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divendres, 28 de juny del 2013

LA HIPOCRESÍA Y EL UNIONISMO ESPAÑOL.

Según la última encuesta del Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat de Catalunya, si ahora se celebrara un referéndum sobre la independencia, el resultado del mismo sería: 55,6% a favor, 23,4% en contra, un 15,3% se abstendría y un 3,8% no sabe/no contesta. Es decir, prescindiendo de la abstención, el 65,64% votarían SI, el 27,63% votarían NO y el 6,02% no se pronuncian. La misma encuesta otorga a ERC 38/39 escaños, CiU 35/37, PSC 16, PP e ICV igualarían a 13/14, C's 12 y la CUP 6.

Pueden entenderse las reacciones que estos resultados han causado en las distintas formaciones políticas. El soberanismo sale notablemente fortalecido, mientras que los unionistas sufren un duro revés. Por todo ello, los españolistas -populares y Ciudadanos- se muestran pasmados, incrédulos y desconcertados. Los autonomistas, bien los inútilmente federalistas -PSC-, bien los confederalistas ficticios -UDC-, unen al aturdimiento que sufren, la ira causada por la impotencia que sienten. En principio, los populares prosiguen con sus absorbentes negocios de familia, ya sean los Gürtel/Bárcenas, las insultantes leyes de Wert/FAES, las cuitas de Sánchez-Camacho/Método 3 y los fiscales de confianza, o la amenazante e impúdica recentralización autonómica anunciada por la vicepresidenta Soraya Saenz de Santamaría, también conocida por SSS. Por su parte Ciudadanos, en una exhibición de ingenio dialéctico pretencioso se permite comparar el proceso puesto en marcha e impulsado por la mayoría de catalanes, con El Proceso, de Franz Kafka. "Porqué solo este kafkiano proceso ha merecido el esfuerzo de este gabinete (de CiU) para la sedición", proclamó el iracundo portavoz parlamentario Jordi Cañas, aparatosamente furioso y ofendido. En cuanto al PSC, tanto Pere Navarro como sus fieles escuderos españolistas permanecen impasibles, impávidos e inamovibles por la decisión adoptada de no participar en la constitución del Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, quedando al margen del mismo junto a PP y Ciudadanos. Incluso el ahora diputado Celestino Corbacho invita amablemente a los militantes independentistas del PSC a abandonar el partido: "Si algún compañero o compañera algún día llega a la conclusión que le ha tocado los aires de la independencia, seguramente habrá de pensar que será más fácil que él cambie que no que cambie el PSC", farfulló enrevesadamente el otrora ministro de Trabajo (y de Paro Desatado) del gobierno Zapatero. Por su parte, ICV continua instalada en el confortable limbo de la indefinición. Ora apoya el derecho a decidir de los catalanes, ora critica el proceder de CiU y ERC sobre la independencia, para concluir pidiendo que la consulta contemple múltiples posibles preguntas sobre las más variopintas cuestiones sociales. Parece que no desean una pregunta directa, clara e inequívoca que requiera una respuesta afirmativa o negativa, sin más. En definitiva, están cómodamente situados en una ambigüedad absolutamente inoperante y no comprometedora.

Sin embargo es Josep Antoni Duran i Lleida el taimado, quien nos muestra la auténtica cara (oculta) del unionismo españolista. Haciendo gala de su proverbial incontinencia verbal, ha estallado. En un alarde de nerviosismo histérico, de pusilanimidad y de santa ira política, este personaje más propio de la curia romana que del escenario soberanista catalán, ha reaccionado airadamente, cargando contra ERC, CDC, TV3, RAC-1 y algunos correligionarios de UDC que no comulgan con las decisiones tomadas por el líder. Militantes democristianos independentistas, que por cierto cada vez son más numerosos. "ERC no tienen ni puta idea de lo que es la responsabilidad de Gobierno". Acusó a "TV3, RAC-1, CDC y algunos de UDC de allanar el terreno a ERC". E insinuó que "la consulta terminará en nada". Desafiante, proclamó "nos encontraremos de aquí a cuatro años y veremos en que ha quedado este proceso de transición nacional. Y quien ha engañado a quien". Tal es el proceder de este falso cristiano confederalista de comportamiento farisaico¿Cooperante con aquellos con los que ha suscrito pactos?. ¿Victima de los que se limitan a informar las barrabasadas que comete contra sus socios?. ¿Sincero con el soberanismo?. ¿Leal con el derecho a decidir?.... ¡No!. ¡Nunca!.¡Jamás!.... Nos hallamos ante un inveterado hipócrita, temeroso que la libertad de Catalunya comporte para él, perdida de status social e influencia política.

