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divendres, 7 de juny del 2013

¡ALEA IACTA EST!.

Partido Popular, Partido Socialista y Partido de los Ciudadanos, tres en uno. Unidos por el temor que despierta la independencia de Catalunya. Parapetados tras la rocosa e inconmovible Constitución Española. Capaces de no mojarse contra el franquismo (populares), de ajar el federalismo (socialistas), o declararse anti-nacionalistas desde posiciones obstinadamente nacional-españolistas (ciudadanos). Tres partidos asociados contra natura para oponerse a millones de catalanes que deseamos alcanzar la plena soberanía, la auténtica libertad y la verdadera justicia. Para evitar lo inevitable, utilizan toda suerte de argumentos, de armas. Desdén, mentiras, falsedades, chantajes, furia, miedo, agresión, amenazas.... Estos son los recursos que preferentemente usan los unionistas. Exigen respeto y cumplimiento de las leyes, pero obvian la legitimidad y la justicia. Propugnan el diálogo y el pacto, pero no quieren negociar sino imponer. Apelan constantemente al texto y espíritu constitucionales, contraponiéndolos a principios democráticos universalmente aceptados. No manifiestan ni consideración, ni empatía, ni comprensión hacia la voluntad evidenciada por gran número de catalanes -la mayoría-, de los cuales requieren sumisión absoluta.

Un eurodiputado del Partido Popular propone la intervención de la Guardia Civil para someter a Catalunya, mientras otro afirma que "Europa no quiere saber nada" de la independencia catalana. Desde el PSOE se abraza ahora una especie de federalismo jacobino-es decir, a la española- pero niega el derecho a decidir de los catalanes, como también hacen los conservadores. Por su parte, los socialistas catalanes utilizan el federalismo de forma espuria como freno a las ansias soberanistas y fomentan solapadamente el enfrentamiento en el seno de la sociedad catalana, una vez más alineados junto el PP. Entretanto Ciutadans -¡oh, gran paradoja!- prosigue incansablemente su ofensiva lingüística, utilizando el idioma castellano y el castellanismo más rancio como arietes contra la paz y convivencia de los ciudadanos catalanes.

Todo vale contra la independencia de Catalunya. Un diario digital de New York, Business Insider, recoge rumores de golpe de estado en España. Reproduce un discurso pronunciado por el general del ejército español, Juan Antonio Chicharro el pasado mes de febrero en Madrid, el cual denuncia la existencia dentro de las fuerzas armadas de "una sensación general de preocupación, de miedo, de incertidumbre y de confusión" por la cuestión catalana. Después de formular varias preguntas retóricas y muchas insinuaciones enigmáticas, concluyó su intervención con las siguientes frases: "El país es más importante que la democracia". "El patriotismo es un sentimiento y la Constitución no es más que una ley". Los más fervientes y entusiastas aplausos ante tan lapidarias sentencias atronaron de manos del presidente del Tribunal Supremo de la Sala Militar y del rector de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, ambos presentes en el solemne acto académico.

Discursos belicosos, afirmaciones misteriosas y agresivas amenazas directas. Sorprendentemente en boca de  personas cultas, de eruditos e intelectuales a los cuales se supone comedidos, tolerantes, educados y razonables. Un insigne universitario, otrora ministro de Educación (¡!) del gobierno de la fenecida Unión de Centro Democrático y actual presidente del Aula Política de la Universidad CEU San Pablo de Madrid, José Manuel Otero Novas, en un tertulia de RTVE -televisión pública en manos del Partido Popular-, propuso recuperar la Constitución española que considera "violada", con las mismas armas empleadas por el gobierno federal americano contra el gobernador de Alabama, tiempo ha; esto es, a base de meter ametralladoras en Catalunya. Lo cual resultaría "elemental porqué el trabajo del Estado es hacer cumplir la ley". Concluyó su abominación señalando que la última vez que no se intervino ante un desafío como el actual "acabó con una Guerra Civil de un millón de muertos".

