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divendres, 3 de maig del 2013

"PIJOS Y RICOS".

La inefable delegada del Gobierno de España en Catalunya, Maria de los Llanos de Luna, acaba de dar el diagnóstico más certero y la solución más razonable a las convulsiones institucionales, políticas y vicisitudes económico-financieras que padecen la banca y las empresas en general, los desempleados del interior, la creciente "movilidad exterior" de jóvenes -y no tan jóvenes-, emprendedores, desocupados, universitarios y ciudadanos en busca de trabajo, pan y subsistencia, y que perjudican tan gravemente a la totalidad de la ciudadanía española."És importante que haya gente rica y pija, ya que son ellos los que gastan y consumen", ha sentenciado. Esta preclara opinión la ha realizado en la sede oficial de pijos y ricos de la Ciudad Condal, el Real Club de Tenis de Barcelona. Es de justicia negar el bulo que corre por la red. Los más de seis millones de desempleados que se han enterado de esta sorprendente aseveración, no han proferido el mínimo reproche ni han tenido ni un solo recuerdo injurioso hacia ningún miembro de la feliz familia de la Excelentísima señora de Luna.

La propuesta es interesante. Si todos fuésemos ricos y pijos gastaríamos más y seriamos más guapos. Aumentaría la demanda y el consumo. No existirían desahucios por impagos hipotecarios. Los parados no sufrirían penalidades, pues nadarían en la abundancia. No sería necesario crear puestos de trabajo -en realidad, sería una tontería trabajar-, ya que compraríamos todo lo necesario en el exterior, sin reparar en gastos. El manido ¡Qué inventen ellos!, podría sustituirse por ¡Qué trabajen ellos!. Además, nos importarían un pimiento los recortes en el Estado de bienestar. Y el indice de felicidad ciudadana aumentaría exponencialmente hasta alcanzar el mismo nivel que los afortunados socios de Real Club de Tenis, muchos de los cuales simpatizan o forman parte de la Santa Alianza y el Foro Puente Aéreo. De paso, se desvanecerían los desencuentros y temores causados por la deriva soberanista de Catalunya, puesto que todos seriamos ricos, pijos y buenos españoles y no pobres, feos y malos catalanes.

La señora de Luna, además de dedicar todo su leal saber y entender a la búsqueda de soluciones ante la hecatombe generalizada que sufre su amada España, mantiene en su plenitud la particular e impetuosa cruzada iniciada no ha mucho, en pos de alcanzar la victoria en la ímproba batalla desatada contra la mitad de ayuntamientos catalanes, los cuales consideran que izar la rojigualda -enseña nacional española- en lugar preferente de los consistorios, no es un asunto de la suficiente enjundia como para dedicar tiempo y recursos dinerarios, ambos bienes escasos en los azarosos días que discurren ante nuestros atribulados ojos.

No parece opinar lo mismo la señora de los Llanos. Por esta razón, la virreina ha recurrido a la judicatura española para que los ayuntamientos díscolos sean requeridos y se sometan, de grado o por fuerza, al estricto cumplimiento de la legalidad vigente bajo apercibimiento que si no lo hicieren, recaerá sobre alcaldes y ediles rebeldes todo el peso de la ley española, que es mucho y farragoso. Y ello en defensa de la Constitución y de los símbolos identitarios de la nación española. Símbolos que, por lo visto, sí importan a la gente y merecen consideración, respeto y fervor de jueces, magistrados, fiscales y abogados del estado, así como de la inmensa mayoría de buenos y fieles ciudadanos españoles. Símbolos que no se circunscriben a la bandera. Abarcan también el himno, la lengua castellana, la fiesta nacional y la selección española de fútbol conocida con el sobrenombre de la roja, entre otros signos definitorios de la españolidad. Todo ello merece el soporte, difusión, protección y dedicación de los recursos necesarios y permitidos por la legislación española, por encima de cualesquiera otras consideraciones e identidades que definen los diversos pueblos que integran el estado español (hasta el momento) y que pretenden coexistir en igualdad de condiciones junto al dominante, la identidad castellana. Es decir, el nacionalismo español.