La hipocresía es común a todas las formas de unionismo españolista. Tanto el reflexivo, como el cínico o el agresivo convergen en el fingimiento de sentimientos, cualidades e ideas, contrarios a los que verdaderamente  se experimentan. Esta es la definición de hipocresía. Esta es la realidad en que se mueve el soberanismo catalán. Los unionistas dicen ser demócratas pero niegan el referéndum como instrumento para dirimir los desencuentros políticos existentes entre España y Catalunya. Defienden que el Gobierno de la Generalitat debe dedicar todos sus esfuerzos en resolver la crisis económica, al tiempo que ahogan sus finanzas y boicotean -utilizando el Tribunal Constitucional- las decisiones fiscales que adopta para incrementar los ingresos; y niegan a Catalunya las inversiones necesarias que propiciarían la recuperación económica. Menosprecian las cuestiones identitarias de Catalunya pero exigen judicialmente que, por ejemplo, la rojigualda ondee preferentemente en todas las dependencias municipales, ¿incluso en los vertederos de los pueblos y ciudades catalanes?. Advierten que la sociedad catalana se dividirá y enfrentará a causa de la independencia, a la vez que fomentan esta división y confrontación, utilizando la lengua castellana, o las pensiones, el paro, la sanidad y la educación como armas para lograrlo. Fanfarronean con respetar el estado de derecho, pero utilizan los tribunales para sojuzgar a Catalunya e imponer la lengua castellana o violentar las decisiones parlamentarias, mutilar y modificar estatutos previamente refrendados, desvirtuar, inmiscuirse y recuperar competencias traspasadas o centrifugar hacia las autonomías el déficit acumulado por la administración central, mientras siguen malgastando en Alta Velocidad, submarinos que no emergen o candidaturas olímpicas absolutamente inconvenientes por superfluas.

Una nueva vuelta de tuerca es la ejercida por un grupo de abogados del Estado, algunos miembros del Tribunal Supremo, catedráticos universitarios y técnicos superiores del Estado. La contribución que hacen sobre el unionismo recibe el título de Recuperar España. Una propuesta desde la Constitución. Se trata de un estudio para reformar la Constitución. Lo más destacado que aporta es la petición al Estado para que no "descarte un conflicto bélico contra Catalunya antes de cinco años". Se trata de la solución bélica. Es decir, el unionismo bélico. Propio de principios del siglo XIX, fielmente representado en la obra del genial  Goya. Por ejemplo, en Los fusilamientos del 3 de mayo (1814), o Duelo a garrotazos (1819-1823), ambos en el Museo del Prado.

Uno de los más preclaros párrafos de este peculiar documento reformista, reza así: "Si el derecho a la vida independiente y autónoma se lo concedemos a quien "quiere y puede", estamos consagrando la fuerza como elemento de legitimación de la vida social. Habremos vuelto a la selva. Al admitir las distintas pretensiones secesionistas que se pueden formular en una sociedad, se abren miles de conflictos de consecuencias trágicas; y, por ende, también es racional actuar en consecuencia para evitarlo".

Esta es la culminación de lo que el unionismo español entiende como Estado de Derecho. La legitimación de la violencia en aras de la unidad de España. Como pretendía ETA en un pasado no tan lejano. Utilizar la fuerza bruta para conseguir un objetivo que se supone superior. En el caso de ETA, la independencia del País Vasco. En el caso de estos probos ciudadanos españoles, preservar la sagrada unidad de la patria, aun a costa de eliminar a pacíficos ciudadanos, desarmados y amantes de la democracia, que lo único que pretenden es ser dueños de su propio destino mediante el democrático ejercicio del derecho a decidir sobre su futuro.

Coincido plenamente -ahora sí- con Jordi Cañas. Esta España, los unionistas, están convirtiendo un proceso absolutamente pacífico, cargado de legitimidad y esperanza y condicionado totalmente por principios inequívocamente democráticos, en algo auténticamente kafkiano: "Una mañana cualquiera, un buen ciudadano se despierta con la extraña visita de unos hombres que le comunican que está detenido y sometido por el momento a libertad vigilada. Le dicen que se ha iniciado un proceso contra él y le advierten que los cargos se los comunicarán posteriormente". Así empieza la pesadilla descrita en El proceso. Esta es la seductora oferta del unionismo a los catalanes: miedo, mentiras, chantajes, amenazas, agresiones y violencia. Por supuesto, todo bajo cobertura perfectamente constitucional. Y como final, o te rindes, o te matan.

La mayoría de personajes que gobiernan -en el más amplio sentido del término gobernar- este infortunado Estado, suman a su innata hidalguía (típicamente castellana), unas características que les definen con gran precisión: el cinismo, la soberbia, la hipocresía.... ¡Dios nos guarde de todos ellos!.


dimarts, 18 de juny del 2013

¿PRINCIPIOS?. ¿FINES?.... ¡PIES PARA QUÉ OS QUIERO!.

Hacer el ridículo no es fácil. Más bien es complicado. Pero con esfuerzo y dedicación, se puede conseguir. ¿Como?. Sencillo. Cuando una persona o un colectivo hacen algo descabellado, estrafalario o defienden ideas extravagantes con argumentos grotescos y absurdos, están haciendo el ridículo. Se ponen en evidencia ante la opinión pública. Suele suceder que el payaso jamás rectifica su payasada. Al contrario,  a menudo reafirma su impostura e incluso la agrava. Naturalmente, esta disparatada obcecación es causa de general hilaridad y regocijo de aquellos que disfrutan la oportunidad de ser testigos privilegiados (en realidad, todo el mundo) de este impactante proceder.

