciones, peix al cove y auto-censurados; agotados por la estulticia demostrada por esta España inmemorial, repleta de hidalgos, cínicos e hipócritas. Voluntad reafirmada en las elecciones del 25N y en las sucesivas encuestas publicadas antes y después. Artur Mas no ha hecho otra cosa que intentar cumplir el mandato democrático otorgado por la mayoría de electores. ¿O es que en España los políticos no cumplen sus programas, ni escuchan a los ciudadanos?. Excuso la respuesta evidente a esta sencilla pregunta.
Resulta incuestionable que el independentismo se ha extendido transversalmente entre la sociedad catalana. Y son mayoritarios los anhelos de los ciudadanos por ser preguntados mediante referéndum sobre el futuro político de Catalunya. Más de un 70% de los encuestados se manifiestan partidarios de la consulta, incluso sin permiso de Madrid. En cuanto al descenso demoscópico de las formaciones políticas de matriz española es el resultado del creciente alejamiento ideológico entre estos partidos y la sociedad catalana. Por intereses contrapuestos. Y sí : por la dependencia política de estas formaciones con los partidos de Madrid.... ¡Gajes del oficio (del centralismo y del jacobinismo)!.
El dolor al que alude Fernando Ónega tiene como traducción catalana esperanza. No se trata de una ilusión, o de quimeras. Somos conocedores de las dificultades y hostilidad que el ejercicio del derecho de autodeterminación despierta en la España castiza. Pero esta debe ser consciente que su ira no nos detendrá. Y será así porqué nos hemos cansado de transigir, de hablar y no ser escuchados, de pactar y cosechar auténticos y persistentes fiascos. En definitiva, nos hemos propuesto como pueblo controlar nuestros recursos y esfuerzos, nuestro destino colectivo, en beneficio propio. Manteniendo lógicamente relaciones de amistad con el resto de naciones del Mundo. Especialmente con España. Si así lo quiere.
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