Tal vez sea por este acentuado nacional-españolismo que la justicia española ha imputado un periodista por vejar a Falange Española de las JONS. El periodista Gerardo Rivas se atrevió publicar un artículo -Elplural.com, marzo 2012-, en el que criticaba a la Falange y al peculiar sindicato ultra Manos Limpias por haber llevado al banquillo de los acusados al juez Baltasar Garzón, que a su vez había impulsado la investigación sobre los crímenes del franquismo. El ingenuo periodista llegó denunciar el "amplio historial de crímenes contra la humanidad", supuestamente perpetrados por aquella formación fascista española; es decir, franquista.... ¿Existe alguna instancia judicial, en Alemania o Italia, capaz de imputar a un periodista alemán o italiano, por denunciar los crímenes cometidos por nazis o fascistas?. No creo, pero en España sí es posible. Porque España sigue siendo diferente.... ¡Tan diferente que incluso dedica fondos públicos para subvencionar la Fundación Francisco Franco!.... ¿Como hace Alemania con Hitler, o Italia con Mussolini?.

El mundo judicial y constitucional español es capaz de todo esto y mucho más. Son capaces de utilizar los poderes de la ley para ejercer como tercera cámara legislativa, reinterpretando y modificando el sentido de leyes y normas aprobadas por parlamentos democráticos. Si se quiere desvirtuar el resultado de un referéndum, o un partido nacional quiere imponer su ideología política, se recurre al Tribunal Constitucional, se aparta temporalmente a los magistrados inconvenientes, se dejan transcurrir los meses necesarios para marear la perdiz con total impunidad, según los intereses de Gobierno y del partido hegemónico del momento y se dicta una sentencia favorable a la imposición, absolutamente legal pero escandalosamente deslegítimada. Valga como ejemplo reciente de estos auto-atributos de malos leguleyos el hecho que la abogacía del Estado, siguiendo órdenes del Gobierno de Mariano Rajoy, ha presentado un recurso de inconstitucionalidad contra la Declaración de Soberanía aprobada recientemente por el Parlamento catalán, por amplísima mayoría. Además, siguiendo el ejemplo del presidente Busch Jr. y su interpretación de guerra preventiva, pretenden impugnar la convocatoria de una futura consulta sobre la independencia de Catalunya, e incluso abortar la celebración de unas elecciones parlamentarias con carácter plebiscitario. En resumen, se quiere impedir cualquier tipo de declaración política que pudiera discrepar de la interpretación que hacen el PPSOE sobre la sacrosanta constitución española. La cual, no se olvide, es de su exclusiva propiedad (para su uso y disfrute). ¿Se trata, tal vez, de una invitación para que estalle una revolución en Catalunya?.

Flaco favor hacen todos ellos a los principios democráticos universalmente aceptados. Maria de los Llanos de Luna y sus delirantes e insultantes recetas económico-sociales. La virreina parece aquejada de febril españolismo (o anti-catalanismo). Se muestra engreída y obnubilada por el título que ostenta (Delegada del Gobierno; es decir, virreina de Catalunya). El peso de la corona la lleva a cometer tales disparates, que ni tan solo los suyos deberían tomarla en serio. Resulta un patético reflejo de vieja dama provinciana -la Moños, por ejemplo-, incapaz de adaptarse a los nuevos tiempos con dignidad, sencillez y discreción. La acompañan en su ridículo camino una buena parte de magistrados, jueces, fiscales y abogados del estado, incapaces a su vez de aceptar que jamás tiempos pasados fueron mejores que los actuales. A pesar de la crisis y tribulaciones que sufren los ciudadanos, en nuestros días. Son capaces de aplicar la ley obviando la Justicia. Siguen el dictado del desnortado Gobierno de España, del partido que lo sustenta y los poderes fácticos madrileños, los cuales se muestran empeñados en cometer una y otra vez las mismas estupideces, para satisfacer su ego ideológico y político y tapar las vergüenzas propias a causa de las tropelías que cometen, con absoluta impunidad. Para contentar a sus poderosos acreedores y satisfacer sus cuantiosas deudas, de dentro y de fuera del Estado. Con cargo y por cuenta de los maleables ciudadanos, poco dados a reaccionar ante los continuos agravios que sufren... ¡Pobre democracia!. ¡Pobre España!. En manos de incompetentes, ruinosos y trasnochados hidalgos.... Desgraciadamente, excesivamente poderosos.

Con sincero dolor me despido, después de 35 años de apariencia -ficción- democrática. ¡Adiós, España!. ¡Adéu!. Catalunya será independiente en un próximo y esperanzador futuro. A pesar de las añagazas de poco más de seis mil seiscientos sesenta y seis pijos y ricos nacional-españolistas, que quieren impedirlo.


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