Un ejemplo de esta forma de actuar lo brindan regularmente algunos próceres y militantes adscritos al Partido Popular (aunque no solo ellos). María Dolores de Cospedal, presidenta de la Comunidad Autónoma de Castilla la Mancha y secretaria general del PP nos obsequió el pasado mes de febrero con una auténtica perla literaria, cuando explicó al común de mortales las surrealistas circunstancias en las que el afamado y escandaloso Luis Bárcenas abandonó el partido: "La indemnización que se pactó fue una indemnización en diferido... en forma de simulación, o de lo que hubiera sido en diferido en partes de una...de lo que antes era una retribución... que tenia que tener la retención a la Seguridad Social". ¡Albricias!. ¡Canastos!. ¡Cáspita! ¡Ni Groucho Marx lo hubiera explicado mejor!. 

Mención a parte merece el ilustre registrador de la propiedad, don Mariano Rajoy Brey, actual presidente del Partido Popular. Y que casualmente, también ostenta la presidencia del Gobierno de España. Corría el frío mes de diciembre de 2002 cuando un petrolero sufrió un grave percance en las costas de Galicia. Para evitar el desastre ecológico que se avecinaba, se ordenó al capitán que alejara la nave del litoral. Así lo hizo y el buque acabó hundiéndose en el obscuro abismo del océano Atlántico. Para describir lo que sucedía en aquel pecio sumergido a más de mil metros, se sirvió de las imágenes suministradas por un  sumergible -de los que pueden emerger- y anunció que "unos pequeños hilillos que se han visto, cuatro regueros que se han solidificado con aspecto de plastilina en estiramiento vertical". A los pocos días se produjo la hecatombe del Prestige. A partir de ahí, aprendimos lo que significa chapapote. No es aventurado suponer que también nació entonces la pretensión de poseer un submarino de construcción nacional, aunque por lo visto no se tuvo en cuenta que además de sumergirse, debería emerger regularmente a la superficie. Lo que por ahora no acaba de ocurrir. Es parecido a construir aeropuertos sin aviones o líneas de alta velocidad sin pasajeros.... Enfin, en ello estamos. Sin reparar en gastos.

El presidente Rajoy es maestro en eufemismos. Su habilidad lingüística es reconocida incluso a nivel mundial. Cuando el Reino de España tuvo que solicitar auxilio a la UE para recapitalizar su estropeado sistema bancario, don Mariano se ufanaba de haber conseguido una línea de crédito en condiciones muy favorables, al tiempo que ofendido, negaba que se tratara de un rescate financiero, "como el griego o el portugués" y que hubiera recibido presiones: "A mí nadie me ha presionao. El que ha presionao he sido yo", manifestó entre sonrisas haciendo honor a la noble hidalguía hispana. Sus sosegadas elucubraciones fueron recogidas jocosamente por los medios de comunicación internacionales. La revista TIME sentenció con tierna ironía: "Tu dices tomates, yo digo rescate". 

Sin embargo, donde el PP alcanza el summum cum laude es en cuestiones referidas a la lengua catalana. Cuando todavía resuenan las risas causadas por la aprobación en el parlamento aragonés -con mayoría absoluta del PP- del nacimiento de dos nuevas lenguas, lapao y lapapyd (ofertadas al Mundo con orgullo como patrimonio cultural de la humanidad), aquellas risas se han tornado en auténticas carcajadas al presentar -de nuevo el PP-, ahora en las Cortes Valencianas, una proposición no de ley de especial urgencia para que el gobierno valenciano se dirija a la Real Academia Española -RAE- para que esta reconozca que el valenciano (catalán) es una lengua diferente al catalán (valenciano). Si el estupefacto lector se pregunta la razón de tal demanda, esta no es otra que el valenciano parte de la prehistoria, en el siglo VI a.C. y que ha evolucionado hasta la actualidad tras las aportaciones de fenicios, griegos y latinos. Resulta altamente preocupante la reacción que ocasiona la lengua catalana en las filas de la derecha hispanohablante. Es una reacción típicamente alérgica, que causa estupor, vahídos, urticaria, abundante salivación y acidez.... ¡Vamos, que provoca mala leche!.

No anda muy atrás en desvaríos la peripuesta Alicia Sánchez Camacho. Como es sabido, hace unos dos o tres años ofreció un ágape profesional a la despechada ex-amante de Jordi Pujol Jr. Pero sucedió que la animada sobremesa entre ambas damas fue escrupulosamente grabada por unos despiadados e indiscretos espías al servicio de Método 3. Como sea que el espionaje realizado se hizo público y notorio a principios de este año, la maravillosa Alicia montó en cólera y denunció tal agravio, al tiempo que cargaba contra la policía catalana, contra el gobierno catalán y contra todo el mundo, mostrándose firmemente dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias penales. Cara demudada, cólera e ira, rasgadura de vestiduras y acusaciones a tutti quanti fue la virulenta reacción de la pizpireta señora. Pero hete aquí que esta semana ha llegado a un acuerdo extrajudicial (bendecido por el PP) con la empresa espiadora, en el cual esta reconoce el pecado y Alicia les absuelve e impone como penitencia el pago -cobro- de 80.000 €. Y la verdad y la justicia quedan donde estaban: por los suelos. ¿Quien ordenó el espionaje?. ¿El entorno de Alicia, o fue el propio PP?.¿Qué se buscaba con la entrevista entre una político y una ex-amante?. ¿Los espías formaban parte de las cloacas del estado?..... Ochenta mil preguntas y ninguna respuesta.... ¡Cuán frágiles -y baratos- son los principios populares..!.