Ante tales disparates, ¿cabe esperar algún resultado positivo fruto de una hipotética negociación entre los gobiernos español y catalán?. Me temo que no. En realidad, ni siquiera creo que llegue a producirse diálogo alguno y consecuentemente ni el más mínimo acuerdo. El unionismo, el españolismo, tiene muy claras las ideas sobre Catalunya y la reivindicación soberanista de los catalanes. España no quiere, y lo que es peor, no puede aceptar la posible independencia, ni tan solo pactada. No puede pues no se resigna perder los ingentes recursos que tan fácilmente sustrae de bolsillos catalanes. Y si no, que se lo pregunten a Rudi, Cospedal, Monago y a todos los caciques autonómicos que se oponen a la asimetría en los límites de déficit público, especialmente si benefician a Catalunya. En cambio, exigen que los impuestos de los ciudadanos catalanes formen parte de la bolsa común del Estado, nutran generosamente la solidaridad interterritorial y en definitiva, justifican el vergonzoso expolio al que someten a los catalanes. Además, no pueden aceptar que la Justicia también nos concierna. España no quiere verse sometida a la humillación de perder la última colonia del imperio. ¿Porqué debería aceptar que la democracia fuera utilizada para dirimir las diferencias políticas entre España y Catalunya, si la (sin)razón de la fuerza bruta está de parte de la inmemorial nación española?.... Ni Rajoy ni ningún político español aceptarán jamás que los ciudadanos catalanes podamos decidir libremente nuestro futuro político; o nuestras relaciones con el resto de países del Mundo; ni disponer de los recursos económicos que generamos con nuestro trabajo para ser utilizados según nuestras necesidades; o defender y promover el idioma catalán en condiciones similares a las que otros países hacen con sus lenguas propias. Catalunya nunca será considerada una nación por esta España de matriz castellana, pues la historia  imperialista de Castilla lo impide. Castilla conquistó medio Mundo. Y sometió a Catalunya. No importa que el mundo se independizara de España. Lo importante es que Catalunya no lo consiga..... ¡Faltaría más!.

Sería una imperdonable pérdida de tiempo negociar el futuro de Catalunya con España. De hecho los precedentes de independencia de un territorio negociando con su metrópolis o estado de origen, no son aplicables al caso español. En España resulta impensable un proceso similar al escocés y el Reino Unido, o al de Québec y Canadá. La descolonización del imperio español se consiguió mediante la violencia o cuanto menos, de forma traumática -o vergonzante, como el Sáhara Español-. En general, las independencias de los países casi siempre se han hecho contra la legalidad vigente del país colonizador. ¿Porqué el caso de Catalunya debería ser diferente?. En nuestros días, no cabe ninguna duda que la independencia de Catalunya se conseguirá mediante el escrupuloso ejercicio de la democracia de forma pacifica, pero violentando la legalidad española. Tarde o temprano deberemos obviar la Constitución Española, el Tribunal Constitucional, el Supremo, el Gobierno de España, las Cortes Generales y las formaciones políticas nacionalistas españolas. Catalunya deberá primar la legitimidad democrática y la voluntad popular ante la férrea legalidad española y la intolerancia de su justicia. Solo así superaremos un debate inútil y peregrino sobre si somos o no colonia, si los catalanes somos o no sujeto político y jurídico (como pueblo), si Catalunya es una nación, o si resulta viable económicamente sin España, etc.... Tal vez no seamos una colonia, pero España nos trata como tal. Nos consideramos un pueblo con los mismos derechos que cualquier otro. Somos una nación por razones históricas, culturales, lingüísticas, geográficas, económicas y porque lo creemos firme y mayoritariamente así. Y lo que cada vez se muestra más certero es que sometidos a los intereses económicos, financieros, legislativos, culturales y políticos españoles, Catalunya no tiene futuro, no es viable.

La independencia de Catalunya es inevitable. Es necesaria. Y urgente. Por tanto, la mayoría de ciudadanos catalanes hemos dado por concluido el sometimiento a España y exigimos a nuestros políticos, a los partidos, instituciones y medios de comunicación catalanes, que dejen de marear la perdiz de una puñetera  vez. Si no quieren verse sobrepasados por los acontecimientos, deberán escuchar la voz de pueblo y hacer aquello que el pueblo demanda mayoritariamente. Olvídense de Rajoy y Rubalcaba, de populares y socialistas -ambos en horas bajas- y de la Constitución española, de la Caverna Mediática madrileña y el Foro Puente Aéreo barcelonés, e inicien con resolución y paso firme el camino hacia la libertad de Catalunya y de los catalanes. Sin pausas y con prisas, hacia la independencia. Porque la suerte está echada.

  

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