Estas y otras muchas extravagancias impregnan la ética, los principios y los fines de la filosofía política conservadora del Reino de España. Asimismo, condiciona negativamente el devenir de la política progresista, de tal forma que acaban siendo la misma moneda con dos caras. Es decir, como diría el ministro Wert -y el mismísimo Aznar- una única realidad, falsa de toda falsedad. Tan ridículo como patético. No es poco.... Es más, teniendo en cuenta que no he mencionado el papel que tienen en esta farsa la caverna mediática madrileña, los socialistas, el Alto Tribunal, el Senado y la Constitución, todos ellos campeones en bufonadas y ridiculeces, ello seria suficiente para justificar la urgencia de la independencia de Catalunya.... ¡Pies para que os quiero!.






divendres, 14 de juny del 2013

EL UNIONISMO REFLEXIVO: LÓPEZ BURNIOL. (y 2)

Juan José López Burniol es notario. Hombre de escritura precisa, sólidos argumentos y firmes convicciones. Mesurado, gran comunicador y coautor del editorial conjunto del 26 de noviembre de 2009, publicado en la prensa catalana a raíz de la previsible sentencia restrictiva del TC contra el Estatuto de Catalunya. El título del mismo, La dignidad de Catalunya. Los pobres resultados obtenidos por el escrito son perfectamente conocidos. La ignominia acabó consumándose. España censuró la forma e ignoró el fondo. El corolario de esta voluntaria ignorancia española lo encontramos en los actuales desencuentros evidenciados entre España y Catalunya. El señor López Burniol es perfecto conocedor de la vida social y económica, de las inquietudes de la sociedad barcelonesa y de las clases dirigentes y empresariales catalanas en general. En sentido estrictamente clásico, nos hallamos ante un auténtico señor de Barcelona. Por tanto, sus opiniones siempre deben ser tenidas en cuenta, especialmente por aquellos que defienden el diálogo y el pacto como fundamentos de entendimiento y convivencia.

Además de las virtudes descritas, es un notable analista y tertuliano. Así mismo, colabora regularmente en La Vanguardia donde publica sus comentarios histórico-políticos con gran éxito y ponderación. El 8 del corriente mes publicó un artículo cuyo título, Reforma o ruptura, evoca las dos únicas alternativas que existen, en su opinión, sobre el drama que se está desarrollando entre Catalunya y España. Como era previsible opta por la reforma, puesto que "la opción de la ruptura no es -la mayor parte de las veces- prueba de firmeza, sino señal de debilidad". Con todo, aboga decididamente por: "1) La reivindicación -ya irreversible- del derecho a decidir. 2) La reforma del sistema de financiación autonómico. 3) La reforma de la Constitución para culminar el desarrollo federal del Estado autonómico". En su opinión, "convendría agotar todas las posibilidades de reforma dentro de la legalidad, por dos motivos de enorme importancia: 1) Para evitar la grave fractura interna que inevitablemente se producirá en Catalunya, si  se prescinde hoy de la legalidad vigente sin agotar las posibilidades de pacto, que aun existen. 2) Para cargarse de razones, si la actitud del Gobierno Central fuera de tozudez numantina, con la finalidad de iniciar la internacionalización del conflicto e incluso, justificar una eventual desobediencia civil...".

El reformista Juan José López Burniol, contra lo que algunos podrían suponer, es acérrimo partidario de la unidad entre Catalunya y España. Concretamente de la solución federal para el Estado español. Pero también es capaz de aceptar la necesidad de una consulta decisoria a celebrar en Catalunya. Sus principios plenamente democráticos están fuera de toda duda. Y sus propuestas hubieran sido perfectamente asumibles antes de 2006, cuando el Parlamento catalán aprobó el actual -y ya obsoleto- Estatuto de Catalunya, se supone que todavía vigente.

En mi opinión, la opción reformista se agotó a finales de los años 70 del siglo pasado. La transición española expuesta al resto del Mundo como ejemplo a seguir, es el origen de muchos de los males que actualmente padece la sociedad española. Legitimó el franquismo. Exculpó a los verdugos y olvidó a las víctimas que durante cuarenta largos años sufrieron represión, arbitrariedades y abusos por cuenta de la dictadura. Los franquistas consolidaron su estatus social, las prebendas obtenidas y los privilegios conquistados, fruto de su sórdida victoria sobre la República y de la larguísima y beneficiosa -para ellos- posguerra. Los vencidos y reprimidos tuvieron que tragar saliva, apretar los dientes, morderse la lengua y confiar que el paso del tiempo y la democracia permitirían obtener una mínima reparación al agravio sufrido. Vana esperanza. Levedad democrática, intolerancia constitucional, corrupción desenfrenada, precariedad laboral y recorte del estado de bienestar. Este ha sido el resultado de la reforma española. Aun así, el enésimo intento catalán para encajar en el engranaje español llevó a las fuerzas catalanistas a intentar una reforma de la reforma. Corría el año 2006 y consistió en la aprobación del nuevo estatuto de autonomía. El resultado es conocido. Un monumental fracaso. De Catalunya y de España. Un estrepitoso fiasco de la opción reformista.

La opción reformista no es más que una señal de impotencia. Es como el inútil trabajo que realiza Sísifo. Acarrea una piedra hacia arriba de la montaña, una y otra vez, sin que sirva para nada. La mayoría de catalanes, el 2006 nos plantamos en la cima y decidimos liberarnos de la pesada roca. Tomó fuerza el ideal  soberanista, plenamente corroborado con posterioridad ante las perniciosas y reiteradas actuaciones del Gobierno español de turno. Incumplimientos financieros, agresiones lingüísticas, acoso judicial, humillación constitucional, informalidad en inversiones, recentralización político-administrativa, desmantelamiento del estado de bienestar, desidia económica, etc... El gobierno español y el Partido Popular impusieron una rotunda negación ante todas las reivindicaciones que se  planteaban desde Catalunya. ¿Pacto fiscal?. No es el momento. ¿Reparto asimétrico del límite de déficit público?. No, para Catalunya (según los caciques autonómicos). ¿Inversiones en la red de cercanías Barcelona?. No hay dinero. ¿Pago de la deuda estatal acumulada con Catalunya?. Imposible por culpa de la crisis. ¿Lengua catalana vehicular en la escuela?. Salvo que un alumno -sus padres- exija el castellano  en el aula (Tribunal Supremo dixit) .... Es curioso, pero si hay fondos para Madrid 2020, AVE a Extremadura, rescate de autopistas madrileñas, recursos ilimitados para la banca, o para imponer bilingüismo solo para catalano-hablantes.

Coincido con el señor López Burniol en la necesidad de convocar un referéndum para decidir el futuro de Catalunya. Considero que, por el bien de los catalanes, debe hacerse cuanto antes. Discrepo con el señor notario en la reforma del sistema de financiación autonómico. Mejor dicho, puede ser beneficioso para España. Pero para Catalunya, la prioridad es disponer libremente de todos los impuestos generados por los ciudadanos. Sin pasar por el dominio de la hacienda española. Sin forzadas obligaciones supuestamente solidarias. Sin imposiciones, ni exigencias, ni juegos malabares del Montoro de turno o del Monago populista. Bajo el cobijo de una legislación exclusivamente catalana. En cuanto a la reforma de la Constitución hacia la utopía federalista, no se me ocurre otra respuesta que la de Don Juan Tenorio: "cuán largo me lo fiáis". A lo máximo que España llegará en lo referido a una hipotética reforma constitucional no irá más allá de la cosmética y como siempre, previsiblemente resultará una nueva frustración. Sería precisamente este enésimo chasco el que podría causar una grave fractura interna en la sociedad. De una parte, los prudentes partidarios de las reformas. De otra, los impetuosos rupturistas. Para desgracia de los españoles, la legislación vigente ha empezado a degradarse hasta tal punto, que acabará mostrándose injusta. Cuando eso ocurra, la confrontación será inevitable. Los prudentes serán sustituidos por los impetuosos. Y estallará la ruptura.

Señor Juan José López Burniol. Creo sinceramente que el tiempo de la reforma constitucional, el pacto fiscal, el federalismo y la legislación española, para los catalanes es cosa del pasado; forma parte de la historia. El futuro pasa por la independencia. Es la esperanza, pero también una necesidad. Y sinceramente manifiesto mi confianza que a no mucho tardar se sume Vd. a la opción independentista. Entre otras cosas para que pueda dar fe -notarial- de la bondad democrática y de las renovadas ilusiones que despertará la próxima Catalunya libre y soberana. Porque en Catalunya, no sobrará nadie.

                            
                          

dijous, 13 de juny del 2013

EL UNIONISMO REFLEXIVO: ÓNEGA. (1)

Son conocidas las reacciones que la cuestión catalana ha desatado y desata en la facción unionista más ultramontana e intransigente del Estado. Las principales peculiaridades del unionismo cavernario son la agresiva beligerancia constitucionalista, la dominación económico-financiera, la represión judicial, la intolerancia ideológica y el nacionalismo españolista excluyente y uniformador. Se expresan -y se exhiben- principalmente mediante la prensa escrita madrileña -La Razón, ABC, El Mundo, La Gaceta-; en las tertulias de radio y televisión ultraconservadoras -Intereconomía, 13TV, TVE, COPE-. Y siempre en beneficio de los partidos políticos de ámbito nacional -estatal-, por supuesto español, como son PP, C's, UPyD y PSOE. Visten sus argumentos a base de mentiras, manipulaciones, amenazas, insultos y ofensas. Estas son sus armas, sus razones. Para su desgracia, la enfermiza pasión que les domina, el anticatalanismo más o menos encubierto, es su principal enemigo. Ellos mismos se auto-descalifican ante los perplejos ciudadanos catalanes..... ¿Como es posible que digan o hagan semejantes barbaridades?, nos preguntamos atónitos.

Existen otro tipo de unionistas más tolerantes, más sutiles. Exponen sus criterios reflexivamente, con sosiego y paz espiritual. Diríase, de forma más conciliadora. Sin embargo, algunos continúan cometiendo los mismos errores de bulto, como suelen hacer los cavernarios. Tal vez a causa del escaso conocimiento de la realidad socio-político catalana, o por la distorsión analítica que ocasionan las diferencias ideológicas y culturales existentes entre Catalunya y España, entre catalanismo y españolismo.... Por la razón que sea. Sus ponderados juicios se pueden encontrar en la prensa adscrita a La Santa Alianza, aunque también son defendidos por algunos tertulianos de otros medios de comunicación barceloneses, e incluso de ámbito estatal. Cuanto menos intentan reflejar el pluralismo político característico de la sociedad catalana. Por cierto, pluralismo omnipresente en el Parlamento Catalán.

Recientemente se ha publicado en El Periódico la enésima encuesta sobre la cuestión soberanista. En la misma se constata el aumento de la intención de voto de los partidos que se declaran a favor del derecho de autodeterminación -2/3 partes del hemiciclo- y especialmente de ERC, formación independentista por antonomasia, que por primera vez obtiene el primer puesto entre todos los partidos con representación parlamentaria. Como era previsible, el conductor del programa matinal de la COPE, Carlos Herrera se ha dedicado a denigrar a Oriol Junqueras -líder de ERC- calificándolo de gordito feliz y de Shreck de la política catalana. Pero lo más significativo fueron las palabras de Fernando Ónega, fiel representante del unionismo tolerante y reflexivo: "Se está dando una estocada al corazón de España. Si el soporte al derecho a decidir y, como sigan así a la independencia, es tan mayoritario, es que pasan tres cosas al mismo tiempo: una, que Artur Mas dejó ir un tigre que se lo está comiendo y cuando más propugna la soberanía, más destruye su propio partido.... Mas acabará enterrando a CiU. Desde que dá soporte a la consulta, sube una fuerza menor como ICV, hecho que significa que la izquierda vira también hacia el soberanismo. Y tres, y aun peor: bajan los partidos de matriz española, PSC y PP. No son bien vistos. Se aprecia C's, que defiende España, pero sin dependencia de Madrid".

Fernando Ónega es un muy buen periodista. Parece buena persona y es un gran profesional. El dolor que siente ante el desmoronamiento del concepto de España en Catalunya es comprensible y respetable. Pero esta reflexión motivada por una simple encuesta resulta desenfocada y en mi modesta opinión, repleta de tópicos y errores recurrentes. De entrada, no es contra el corazón de España lo que manifiesta la encuesta de marras. Básicamente, los catalanes nos mostramos a favor del derecho de autodeterminación, desde el profundo convencimiento democrático que profesamos; sin restricciones, incondicionalmente. Se trata simplemente de la aceptación de un principio democrático. Cuando una sociedad tiene un problema, ¿que mejor manera para resolverlo que preguntar la opinión a los ciudadanos?. Si la independencia se muestra como remedio a la crisis generalizada que sufre Catalunya es por la convicción que tenemos que España no aporta solución alguna. Al contrario. Mejor dicho, que populares y socialistas -claros dominadores y acaparadores de la vida política, social, económica, cultural, judicial y burocrática del Estado- son un auténtico desastre, especialmente para los intereses de Catalunya. Si a ello se une la hostilidad mediática cavernaria anticatalana que reina en Madrid y la agresividad gubernamental, el resultado no puede ser otro que el incremento del soberanismo. Los ciudadanos catalanes tenemos libre acceso sin restricciones -contra la opinión sustentada por muchos informadores madrileños- a todos los medios de comunicación españoles de prensa, radio, Internet y TV, además de los propios y del extranjero; y en consecuencia llegan hasta nosotros todas las barbaridades, estupideces, falacias, manipulaciones y mentiras que hacen y dicen contra Catalunya y sobre los catalanes, con marchamo netamente españolista. Y, francamente, a nadie le gusta sentirse rechazado ni agredido por los que, cuanto menos, administrativamente debemos considerar compatriotas. 

El señor Ónega cae en un persistente error, casi tópico, muy extendido y sustentado por los periodistas españoles. Culpabilizan a Artur Mas de la deriva soberanista catalana -dejó ir un tigre que se lo está comiendo-. ¿Tan difícil de entender es que el tigre lo soltó la ciudadanía de a pie?. Me atrevería a afirmar que el tigre son los catalanes. Y las cadenas que nos sujetaban empezaron a romperse el mismo día que las instituciones españolas decidieron que la voluntad y deseos catalanes no valía ni un pimiento. ¿No deben cumplirse los compromisos políticos -Zapatero- adquiridos ante la opinión pública?. ¿Cuantas veces deberemos evocar como puro escarnio el "apoyaré el Estatuto que apruebe...".?. ¿No recuerdan la hostil y vergonzosa actuación aquelárrica del PP sobre el Estatuto?. ¿Ni los millones de firmas recogidas por plazas y calles españolas contra Catalunya y los catalanes?. ¿Acaso han olvidado el paso del Estatuto por las Cortes españolas, donde fue convenientemente cepillado, según gráfica expresión de Alfonso Guerra?.¿No merece censura ni reprobación un TC absolutamente caducado, auto-recusado, desprestigiado y deslegitimado, que se permitió enmendar la plana mediante una humillante sentencia -alterando la voluntad popular- contra el Estatuto refrendado por los catalanes?. ¿Acaso no es absurdo que artículos copiados literalmente del inconstitucional estatuto catalán sean formalmente constitucionales en otros estatutos copiados del catalán?.... No. Decididamente, Artur Mas no soltó ninguna fiera. El M.H.S. Artur Mas i Gabarró se limitó a recoger la voluntad manifestada mayoritariamente el 11 de septiembre de 2012 por millones de ciudadanos, hartos de pedagogía, humillaciones, peix al cove y auto-censurados; agotados por la estulticia demostrada por esta España inmemorial, repleta de hidalgos, cínicos e hipócritas. Voluntad reafirmada en las elecciones del 25N y en las sucesivas encuestas publicadas antes y después. Artur Mas no ha hecho otra cosa que intentar cumplir el mandato democrático otorgado por la mayoría de electores. ¿O es que en España los políticos no cumplen sus programas, ni escuchan a los ciudadanos?. Excuso la respuesta evidente a esta sencilla pregunta.

Resulta incuestionable que el independentismo se ha extendido transversalmente entre la sociedad catalana. Y son mayoritarios los anhelos de los ciudadanos por ser preguntados mediante referéndum sobre el futuro político de Catalunya. Más de un 70% de los encuestados se manifiestan partidarios de la consulta, incluso sin permiso de Madrid. En cuanto al descenso demoscópico de las formaciones políticas de matriz española es el resultado del creciente alejamiento ideológico entre estos partidos y la sociedad catalana. Por intereses contrapuestos. Y sí : por la dependencia política de estas formaciones con los partidos de Madrid.... ¡Gajes  del oficio (del centralismo y del jacobinismo)!.

El dolor al que alude Fernando Ónega tiene como traducción catalana esperanza. No se trata de una ilusión, o de quimeras. Somos conocedores de las dificultades y hostilidad que el ejercicio del derecho de autodeterminación despierta en la España castiza. Pero esta debe ser consciente que su ira no nos detendrá. Y será así porqué nos hemos cansado de transigir, de hablar y no ser escuchados, de pactar y cosechar auténticos y persistentes fiascos. En definitiva, nos hemos propuesto como pueblo controlar nuestros recursos y esfuerzos, nuestro destino colectivo, en beneficio propio. Manteniendo lógicamente relaciones de amistad con el resto de naciones del Mundo. Especialmente con España. Si así lo quiere.



divendres, 7 de juny del 2013

¡ALEA IACTA EST!.

Partido Popular, Partido Socialista y Partido de los Ciudadanos, tres en uno. Unidos por el temor que despierta la independencia de Catalunya. Parapetados tras la rocosa e inconmovible Constitución Española. Capaces de no mojarse contra el franquismo (populares), de ajar el federalismo (socialistas), o declararse anti-nacionalistas desde posiciones obstinadamente nacional-españolistas (ciudadanos). Tres partidos asociados contra natura para oponerse a millones de catalanes que deseamos alcanzar la plena soberanía, la auténtica libertad y la verdadera justicia. Para evitar lo inevitable, utilizan toda suerte de argumentos, de armas. Desdén, mentiras, falsedades, chantajes, furia, miedo, agresión, amenazas.... Estos son los recursos que preferentemente usan los unionistas. Exigen respeto y cumplimiento de las leyes, pero obvian la legitimidad y la justicia. Propugnan el diálogo y el pacto, pero no quieren negociar sino imponer. Apelan constantemente al texto y espíritu constitucionales, contraponiéndolos a principios democráticos universalmente aceptados. No manifiestan ni consideración, ni empatía, ni comprensión hacia la voluntad evidenciada por gran número de catalanes -la mayoría-, de los cuales requieren sumisión absoluta.

Un eurodiputado del Partido Popular propone la intervención de la Guardia Civil para someter a Catalunya, mientras otro afirma que "Europa no quiere saber nada" de la independencia catalana. Desde el PSOE se abraza ahora una especie de federalismo jacobino-es decir, a la española- pero niega el derecho a decidir de los catalanes, como también hacen los conservadores. Por su parte, los socialistas catalanes utilizan el federalismo de forma espuria como freno a las ansias soberanistas y fomentan solapadamente el enfrentamiento en el seno de la sociedad catalana, una vez más alineados junto el PP. Entretanto Ciutadans -¡oh, gran paradoja!- prosigue incansablemente su ofensiva lingüística, utilizando el idioma castellano y el castellanismo más rancio como arietes contra la paz y convivencia de los ciudadanos catalanes.

Todo vale contra la independencia de Catalunya. Un diario digital de New York, Business Insider, recoge rumores de golpe de estado en España. Reproduce un discurso pronunciado por el general del ejército español, Juan Antonio Chicharro el pasado mes de febrero en Madrid, el cual denuncia la existencia dentro de las fuerzas armadas de "una sensación general de preocupación, de miedo, de incertidumbre y de confusión" por la cuestión catalana. Después de formular varias preguntas retóricas y muchas insinuaciones enigmáticas, concluyó su intervención con las siguientes frases: "El país es más importante que la democracia". "El patriotismo es un sentimiento y la Constitución no es más que una ley". Los más fervientes y entusiastas aplausos ante tan lapidarias sentencias atronaron de manos del presidente del Tribunal Supremo de la Sala Militar y del rector de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, ambos presentes en el solemne acto académico.

Discursos belicosos, afirmaciones misteriosas y agresivas amenazas directas. Sorprendentemente en boca de  personas cultas, de eruditos e intelectuales a los cuales se supone comedidos, tolerantes, educados y razonables. Un insigne universitario, otrora ministro de Educación (¡!) del gobierno de la fenecida Unión de Centro Democrático y actual presidente del Aula Política de la Universidad CEU San Pablo de Madrid, José Manuel Otero Novas, en un tertulia de RTVE -televisión pública en manos del Partido Popular-, propuso recuperar la Constitución española que considera "violada", con las mismas armas empleadas por el gobierno federal americano contra el gobernador de Alabama, tiempo ha; esto es, a base de meter ametralladoras en Catalunya. Lo cual resultaría "elemental porqué el trabajo del Estado es hacer cumplir la ley". Concluyó su abominación señalando que la última vez que no se intervino ante un desafío como el actual "acabó con una Guerra Civil de un millón de muertos".

Ante tales disparates, ¿cabe esperar algún resultado positivo fruto de una hipotética negociación entre los gobiernos español y catalán?. Me temo que no. En realidad, ni siquiera creo que llegue a producirse diálogo alguno y consecuentemente ni el más mínimo acuerdo. El unionismo, el españolismo, tiene muy claras las ideas sobre Catalunya y la reivindicación soberanista de los catalanes. España no quiere, y lo que es peor, no puede aceptar la posible independencia, ni tan solo pactada. No puede pues no se resigna perder los ingentes recursos que tan fácilmente sustrae de bolsillos catalanes. Y si no, que se lo pregunten a Rudi, Cospedal, Monago y a todos los caciques autonómicos que se oponen a la asimetría en los límites de déficit público, especialmente si benefician a Catalunya. En cambio, exigen que los impuestos de los ciudadanos catalanes formen parte de la bolsa común del Estado, nutran generosamente la solidaridad interterritorial y en definitiva, justifican el vergonzoso expolio al que someten a los catalanes. Además, no pueden aceptar que la Justicia también nos concierna. España no quiere verse sometida a la humillación de perder la última colonia del imperio. ¿Porqué debería aceptar que la democracia fuera utilizada para dirimir las diferencias políticas entre España y Catalunya, si la (sin)razón de la fuerza bruta está de parte de la inmemorial nación española?.... Ni Rajoy ni ningún político español aceptarán jamás que los ciudadanos catalanes podamos decidir libremente nuestro futuro político; o nuestras relaciones con el resto de países del Mundo; ni disponer de los recursos económicos que generamos con nuestro trabajo para ser utilizados según nuestras necesidades; o defender y promover el idioma catalán en condiciones similares a las que otros países hacen con sus lenguas propias. Catalunya nunca será considerada una nación por esta España de matriz castellana, pues la historia  imperialista de Castilla lo impide. Castilla conquistó medio Mundo. Y sometió a Catalunya. No importa que el mundo se independizara de España. Lo importante es que Catalunya no lo consiga..... ¡Faltaría más!.

Sería una imperdonable pérdida de tiempo negociar el futuro de Catalunya con España. De hecho los precedentes de independencia de un territorio negociando con su metrópolis o estado de origen, no son aplicables al caso español. En España resulta impensable un proceso similar al escocés y el Reino Unido, o al de Québec y Canadá. La descolonización del imperio español se consiguió mediante la violencia o cuanto menos, de forma traumática -o vergonzante, como el Sáhara Español-. En general, las independencias de los países casi siempre se han hecho contra la legalidad vigente del país colonizador. ¿Porqué el caso de Catalunya debería ser diferente?. En nuestros días, no cabe ninguna duda que la independencia de Catalunya se conseguirá mediante el escrupuloso ejercicio de la democracia de forma pacifica, pero violentando la legalidad española. Tarde o temprano deberemos obviar la Constitución Española, el Tribunal Constitucional, el Supremo, el Gobierno de España, las Cortes Generales y las formaciones políticas nacionalistas españolas. Catalunya deberá primar la legitimidad democrática y la voluntad popular ante la férrea legalidad española y la intolerancia de su justicia. Solo así superaremos un debate inútil y peregrino sobre si somos o no colonia, si los catalanes somos o no sujeto político y jurídico (como pueblo), si Catalunya es una nación, o si resulta viable económicamente sin España, etc.... Tal vez no seamos una colonia, pero España nos trata como tal. Nos consideramos un pueblo con los mismos derechos que cualquier otro. Somos una nación por razones históricas, culturales, lingüísticas, geográficas, económicas y porque lo creemos firme y mayoritariamente así. Y lo que cada vez se muestra más certero es que sometidos a los intereses económicos, financieros, legislativos, culturales y políticos españoles, Catalunya no tiene futuro, no es viable.

La independencia de Catalunya es inevitable. Es necesaria. Y urgente. Por tanto, la mayoría de ciudadanos catalanes hemos dado por concluido el sometimiento a España y exigimos a nuestros políticos, a los partidos, instituciones y medios de comunicación catalanes, que dejen de marear la perdiz de una puñetera  vez. Si no quieren verse sobrepasados por los acontecimientos, deberán escuchar la voz de pueblo y hacer aquello que el pueblo demanda mayoritariamente. Olvídense de Rajoy y Rubalcaba, de populares y socialistas -ambos en horas bajas- y de la Constitución española, de la Caverna Mediática madrileña y el Foro Puente Aéreo barcelonés, e inicien con resolución y paso firme el camino hacia la libertad de Catalunya y de los catalanes. Sin pausas y con prisas, hacia la independencia. Porque la suerte está echada.